Comentarios altiplanos por Enzo Vicentín ¿Quién puede arriesgarse a precisar hoy el futuro de Bolivia sin considerar que en ese ejercicio se contempla una alta cuota de imprecisión, o de error? Aquel que lo hiciera, seguramente se chocaría con una pared en poco tiempo. Y aunque pensemos que un buen trabajo de análisis es aquel que cierra con algún posicionamiento definido, con alguna certeza, en casos como la actual Bolivia aplicar ese modelo significa pensar mal. Creo que siempre ha habido grandes posibilidades de equívocos y conclusiones apresuradas de parte de quienes arriesgaron argumentos sobre la situación boliviana a partir de la caída de Sánchez de Losada. Aunque suene un poco agresivo, lamentablemente para los que escribimos sobre la actualidad, el tiempo y las acciones de los hombres a veces nos despedazan nuestros papeles y los entierran al paso de nuevas condiciones y situaciones. Más que a veces, la mayoría de las veces nuestros comentarios son triturados por la rueda de la dinámica social de las sociedades. Con esto no estoy hablando de resignarse y dejar el análisis y el establecer hipótesis argumentadas en el olvido. Nada de eso. Los ejercicios de analizar situaciones históricas deben seguir adelante, pero con una alerta, a mi entender, fundamental: no caer en caracterizaciones con pretensiones de inmovilidad, de estabilidad en el tiempo. A la luz de los últimos acontecimientos en suelo boliviano, voy a hacer una pregunta provocativa: ¿quién hubiera pensado que Evo Morales podía formar parte de un movimiento que hoy desestabiliza al gobierno de Carlos Mesa? ¿Qué caracterización de Morales -en estos últimos tiempos- hubiese tenido en cuenta un giro como el que dio el MAS? Más concretamente: ¿quién hubiera pensado que el partido de Evo Morales pondría en riesgo la gobernabilidad boliviana 2 años después de haberla sostenido? Para evitar malos entendidos, qué no estoy diciendo con esas preguntas: que Morales me agrada y que me parece un revolucionario, que el MAS por fin se puso del lado de los sectores pobres y excluidos de Bolivia. Que es lo que sí quiero decir con esas preguntas: simplemente que la dinámica de la realidad social boliviana en estos 2 años ha podido llevar -en contra de muchos pronósticos- a un partido que había defendido el orden democrático a desestabilizarlo. Obviamente, el MAS no es el único actor político o social que ha estado actuando en Bolivia en este tiempo; hay que tener en cuenta al Gobierno, a los demás partidos, a los campesinos, a los obreros, a las organizaciones vecinales, y mucho más. Por lo tanto las posiciones del MAS no pueden ser explicadas por procesos internos al propio partido, aunque ellos pueden haber intervenido. El hecho es que el MAS, sobre todo a partir del debate sobre la nueva Ley de Hidrocarburos, hoy no está en la misma vereda que Carlos Mesa. Bien digo hoy, porque mañana eso puede cambiar. Pero si hoy no está con Mesa, por qué es. En una pregunta así, pueden entrar en su respuesta desde factores estructurales hasta psicológicos, y este breve comentario no trata de contestarla. Esta nota se conforma con dejar planteada otra cosa. Mirar la crisis boliviana iniciada hace 2 años (la considero desde la renuncia de Sánchez de Losada, aunque también puede considerarse que esta crisis venía de hace tiempo, lo cual seguramente sea cierto) como espejo de la crisis argentina puede servir para algunas cuestiones, pero no para otras. Porque, y a esto voy, nosotros vimos claramente cómo con Duhalde la corporación de partidos políticos cerró filas detrás de un proceso de "recomposición de las instituciones" por llamarlo de alguna manera. Ninguno de los partidos más importantes puso en riesgo la gobernabilidad. Nosotros vimos con Duhalde cómo los sectores de la burguesía cerraron filas detrás del proyecto de Lavagna. Claro que en ambos planos seguramente ha habido descontentos de algunos sectores (uno se imagina a los que vivían de la importación de productos), pero la fuerza para sostener el nuevo rumbo post De la Rúa fue mayor, y por lo tanto los que "se cayeron del tren" no trataron de pararlo, sino de subirse aunque sea más atrás. Ahora en Bolivia uno puede ver cómo la corporación de partidos no termina de cerrar filas detrás de Carlos Mesa a pesar de que las instituciones en Bolivia siguen atravesando una crisis muy fuerte en sus bases de legitimación. Como muestra de las diferencias con la crisis argentina, basta comparar cuáles fueron las consecuencias de una misma decisión: la renuncia anticipada del presidente provisorio. Aquí, la tendencia más fuerte fue entrar a jugar el juego electoral poco después de la decisión de Duhalde; en Bolivia la jugada de Mesa no fue exitosa como aquí, y agua, petróleo y autonomías no cedieron lugar a las listas de candidatos en cuanto a temas de discusión. En Bolivia los sectores burgueses no se ponen de acuerdo al discutir las líneas principales de reproducción del sistema. Con esto no quiero decir que como en Bolivia la situación es distinta a la que vivimos en Argentina, terminará igualmente de forma diferente. Tal vez el gobierno de Mesa logre cumplir la transición democrática que necesita la clase dominante para reacomodarse a la nueva situación. La dinámica del futuro nos lo dirá. En definitiva, no quiero decir aquí que el MAS de Evo Morales es y será distinto a los partidos de oposición de nuestro país. Si en algo difiere hoy, es en que con sus posiciones ha contribuido a debilitar al gobierno de Mesa cuando hace 2 años lo había apuntalado. Pero esto no lleva mecánicamente a pensar en un resultado diferente al argentino. Como de igual manera, e invirtiendo los tantos, que el MAS haya apuntalado a Mesa en el poder durante un primer tiempo significaba que eso se mantendría hasta que Mesa abandone su cargo. Y eso es interesante para pensar, sobre todo desde la perspectiva de la izquierda y de sus análisis. Bolivia demuestra con algunos hechos que no sigue la misma ruta que la Argentina en el 2002, pero que esto no quiere decir que no alcanzará los mismos resultados. Los análisis sobre las situaciones actuales (de la realidad) deben considerar que siempre la dinámica social contiene posibilidades de cambio que ningún análisis puede dar cuenta satisfactoriamente. Y esto no significa que no sirvan los análisis. Simplemente me parece que no se debe pretender que la imagen congelada de la sociedad que obtenemos al analizarla seguirá inmodificable. El análisis es una foto que pertenece al video de la dinámica social, y lo más sensato al sacar una foto es saber que las fotos del futuro podrán tener panoramas distintos y a veces inesperados para los que las sacan. Y creo que eso es bueno mencionarlo reiteradamente. ![]() Opiná sobre este tema |
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