Brevísimos de sábado (02-08-08) Qué beca por Miguel Espinaco Qué bueno debe ser eso de ser empresario, qué beca, qué vida fácil. Digo empresario pero empresario empresario, no esos que se creen empresarios porque tienen su empresita en la que laburan todo el día para vivir mejor que el resto pero no lo suficiente, digo esos empresarios a los que nombran en la tele, los que aparecen con ese gesto de benevolencia que les queda tan bien, esos de los que hablan los políticos cuando reclaman que a los países lleguen las inversiones que los llevarán a un futuro promisorio y venturoso como la puta madre. Qué piola debe ser. Un día vas a algún país y te comprás una empresa, bah, te comprás es una forma de decir, ya sabés como son esas cosas, bonos devaluados, el favor de un ministro bien remunerado, el lobby de un gobierno amigo que presiona un poco acá otro poco allá, la voz seductora de algún periodista que explica paciente y repetidamente a los ciudadanos que nada mejor puede pasarles, que vos sos el empresario mágico que multiplicará los panes y que después el derrame les traerá la bienaventuranza. Después es un juego de niños: ponés a todo un importante séquito bien pago para que llegada la hora te defiendan, multiplicás las ganancias haciendo los ajustes salariales que hagan falta para sacarle mejor el jugo al sudor ajeno, anotás tus deudas en el pasivo de la empresa que para eso es tuya y ponés las ganancias a buen recaudo, no vaya a ser cosa que se las quede otro. Es cierto que algunos se mueren o se matan por culpa de esas nimiedades, por haberse quedado sin salario, porque no pueden soportar el haber tenido menos suerte en el mundo de los negocios, porque los desocuparon, porque no aceptan las leyes de la vida que, ya se sabe, impone que algunos nazcan con estrella y otros estrellados, pero a vos qué, vos sos el empresario. En algún momento, claro, ya no se podrá más. Con la empresa vaciada conviene que alguien se haga cargo y entonces, a tiempo, vendrán los saneadores, disfrazados de vengadores, de reivindicadores, diciendo habrase visto tamaña estafa, llorando lágrimas de cocodrilo. Y a vos, empresario importante, vida fácil, te conviene protestar, hablar mal de los que no entienden que las inversiones que hacen la grandeza del país y todo eso, te conviene hacerte el ofendido, sumarte a la parodia para que no se note tanto y así entre la queja y la ofensa podés subir el precio todavía un poco más para vender la nada que dejaste. A los otros, es cierto, les aumentan los impuestos y la luz y el agua, a los otros se les caen los sueldos a pedazos, pero a vos qué, vos sos el empresario, pero empresario empresario, che, empresario de en serio, empresario de esos que ponen y sacan ministros, de esos que compran periodistas por docenas, de esos que vacían empresas y después simplemente vuelan, en busca de otros horizontes. Opiná sobre este tema |
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