Zapatismo Cambiar el mundo tomando "el otro poder" Una revisión del gesto oximorónico de un movimiento en resistencia por Natalia M. Picciola Marozzi “Es necesario construir una nueva cultura política. A mi ida y regreso de la mágica región de los altos de Chiapas, he constatado las grandes distancias que nos separan. Y no estoy hablando de las horas de avión y su alto costo; estoy hablando de la distancia simbólica que no nos permite siquiera imaginar los colores y la formas de una región que es, si, la más transparente del aire. Hay quienes me explicaron que cuando los dioses hicieron al mundo, se quedaron sin tierra para el color de la piel. Fue entonces que buscaron otros colores… y les tocó el corazón de maíz a gente que es blanca, roja o amarilla. Es por esto que algunos corazones de maíz andan por el mundo de los blanco; es por esto que los corazones de trigo se les parecen. Pero dicen además, sus más antiguos, que la gente que no agarró corazón, luego ocupó el espacio vacío con dinero. Dicen que esa gente de cualquier color tiene el corazón verde dólar. Estos son los colores que he reaprendido. Evo Morales señala, en una reciente entrevista, que los latinoamericanos somos la esperanza del mundo porque somos su reserva moral. Corazones amigos: ¿cuánto nos conocemos? ¿Qué sabemos del movimiento zapatista hoy, a 25 años de su nacimiento y 15 de su aparición? Dicen por ahí, intelectuales, que resulta imprescindible “armar análisis críticos para desmontar, conceptualmente, la máquina de las bellezas virtuales y la miserias reales” (Subcomandante Insurgente Marcos, El Correo de la Selva, Pág. 136). Es por eso que comienzo a escribir este artículo: porque he estado allí donde las bellezas son reales, porque he visto con mis propios ojos y escuchado a viva voz la alternativa que construyen en el sureste mexicano a las miserias para nada virtuales que abundan en este pinche mundo. Hoy habitamos cotidianamente las contradicciones: la escéptica esperanza de los intelectuales sumado al avance de la siniestra derecha; hoy los liberales son fascistas y los revolucionarios institucionales… y al parecer no nos queda más que habitar esta globalización fragmentada, llena de olvidos memorables. Pero es necesario reconocer que en esta América también existen los que mandan obedeciendo, los que destruyen construyendo, los que imponen proponiendo. Y no estamos dilatando el juego del que es capaz el lenguaje por puro hedonismo: el análisis es oximorónico precisamente porque intenta develar la contradicción. Algo de historia, algo de presente El movimiento zapatista nace de una singular y compleja fusión entre un movimiento indígena que fue relanzado en estado de Chiapas a partir de la celebración del Congreso Nacional Indígena de 1974, celebrado en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, y un pequeño grupo de activistas de izquierda, educados en el rico ambiente de renovación del marxismo, fruto del movimiento estudiantil- popular mexicano de 1968. El 1 de enero de 1994 se produce el levantamiento, tras más de 500 años de injusticia y represión. Lo más importante para ellas y ellos es el respeto a las comunidades indígenas en sus formas de gobierno, sus costumbres para impartir justicia, su cultura, así como la lucha contra la discriminación de la que son objeto y las graves condiciones materiales en las que viven. Todo esto, junto con la entrada en vigor del TLC (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá), fue el detonador del alzamiento zapatista. No mucho tiempo después, el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) abandonó en los hechos la vía armada y se comprometió con impulsar los cambios sociales y políticos que deseaba por vías pacíficas. Si bien nunca entregó formalmente las armas y mantiene la posibilidad de volver a ellas como último recurso, sus principales armas durante estos diez años han sido su palabra, su calidad moral, su capacidad de organización y su poder de convocatoria. Así, en diciembre de 1994, antes de cumplir un año del levantamiento, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció, para la resistencia, la creación de 32 municipios indígenas rebeldes, que son los denominados Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ). La legitimidad de los municipios autónomos se fundamenta en el tratado 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que el gobierno de México suscribió en 1990, y