La tierra y su rol social

por Daniela Pierotti

Tierra y dignidad
La comunidad de pie contra la propiedad privada

Nosotros mismos somos el lugar de la lucha, por eso somos uno con la tierra y somos los caminos y somos los pasos.
"El robo es la propiedad"
Proudhon - 1848

Provincia de Río Negro.
El Bolsón (límite con Chubut).

Historia de Las Tomas

Los intereses de los gobiernos sobre el negocio inmobiliario de las tierras en el sur, hace que no existan planes de vivienda para sus pobladores. El valor de la hectárea llega a 18000 pesos, y el municipio vende a los grandes empresarios extranjeros.

Los desbordes de los ríos son frecuentes y cientos de familias quedan desamparadas con cada inundación.

Las ocupaciones de las tierras hasta el año 2000 fueron siempre ocupaciones individuales, no colectivas. La Toma de Golondrina fue la primera toma grupal en el año 2001, en la cual no hubo conflicto porque es una zona de El Bolsón apartada de la ciudad que "no molesta".

Fidelia Hipayán ocupó en el 2002 un predio que pertenecía a una escuela de El Bolsón, unas 8 hectáreas en total de un predio de Educación. En ese momento, el municipio le inició un juicio por usurpación y un grupo de independientes y sectores de la comunidad, comenzaron a apoyar esa ocupación conformando la agrupación "Unidos Podemos". Fidelia gana el juicio y es absuelta. Pero al poco tiempo queda sola. El actual intendente, Romera, radical, en aquel momento la convence de devolver el predio hasta que lo cedieran en comodato.

Eso fue en mayo de 2002.

Algunos meses después, ese mismo año, un grupo de compañeros ocupa un predio que pertenece al municipio en la Comarca Mallín Ahogado. Es la Toma Tierra y Dignidad. En la inundación de ese año se hacen dos tomas más que fracasan: en los alrededores del aeropuerto y en el barrio San José.

Hasta el 2004 sólo se producen dos tomas grupales: La pampita, detrás del local del PO, y la 20 de mayo, al sur.

La diferencia con la Toma Tierra y Dignidad es que las tomas anteriores fueron acciones grupales pero cada uno tenía su proyecto individual y, luego de la ocupación grupal se hicieron las divisiones individuales del terreno. En cambio en Tierra y Dignidad se busca el reconocimiento de la propiedad comunitaria, sin divisiones de territorios.

Entonces, como las tomas se venían realizando en forma sistemática, se formó un Consejo de Seguridad que hace propia una declaración de la municipalidad sobre las tomas, donde proponen el "desalojo conjuntivo". En ese concejo participa: la iglesia, el hospital, la policía, el concejo de comercio y la gendarmería. El propósito es presionar e impartir miedo para frenar las tomas. Todas ellas quedan en riesgo constante de desalojo violento, amparado por el municipio.

Tierra y Dignidad

Llego una tarde de mayo. Es extraño, la forma de respirar se va transformando a medida que avanzo en este que parece ser el único camino en medio del bosque. Uno se va internando, metiéndose en lo profundo de este predio y siente que lejos queda, sin embargo, la sensación de escondite, siente que algo distinto se va abriendo a medida que uno se interna en esta humedad de pinos y hojarasca. Después de unos minutos de andar aparecen las voces, las risitas y los gritos de los niños. Son Lucas, Camilo y un amigo, jugando en un carro construido con el armazón de una heladera y unas ruedas de moto…. Les pregunto si esto es Tierra y Dignidad, me dicen que sí y me conducen hasta otra vivienda, de similares características, una combinación de madera, árboles y adobe, donde me recibe Vero. Me recibe amable y me invita a llegar hasta la casa de Fernando y Miriam, más arriba, que ellos me van a poder contar mejor y que no me acompaña porque está en reposo, su embarazo es de 8 meses.

Empujando el carro con los tres niños que juegan sobre él, llego.

Fernando está haciendo cerveza artesanal sobre un fuego a leña, y dos compañeros conversando alrededor de la actividad. Miriam que sale de la casa y me saluda. Todos demuestran cautela, al día siguiente que es domingo, plantearé el motivo de mi presencia allí y se discutirá mi estadía. Todo se decide en asamblea. Lo que me cuentan en estas horas de recién llegada, es una muestra del enorme universo de estas familias que intentan y logran día a día, con esfuerzo, la construcción de una comunidad horizontal, participativa, que genere sus recursos desde el trabajo colectivo, trabajo diario de hormiga. Desde la provisión de agua, hasta la construcción de cada vivienda, la locomoción, la comunicación, la provisión de luz y electricidad, los emprendimientos productivos para autosustentarse, todo es una decisión conjunta, que respeta las diferencias de cada familia, de cada compañero, y que llega a potenciarse en la vida comunitaria. Esta convivencia comunitaria significa que si uno se daña se daña el conjunto, que lo que uno hace mal perjudica al conjunto, que todos forman parte de una red de trabajo y dignidad que diariamente hay que proteger y construir desde la realidad misma, es una construcción cotidiana, basada en el respeto y la cooperación, decir en el amor es una redundancia.

