El tipo se acuesta y se levanta tranquilo porque el señor Gates lo sostiene. Besa en la boca a su ángel de la guarda que duerme a su lado y se dirige al baño. Medialunitas negras sus pestañas cerradas, el ángel duerme, sin alas, sin preocupaciones, sin barbitúricos, sin ropa interior y sin sexo.
El tipo se baña, se lava los dientes, se viste, desayuna, se lava los dientes otra vez, agarra al ángel, le pone las alas y se lo lleva al laburo.
Ese ángel nunca fue gente, nació en un taller enorme. La idea surgió del marulo del creador de Microsoft que contó con el visto bueno del vaticano, a la iglesia le pareció una forma simpática de modernizar la fe, y en coro le dijeron: Dale para adelante. En latín, claro.
El ángel de la guarda era un robot que cuidaba y servía a los humanos, volaba al lado de sus dueños batiendo las alas, mientras sus censores advertían futuras dificultades o accidentes y ponían sobre aviso al peatón. Si en la vereda hay una baldosa floja el ángel de la guarda advierte: Guarda con la baldooosa. Si alguna mascota mal educada hizo sus necesidades en la vereda el ángel de la guarda dice: Guarda con la merda de peeerro.
Cuando apareció el artilugio todos pensaron que era un absurdo pero cuando lo vieron en la calle quedaron deslumbrados, todos querían uno, aparte el robotito celestial cumplía funciones de teléfono celular con la ventaja del manos libres, el angelito dice: Che, te llama Luciano ¿lo atendemos?. Si el tipo asiente, de inmediato el ángel se pone a hablar con la voz de Luciano y la comunicación telefónica se transformaba así, por obra y gracia de la tecnología y la santa iglesia católica, en una amena charla entre humano y ángel.
Los problemas surgieron cuando cada transeúnte que caminaba por las modernas grandes urbes lo hacía con su ángel volándole al lado, cada tipo o tipa se multiplicaba alegremente en la calle, mientras los urbanistas empezaban a desesperarse, incluso, algunos exagerados salían con dos Ángeles de la guarda, uno blanco y otro negro, volando a la altura de los hombros. El aviso más frecuente, con tantos Ángeles volando por ahí, era, obviamente: Guarda el áaangel.
A la final, una cosa llevó a la otra y no tardó en aparecer un diablito volador y electrónico que cumplía mas o menos las funciones del ángel pero al revés. El caos que se desató no duró demasiado, ambos, ángeles y demonios se dieron cuenta que no necesitaban de nosotros, exterminaron a la raza humana y gobernaron el mundo con un equilibrio del carajo.
Libertad a Seguro