en los Acuerdos de San Andrés, que el gobierno firmó con el EZLN en febrero de 1996 y que debían traducirse en cambios constitucionales que reconocieran a los pueblos indios como sujetos de derecho. Esto a pesar de que el Ejecutivo mexicano rechazó la propuesta de ley que para tal fin elaboró la Comisión de Concordia y Pacificación, integrada por todas las fuerzas políticas del Congreso de la Unión (1). Los MAREZ están integrados por las comunidades indígenas dentro de un territorio definido por la influencia zapatista. Las comunidades de una zona o área indígena son las que deciden en asamblea de todos sus miembros si pertenecen al municipio autónomo o no. Son las comunidades quienes eligen a sus representantes para el Consejo Municipal Autónomo, que es la autoridad colegiada del municipio. Cada representante queda delegado para un ámbito de la administración del municipio autónomo y son revocables en caso de no cumplir cabalmente con los mandatos. Generalmente un Consejo se integra por un presidente, vicepresidente, secretario, ministro de Justicia, ministro de Asuntos Agrarios, Comité de Salud, Comité de Educación y el encargado del Registro Civil. Las atribuciones de cada uno de los miembros del Consejo están definidas con claridad en su designación y no son las mismas en todos los municipios. Normalmente el Consejo recurre siempre para su funcionamiento a la asesoría de las pasadas autoridades o del Consejo de Ancianos. Los Consejos se eligen y renuevan cada dos años o más, según el municipio. La acción y competencia de cada municipio autónomo depende de la voluntad de sus miembros y del grado de consolidación del mismo. Los MAREZ, paralelos a los constitucionales, no reciben financiamiento alguno del estado ni recaudan impuestos. Su presupuesto, si existe, es muy limitado, fruto de alguna cooperación de sus integrantes. Quienes ejercen algún cargo en el Consejo Municipal no reciben salario ni remuneración, aunque sus desplazamientos suelen ser pagados por las mismas comunidades que solicitan su traslado para la atención de algún problema mediante cooperación de sus miembros. En algunos casos, los miembros del Consejo son apoyados en los trabajos del campo para que puedan dedicarse a su cargo y no tener que ir a la milpa. Los MAREZ resuelven problemas locales de convivencia, relación e intercambio entre comunidades y atienden delitos menores. Algunos municipios autónomos han abierto sus propios registros de matrimonios, de nacimientos y defunciones, ya que desde 1994 muchos pueblos dejaron de acudir a estos servicios oficiales por el hecho de pertenecer a la estructura civil de apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. De forma paralela, el movimiento cuenta con la estructura militar: el Comité Clandestino Revolucionario Indígena- Comandancia General del EZLN, el cual juega un papel de “comisario” y de unidad al exterior. A lo largo del conflicto la expresión militar del EZLN es lo menos relevante de su movimiento. El contenido político de sus acciones y propuestas ha sido lo más significativo. Las armas no se deponen ya que representan una garantía de respeto y protección, pero por encima de ellas se sitúa el negociar con el Estado aglutinando para ello la mayor fuerza posible nacional e internacional a favor de su movimiento. Desde el año 2005, los zapatistas han decidido apostar a la construcción de un modelo autonómico basado en la salud, educación y producción, y en formas de “buen gobierno”: allí aparecen los caracoles. Para su construcción y mantenimiento, los indígenas zapatistas aportan incontables jornadas de trabajo voluntario, comida y vigilancia. Los caracoles zapatistas (centros operativos políticos), son las sedes de las Juntas de Buen Gobierno (JBG). Abarcan una serie de entre 4 y siete municipios autónomos cada uno y son considerados embriones de la nueva forma de organización social. Las JBG, de renovación anual y revocabilidad permanente, están compuestas por representantes de los diferentes Municipios que agrupa cada Caracol como centro político. La misma es asistida por un Comité de Vigilancia que recibe a todos los que acuden a un Caracol (sean estos ‘campamentistas’ nacionales o internacionales, ONGs con propuestas de apoyo, o académicos). Para el desarrollo de sus proyectos cuenta con el apoyo de la “sociedad civil internacional” y los distribuye en cada uno de los caracoles. Entre las principales funciones