Crónicas Curturales

Nuestro cronista curtural expone en Paraná (Entre Ríos) una historieta que hizo hace unos cuantos años y nos cuenta, de paso, como empezó a leer literatura por el lado menos amable…

Historia de mi barco ebrio

por Maytland Goyeneche

La colección azul

En la colección azul de ciencia ficción que me compraba mamá venían todos los grandes nombres de la ciencia ficción (casi por regla, norteamericana): Isac Asimov, Robert Heinlein, Philip José Farmer, Philip K Dick (curiosamente Bradbury no aparecía, tal vez porque es demasiado famoso y su obra se ha editado diez mil veces en cuanta colección hubiere, tal vez porque no consiguieron los derechos), y yo comencé a leer literatura desde esa clásica colección de Hispanoamérica que traía a casa un señor en una bicicleta desgastada que antes vendía el diario pero entonces traía a casa unos hermosos libros envueltos en papel de celofán que había que desgarrar para abrirlos y que encima venían con tinta metalizada plateada, tal vez porque eso significaba el futuro en cierta manera. Hoy esa tinta metalizada es lo que mas desluce de ellos, y el olor a humedad del que no tienen la culpa ni los diarieros ni los responsables de Ediciones Orbis que plantificaron esa colección para distribuir exclusivamente en Argentina, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay.

Minotauro

Pero ya en la década del 50 había en Argentina una editorial que se encargó de dar a conocer la ciencia ficción de autor, es decir, una ciencia ficción con ciertos parámetros de calidad, al mundo de habla hispana. Y Minotauro sí editó Bradbury, que era casi su autor fetiche. Pero bueno, no éramos niños habituados a visitar librerías y el dato llegaría un poco mas tarde, de la mano de la experiencia en eso de rebuscar en canjes de revistas y mesas de saldos, mas tarde, como dije. Esta editorial venía reeditando, así como dando a conocer, nuevos nombres del campo de la sf (la abreviatura es en inglés, de sciencie fiction… perdonen los puristas del idioma, pero se me pegó de leer tantas revistas españolas, que ellos prefirieron, erróneamente creo, usar el sf en lugar de un más comprensible cf) todo el tiempo y con la llegada de la democracia en 1983 el panorama debía tener, obligatoriamente, otro carácter. Para esos años de re-experimentación largarían una nueva edición de viejas y nuevas obras, ahora con tapas nuevas, a cabo de dibujantes más modernos que modificaran sus ya tradicionales portadas. Los que me vienen a la cabeza en estos momentos son dos irrefutables: Nine y Scafati, tal vez porque ambos son responsables, acaso, de mi pasión por el dibujo.

Chichoni

Corría 1985 y también se despertaba una cierta pasión que se venía acunando en mi interior desde hacía ya unos siete años, cuando había empezado a leer (resulta que Billiken o Anteojito también traían historietas aparte de actividades escolares). En la ya clásica revista de historietas Fierro, contemporánea de la colección azul, repuntaba un dibujante de técnica deslumbrante, deslumbraban sus metales oxidados que le daban homogeneidad a las intenciones editoriales de La Urraca, la editorial de Andrés Cascioli, más famosa por haber publicado en la época del proceso la revista Hum®r.

Chichoni, el dibujante de los metales oxidados, pero también de las chicas de curvas generosas, sería entonces uno de las nuevas caras de ediciones Minotauro.

En mi biblioteca

Y sería Chichoni el encargado de ilustrar la portada de El juego de la rata y del dragón (You Will Never Be the Same; 1963) de Cordwainer Smith. En ese entonces ya sabíamos de librerías pero no de autores, y comprábamos los libros por la portada. Por suerte Porrúa fue una especie de docente iniciático en este tema, y su trabajo ejemplar para muchos como yo que desde mucho antes venían cultivando la pasión por la literatura de los bordes de lo académico. Francisco Porrúa fundó Minotauro en 1955 y en 1975 se fue a España donde siguió con sus ediciones hasta 2001 en que vendió la editorial a Planeta.

Y así fue como llegó Cordwainer Smith  a mi biblioteca. Contemporáneo de Borges en mi experiencia literaria encabezan el top teen de mis autores favoritos. Pero está bien que te guste Borges (también está bien que no te guste, te da prestigio cualquiera de los dos posiciones). ¿Pero quién conoce a Cordwainer Smith? La ventaja de que sea casi un desconocido salvo en el fandom (el círculo de fans y consumidores específicos) te da la posibilidad de hacerles entrar a los que desconfían de la cf un autor inmenso sin necesidad de decirles que se trata de cf.

Cordwainer Smith

Paul Myron Anthony Linebarger, (1913–1966) a los 23 años recibió un Master en Ciencias Políticas de la Universidad Johns Hopkins. Entre 1937 y 1946 trabajó en la Duke University, donde realizó informes sobre asuntos del Lejano Oriente. Siendo aún profesor durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como teniente segundo del Ejército Estadounidense, donde se envolvió en la creación de la Oficina de Información de Guerra y el Comité de Operación, Planeamiento y Estrategia. También ayudó a organizar la primera sección de guerra psicológica del Ejército. En 1943 fue enviado a China para coordinar las operaciones de inteligencia militar. Para el final de la guerra había ascendido a mayor.