Actualmente viven en Tierra y Dignidad unas 17 familias. Ocupan un predio de alrededor de 50 hectáreas.

Las historias de cada uno, la historia de pesares y dificultades, de los que viven allí son diferentes y a la vez todas tienen que ver con la búsqueda de una vida digna, acuerdan que la tierra tiene que ver con ese pararse y levantar la vista con dignidad, de comenzar a formar parte de un ciclo que tiene que ver con el respeto y el formar parte de los tiempos de la tierra para comenzar a construir esa dignidad.

Me detengo a pensar que estos compañeros lo tienen todo. Lo generan todo, día a día, porque tienen allí la naturaleza a disposición para conseguir sus recursos. Tienen el valor y la fuerza para proporcionárselo, y para resistir el asecho constante de un sistema que es su principal enemigo. Logran tenerlo todo porque la naturaleza es generosa con el hombre, si se la entiende y respeta, se ofrece por entero…. Y esta combinación, hombre- tierra, que tanto el sistema se ha empeñado en separar, es una combinación invencible...

Cuando llegué, los compañeros tenían un problema grave. El arroyo estaba casi seco y la motobomba que utilizan para obtener agua del canal y proporcionarla a las viviendas estaba rota. No tenían dinero para arreglarla y cuando pudieron conseguirlo para alquilar otra, la motobomba estaba alquilada ya en otra localidad, en Esquel…. Hacía ya varios días y el agua disponible de las reservas en cada casa estaba comenzando a agotarse… Acostumbrados a resolver toda clase de problemas cotidianos, aunque esta era una situación de emergencia casi, sin encontrar aún la solución: comenzó a llover. El agua del arroyo se hizo abundante y las provistas de agua de lluvia, de agua para consumo, comenzaron a abundar… los días de lluvia imparable resolvieron temporalmente el problema, dándoles tiempo a resolverlo en profundidad. Por eso digo, la naturaleza se nos ofrece generosa, sus ciclos nos salvan, pero nos hemos alejado de estos...

"Una de las cosas más importantes era resolver lo del agua - comienza a relatar Valeria, una de las mujeres jóvenes de Tierra y Dignidad-; no podés pensar en ningún tipo de producción si no resolvés eso. No podés tener animales ni huerta ni nada… el agua es vida, así de corta. Entonces a la mayoría de las casas las ubicamos debajo de la loma. Porque la loma es el camino central, la cocina comunitaria y el taller comunitario. Las casas están todas abajo. Entonces nosotros diseñamos fue la red de agua con bolsones, con nylon en la parte alta. Y las dos corrientes de agua que tiene: el canal y el arroyo, están abajo. Subimos el agua hasta los pozos y de ahí va por caída a las casas. Subimos con bomba. Compramos una motobomba para el grupo. El arroyo en verano se corta, se seca. Tenemos que subir el agua del otro lado, del canal que está todo el año. Lo que tiene es que el tramo es más largo y tenemos que hacer dos pozos intermediarios… en cambio del arroyo es directo a la loma. Por eso llevó tiempo ver los lugares de las casas… todo era planificado y acordado entre todos. Tuvimos que conocer. Porque al principio estábamos en la cocina y acá era el fin del mundo. Después cuando nos empezamos a acomodar todas las casas, te dabas cuenta de que las distancias eran otras y a partir de ese conocimiento del lugar, del bosque, de cuántos pinares hay, de dónde hay que limpiar, de cuánto hay que dejar, donde podés hacer un pozo, todo eso nos llevó a ir viendo cómo diseñar la red. Con la luz también, eso se decidió en asambleas. Acordamos con Fernando no pasarla por su casa en un principio porque ganábamos 4 casas más… y lo acordamos, le llega más tarde la luz pero somos 4 que nos llega antes. La idea es que llegue a todos igual. No es un lujo, es una necesidad. Es parte de lo que estamos peleando. Pensamos en qué conviene para que más familias tengan ese servicio".