de las JBG, figuran la de coordinar a los municipios autónomos y vigilar que estos cumplan con los principios de gobierno responsable y honesto, la mediación de conflictos entre los municipios autónomos, la recepción y la respuesta a quejas en contra de los municipios autónomos, y el registro de las bases civiles. Otra función muy importante de las JBG es la de canalizar la ayuda externa y regular los contactos con la sociedad civil solidaria. Las JBG venían también a remediar otro problema señalado por los mismos zapatistas y muchos de sus críticos: el entrelazamiento de las estructuras militares y civiles. La estructura militar del EZLN quedaría responsable de la defensa de la población zapatista, pero el mando militar dejaría las funciones de gobierno civil a las autoridades zapatistas de los municipios autónomos y las Juntas de Buen Gobierno. Tuve la posibilidad de visitar el caracol de Oventic: “Corazón céntrico de los zapatistas delante del mundo”. Cualquier día de niebla, el precario transporte público de Chiapas puede desafiar al pasamontañas de la selva – su niebla- y dejarte un poco más arriba: allí donde se esperan y reciben militantes de todo el mundo. Los zapatistas toman largas horas de su vida para dedicarlas al enlace con otros grupos en resistencia, ofreciendo su corazón para ser recorrido libremente, dándonos la posibilidad de ver con nuestros propios ojos la experiencia que están llevando adelante. La militarización “Entre la cárcel y la tumba se decide el destino de los pobladores originales de estas tierras” (2). Ante el levantamiento popular chiapaneco, el gobierno mexicano ordenó el bombardeo indiscriminado de la población civil campesina, produciéndose decenas de muertes y desapariciones. Estas muertes cruentas se suman a las 15.000 muertes anuales por enfermedades curables. Estas bajas en la región de Chiapas son la punta trágica del iceberg de una situación tremendamente dramática. Desde entonces y hasta ahora, las agresiones, violaciones, asesinatos, persecuciones y encarcelamientos a indígenas y campesinos/as no ha cesado. Una de las formas más terribles de hostigamiento es la llamada “guerra de baja intensidad” que implica la militarización de la región. En este territorio relativamente pequeño decenas de miles de soldados del gobierno federal y policías de diversas corporaciones, realizan una guerra de exterminio en contra de los pueblos indios.A esto se suma la existencia de grupos paramilitares (vinculados con el PRI y los terratenientes chipanecos). Ante la ausencia de conflicto armado como tal, la guerra se produce a otros niveles, quizás menos interesantes y perceptibles para la opinión pública internacional, pero que tiene un impacto devastador para la población. La Guerra de Baja Intensidad, se desarrolla a través de una combinación de medios políticos, económicos, de información y militares. En el caso concreto de Chiapas hay un plan del Ejército Federal Mexicano, diseñado en octubre de 1994 por la secretaría de la Defensa Nacional, para ser aplicado por la 7ª Región Militar con sede en Tuxla Gutiérrez, Chiapas (Revista Proceso, 4/1/98). Dicho plan tiene como objetivos crear bandas paramilitares, desplazar a la población simpatizante del EZLN para mantenerla separada de las fuerzas insurgentes zapatistas y así acabar con las retaguardias del movimiento revolucionario, censurar a los medios, controlar a las organizaciones de masas, desgastar psicológicamente a las bases de apoyo del EZLN y ganarse a la población civil desde una imagen “protectora” de la misma. En la guerra de baja intensidad, la cantidad de muertos no es tan alarmante como en una guerra "tradicional”, pero la violación de los derechos humanos, los encarcelamientos arbitrarios, las amenazas y persecuciones por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado y los paramilitares se dan continuamente. La presencia del ejército mexicano ha aumentado desde 1994 en el estado de Chiapas. Los militares, además de acosar, robar, amenazar y hostigar de forma continua a los/as indígenas sospechosos de ser zapatistas - es decir, a los indígenas pobres-, entrenan a grupos paramilitares. Mientras tanto, la posibilidad de una operación rápida o quirúrgica se mantiene siempre presente y amenazante en el horizonte. Los paramilitares son grupos armados que surgen bajo la tutela estatal, filiales del PRI y que son una estrategia más para controlar y dividir a