En 1947 se desempeñó en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad John Hopkins en Washington, DC, como profesor de Estudios Asiáticos. Escribió el libro Guerra Psicológica (1948), reconocido como un clásico por muchos colegas. Asesoró a las fuerzas británicas durante la Emergencia Malaya y al Ejército de Estados Unidos en la Guerra de Corea. Se abstuvo de participar en la Guerra de Vietnam, pero se ha sabido que realizó trabajos no documentados para la CIA. Miembro de la Asociación de Política Exterior, fue vuelto a llamar para asesorar al entonces presidente de Estados Unidos John F. Kennedy.

¿Conviene decir que Cordwainer Smith era este tipo? Es lo que era, y a la luz de su obra de cf no está mal. No para ser el mejor escritor del género, para el que supera no solo la media del estándar de cf sino de cualquier género y hasta del no-género de la literatura “seria”.

El Péndulo

El Péndulo, revista argentina de cf, nació en 1979, como suplemento de la revista Hum®r, pronto se independizaría y hasta llegó a resurgir de sus cenizas en dos oportunidades a lo largo de los años 80. Incluía cuentos, crítica de libros y cine, entrevistas, historietas, y un aporte gráfico que ya desde su tapa marcó un precedente. En su tercera etapa el plantel de ilustradores incluía a lo mas granado del panorama nacional (por fin pude incluir esa palabra en una oración! granado… aunque la verdad es una palabra de lo más pedorra) quise decir, los más prestigiosos artistas con los tres antes mencionados a la cabeza y otros que no le iban a la saga (me mandé otra frase hecha largamente añorada, pero tampoco está buena) quise decir, y otros de igual pericia técnica.

La tercera etapa se inició con el nº 11 en setiembre de 1986, y allí se publicó Barco Ebrio (drunkboat; 1963) ilustrado justamente por Luis Scafati, y habiendo ya leído El juego de la rata y del dragón, no era un ignorante del material. También hay un libro, del que solo leí unos capítulos, de Pablo Capanna (El Señor de la Tarde, Conjeturas en torno de Cordwainer Smith; 1984) sobre este autor y que para entonces ya sabíamos que iba a ser un punto bien alto de la publicación. Para mí si lo fue.

La CF

Así fue como la cf entró tempranamente a mi experiencia (tipo 14 años digamos…), pero antes estuvieron: Ultraman, un superhéroe japonés que se hacía gigante y luchaba contra unos extraterrestres monstruosos y de goma; Gilgamesh, una historieta sobre un sumerio inmortal que viajaba en naves espaciales; Mark, un tipo que luchaba con mutantes en una tierra devastada por la bomba atómica; Viaje a las estrellas en la tele cuando volvía de la escuela mientras tomaba la leche, una historieta adaptación de La guerra de las galaxias, que me había regalado padre en un viaje a Rosario; un muñequito de Han Solo con su pistola de rayos láser, del mismo viaje; El regreso del Jedi en el cine, aunque no recuerdo haberme fascinado tanto como muchos de mi generación (y generaciones aledañas) más que con la Princesa Leia en un rutilante y escaso traje de baño encadenada a un desagradable extraterrestre hiper-obeso con lengua de sapo. La lista es mas extensa, pero valgan unos botones de muestra. Es decir, la cf es muy amplia en materia de cultura popular, y tal vez sea eso lo que dificulta que los productos del género de auténtica valía ser reconocidos como lo que realmente son: o buenos libros, o buenas canciones, o buenas películas.

Un barco ebrio

Así que cuando leí Barco Ebrio en El péndulo no había nada por lo que extrañarse… salvo la calidad, la poesía, los conceptos… esas cosas que siempre te extrañan en un producto curtural, esa capacidad de emocionarte. El tipo se había convertido en la nave, por su amor, cambió la historia del mundo para siempre, y lo hizo contra todo pronóstico, porque sí, porque tuvo la oportunidad, porque tuvo la voluntad… además los dibujos de Scafati (¿les conté que soy un fan incondicional del señor Scafati?) eran exactos, lo que pedía el texto si es que hacía falta ilustrarlo…

Y la historieta

La historia de cómo llega la historieta a mi vida es otra y mas extensa. La de cómo empecé a dibujar historietas también, aunque éstas sean más bien poquitas. Pero la que importa, la del Barco Ebrio, se resume en pocas palabras: estimulado por la historia, los dibujos de Scafati (que entonces firmaba Fati), una serie de cuadros que había expuesto ya que no eran ajenos al universo de la cf, y las ganas de hacer surgió la idea, o más bien tomó forma la idea de ponerme a hacerla. Collage y tintas al principio, computadora y photoshop después finalmente vio la luz en su propio blog (http://drunkboat.blogspot.com/). La idea de publicarla en una revista es más complicada, por la falta de oferta editorial acorde y de contactos con organismos que podrían facilitar el trámite. Así que el destino final es una exposición (museo o bar o, porqué no, librería) y listo. Y por fin me despediré de un proyecto que ocupó varios años de mi vida productiva, aunque no el único, uno de los más queridos. Porque se trata de una historieta, porque se trata de Cordwainer, y porque se trata de un trabajo que me costó lo suyo.

Buenas noches.


Nota al pié: la exposición de la historieta Barco Ebrio podrá ser visitada hasta el 5 de mayo en la librería y espacio de arte Correveidile, La Paz 82, Paraná, Entre Ríos


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