Crónicas Curturales

Leerles cuentos a los niños antes de dormir es una sana práctica. Pero a veces es necesario revisitar estas historias y limpiarlas de ideología perjudicial para la salud mental de éstos. Porque los príncipes y las princesas deberían ser reemplazados por proletarios. Nuestro cronista curtural no se animó a tanto, pero por algo se empieza. En este caso, por el final…

Nadie comió perdices

por Maytland Goyeneche

Cenicienta

Y resultó que el príncipe era un amarrete de porquería y viendo que tenía en casa alguien tan ducha en eso de mantener las cosas limpias despidió al servicio doméstico. Cenicienta no se lo bancó y se mandó a mudar. Tuvo tres hijos de madre soltera viviendo en el anonimato porque el servicio secreto del príncipe la buscaba por todos lados con el buchón zapatito de cristal. Pasados unos años se dedicó a la alta costura y se enamoró de un maestro que no era nada amarrete y encima era un buen tipo. Con éste tuvo tres hijos más llegando a la cuenta de siete hijos (al que tuvo con el príncipe se lo llevó con ella, claro) y a todos los quiso igual de mucho. Bueno, no tanto. Al tercero lo quiso más que al resto porque era negrito y siempre recordaría al donante de semen que era titiritero en un subte de Francia.

Tres cerditos

El lobo se cansó de soplar la casita de material y se robó una topadora de un operativo anti-indígena que estaban haciendo en una villa vecina. Les tiró la casita a la mierda y con una soga los fue cazando de a uno y colgándolos de una viga de madera en su propia casa de material los fue rebanando parte por parte con un cuchillo oxidado. Un mes después, cuando la diversión se terminó porque la tortura está bien pero cuando hace hambre hay que actuar, y antes de comerlos en un guiso abundante agarró la paja y las maderas de las casas de los dos cerditos primeros y los hirvió durante doce horas por eso de la gripe porcina, vió?

La cigarra y la hormiga

El frío calaba los huesos y la cigarra además de frío tenía hambre. No tanto por la negativa de las hormigas a satisfacer sus demandas sino más bien por las burlas de que fue objeto a la noche actuó con cautela. Con un alambre abrió silenciosamente la puerta de entrada y con el mismo alambre decapitó a la hormiga que estaba de guardia. Entró a los aposentos de la hormiga reina y con una cuchillo improvisado con las pata de un dio setenta y siete puñaladas. Después pasó a degüello al resto de los himenópteros y los fue poniendo en el asador para calentar el ambiente. Y descubrió que las hormigas eran mucho más deliciosas que las hojitas de las plantas.

La sirenita

Algunos dicen que la sirenita murió porque el frívolo príncipe no supo apreciarla por carecer de voz. Y que de poco le valieron sus preciosas piernas adquiridas en un canje mal parido. Otros dicen que murió de dolor porque sus nuevos pies le dolían como si caminara sobre filosos vidrios cada vez que se tenía que desplazar de un lugar a otro. Y el amor del príncipe podría haber sido muy lindo, pero no funcionaba como anestesia para los dolidos pies. Pero lo cierto es que cuando recuperó su voz se negó a hablar. Y sus pies no le dolían. Pero sí su orgullo. Abandonó al príncipe en el altar y se fue con un actor fracasado que amaba los peces. No soy solo una voz bonita, se dijo.

Superhéroes

Un día los superhéroes se avivaron. Cuando las invasiones extraterrestres cesaron gracias a la operación trueno relámpago de Súperman, cuando los atentados terroristas acabaron debido al plan de mano dura de la liga de la justicia, cuando ya no hubo mas atracos a joyerías porque Ironman designó un superhéroe para cada rincón del planeta, y los abusos de menores dejaron de existir puesto que Batman colocó al hombre Araña a cargo del Vaticano y sin embargo seguía habiendo desnutrición infantil, y la distribución del ingreso no mejoraba, y la prostitución seguía siendo mejor negocio que arreglar televisores. Los superhéroes se cargaron a toda la clase dominante e instauraron soviets por todo al mundo a cargo de los propios trabajadores y abolieron la propiedad privada de los medios de producción y la familia y se acabó.

Las habichuelas mágicas

Periquín agarró el hacha y cortó el árbol que llegaba hasta el castillo en el cielo del gigante y éste se cayó sobre la casita donde vivía con su mamá, y como su mamá estaba adentro quedó huérfano y sin casa, pero como tenía el cadáver del gigante lo llevó a la feria y lo expuso a cambio de tres chelines por persona. Pero el rebusque le duró apenas unas semanas, porque el cadáver pronto empezó a descomponerse y el olor apestaba tanto que hasta el pescador de la feria se quejaba. Entonces agarró un cuchillo y descarnó el cuerpo y con los huesos del gigante hizo bijouterí que vendió muy baratas pero se compró una bolsa de habichuelas que sembró en el patio del cementerio, pero muy raramente las habichuelas crecen tanto como para llegar a los castillos que quedan en el cielo.

El flautista de Hamelin

Los habitantes de Hamelin eran muy tacaños, así fue como se deshicieron, en un solo movimiento, de las ratas y de los niños.

La Bella y la Bestia

Después que Bella besó a Bestia y vio como se transformaba en un bello príncipe no pudo evitar que el desconcierto diera paso al desengaño. De más está decir que este bello príncipe en la cama se parecía demasiado a sus anteriores pretendientes. Bella extrañaba ese pecho velludo, ese miembro desproporcionado y esos modales brutales a la hora de atender los llamados de la carne. No tardó demasiado en abandonar al hermoso y delicado galán y se fue a la selva, donde reunió un harén de gorilas y cada fin de mes le enviaba a su padre una remesa de plátanos para que sobrellevara la bancarrota.

Las mil y una noches

Cuando Sherezade tenía que inventar la historia número mil dos no se le ocurrió nada. Pasó toda la noche en vela tratando de ser ingeniosa pero nada. Así fue como se acercó sinuosamente al Rey Shahriar y le bajó la bragueta y le hizo una sesión de sexo oral que el Rey nunca olvidaría. A la mañana siguiente el verdugo deja caer su hacha sobre el fino cuello de Sherezade, quien ya nunca más contaría historias, pero supo disfrutar de su última noche de sexo con un amante al que había preparado durante mil y una noches con relatos eróticos.

Hansel y Gretel

Hansel tenía sus dudas, pero la insistencia de Gretel le convenció que una dieta en base a golosinas a la larga sería perjudicial para su salud, y ante la empalagosa perspectiva de alimentarse de chocolates y caramelos como lo vinieron haciendo durante las últimas dos semanas de cautiverio probó la carne. Y la bruja sabía riquísima, tal vez porque Gretel la sazonó con las miguitas que se había negado a tirar por el camino cuando fueron abandonados por su padre. Era la tardecita cuando regresaron a su casa. Mataron a su madrastra y a su padre y se llevaron los cuerpos a la casa de la vieja bruja, que ya tenía la cocina acondicionada para cocinar personas.

Blancanieves

El leñador nunca tuvo que matar a Blancanieves, ni al cervatillo para hacer pasar la sangre del animalito por la de la bella princesita. El espejo nunca le dijo a la madrastra que había alguien más bella, porque era así, la Reina era la mujer más bella del mundo y recién cuando nació Angelina Jollie el espejo se retorció de ganas de hablar, pero hacía tiempo que nadie le preguntaba sobre bellezas ni lo usaba para acicalarse.


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