las comunidades indígenas. El crecimiento de la influencia zapatista ha propiciado la aparición de por lo menos 6 grupos paramilitares que, vinculados a dirigentes priistas, actúan en el Norte, en los Altos y en la Selva de Chiapas. Desde 1995 han aparecido, entre otros, los grupos de corte priista "Paz y Justicia", "Chinchulines", "Máscaras Rojas", "Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista" y "Alianza San Bartolomé de los Llanos". Matan, expulsan, torturan, bloquean caminos, cobran impuestos de guerra y reclutan con engaños e incentivos a jóvenes indígenas. Los objetivos de la paramilitarización en Chiapas son encubrir la guerra sucia del ejército como método de contrainsurgencia hacia la población civil, la represión contra las organizaciones sociales e independientes que salgan en defensa de los derechos humanos, el no manchar el honor del ejército federal y sobre todo encubrir a los autores intelectuales de la guerra. El número de actores represivos (militares y paramilitares) ha aumentado hasta alcanzar casi los 70.000 efectivos. El número de desplazados por guerra llega ya a unas 20.000 personas, siendo éstas las que en peores condiciones de hambruna y enfermedad se encuentran. El buen gobierno: Mandar obedeciendo Los/as zapatistas nos han mostrado una nueva forma de luchar por sus reivindicaciones, con estrategias que únicamente pueden surgir de la sabiduría popular. Esta se conforma en el escenario de las asambleas que reúnen a las comunidades indígenas, donde se debaten todos y cada uno de los temas que les incumben. La autoridad máxima de esta democracia es la asamblea popular universal, en la que se discuten las distintas problemáticas y sus posibles soluciones. Estamos ante la devolución del protagonismo y la acción directa a los grandes sujetos subalternos, a “los de abajo”. Su principal premisa política: el “mandar obedeciendo” no significa que le pueblo mande sobre sus gobernantes, sino que el pueblo manda sobre sí mismo. Este oxímoron profundo viene a discutir la histórica y rígida separación y oposición del mando y de la obediencia. Propone una nueva lógica para el abordaje de la gestión de los asuntos colectivos, de la administración de los recursos y de las formas de asunción, ejercicio y relación de los seres humanos con las figuras de lo que hoy es el poder político y el poder estatal. La otra educación La otra educación pone patas para arriba la concepción pedagógica hegemónica de las escuelas oficiales, planteándose la educación como responsabilidad colectiva, solidaria, creativa y dignificante. La educación zapatista es, efectivamente, una educación subversiva en su esencia misma: los zapatistas conciben a la educación como un proceso cuyos objetivos contribuirán al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades y municipios indígenas implicados en el movimiento. Una educación para una nueva sociedad y para construir a los hombres y mujeres “sin explotación, marginación, opresión o desprecio” y, sobre todo, que les haga reflexionar sobre la realidad que viven los pueblos indígenas en el sistema actual. Así, los agentes de la educación y la escuela, irremediablemente, se resignifican. Se construyen nuevas relaciones y se ponen en juego nuevos capitales (cultural, social, político, simbólico, etc.), cuya posesión contribuye al posicionamiento y reposicionamiento de los agentes que intervienen en dicho campo. Así, la educación descorre el velo que oculta su naturaleza social propiamente política. La educación como todo acto social es un acto político encaminado a conseguir objetivos de la sociedad que la produce. En el caso de los pueblos zapatistas, la educación es pensada como la piedra angular para construir el proceso de autonomía de los pueblos indígenas. El plan de estudios parte de priorizar la propia cultura y todos aquellos elementos que son parte de la cosmovisión indígena. Estas áreas de aprendizaje han sido elaboradas a través de las demandas de las comunidades. Así, se ha llegado a la elaboración de ciertos principios que rigen su sistema educativo y a la formación de gran número de promotores educativos que no reciben salario alguno por su tarea. El sistema educativo está formado por 62 escuelas primarias distribuidas en toda la región; y en este momento participan más de 3.300 estudiantes (135 en el nivel secundario) y unos 300 promotores y promotoras. En el año 2000 se pone en marcha la