¿Qué significará Obama para América Latina? Por Lorena Fortonani Finalmente y tras una dura campaña electoral, el pasado martes 4 de noviembre la comunidad internacional se hizo eco de la victoria del candidato demócrata Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Los diarios del mundo hicieron alusión al “día histórico” que permitió la llegada del primer presidente afroamericano a la Casa Blanca. El 51% de los votos que logró ante su adversario republicano Jonh Mc Cain, refleja las esperanzas de la sociedad norteamericana ante la posibilidad de un cambio en el manejo de los asuntos del país. No podemos olvidar, que el nuevo presidente tomará las riendas en medio de una de las peores crisis financieras que atraviesa el país desde 1929, y teniendo que cargar con el legado de una administración que goza de poca credibilidad en el ámbito internacional. Ante este triunfo, se abren nuevas expectativas en América Latina, que apuesta a que estos “aires de cambio” también se dirijan hacia la región y permitan mejorar las relaciones con el país del Norte. Las políticas que Obama emprenderá hacia Latinoamérica no fueron tema de discusión en la campaña presidencial debido a que el debate estuvo condicionado por la crisis económica internacional. Sin embargo, éste sostuvo en sus discursos que es posible la vuelta a una versión renovada de la “política del buen vecino” emprendida por Franklin Roosevelt hacia la región en la década de 1930, y que marcó el fin de una época caracterizada por la intervención y la ocupación militar directa de los Estados Unidos en América Latina. El nuevo presidente reconoce la necesidad de reformular la política exterior hacia Latinoamérica. “Es hora para una nueva alianza de las Américas. Después de ocho años de políticas fracasadas, necesitamos un nuevo liderazgo para el futuro. Después de décadas de presión para reformas por parte de las altas esferas hacia la base, necesitamos una agenda que avance hacia la democracia, la seguridad y la oportunidad desde abajo hacia arriba. Mi política hacia las Américas estará guiada por el principio sencillo de que lo que es bueno para los pueblos de las Américas es bueno para los Estados Unidos”. Queda esperar si la coyuntura le permite al nuevo gobierno desarrollar una política más proclive a la utilización de la diplomacia, el diálogo y los organismos multilaterales para resolver los conflictos con nuestra región. Revisando las relaciones del pasado... Durante los últimos 8 años América Latina no fue una prioridad para Estados Unidos. La política exterior de la administración Bush luego de los sucesos del 11 de septiembre, estuvo enfocada en la guerra contra el terrorismo y en la relación con aquellos países que entraban dentro del llamado “eje del mal” como Irak , Afganistán, Irán, y Corea del Norte. Las relaciones con Latinoamérica se desarrollaron de manera selectiva, dándole prioridad a los países considerados desestabilizadores y contrarios a los intereses estadounidenses: como la Venezuela de Hugo Chávez, el régimen Cubano de Castro, la Republica Boliviana de Evo Morales; sin olvidar a aquellos considerados “amigos” del régimen como es el caso de Colombia. Estos años fueron reflejo de un gran deterioro en las relaciones debido a que el uso constante de la fuerza y el unilateralismo para la solución de conflictos, el desprecio a los principios del derecho internacional y a las instancias multilaterales, generaron un fuerte sentimiento anti-norteamericano en una región que busca mayores márgenes de autonomía y no ve con buenos ojos la intromisión en sus asuntos internos. El fracaso de las negociaciones del ALCA en las IV Cumbre de las Américas celebrada en Mar del Plata en noviembre de 2005, es un reflejo de que los países latinoamericanos no permitirán que la potencia imponga condiciones que sean desfavorables a sus intereses. No obstante, Bush ha contado con algunos líderes fieles a sus intereses como es el caso del presidente Álvaro Uribe en Colombia, y otros como Paraguay que han permitido la entrada de marines estadounidenses con inmunidad diplomática para realizar todo tipo de actividades en su territorio, política que han rechazado otros países como Brasil y Argentina. Pero el panorama no es para nada alentador para el nuevo gobierno: crisis diplomática con Venezuela y Bolivia, hostilidad en Ecuador y Nicaragua, indiferencia en Cuba y un crecimiento de las alianzas y los lazos de estos países con otras potencias como China, Rusia e Irán. Numerosos son los retos que tendrá que enfrentar la nueva administración si pretende llenar los vacíos dejados por la administración Bush y recomponer las relaciones diplomáticas y comerciales con Latinoamérica. La relación con los países prioritarios para Estados Unidos. América Latina continuará siendo una prioridad menor, pero el nuevo presidente no debe olvidar que existen áreas muy importantes de interés común: las cuestiones comerciales, los temas migratorios, la lucha contra el narcotráfico. Seguramente el gobierno de Obama va a priorizar las relaciones con aquellos países con los cuales Estados Unidos mantiene intereses, como Venezuela, Cuba, Méjico, Colombia y Brasil. La postura más clara en materia de política exterior con la región se aprecia en su relación con el régimen cubano. En la campaña, Obama ha prometido cerrar la cárcel de Guantánamo y levantar las restricciones impuestas por Bush desde el 2004, que impedían que muchos cubano estadounidenses visiten la isla y envíen remesas a sus familiares. Pero no se espera que haya una interrupción del embargo comercial que Estados Unidos mantiene con la isla hace ya 46 años y que perjudicaría los intereses económicos de los lobbies estadounidenses. La posibilidad de una mejora en el diálogo estará condicionada según el nuevo presidente, a la