Volviendo al Fondo

por Enzo Vicentín

El actual gobierno nacional ha opinado en reiteradas oportunidades sobre el Fondo Monetario Internacional (FMI). "Incompetente" por su actuación en la crisis argentina, le dijo Cristina Fernández, la esposa del presidente. Alberto Fernández, ministro de gabinete, dijo que el Fondo "cometió gruesos errores". El presidente nunca se ahorró calificativos: "ya sabemos cuáles son los resultados que hemos tenido, somos una de las expresiones más claras y más duras de lo que significa que la economía de un país reciba las pautas de su funcionamiento desde organismos que tienen poco que ver con la realidad"; "nos llenamos de millones de pobres por culpa de sus recetas"; "no voy a aceptar los caprichos de los organismos internacionales, que no han estado muy bien con la Argentina"; "cada tanto nos encontramos con dirigentes de organismos internacionales [aludiendo a Rodrigo Rato, director del FMI] que, como si fueran patrones de estancia, con respeto a los estancieros, nos dicen lo que tenemos que hacer en el país".

Este compendio de críticas es solo una parte de todas las que le ha dedicado el gobierno nacional al FMI desde que asumió en mayo de 2003. Y, hasta ahora, pelearse con el Fondo, o por lo menos negociar sin agachar la cabeza, ha sido uno de los principales ejes tanto de la política exterior como económica que al gobierno le gusta (auto) propagandizar. Haber levantado como "causa nacional" el "desendeudamiento" con el FMI, en el marco de hacer de la Argentina un "capitalismo serio" parece ser hoy una estrategia con poco futuro. El gobierno nacional tendrá que reconocer en un tiempo cercano que haber gastado tantas palabras en criticar al Fondo le ha jugado (a la larga) en su contra, ya que hoy se ve en la necesidad de negociar un nuevo acuerdo con el FMI antes de fin de año para no meterse en problemas con el pago de la deuda externa. Leyendo con atención las noticias de las secciones económicas de algunos diarios entre fines de septiembre y la fecha, puede concluirse en que el gobierno está "preparando el terreno" para negociar con Rodrigo Rato y compañía, hecho que lo obliga a cambiar abruptamente de discurso y por lo tanto, lo expone a críticas que desde las oposiciones partidarias al gobierno no tardarán en aparecer. La fuerza de los hechos hará en poco tiempo que Kirchner y sus ministros petardistas se traguen muchas declaraciones del pasado acerca del FMI, como ya lo están haciendo ahora, y entonces se correrá la cortina de humo (una más) que el gobierno del "capitalismo serio" nos quiso vender como una defensa de los intereses del país ante el mundo.

El "desendeudamiento" es, hasta ahora, una estrategia sostenida por el gobierno nacional que apunta a cancelar progresivamente la deuda con el FMI, pagando puntualmente los vencimientos (como viene haciendo hasta ahora) sin tomar nueva deuda. El objetivo de esta estrategia es que a través del desembolso, en algunos años, de los 11.221 millones de dólares que actualmente se le deben al FMI, Argentina recupere "grados de libertad en el manejo de la política económica" (textual de Felisa Miceli, presidenta del Banco Nación). Es decir, el argumento es que Argentina podrá ser más independiente en materia económica si se cancelan los compromisos con el FMI. No voy a entrar a discutir ese discutible argumento. Quiero decir un par de cosas sobre el "desendeudamiento" como para que no se crea que constituye un invento nacional. La posibilidad de formular un plan de "desendeudamiento" tiene que ver con varios elementos, entre los cuales está la impronta de la administración Bush sobre el FMI, para que éste cambie sus objetivos a nivel mundial, lo que ha llevado a una discusión y una crisis actualmente en curso dentro del Fondo (ya también del Banco Mundial) con respecto a qué rol debe desempeñar en la economía mundial. Alfredo Zaiat, director del suplemento Cash del Página 12, resume los vientos de cambio que soplan en el FMI de esta manera: "esa redefinición de funciones implica que deben dejar de ser bomberos de crisis financieras con recursos de los contribuyentes de los países ricos. Por ese motivo, el número uno del Fondo, Rodrigo Rato, planteó en la reciente Asamblea Anual la necesidad de estudiar la reasignación de las cuotas (el dinero que aporta cada país), porcentaje que define la cantidad de votos en el directorio. El proyecto es dar más espacio a países que se ubican como potencias en ascenso, como China, India y Brasil. Entonces, si naciones de desarrollo intermedio asumen mayores responsabilidades en el manejo del organismo, también la deben tener en sus políticas económicas y, por lo tanto, no necesitarían el auxilio del Fondo, que se concentraría así en las zonas pobres del planeta" (Página 12 - 2-10). El "desendeudamiento" en Argentina se llama "desligamiento" en el gobierno del Frente Amplio en Uruguay e "independencia económica" en el gobierno de Lula Da Silva en Brasil. Tres formas distintas de denominar a la misma estrategia, que encuentra pocas resistencias en EE.UU. y por lo tanto se afirma dentro del plano de lo posible.

