Crónicas Curturales Nuestro cronista curtural estuvo viendo Los Piratas del caribe el finde y se copó mal. Al final no entendimos si le gustan las pelis de piratas… Alma pirata por Maytland Goyeneche Piratas Ninguna de las 357 películas de mi videoteca, tanto vhs, cd, o dvd es de piratas. Acaso si haya algo dentro de otras películas, como la secuencia de los oficinistas de El sentido de la vida (The Meaning of Life, 1983) que se revelan contra las corporaciones y salen a navegar los desiertos cual filibusteros de las acciones de bolsa. O ese episodio de los backyardigans que son piratas. Ninguna de las 833 revistas de mi tebeoteca (es decir, de mi biblioteca de comics) es sobre piratas, tal vez haya un ejemplar perdido e histórico de Bucaneros, pero solo a título de valor histórico y no porque me mole el tema. Y acaso califique la historieta (en plan de ser riguroso, la metahistorieta) de piratas que hay dentro de Watchmen. Y para ser sincero hay, seguramente, otras historietas de piratas dispersas en entre tantas revistas. ¿La balada del mar salado? Puede ser, pero nunca la consideré de piratas, de hecho, no es una historieta de piratas. Y ninguno de los 229 libros de mi biblioteca versa sobre el tema, acaso en Moby Dick aparecen en un par de páginas, y en Robinson Crusoe no sé si hay piratas, por lo menos en la primera parte no los hay, que es la parte que leí. ¿Y entonces a qué viene el chabón a hablar de piratas? A nada, tenía ganas nomás. Piratas hubo siempre Mentira. Un pirata es un tipo que trabaja en un barco robando otros barcos. Que usa sombrero, parche en el ojo, un loro en el hombro y pata de palo. Como nos explicara Joaquín Sabina en aquella canción: “Pero si me dan a elegir entre todas las vidas yo escojo/ la del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo,/el viejo truhán, capitán de un barco que tuviera por bandera/ un par de tibias y una calavera.” Bueno, no es indispensable ser feo ni tullido. El Capitán Blood (Captain Blood, 1935), era un médico irlandés condenado por un crimen que no cometió y que se convierte en pirata y se enamora de Olivia De Havilland, y el capitán ese era nada más y nada menos que Errol Flynn que dicen que estaba rebuenísimo. Como también era un churro Douglas Fairbanks en El Pirata Negro (The Black pirate, 1926) donde mete la espada en la tela del barco y se va deslizando hasta llegar a cubierta sin tener que esperar el ascensor, un maestro el tipo. El pirata del tesoro Probablemente el pirata mas famoso sea el Long John Silver alias “el Largo”, con pata de palo y loro incluído, que es el de La isla del tesoro, el libro del escocés Robert Louis Stevenson, a quien tenemos en más estima por haber escrito El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde en 1886 que esa historia para adolescentes en 1883. Ojo, que no digo que sea una mala obra, por lo menos no podré decirlo porque no la he leído ni está en mi lista de prioridades lectoras en mis próximos 35 años. Lo que sí es una de las más famosos obras del tema, con su pirata clásico con loro, el mapa con la x, la isla y hasta un adolescente de protagonista, al punto que tiene una versión de 1917, una en 1920 (con Lon Chaney haciendo del rengo pirata) y la clásica de 1934, The treasure island dirigida por Victor Fleming, el mismo que dirigió películas como El mago de Oz (1939), Lo que el viento se llevó (1939) y, o casualidad, Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1941) entre otras películas entre las que también hay de otros piratas. Esta peli tuvo tanto éxito que en 1938 hicieron un serial (no, no para tv, sino ese tipo de películas no muy largas que iban de complemento de otras películas y que solían tener continuaciones) y en 1958 un remake, o sea, hicieron la peli de nuevo pero con otros actores, en la tele también tuvo su miniserie, con el gran Boris Karloff de pirata cojo. Pòr el personaje también pasaron Anthony Quinn (1965), Orson Welles (1972) y Charlton Heston (1990). Hasta los muppets, con Muppet Treasure Island (1996) se animaron a la empresa. Por no nombrar las versiones en el espacio exterior con una miniserie de tv y un dibujo animado de no hace tanto, en el que la famosa isla se convierte en un planeta. Sandokán, el pirata de la Malasia Y hay otro pirata que ha sabido cautivar a más de una generación, y a mí particularmente. El famoso tigre de la Malasia. Emilio Salgari (italiano, 1862-1911) tal vez sea el autor de novelas de piratas más prolífico, tiene en su haber un toco de libros sobre el tema. Entre los que cuentan como once novelas (según Wikipedia…) dedicadas al príncipe de Borneo. Y curiosamente Hollywood no se ha visto seducido por este pirata en particular. Bue, no tan curiosamente. Resulta que Sandokán, príncipe destituido por los británicos se hace pirata y asola las colonias de Gran Bretaña instaladas en el Sudeste de Asia (principalmente en Borneo, Malasia y la India) con el fin de vengar la muerte de su familia y recuperar la soberanía de su país. Una historia donde los rubios anglosajones son los malos de la película y feos hindúes los héroes no es lo que se considere, precisamente, un asegurado éxito de