posibilidad de una mayor apertura democrática en la isla. Algunas frases marcan su futuro accionar “La libertad del pueblo cubano es de interés nacional. Debemos montar presión al gobierno de Raúl Castro y a los que integran su gobierno para que se pongan en libertad a los presos políticos y se muestre una mayor libertad política, de prensa, de expresión”. El nuevo mandatario, parece no comprender que ponerle presión y condicionamientos a Cuba es un gran error. Esté país no le ha permitido a la potencia inmiscuirse en sus asuntos internos y Obama deberá diseñar un nuevo marco de relaciones para que un dialogo abierto y fluido entre ambos países pueda plantearse como una realidad. La política anti-estadounidense de Hugo Chávez seguirá siendo una preocupación para el gobierno de Barack Obama. Los intereses en relación al petróleo siguen pesando en la agenda estadounidense teniendo en cuenta que este país es uno de los 5 principales proveedores de este recurso en los Estados Unidos. A pesar de que las palabras de Obama en relación Chávez y a su manera poco democrática de gobernar no fueron muy bien recibidas, el presidente venezolano se declaró dispuesto a sentarse a conversar en términos de igualdad y respeto y a entrar en una nueva etapa. “No le pedimos que sea revolucionario, no le pedimos que sea socialista....Sólo que se coloque el hombre negro (...), a la altura de la historia”. El posible acercamiento entre ambos mandatarios, deja abierta la posibilidad de que se retomen las relaciones diplomáticas interrumpidas hace pocos meses cuando en solidaridad con la política del presidente boliviano Evo Morales, Chávez expulsó de Caracas al embajador estadounidenses Patrick Duddy. Respecto a Bolivia, las relaciones bilaterales no están exentas de dificultades. El gobierno de Evo decidió expulsar en septiembre pasado al embajador de Estados Unidos en La Paz, Philip Goldberg, y suspender de forma indefinida las actividades de la agencia antidrogas estadounidense en su país, por considerar que apoyaba a los sectores opositores a su gobierno. Tras esta decisión, la administración de George Bush declaró "persona no grata" al embajador boliviano en Estados Unidos Gustavo Guzmán, quien debió abandonar ese país. Bolivia esta atravesando una complicada situación social y política, y Evo Morales acusa al régimen estadounidense de propiciar junto con la oposición la desestabilización de su gobierno. Ante esta situación, Morales recibió con expectativas la victoria del candidato demócrata y señaló que espera que las relaciones entre ambos países puedan mejorar con el nuevo gobierno. “Estoy seguro de que van a mejorar las relaciones entre el gobierno boliviano y el gobierno de los Estados Unidos. Saludamos el gran triunfo del señor Obama". Para quien no se presenta un panorama muy favorable es para Álvaro Uribe. Durante las elecciones ha apoyado fuertemente al candidato republicano Mc Cain y se presenta en la región como uno de los líderes más cercanos a Washington, y fundamentalmente al presidente George Bush. El mandatario colombiano es un aliado importante de la actual administración norteamericana y apoyo enérgicamente la campaña contra el terrorismo que ésta lleva adelante, teniendo en cuenta que el país tiene desde hace 60 años buena parte de su territorio tomado por la guerrilla. Obama y sus asesores cuestionan la situación de los derechos humanos en Colombia y las presuntas conexiones de Uribe con paramilitares. Por otra parte, la firma del Tratado de Libre Comercio entre ambos países estará supeditada a la muestra de avances por parte del gobierno colombiano en las investigaciones por la violencia ejercida contra trabajadores y lideres sindicales en es país. En este marco, Uribe puede encontrarse con un gobierno estadounidense muy distante y con una agenda política distinta a la implementada por Bush durante su gobierno. No obstante, se espera que continué el apoyo estadounidense a la aplicación del Plan Colombia y el financiamiento que Colombia recibe de éste país para hacer frente a los grupos insurgentes en su territorio. ¿Que pasará con las políticas migratorias? Este tema se ha planteado como uno de los más controversiales en relación a la región, teniendo en cuenta que Estados Unidos recibe anualmente gran cantidad de inmigrantes principalmente de origen latinoamericano. La posibilidad de encarar una reforma en la política migratoria, fue utilizada por Barack Obama durante su campaña para ganarse la simpatía del electorado latino, prometiendo que habrá cambios para legalizar la situación de los 12 millones de latinos indocumentados que viven ese país, y que no gozan de ningún tipo de derechos. La cuestión migratoria es un tema que preocupa a Latinoamérica en general, y a los mejicanos en particular. Históricamente Méjico ha mantenido importantes lazos con Estados Unidos debido a su cercanía y la amplia frontera que comparten ambos países. Las expectativas del gobierno mejicano de que pueda emprenderse una reforma que garantice una migración más segura y legal puede entenderse, si se toma en cuenta que el numero de mejicanos no autorizados en ese país sigue siendo muy alto: se estima que actualmente son 3.5 millones los mejicanos indocumentados que viven en los Estados Unidos. Por otro lado el costo de atravesar la frontera es cada vez mayor y muchos individuos arriesgan su propia vida intentando cruzar. Obama ha manifestado “que es necesario desarrollar un conjunto integral de reformas que establezca un camino hacia la regularización de los inmigrantes”, sin embargo el tratamiento de estos temas siempre ha contado con el rechazo del congreso y nada parece indicar que el presidente tenga la intención de tocar esta cuestión tan delicada en los primeros meses de su gobierno. Opiná sobre este tema |
![]() ![]() |
||
|