Ahora, si bien es posible formular esa estrategia, hay que analizar si es realizable o no. Es decir, estamos ante un proyecto serio basado en la intención de reducir la dependencia económica con los organismos "policías" del sistema económico y financiero o estamos frente a un proyecto irrealizable. Para suponer que es realizable, pensemos que Argentina podría cancelar los 11 mil millones de dólares que aún le debe al FMI si consigue un crecimiento sostenido de su macroeconomía que le permita disponer del 4% del superávit primario por muchos años consecutivos en pos de afrontar la deuda, además de consumir parte de las reservas del banco Central, o si consigue financiamiento externo o interno del sector privado para financiar los pagos al FMI. Para conseguir un nuevo "milagro" económico argentino, el gobierno tendría que cruzar los dedos para que las condiciones de la economía mundial, con bajas tasas de interés y elevados precios de los commodities, sigan permitiendo por mucho tiempo que las cuentas fiscales arrojen balances superavitarios como los que actualmente tienen las economías de Brasil, Uruguay y Argentina. ¿Hasta cuando se sostendrán los precios de las commodities a nivel mundial, que hoy están siendo sostenidos en las alturas por la demanda del país que crece a ritmo feroz: China? ¿Hasta cuando EE.UU. seguirá teniendo bajas sus tasas de interés? La Reserva Federal yankee es el faro para las tasas de interés mundiales, y ya se está hablando de que antes de fin de año se viene un aumento. Por lo tanto, es probable que las commodities tal vez se sostengan más tiempo que las tasas bajas. ¿Cuánto más? Además vale preguntarse las razones por las cuales Argentina, Uruguay y Brasil comparten la misma estrategia. Nos dicen que porque seremos más independientes en materia económica. Desconfiemos de eso, y observemos algo que observa Zaiat en una nota suya: "No es descartable que esa decisión tenga su origen en la lógica financiera de honrar compromisos en momentos de bonanza, para quedar en respetable posición cuando la tormenta se presente. […] Entonces lo que estarían haciendo [Argentina, Brasil y Uruguay] es contratar una prima de seguro, al comportarse ahora como excelentes pagadores, para poder acudir al grifo del Fondo para abrirlo y recibir financiamiento en momentos desfavorables" (Página 12, 6-9).

Por otra parte, no se debe perder de vista una cosa: destinar por muchos años consecutivos todo el superávit primario del país casi exclusivamente al pago de la deuda externa (FMI y acreedores privados) es postergar por más tiempo las inversiones de ese superávit en áreas que apunten a reducir la pobreza en que vive este país (lo mismo se le podría decir a Lula y a Tabaré Vazquez). Aplicar la estrategia del "desendeudamiento" sepultaría (¿acaso ya no lo está?) aquella frase que arrancó los aplausos del Congreso nacional: "pero tampoco podemos pagar a costa de que cada vez más argentinos vean postergados su acceso a la vivienda digna, a un trabajo seguro, a la educación de sus hijos, o a la salud" (Néstor Kirchner, discurso al asumir la presidencia).

