Apuntes sobre socialismo

Nostalgias

por Miguel Espinaco

Te decía en la anterior entrega de esta serie, que para hablar de las alternativas al capitalismo, íbamos a dividirlas en una forma algo arbitraria. La primera de esas esquemáticas variantes a las que nos vamos a referir ahora es a las que llamé reacciones al capitalismo, en las que agruparé un poco forzadamente todas las variedades de propuestas que aspiran a volver atrás, a un mundo precapitalista depurado de las tensiones actuales a las que arrastran la propiedad privada de los medios de producción, la producción masiva de bienes y servicios dominada por la lógica del capital y el orden social dictaminado por las leyes del mercado.

Una vez más habría que hacer la prevención de que esta división esquemática de las alternativas pensadas durante la corta historia del capitalismo, no obedecen a una sucesión. No es que primero apareció la reacción, la aspiración a volver al pasado, después las ideas de emparchar lo que fallaba y por último las variantes que se propusieron como superadoras, como post capitalistas. Todas estas ideologías coexistieron en diferentes grados durante todas las épocas, se superpusieron y se superponen, inclusive, en muchas corrientes de opinión y hasta en autores y pensadores que plasmaron ideologías que integran en diferentes grados, estas contradictorias variantes alternativas.

Vamos a tomar esta variante de lo que he dado en llamar reacciones al capitalismo con ese criterio. Cómo se fue presentando durante estos últimos siglos y también cómo se presenta actualmente.

Hablábamos hace unas semanas del proceso de aparición del capital, de cómo de las entrañas del feudalismo, caracterizado por una producción realizada por campesinos dueños de sus tierras y por artesanos dueños de sus herramientas, de cómo desde dentro de ese sistema de producción había surgido el capitalismo, la concentración de la tierra y de las herramientas y máquinas en manos de algunos por un lado, y la aparición de una masa de no propietarios, disponibles para vender su fuerza de trabajo por un salario.

Dije que este proceso había durado un par de siglos, que había sido realizado a sangre y fuego, violentamente. Fue una expropiación masiva a los pequeños propietarios que levantó respuestas y voces de repudio. Un tal Doctor Price, citado por Marx, se quejaba por aquellos tiempos diciendo que "si el país (se refiere a Inglaterra, claro) cae en poder de un puñado de grandes colonos, los pequeños arrendatarios, esa muchedumbre de pequeños propietarios y colonos que se mantienen a sí mismos y a sus familias con el producto de la tierra trabajada por ellos, con las ovejas, las aves, los cerdos, etc., que llevan a pastar a los terrenos comunales, no necesitando apenas, por tanto comprar víveres para su consumo, se verán convertidos en hombres obligados a trabajar para otros si quieren comer y tendrán que ir al mercado para proveerse de cuanto necesiten". Algún Menem de aquellos tiempos, le habría contestado: Doctor Price, usted se quedó en el 45 y así fue de hecho, así le contestaban.

Un adversario del Doctor Price sostenía que "no es lógico inferir que existe despoblación porque ya no se vea a la gente derrochar su trabajo en campo abierto. Si al convertir los pequeños labradores en personas obligadas a trabajar para otros se moviliza más trabajo, es esta una ventaja para la nación". Esta gente discutía por allá por el siglo dieciocho, pero los argumentos no pueden sino recordarnos los que se esgrimen para hacer pasar la flexibilización o las privatizaciones. Unos dicen que esto potencia la economía y es un beneficio para la Nación (este concepto de nación, obviamente no incluye a los que sufren la transformación que se defiende). Otros, los modernos Dr. Price, quieren volver con nostalgia la rueda de la historia. Unos dicen avanzamos, progresamos. Otros dicen con este costo preferimos no avanzar.

Pero haberle hecho caso al Dr. Price, a pesar de su legítimo enojo, hubiera sido renunciar seguramente, a muchos avances de la técnica que con la forma de producción medieval no se hubieran logrado.

Es esta la verdadera opción? Avanzar en medio de la barbarie que es parte del capitalismo o sino detenerse?

Chau, hasta el número que viene.

Próxima entrega: El tiro por la culata


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