Retiro lo dicho

por Miguel Espinaco

"El Directorio de Aguas Provinciales de Santa Fe S.A. manifiesta que al no haber podido encontrar un acuerdo con la Provincia respecto de la recomposición del contrato (…) se ha visto obligado a declarar la rescisión contractual por culpa del Concedente" (Comunicado de Aguas Provinciales de Santa Fe - 26/05/05)

Después de tantas idas y venidas apareció la decisión de rescindir y, al mismo tiempo, se leyó en negro sobre blanco algo que hasta ese momento no se había dicho claramente: Obeid - al mismo tiempo que hacía cáscara con un presunto rescate de la soberanía provincial sobre el tema del agua y prometía dejar a la empresa "en calzoncillos" - seguía renegociando la recomposición del contrato ya tantas veces renegociado e incumplido por la empresa concesionaria.

La historia tiene varios entreactos que vale la pena rescatar para seguir los hilos de una crisis que muestra elementos más profundos, que deja asomar los cortocircuitos que genera el nuevo escenario de reparto de la torta entre los sectores patronales. La devaluación - ya ha sido muchas veces dicho - afectó centralmente al salario, pero también rompió el seguro de precio que mantenían las tarifas de servicios con el dólar norteamericano, traspasando ganancias desde las empresas privatizadas o concesionadas, que venden servicios no exportables, hacia las patronales con posibilidades de exportar.

Esta verdadera "puja distributiva" entre empresarios y banqueros en pos de quedarse con el trabajo de los que en Argentina trabajan, es la que aparece como telón de fondo de las protestas de Onda Suez que llora porque ya no es tan exagerada como pretenden, su "ecuación económica financiera". Las gigantescas ganancias que fueron, ya no resultan tan atractivas como supieron ser en otros tiempos, entonces se imponen el apriete, se pone a la orden del día el tira y el afloje, incluso hasta el mismísimo límite de la retirada.

Pero esta pelea no se desarrolla sin un fondo ideológico: la conmoción del 2001 y la furiosa condena a los 90 a la que se vieron obligados gran parte de los dirigentes políticos para intentar recomponer el poder, recortan los márgenes de acción y hacen que cada tironeo amenace con convertirse en crisis.

"Me siento orgulloso como gobernador de Santa Fe de recuperar el poder de imperio y la soberanía del Estado santafesino sobre la prestación de un servicio esencial" (Gobernador Jorge Obeid - 05/05/05)

Las privatizaciones son necesariamente vinculadas por la opinión pública con lo que fueron los 90, son su ejemplo, su símbolo. Por aquellos tiempos, Bernardo Neustadt hablaba con su inolvidable Doña Rosa por televisión para convencerla de que el Estado era ineficiente y que había que reemplazarlo por la gestión privada que resolvería todos los problemas.

La ruptura con aquel paradigma ha puesto en crisis la defensa de las privatizaciones y se ha convertido en un problema discursivo para los políticos del capital. Está claro que ninguno de ellos está a favor de volver atrás en lo que se hizo, pero tampoco se puede salir a defender claramente el modelo privatizador sin pagar un importante costo político. Por estos días hemos presenciado el elegante giro del opositor Binner - por ejemplo - que se ha manifestado en contra de volver a la gestión estatal, porque "lamentablemente" se ha perdido la estructura de cuadros que operaba la Dipos.

Pero esta crisis discursiva provoca también una tentación y Obeid no pudo escapar a ella y habló de soberanía recuperada. Rápidamente, claro, fue llamado al orden.

Reutemann dejó trascender que estaba muy enojado y después mantuvo una charla con el Gobernador, Lavagna y De Vido lo metieron velozmente en reuniones y de golpe, como por arte de magia, el tenor de las declaraciones perdió su vuelo populista. Hammerly y Joaquin dejaron que se lea entre líneas que la empresa no se iría, el mismo Obeid relativizó el hecho más tarde y después comentó que había varios escenarios, entre los que se encontraba la transferencia del paquete accionario de la empresa a otra o una nueva concesión.