Hay varios elementos que nos hacen concluir que la estrategia del desendeudamiento será muy linda para los sectores nacionalistas o progresistas pero tiene un horizonte poco favorable. Básicamente porque la economía argentina no tiene capacidad para crecer más de lo que lo está haciendo. En estas condiciones económicas, que el gobierno trata de no modificar por ningún motivo, las expectativas de la macroeconomía son de crecimiento, pero con tendencia a la desaceleración del mismo. Si la economía no puede "estirarse" aún más, entonces el gobierno nacional difícilmente pueda dedicarle al pago de la deuda externa mucho más recursos propios de lo que le dedica actualmente. Y lo que se avizora en el futuro es que el "hueco" entre los recursos del gobierno y los vencimientos de deuda con el FMI en el 2006 y el 2007 se hace más grande (cálculo que no tiene en cuenta la deuda privada que también vence en dichos años, algo que agrava aún más la situación). Si el desendeudamiento tal cual está formulado por los funcionarios nacionales no tiene futuro, se imponen soluciones alternativas, entre las cuales la vuelta a negociar con el FMI aparece como la más probable. Hasta el momento el gobierno de Kirchner y Lavagna ha echado mano de alternativas para retardar la necesidad de "ir al pie" del Fondo Monetario. Recordemos que en la revista pasada (en la nota Te lo digo, no lo digo) hablábamos de las inversiones en bonos de parte del gobierno venezolano de Hugo Chávez. Y mencionábamos que para los funcionarios argentinos, la ayuda venezolana servía para llegar a fin de año sin sobresaltos en la deuda, como tratando de mostrar que todavía no necesitaba nuevamente el salvavidas del FMI. Distintos economistas exponen en sus notas que en el gobierno nacional hay distintas posturas acerca de cómo seguir la relación con el Fondo (hay varias notas de fines de septiembre al respecto), entre las cuales se encontrarían la desafiliación del FMI, que por lo visto ha sido rápidamente desacreditada en el interior mismo del gobierno, prolongar el periodo sin un acuerdo con el FMI a todo el 2006, o una propuesta de buscar en el mercado privado los fondos para cancelar la deuda con el FMI, ya que el mercado privado no prestaría tan caro en comparación con las tasas que cobra el mismo FMI (ver las notas de Claudio Slotnik en la sección economía del Página 12).

Pero del supuesto abanico de alternativas que maneja el gobierno, hay una que gozaría del mayor consenso: "la opción que Roberto Lavagna presentó en el proyecto de Presupuesto 2006 y acaba de llevar a Washington consiste en lograr también una extensión en los plazos de pagos, pero con una refinanciación del 60 por ciento de los vencimientos y cancelación del resto. Esto implica un proceso de desendeudamiento más liviano. Pero requiere de un acuerdo con el Fondo con las previsibles condicionalidades, siendo algunas de esas medidas resistidas por el propio ministro, como la de dejar caer el dólar" (Página 12 - 2-10). Llegamos al punto donde nos damos cuenta que el gobierno retrocede en su estrategia de desendeudamiento, haciéndola más liviana como dice el periodista del Página 12, porque de lo contrario tendría que ir hacia una ruptura con el FMI totalmente impensable para un gobierno que defiende el capitalismo. Clarín se cuida menos de señalar lo mismo: "el Gobierno abandona el plan para "independizarse" del FMI y pide pista para negociar un nuevo acuerdo. Esta fue la principal conclusión que dejó el paso de Roberto Lavagna por Washington. Además, puso a la vista que Argentina tenía pocas opciones disponibles: seguir pagando como hasta ahora o aceptar un programa para refinanciar parte de los vencimientos. La amenaza velada de desafiliar al país del organismo no conmovió a nadie aquí y no tiene peso como herramienta negociadora" (Clarín - 27-9).