Escuela Secundaria Rebelde Autónoma Zapatista “1º de enero”, con un ciclo de tres años. En agosto de 2003, la primera generación de egresados de la escuela coincide con el nacimiento de los caracoles y la creación de las Juntas de Buen Gobierno. Tras algunas reuniones de evaluación entre la Junta y los centros educativos se acuerda unificar en un solo plan y proyecto la educación para toda la región. De esta manera se crea el Sistema Educativo Rebelde Autónomo Zapatista. La otra salud Una medicina de los pobres no es necesariamente una medicina pobre. Tras una década de experiencia de salud sin el mal gobierno, la estructura del la Otra Salud es aún precaria pero firme.En cada comunidad existe una modesta clínica y la figura del coordinador de salud. El lema principal de escuelas y clínicas es la prevención. Reciben ayuda de médicos de ciudades cercanas y de la comunidad internacional, que se ha organizado muy bien en relación a este tema. Allí se atiende a zapatistas y no zapatistas, a todos los que solicitan servicio. Todos los niños que forman parte de las bases de apoyo zapatista están vacunados. Cada dos meses se envían brigadas de salud para recorrer todas las comunidades y controlar la vacunación. Cada uno lleva una cartilla para cubrir las etapas hasta los 4 años. Esta Otra Salud rescata milenarios saberes que han sido compartidos entre diversas generaciones, teniendo presente una dimensión totalizadora del hombre y de la mujer, atendiendo a todas las manifestaciones corporales, tratando de evitar lo que la medicina occidental denomina “efectos secundarios”. En el caracol de Oventic, por ejemplo, funciona un laboratorio de herbolaria en donde se experimentan nuevos usos y aplicaciones medicinales de las viejas plantas y se van descubriendo propiedades curativas y medicinales. Con sus limitaciones, relacionadas por supuesto con el tratamiento de casos de alta complejidad, estamos frente a una Otra salud que no ve en el hombre ni en la mujer una mercancía consumidora de remedios y, por lo tanto, aspira a una verdadera salud. La otra economía La Otra Economía y el Otro Comercio se funda principalmente en la mirada amorosa que se profesa a la Madre Tierra. Desde una visión tan otra, la Madre Tierra es aquella que no puede dividirse, comprarse ni venderse. Así, esta Otra Economía mayormente agraria observa a la Tierra desde ese respeto, desde un nuevo uso de los recursos naturales. La tierra es trabajada de forma colectiva (3) y comunal, dándose luego un reparto igualitario de los ingresos; a lo que se suma la recuperación de tierras saldando deudas centenarias de expropiación. Cuentan, asimismo, con el caso singular del banpaz (4): Banco Popular Autónomo Zapatista, que sin fines lucrativos se sostiene desde el manejo colectivo y un interés mínimo. El banpaz solo tiene vigentes los préstamos para problemas de salud y en una segunda etapa los préstamos para proyectos colectivos. En el mismo, quienes piden un préstamo fijan los plazos de devolución, en función de sus posibilidades. Las experiencias de economía autónoma van, además, desde proyectos de producción hasta medios de comunicación y nuevas formas de comercialización de los productos. Uno de los escollos a sortear es el de los “coyotes” o intermediarios, que siempre están especulando para pagar menos y así poder sacar mayor diferencia. Esto ha obligado a los zapatistas a organizar lugares de almacenamiento, bodegas y tiendas comunitarias, locales y regionales, que venden sus productos más baratos y que reparten el excedente equitativamente. Claro está, el límite externo de este Otro Comercio siguen siendo los espacios y estructuras de mercado capitalista. La otra justicia “Y “memoria” es como acá llamamos a la justicia” Los municipios autónomos como regla general operan un registro público, un cuerpo encargado de la administración de justicia y resolución de conflictos (el ‘Honor de justicia’), y ‘comités’ responsables de las áreas más importantes de trabajo: educación, salud, producción y comercialización, y tenencia de la tierra. Los y las autoridades e integrantes de dichos comités provienen de las distintas comunidades asociadas al municipio autónomo. En relación a la administración de justicia y resolución de conflictos, la JBG es complementaria a los municipios autónomos, y retoma los casos que no se han podido resolver a los niveles inferiores. La aplicación de justicia se basa en el derecho