Naturalizar es divino

por Javier González

"Uno se acostumbra a todo, incluso al abuelo" - decía mi abuela la que no conoció gigared- y a medida que pasan los años aquellas cosas a las que uno se acostumbra pasan a ser cada vez más terribles. Por ejemplo:

En Entre Ríos un tipo se cansa, subsidio de acá, subsidio de allá, plancito de otro lado. Pero la realidad es que tiene tres chicos con desnutrición y ningún trabajo serio que le permita planificar su futuro más allá del día a día. El tipo se cansa y amenaza con matarse, se sube a una antena de la casa de gobierno y desde las alturas reclama aunque sea las migajas del reparto. No se une a otros en su misma situación, pone el cuerpo, su propio cuerpo, su propia vida en juego.

En la ciudad donde ocurren todas las cosas los pibes salen a cortar la calle porque "la escuela se les cae encima".

Hay aprendizaje. Los pibes retoman la enseñanza de grupos piqueteros y exigen al gobierno la solución al problema. Pero la solución no es sólo el arreglo del edificio.

Los taxistas porteños se enojan con los pibes. Uno les grita hijos de puta, por culpa de ustedes y de los piqueteros no le puedo dar de comer a mis hijos porque no me dejan trabajar, tengo derecho a trabajar.

Otra señora también los insulta porque no puede pasar y cuando un periodista le pregunta si conoce el motivo de la protesta de los chicos, ella responde con un enfático no.

¿Y a mí que? dice la señora cuando le cuentan que los chicos salen a la calle porque el techo de la escuela se les cae encima.

Pero son los periodistas porteños los que se llevan todos los laureles. Eso si, laureles de la hipocresía.

La mayoría de los comentarios hablan del derecho individual, del derecho al libre tránsito, de la propiedad y las pelotas. Llenan minutos de televisión y radio, costosos minutos dicho sea de paso, a defenestrar a los pobres pibes aprendices de piqueteros.

Lo que se suponen sesudos análisis de la realidad llegan hasta el agravio y la descalificación de los chicos. Después de todo qué mierda tienen que hacer chicos de 15 o 16 años tomando la iniciativa de cortar el tránsito y ponerse a exigir no morir dentro de la escuela víctima del golpe azaroso de alguna moldura desprendida del cielorraso.

La naturalización llega a niveles increíbles, arraigada en la ideología neoliberal que nos hace ver el mundo desde nuestro propio ombligo.

Toda construcción colectiva queda relegada detrás del derecho individual graficada extraordinariamente en el "¿y a mi qué? de la señora que vio interrumpido su libre tránsito.

Las noticias se naturalizan y consumen con una pasmosa inercia. Y a esto ayuda ese recorte de la realidad que nos muestran las empresas privadas a través de sus noticieros. Noticias previamente digeridas para que se consuman sin demasiado esfuerzo crítico. De esta forma las privadas nos privan de la posibilidad de desarrollar un pensamiento cuestionador, y ese es uno de sus objetivos.

Santa Fe, ciudad cordial

Santa Fe es una de las ciudades que más se ha transformado en estos últimos años. Renaciendo de las cenizas: perdimos el puente colgante y lo volvimos a construir.

Revestimos la plaza principal con granito sierra chica, se lo afanaron, pero seguramente la volveremos a revestir con algún otro material más o menos suntuoso -si el tipo de cambio nos favorece- y el endeudamiento internacional lo permite.

En Santa Fe, una rampa para personas con capacidades diferentes puede costar $ 35.200 y encima no cumplir con el reglamento. Encima no es cualquier rampa sino la rampa de la Legislatura Provincial, confirmando que en estos años se ha transformado en un gran agujero negro por el que se evaporan ¿miles? ¿millones? de pesos en coimas y sobornos.

En Santa Fe, en consonancia con las corrientes de pensamiento más avanzadas, privatizamos los servicios de cloaca y agua potable. Escandalosa privatización, escandaloso negociado, escandalosa administración, impresentables gremialistas oficialistas, impresentables empresarios, impresentables funcionarios de gobierno.

Durante la "bonanza" menemista Aguas Provinciales se cansó de girar dinero hacia el exterior, no realizó ninguna inversión, fundamentalmente en cloacas, se endeudó en dólares con su propia casa matriz y reclama al estado para que la compense por las consecuencias de la devaluación.

La privatización se cae y un tan cínico como demacrado Obeid sale a festejar porque los santafesinos recuperamos la soberanía sobre este servicio.

Claro que la alegría de este ahora gobernador kirchnerista y las esperanzas de aquellos progresistas que creen que el estado estuvo ausente durante los 90 y que ahora tiene que recuperar el protagonismo perdido, duró muy poco, porque ahora parece que la soberanía no se recupera, la empresa se reprivatiza, aunque para Obeid esto sea solo un juego de palabras.

La naturalización de las cosas llega también a la "oposición", encerrada en un esquema político que reduce la realidad de tal forma, que todo queda dentro de una gran interna partidaria, como si la realidad no tuviera otra lógica que la de la interna peronista.

Así, no presentan otra alternativa que reemplazar al partido gobernante y ocupar el Estado provincial -el Estado que garantizó y sigue garantizando los negociados empresariales- con funcionarios "probos".

Esta "naturalización" de las cosas resulta alarmante. Pero esto no es un "todo homogéneo", afortunadamente hay rupturas, que como toda acción postmenemista se encuentra fragmentada pero que resulta esperanzadora a la hora de vislumbrar transformaciones, cambios que vayan más allá de un simple maquillaje.

Y aquí entra a jugar el otro discurso, el normativo, el potencial. Atilio Borón, por dar un solo ejemplo, lo explica así en el número 28 de la revista Herramienta: "He ahí una de las claves que explica la larga supervivencia del neoliberalismo en nuestros países: las múltiples y vigorosas formas de la protesta social que resisten a su opresión no encuentran un cauce que las unifique y las potencie ante la ausencia de partidos políticos dotados de la coherencia ideológica, legitimidad popular y eficacia organizativa como para construir una alternativa postneoliberal".

Se plantean entonces otras cuestiones, la necesidad de superar lo meramente discursivo y bienintencionado, la de revisar la teoría y práctica de los movimientos sociales, para poder confluir colectivamente en políticas de cambio social, revolucionarias, transformadoras de la realidad.

Para esto no hay recetas pero hay experiencias importantes, hay caminos escabrosos que se están recorriendo y hay también aprendizajes, que con dificultades, se van socializando.



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