Si la decisión de retroceder ya está tomada, los movimientos del gobierno están haciéndose en función de que eso no se note tanto. Porque, después de llenarse la boca hablando en contra del FMI, hoy se necesita un acuerdo para no entrar en problemas con la deuda. Roberto Lavagna ha dado en numerosas oportunidades señales más conciliadoras con el FMI en comparación al presidente. Hace un tiempo, en una reunión en China, prometió a Rodrigo Rato una solución futura a los que no aceptaron y por lo tanto se quedaron afuera del canje de deuda que propuso el gobierno nacional el año pasado, algo que luego desmintió públicamente (Página 12, 28-9, sección economía) porque el discurso oficial es no reabrir el canje. Igualmente es de esperar que finalmente el gobierno acceda a uno de los pedidos más recurrentes del FMI, que es justamente arreglar la situación (pagarles) con los acreedores que no entraron al canje. Mientras, Aníbal Fernández busca no aparentar que se está cediendo cuando declara que "siempre la Argentina intenta encontrar soluciones con los organismos multilaterales de crédito que no supongan poner algún tipo de condicionamiento al desarrollo argentino" (Clarín - 16-10) o que "lo que sí existe es la clara vocación de que no se convierta en un diálogo donde la Argentina quede sometida a ciertas lógicas económicas que propone el Fondo y postergue el desarrollo que estamos logrando" (Clarín, 14-10). Esta última frase expresa claramente que el gobierno nacional no puede postergar más la necesidad de sentarse a discutir y acordar con el FMI, por más advertencias que el ministro haga. Quien despejó cualquier duda fue el secretario de finanzas Guillermo Nielsen, que en un reportaje al Página 12 publicado hace 2 días dice lo que ya se sospechaba: "Nos estamos preparando para reanudar las discusiones con el FMI pronto', aseguró el secretario de Finanzas, para luego precisar que ello ocurrirá justo antes de que cambie el año".

El gobierno de Kirchner no llega a la negociación en condiciones de pedir concesiones al FMI. Más bien, debido a lo que hablábamos anteriormente respecto al desfasaje durante 2006 y 2007 entre recursos propios y obligaciones con el Fondo, el tiempo le corre en contra al gobierno, y no al FMI que hasta ahora cobra y chistea de vez en cuando, pero sin apuros. Pensemos en algunas de las exigencias que el FMI le viene planteando a este gobierno: que suba de las tasas de interés; que el Banco Central se aparte del mercado cambiario (que no compre dólares usados luego para pagar la deuda); que reduzca el gasto público; todas estas medidas van en la línea de disminuir la inflación. También el Fondo le pide al gobierno que les ofrezca una solución a los holdouts (los bonistas que rechazaron el canje de la deuda), un 24 por ciento del total; que ajuste (es decir, aumente) las tarifas de los servicios públicos, especialmente del sector energético; la eliminación paulatina de los "impuestos distorsivos", entre los que consideran al cheque y las retenciones. Pensemos por lo tanto que de ese "menú" de exigencias, el gobierno tendrá que conceder en algunos, si no en todos, para lograr un acuerdo con el FMI. Pensemos entonces en encontrarnos en Enero o Febrero con giros discursivos de parte de los adalides del interés nacional cuando tengan que explicarle a los medios y a nosotros que en la negociación con el FMI se está cediendo en puntos que supuestamente no se negociaban. ¿De qué se van a disfrazar para mentirnos una vez más? Quedará (ya lo está quedando) expuesta una contradicción más entre discurso y acción de parte de este gobierno. Y quedará expuesta una contradicción más del proyecto del "capitalismo nacional". Una más, y van…



Opiná sobre este tema
¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®