Pandemia

por Javier González

Números.

Los números pueden significar mucho o poco, todo depende de qué cosa se trate.

Por ejemplo: 20.000 pesos parece ser mucho menos que 20.000 euros.

8 es mucho, si hablamos –por ejemplo- de goles que le hacen a tu equipo preferido en un partido, pero poco si nos referimos , que se yo… a la cantidad de pelos que tiene menem en la cabeza y ni hablar si nos referimos a la cantidad de dinero malhabido en sus cuentas de suiza.

8 es un número.

También 3500.

20.000 es otro número y 1.258.704 es otro más.

Dichos así parecen no tener demasiada relación unos con otros, pero cuando se explica que el número 3500 representa la cantidad de personas que anualmente mueren en la Argentina por influenza; que 20.000 es el número de internaciones anuales que la influenza –es decir la gripe común- provoca en nuestro país y que 1.258.704 son los casos de influenza denunciados en Argentina durante 2007 –solo por tomar un ejemplo- la cosa cambia.

Esta última semana una nueva peste asola a la humanidad, la gripe porcina, la gripe A, la influenza o como quieras llamarla.

Los místicos nos explican que esto ya se sabía, que esto está en la biblia, en las profecías de Nostradamus o vaya a saber dónde.

Los progresistas nos dicen que la culpa es del cambio climático, la pobreza y la globalización.

Los Estados nacionales, la Organización Mundial de la Salud y los grandes medios de comunicación nos hablan de pandemia, de viajes cancelados, de aeropuertos controlados, de organismos escaneados, de cantidad de casos que aumentan y aumentan, de venta de barbijos, de posibles curas, de recomendaciones, de vacunas y de acuerdos millonarios con laboratorios.

Y mientras la Arquidiócesis de Miami recomienda a sus curas dar la ostia en la mano y no en la boca –no sea que el mismo Dios se ensañe con sus propios representantes en la tierra- el presidente de México, Felipe Calderón –aquel que asumiera a escondidas y en medio de denuncias por fraude- recomienda que todos se queden en sus casas, sin salir, porque encerrados, sin la presencia del otro y desconfiando de los demás, es la mejor forma de mantenerse seguros.

La verdad es que los números por sí solos no dicen mucho pero acompañados de las palabras que le dan sentido la cosa cambia.

Los diarios del 1º de Mayo nos dicen que son 266 los casos confirmados de gripe porcina o como quieras llamarle.

266 son bastante menos que los 104.892 casos de gripe común que se declaran como promedio mensual en un solo país, casualmente el nuestro.

Los diarios también dicen que la pandemia de gripe porcina o como quieras llamarle –para no seguir estigmatizando al chanchito Porky- provocó 8 muertes confirmadas en todo el mundo.

Y este número, el 8, es mucho menor que esas 291,66 muertes que, como promedio mensual, provoca la gripe común en un solo país, la Argentina.

Entonces…¿porqué seguir hablando de pandemia cuando la gripe común, el mal de Chagas, los accidentes automovilísticos, los abortos clandestinos, los feminicidios en México, o la traba a la libre circulación de las personas provocan mayores daños, mayor cantidad de muertes?

Quizás sea para no hablar de la otra pandemia, aquella otra que se extiende sigilosamente por todo el mundo.

De esa otra pandemia algo dicen los diarios, pero lo hacen en voz baja para no levantar el avispero.

Casualmente, en esa otra pandemia, los números también tienen mucho protagonismo.

Por ejemplo España habla de 88.472 empresas desaparecidas en dos meses y que esto deja sin trabajo a 1.078.000 personas y que con esto, los “parados” es decir los desocupados ya superan los 4 millones de personas.

En el Reino Unido dicen que el producto interior bruto cayó un 1,9% en el primer trimestre del año y que por esta razón y otras cositas más, ya son 2.100.000 los seres humanos que se quedaron sin trabajo.

Y en Estados Unidos 681.000 personas perdieron sus trabajos en diciembre, 655.000 en enero y 651.000 en febrero.

Y estos numeritos que se tiran así como así, representan ni más ni menos que 4 veces la población de Santa Fe.

Imaginate si en apenas tres meses, todos los santafesinos multiplicados por 4 quedáramos sin trabajo.

Esta es la verdadera pandemia.

La otra, la de la gripe porcina o como quieras llamarle, tiene un propósito claro: el terror.

El miedo paraliza, el terror impide pensar con claridad.

Nos impide ver un poco más allá, nos hace desconfiar del otro, del que tenemos al lado, del vecino.

El terror nos hace recluir y encerrarnos –como no casualmente recomienda Felipe Calderón- justo en el momento en que los trabajadores más necesitamos del otro.

Justo cuando más necesitamos pensar colectivamente.

Justo cuando más necesitamos juntarnos para decir que no queremos formar parte de esas estadísticas.

Y casualmente cuando más necesitamos gritar que no queremos, los trabajadores, estar siempre destinados a pagar los platos rotos de una fiesta a la que nunca fuimos invitados.


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