Es llamativa la unidad demostrada para convertir la frase de Obeid en un desliz y en nada más que eso, es interesante preguntarse por qué hay tanto terror a cualquier reestatización. Es por cierto evidente que los organismos internacionales - a los que el gobierno nacional se allana, aunque con más chispazos que en los 90 - presionan en contra de cualquier reocupación por parte del Estado de franjas del mercado que han sido cedidas plenamente al lucro privado. Pero esta afirmación no cambia la pregunta: ¿por qué tanto temor?

Al fin de cuentas, las empresas estatales fueron en gran medida privadas, en el sentido de que fueron coto de caza de las empresas proveedoras, de los negociados, de los incobrables en el caso de los bancos, de la corrupción que del otro lado del mostrador tiene casi siempre al algún empresario privado. ¿Por qué tanto miedo, entonces, a la reestatización que asoma de vez en cuando en la tentación populista de algunos políticos?

Una respuesta posible es la de que las empresas estatales hacen pie en el sentimiento de lo colectivo, porque más allá de que el estado sea apenas esa maquinaria que protege la propiedad privada que garantiza el robo cotidiano del trabajo ajeno, en el imaginario popular representa esa perspectiva de lo que es de todos, de lo que puede hacerse sin un patrón, de lo que puede construirse con la acción política.

Cuando el 5 de diciembre de 1995, Aguas Provinciales de Santa Fe se hizo cargo de los servicios sanitarios en 15 ciudades, asumió el compromiso de cambiar la historia del saneamiento. El primer logro fue atacar un problema que nuestras poblaciones sufrían desde hacía décadas: el deficiente suministro de agua potable. (Pagina web de APSF)

Vayamos por partes. La concesión de la explotación comercial de las redes de agua y cloacas de 15 ciudades de la provincia de Santa Fe - las más rentables, obviamente - le fue dada a la empresa Aguas Provinciales de Santa Fe, propiedad de la empresa francesa actualmente llamada Ondeo Suez, contra el económico pago de cero dólares. El contrato era de los llamados de "metas y objetivos", o sea que la empresa se quedaba con el cobro de suculentas tarifas y se hacía responsable del costo de operación del servicio y de la realización de obras que en el plazo del contrato dejarían a toda el área concesionada con redes de agua potable y de cloacas construidas.

Durante el primer año de concesión, Aguas Provinciales S.A, recibió un préstamo del BID de 85 millones de dólares, pero no cumplió el programa de inversiones. En una renegociación posterior, consiguió del gobierno un aumento de tarifas del 13,85% que aplicó a todos los usuarios sobre el precio del metro cúbico de agua potable y, por si eso fuera poco, obtuvo una disminución de los aportes patronales. Las obras, de más está decirlo, tampoco aparecieron.

La empresa había embolsado cifras incalculables (la revista Tercer Mundo estima que la transferencia de los usuarios por ese aumento del 13.85 habría alcanzado los 96 millones de pesos) A pesar de esas cifras incalculables que embolsaron, a partir del mismo momento de la devaluación empezaron a insistir con la cantinela del "mantenimiento de la ecuación económico-financiera" que en buen romance significaba aumento de tarifas para nivelarlas con el dólar.

Sus argumentos giraban sobre el costo de operación y sobre el endeudamiento en dólares de la empresa. Tal como había sucedido desde el principio del contrato, las obras prometidas siguieron en veremos, con lo cual la empresa logró compensar con creces los aumentos en los costos de operación. El método elegido para seguir postergando las inversiones fue el de seguir en renegociaciones perpetuas del contrato.

