Breves de sábado (29/07/06)

Minga de salario mínimo

por Miguel Espinaco

El otro día un tipo casi casi me convence de hacerme kirchnerista, un tipo en la televisión.

No se bien si era un funcionario del gobierno o un sindicalista de la CGT, vos viste que difícil que es distinguir ahora, pero algo de eso era. Hablaba de la discusión del salario mínimo, que ahora parece que va a aumentar en forma escalonada hasta ochocientos pesos en noviembre.

Este señor, explicaba que el salario mínimo había aumentado como cuatro veces en estos tiempos K, así que me dije, bárbaro, entonces sí que hay redistribución del ingreso. Y yo que me paso criticando...

Suerte, suerte que yo tengo internet - que no todo el mundo tiene - y que tengo algo de tiempo - que tampoco todos tienen - para dedicarme a estudiar un poco más el tema. Entonces, anduve dando vueltas por las páginas del Indec y revisando algunos análisis más finitos sobre la cuestión.

Me detuve bastante en un estudio hecho por Claudio Lozano, que me dio algunas pistas interesantes. Fijate.

Resulta que de la última medición del Instituto de Estadísticas y Censos, al cuarto trimestre de 2005, surge que casi la mitad de los laburantes no están registrados, o sea que minga de salario mínimo. Algo más de cinco millones de tipos que trabajan, son trabajadores en negro.

Algunos datos, no muchos porque si no te voy a enloquecer y vas a cambiar de radio: en el sector privado, el 52,5 % de los trabajadores se encuentran en situación de clandestinidad e ilegalidad, para decirlo con elegancia. Como lo importante es el ejemplo, en el sector público también hay no registrados. Son un 24,1%, mirá vos.

La cuestión no es menor y empeora. Entre el 2003 y el 2005, o sea en medio del milagro económico duahaldekirchnerista se crearon 2.532.976 puestos de trabajo, de los cuales, 1.752.588 fueron laburos negros de negritud absoluta, y eso por qué?, obviamente porque los sueldos en negro son más baratos. Mientras el salario promedio del trabajador en blanco era de $ 1.072 a fines del 2005, los no registrados - o sea casi la mitad de los trabajadores, repito - era de $ 391,80. Y eso que ya el salario mínimo era de $ 630. De más está decir, claro, que los casi dos millones de desocupados tampoco podrán festejar los aumentos del salario mínimo.

La verdad, es que el proceso de redistribución del ingreso sigue siendo regresivo, o sea cada vez peor para nosotros. Tal como explica un exhaustivo análisis publicado por Argenpress, la participación del ingreso de los sectores populares se mantiene por debajo de la que tenía en el 2001. Se pasó de una participación del 31,5% en el PBI del 2001 a una del 26,3% en el 2005. De esta manera la participación de los sectores populares habría retrocedido 5,2 puntos, lo que implica una caída del orden del 20%.

Es posible que una buena parte de los trabajadores, muchos de los cuales contribuyen por estos días al aumento del consumo en los supermercados, no lo note. Lo que pasa es que esta política de los salarios mínimos también ha producido desajustes entre los sectores populares: hay algunos ganadores, los llamados estratos medios, y otros muchos perdedores.

Dos pequeñas conclusiones y ya termino. Una es casi un consejo: no se crea así nomás lo que se dice en la televisión. Ya me parezco a Luis Majul.

La otra conclusión, es que la política de aumentos en el salario mínimo no solucionará los problemas de redistribución del ingreso porque no toma en cuenta el elevado grado de ilegalidad laboral y la desocupación.

Un seguro de desempleo universal, que alcanzara para salir de pobres, sí que empujaría todos los salarios hacia arriba y de paso resolvería el problema del blanqueo, porque ya nadie estaría obligado a aceptar cualquier changa sin cobertura sindical, ni médica, ni nada. Nadie estaría obligado a aceptar trabajos con sueldos que ni siquiera llegan al nivel del famoso salario mínimo vital y móvil.


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