taquilla… Afortunadamente tuve la oportunidad de ver una serie del “tigre” en el microcine que regenteaban los curas ahí en la catedral del “sagrado corazón” esa sobre 4 de enero hace un par de décadas. Eran producciones Italianas y se agradece una mirada distinta sobre el colonialismo. Creo que al final lo matan, pero el valor y todos esos ideales que les atribuyen a los piratas aquí tenían fundamento, y no esas pavadas de tipos a los que solo les importaba su libertad y su barquito. Pirata perdido Ahora bien, como género podemos afirmar que es un género perimido, por más que cada dos por tres aparezca alguna. A diferencia del western, al que siempre se empeñan en matar y sin embargo sus películas siguen apareciendo con una marcada pertenencia al género, las pelis de piratas son, apenas, de aventuras. Por más que se empeñen en armar una fiebre pirateril con la saga de los caribeños de Johnny Depp y la cantidad que quieras sobre los libros que versan sobre los piratas de verdad. Lo que me lleva a … Piratas de enserio Dicen que el atuendo de Jack Sparrow (el de los piratas del caribe, man) no difiere mucho de los piratas de verdad, y que incluso la ética se le parecen bastante. Esto último es de dudar. Está bien que los piratas de verdad tenían un código que respetar, porque sino no habrían podido lidiar como jefes de una cierta cantidad de gente que encima eran de dudosa reputación, pero de ahí a que eran tipos que amaban la libertad y fieles a un código de conducta… mmmm. Lo que pasa es que la otra parte, la legal, no era la gran cosa tampoco. La piratería consiste en el saqueo organizado marítimo, una embarcación privada ataca otra (privada o estatal) para robar su carga, exigir rescate por los pasajeros o convertirlos en esclavos y muchas veces apoderarse de la nave misma. Pero esto así nomás no tiene mucha gracia. Los piratas más famosos robaban para la corona. Incluso con sus métodos salvajes. El Olonés era un pirata francés que solía cortar la lengua de sus prisioneros, para luego extirparle los corazones a cuchillazo limpio. Tan famoso Barbanegra por sus crueldades se sospecha que en realidad era tan malo como cualquier capitán de barco, privado o estatal, habría de serlo y su reputación sería un rumor para infundir miedo en los corazones de sus víctimas y lograr así que se rindan sin ofrecer resistencia. Henry Morgan también tenía lo suyo, pero terminó siendo gobernador de Jamaica al servicio de su majestad británica. Tenía lo que se conoce como “patente de corso”, que era un papel que el rey entregaba que permitía atacar a barcos de naciones enemigas, como un contrato privado con fecha de caducidad. De allí viene lo de “corsario”. Lo de bucanero es más interesante: en el caribe, los indios nativos de las Antillas tenían por costumbre cortar a sus enemigos en trozos y colocarlos sobre unas parrillas bajo las cuales colocaban fuego. Estas parrillas se llaman barbacoas, “boucan” al lugar en que se encuentran y “bucane” el acto de asar carne humana. Los piratas robaban por lo general posesiones españolas, que se encargaban de trasladar el oro que se robaban de América. Cabe reflexionar cuál acto fue más horrible. Y no me vengan con quien roba a un ladrón… pero los españoles no destinaban sus tesoros (se entiende, sus tesoros una vez que se los apropiaron) a industrias, ciudades, máquinas de vapor. Ellos compraban todo hecho. Fueron los ingleses, beneficiarios de las actividades pirateriles, los que engendraron el capitalismo. O sea, que sui no fuera por los piratas todavía estaríamos haciendo la venia a los inútiles y ociosos reyes… Pirata trucho Los auténticos decadentes también hacen un elogio del pirata, pero no a ese ser que no le teme a la muerte y se lanza a la aventura mar adentro, sino a uno más modesto, mas mezquino diría. No califican. Hoy en día la ropa, la música, las películas, los electrodomésticos, incluso la comida es víctima del pirateo, y eso preocupa mucho a funcionarios y dueños de megaempresas que todo el tiempo están tratando de que se declaren enemigos de la democracia a los que comercian con esos productos. Pero vamos. Te venden un dvd a 50 mangos. En la calle los conseguimos por 10, y si no somos tan exquisitos, a tres por 10. Todavía hay quien se empeña en comprar legal aunque sea una vez por mes, allá ellos y su fetichismo. Abonando lo que cuesta Internet (que es también un choreo) podemos obtener el último de Metálica sin gastar un mango de más, y encima no tenemos que salir de casa. No es mucha la ecuación que hay que hacer para darse cuenta de que no tiene sentido seguir alimentando el bolsillo de las corporaciones, que no de los artistas, para estar al día en el mercado de lo que sea (cine, tv, libros, software). Y si lo logran, y si logran que sea inconstitucional ya veremos. Por lo pronto no vale la pena preocuparse porque estos tremendos desgraciados nos quieran poner presos por querer escuchar lo que nos gusta sin pagarles a ellos, ociosos de mierda, un solo peso. Ya tendremos oportunidad de extendernos sobre el tema en otra ocasión. Buenas noches. Opiná sobre este tema |
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