consuetudinario. Por ejemplo, en casos de delincuencia común, el castigo que impone el Consejo Autónomo es la reparación del daño: en vez de pena de cárcel o multa, se aplica una pena de trabajo para la comunidad o para la familia agraviada. Estos territorios aplican, así, las Leyes Revolucionarias Zapatistas, sobre todo la Ley Revolucionaria de Mujeres (5), ya que la costumbre y el derecho tradicional no reconoce la igualdad ni los derechos de la mujer, pero el zapatismo sí. Las mujeres, sin importar su raza, credo o filiación política tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el lugar y grado que su voluntad y capacidad determinen. Para una revisión de las leyes vigentes en territorio zapatista puede consultarse la siguiente página: http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/documentos. Oxímoron Otra Salud es posible en tanto se genere una Otra Educación que promueva una Otra Cultura. Pero para ello será necesaria una Otra Economía que sólo tendrá lugar en el contexto de un muy Otro Gobierno, basado en una concepción tan Otra de la Política. Entonces otra Comunicación será la que se genere y una muy Otra Teoría superará ampliamente el mínimo aporte de este artículo. Es innegable el aporte del movimiento zapatista en relación a la nueva política desde la lógica de una construcción alternativa, poniendo el acento en una nueva ética y en la posibilidad de constituirse en un movimiento global en tiempos de crisis. La apuesta del zapatismo como movimiento es si serán capaces, en el futuro, de establecer un dialogo con los restantes movimientos antisistémicos latinoamericanos, tal y como comenzaron a dialogar con los luchadores de todo México a partir de la singular experiencia de “La Otra Campaña”. La autonomía sigue avanzando, mas los malos gobierno no cesan de atacar y amenazar la continuidad de esta alternativa. En los últimos meses son cada vez más los sucesos violentos (San Sebastián Bachajón, Mitzitón, Bolón Ajaw) que se suman a la liberación de los paramilitares de Acteal y la reconstitución de grupos paramilitares. Es por esto que va este artículo, también, con la forma de una denuncia. Los movimientos antisistémicos actuales piensan y practican el “cambio del mundo” revolucionando el poder desde abajo. Esto es: intentando reinventar las relaciones humanas más allá de las condiciones de los Estados y las imposiciones de los Mercados. Porque de lo que se trata es de revolucionar desde abajo las formas del poder. En otras palabras: cambiar el mundo tomando el otro poder. El del zapatismo es un gesto oxímorónico que sienta su resistencia en las trincheras del significado. Aquel que con una “otra palabra” vuelve a decir al lenguaje de los que luchan, produciendo un inmediato distanciamiento crítico frente a los contenidos de los viejos términos y creando, así, espacio para otros posibles significados, contenidos y sentidos que podrían reconfigurar esas realidades. Allí estuvieron, para decir basta a los centenarios atropellos a la dignidad. Allí están, para encarnar las consignas que levantaron hace tantos años. Allí estarán, como prueba viviente de que otro mundo es posible. Bibliografía
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![]() (1) El cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés sobre derechos indígenas es todavía una cuenta pendiente del ejecutivo mexicano y es uno de los requisitos esenciales para que el EZLN regrese al diálogo por la paz, interrumpido desde septiembre de 1996. ![]() (2) Subcomandante Marcos. El Correo de la Selva. Junio de 2000. Pág. 151. ![]() ![]() ![]() ![]() (3) El proyecto planteado por la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA) -acorde con los acuerdos de San Andrés y el convenio 169 sobre pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes- planteaba el “acceder de manera colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales de sus tierras y territorios”. Sin embargo, en la ley sobre Derechos y Cultura Indígena tristemente aprobada, desaparece el concepto de territorio, es decir, se niega un espacio geográfico para la autonomía. Para más información consultar: Ley Agraria Revolucionaria. (4) Para más información sobre la experiencia de banco zapatista: www.alterinfos.org. (5) Disponible en la web: http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/documentos/despertador/mujer.htm |
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