Colaboración

En la masacre que hoy es el Líbano, las cosas no pueden analizarse en términos de igualdad. Aunque hay dos bandos. Esta colaboración puntea reflexiones sobre el Estado de Israel, Hezbollah y nosotros, lejanos testigos del horror.

Basta!

"El pueblo judío en Israel sigue doblegado en su mayoría a la estrategia del Imperio cuyo modelo han aplicado en todos los órdenes de la vida. Hace ahora a los palestinos aquello que la cristiandad occidental hizo con nosotros"
(León Rozitchner, en "¿Podemos seguir siendo judíos?").

por Javier Bonatti

¿Qué pasó?

¿Por qué el más leído (comprado) diario de la ciudad de Santa Fe, pone en su primera plana del día domingo 30 de julio, la foto de un cuerpo muerto que alguna vez perteneciera a un niño libanés?

¿Se perdió el respeto por el público?

¿Se mostró lo que el público quería ver?

No haremos análisis de público en la columna de hoy, eso queda a criterio del lector.

La pregunta es: ¿cuánto hace que se rescatan cuerpos de entre los escombros? ¿Hace una semana nada más? ¿Qué fue lo que pasó para que esa imagen diera vuelta por el mundo entero?

Simplemente sucedió algo.

Sucedió lo mismo que provocó que se mostraran lo acogedoras que podían llegar a ser las cárceles iraquíes en manos gringas.

Y cuando eso sucede aparece esto.

Se muestra la muerte y la tortura sin tapujos.

Gran parte de los diarios estadounidenses no mostraron esto.

La cobertura que realizaron sobre la masacre en Cana se basó en algunas fotos de destrozos materiales; del ataque de un grupo de manifestantes (catalogados como simpatizantes de Hezbolá) sobre la sede de la -cada vez más cómplice de las matanzas mundiales- Organización de las Naciones Unidas (posterior al ataque); y alguna que otra fotografía de hermanas de soldados israelíes muertos en combate, llorando en medio de ostentosos funerales.

¿Qué clase de guerra es esta en la que uno de los líderes de los países en cuestión se cansa de pedir el cese el fuego y la urgente intervención de las Naciones Unidas?

Esto no es una guerra.

Esto es terrorismo de Estado. El más atroz terrorismo de Estado.

El mismo que perpetra la gente del norte en Irak, y anteriormente ejecutó en Afganistán.

El mismo que miles de asesinos consumarían en tantos países del sur americano, con la única diferencia en la posición del enemigo: aquí estaba adentro, para Israel y EEUU está afuera.

¿Qué diferencia a Hezbolá del Estado de Israel?

Lo que hace Hezbolá es terrorismo, asesinato.

Lo que hace el Estado de Israel es terrorismo, asesinato.

Se puede decir que, a diferencia de Hezbolá, el Estado de Israel cuenta con el apoyo del Imperio, en la incansable lucha contra el terrorismo mundial.

Pero la diferencia principal no radica allí. La cuestión reside en el hecho de que Hezbolá opera desde la clandestinidad, y el Estado de Israel lo hace de manera "oficial": es una maquinaria burocrática de destrucción, contra un grupo terrorista.

¿El combate es justo? Desde ya que no.

Pero aquí no es solo eso lo que está en juego. Aquí no hay una pelea en un campo neutral en donde un grupo se revienta a tiros contra el otro.

El campo de batalla es un país, con seres humanos habitándolo. ¿Cómo se explica que el ministro de defensa israelí se escude en "el ejército anuncia un par de horas antes a la población civil sobre la proximidad de los bombardeos, por lo que aquellos que permanezcan en la zona y se conviertan en víctimas, pueden ser considerados simpatizantes de Hezbolá"?

¿Qué clase de aviso es ese?

Es el aviso del verdugo.

El aviso de quien te viene a matar; de quien te tenés que escapar para no morir.

La locura llega al darse cuenta de que ese verdugo es un Estado, y de que no hay a quien acudir, porque tu propio Estado, tu defensor, no tiene armamento suficiente para combatirlo.

La locura aumenta cuando escuchás más palabras del verdugo: "Ayer (miércoles 26), en la conferencia de Roma, recibimos permiso del mundo (...) para continuar la operación en Líbano" - palabras textuales del Ministro de Defensa israelí Haim Ramon-.

¿Cómo entender estas palabras?

Recuerdo voces que vienen al caso: "hay que pensar en situación… hay que ver el contexto en que se dicen las cosas…".

¿Cómo contextualizamos esto? ¿Hay alguna manera? ¿Se puede justificar mediante algún mecanismo este tipo de discurso?

No puedo, definitivamente no tengo las herramientas para entender este tipo de declaraciones… hasta aquí llegó mi sapiencia. Aquí se acaba la tolerancia.

Aquí es donde uno decide volverse inconteniblemente intolerante.

Pero que fácil es verlo desde acá. Verlo y decirlo.

No imagino las ganas de llorar.

Las ganas de gritar, de matar.

¿Qué decir desde aquí?

¿Qué decir desde este lugar, sentado sobre un teclado de computadora, mirando un monitor brillante, y viendo cómo la novedosa tecnología va dibujando en palabras mis pensamientos más profundos?

Desde aquí sólo vemos y escuchamos a través de pantallas o papeles. Leemos a la mujer de piel negra, que utilizan los del norte para que no los tilden de racistas, pidiendo a horas del atentado "mayor cuidado" a Israel. Escuchamos gritos y llantos a través de parlantes.

¿Qué decir?

Si pedimos la cabeza del ministro de defensa israelí, somos antisemitas.

Si pedimos la cabeza del líder del Hezbolá, somos imperialistas.

Lo único que queda por pedir entonces es que paren, que detengan el exterminio.

Y aquí la responsabilidad recae mucho más en un Estado que en un grupo terrorista.


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario:
Firma:
E-Mail:
¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®