Respecto al endeudamiento en dólares, el argumento no tiene ni pies ni cabeza. Dos años atrás, protestaban porque "la casi totalidad de la deuda de Aguas Provinciales de Santa Fe S.A. está denominada en dólares, al no haberse encontrado disponible en el mercado local ningún financiamiento a largo plazo en pesos en los últimos 7 años a tasas razonables." La gubernamental Comisión de Renegociación constituida por Decreto N° 221/02 se vio obligada a hacerlo notar en un informe redactado en el año 2003: "en el flujo de fondos presentado se hace referencia al pago de intereses con organismos multilaterales, públicos, de corto plazo, pendientes del año 2002 y pagos de capital con SVOA BID y BIRF. Esta Secretaría entiende que no le corresponde al Gobierno Provincial hacerse responsable del endeudamiento del la Concesionaria, trasladando éste como parte de un costo a la tarifa que la sociedad paga".

La cuerda de la presión se tensó hasta el límite. El gobierno provincial había decidido, sobre fines del año pasado, terminar la renegociación y exigir el cumplimiento del contrato. La empresa entonces, contraatacó con juicios internacionales de dudoso éxito y presentó una intimación al gobierno en el que reclamaba el mantenimiento de la ecuación económico-financiera del contrato de concesión. El 29 de abril había sido definido como fecha tope pero la negociación se prolongó casi un mes más, mientras la nota formal no aparecía.

Ya hemos recibido una nota formal de este grupo que plantea su interés en operar en la provincia y nos informa que está en conversaciones con el grupo Suez para discutir la compra del paquete accionario. Bueno, Latinaguas tendrán que conversar con Suez por el tema accionario y con el gobierno de la provincia la posibilidad de ser operadores" (Jorge Obeid en Rosario 12 - 31/05/05)

Es verdad que las intenciones son una cosa y lo que después se logra otra, pero el gobierno santafesino ya se ha mostrado empeñado en conseguir la permanencia de la concesión a Aguas Provinciales de Santa Fe.

El esquema imaginado ya ha recibido cruces de la oposición y denuncias a granel en la prensa sobre lo que Latinaguas ha hecho en Corrientes y ya nos hemos enterado de que están promoviendo allá una comisión investigadora, a instancias de la Diputada correntina Araceli Ferreyra. "La empresa presta un servicio absolutamente deficiente por lo que se pidió conjuntamente con todos los bloques, la conformación de una comisión investigadora porque la situación no da para más. Los incumplimientos contractuales de la empresa son monumentales", dice Notifé que la diputada correntina dijo.

El gobierno de Obeid retira con este plan que ahora muestra, todo lo dicho sobre la soberanía, se dispone a intentar que una nueva empresa privada le compre Aguas a Ondeo Suez para que todo siga como estaba. Así como está dicho: para que todo siga como estaba.

Dicho de otro modo, intentarán cerrar el acuerdo que no quisieron o no pudieron cerrar con Ondeo. ¿Cómo conseguirán que otra empresa compre Aguas con el patrimonio neto negativo que expone? ¿De qué se hará cargo el Estado - por cuenta nuestra - para que el negocio cierre?

Por lo pronto, si uno lee atentamente lo que contesta Obeid al cronista de Rosario 12 que le pregunta por las obras que Aguas no realizó, comprende que la eventual reconcesión del servicio se haría con beneficio de inventario: "Ya diseñamos una estrategia. No se olviden que mandamos un mensaje a la Legislatura para crear un fondo fiduciario con recursos del Estado, créditos internacionales, de los municipios, de cooperativas y de inversores privados si desean participar. Un fondo para hacer las obras de expansión".

Es difícil hoy prever cómo terminará esta historia. El gobierno de Obeid no parece un ejemplo de fortaleza capaz de imponer sus chanchullos sin roces, resistencias y protestas de todo tipo. Menos cuando faltan pocos meses para las elecciones.

El debate que inevitablemente se prolongará, abrirá la posibilidad de discutir cómo deberían manejarse los servicios de saneamiento, permitirá poner sobre la mesa de debate, alternativas a las viejas empresas estatales - botín de guerra de las empresas privadas vía corrupción - y a las concesiones y privatizaciones que marcaron la década del 90.

Pero eso será materia para próximas notas.



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