En la asamblea del día siguiente a mi llegada se decidió que me quedara. Estaban en jornada de trabajo, construyéndole la casa a Ariel, el "Arielazo", como le llama Fernando. Ariel después de un grave accidente ha quedado con serios problemas de movilidad. Sus compañeros le ayudan a terminar de construir su casa en jornadas de trabajo los domingos. En ese marco de trabajo y solidaridad se realizan las asambleas. Con unos principios comunes, la comunidad va tomando su rumbo a medida que se propone metas y va resolviendo sus complicaciones diarias, que son desafíos.

El juicio de desalojo

A diferencia de otras tomas, ya dijimos que Tierra y Dignidad lucha porque el municipio reconozca la propiedad comunitaria. Esto significa que no pretenden y están en contra de los títulos de propiedad privada. Dicen que esas tierras son para toda la comunidad y que si uno se va otro puede ir y habitar la vivienda desocupada. De modo que la tierra no se puede vender.

El municipio pretende exactamente lo opuesto, que se delimiten y parcelen las viviendas y así otorgar títulos individuales, de modo de poder luego comprar y vender. La tasación de esas hectáreas equivale a fortunas. El negocio inmobiliario significa el mantenimiento de las mafias administrativas en el poder en manos de unos pocos apellidos que se han anclado en los gobiernos desde hace décadas. El abogado de Tierra y Dignidad es Darío Dusche, durante años ha defendido a los pobladores en los juicios por desalojo, es una persona reconocida por su trabajo desinteresado y comprometido.

¿Cómo viven ustedes el tema del juicio?

Miriam: Nosotros en realidad tenemos la parte judicial como una de las patas, pero no es la única. Nuestros frentes de lucha son el frente interno, todo el laburo que tenemos acá todos los días, el frente externo, el laburo que hacemos con las organizaciones y grupos de vecinos, comunidades, nos estamos acercando bastante a los grupos de pueblos originarios, tenemos muchas cosas en común, estamos en una lucha parecida y, la otra pata es la pata jurídica. Y las tres tienen la misma importancia. Entonces a todo lo que nosotros hicimos que fue reubicarnos y solucionar nuestros problemas con nuestros propios medios, poder abastecernos de servicios sin tener que pedir o pedir al estado, a todo eso el estado nos respondió con un juicio de desalojo. El desalojo tuvo una primera sentencia que la apelamos. Esta apelación no fue aceptada porque decían que no había méritos. Entonces recurrimos al superior tribunal de justicia con un recurso de casación. La última novedad que tuvimos fue que en realidad había méritos para considerar la apelación. Se pidió que volviera todo para atrás y que se nombraran tres jueces nuevos que entendieran en la causa y que estuvieran especial atención en lo que es la problemática de los derechos humanos y el derecho a una vivienda digna. Ahí estamos en la cuestión judicial. Todo eso lo llevó adelante un grupo de abogados.

Fernando: Con esto del tema jurídico nosotros sabemos que no depositamos ninguna expectativa en lo jurídico. Todo el argumento legal está hecho para proteger la propiedad privada y nosotros nos estamos cagando en la propiedad privada. Si esperamos alguna resolución favorable en lo jurídico es porque va a haber una presión política. Eso lo tenemos bien hecho carne. Y una presión política no siempre es una presión político partidaria, no siempre tiene que ver con algún funcionario del gobierno. Tiene que ver con lo mismo que levantan los cumpas de Zanón, ellos están muy insertos en la comunidad y dicen hoy están en Zanón, hoy Fasinpat, gracias al apoyo que tuvieron de la sociedad. Nosotros en una escala muchísimo menor podríamos decir más o menos lo mismo. Si no fuera por el apoyo que tuvimos de vecinos de la gente del pueblo de organizaciones locales y otras no tan locales, de Bariloche, incluso gente con la que tuvimos la visita de Osvaldo Bayer, de las abuelas, tuvimos una adhesión de madres de plaza de mayo, todo eso hace a un peso muy fuerte que termina incidiendo en lo político. Los tipos le tienen mucho miedo a sacar un fallo que los pueda dejar mal parados, que les genere un costo político aunque se diga que los poderes son independientes sabemos que es mentira, el poder judicial no es independiente del político y el político igual. Esto les genera mucho temor y eso es nuestro caballito de batalla. Es el respaldo que buscamos para con nosotros y a la vez es el que aportamos con la gente que lo necesita. Tratar de ir tejiendo redes en lo que uno puede. A veces te llegan pedidos de adhesión por ejemplo de los campesinos de Formosa y uno lo único que puede hacer es mandar un mail y sabés que es insuficiente, pero no podés hacerte 3000 km porque no está dentro de nuestras posibilidades para hacerles el aguante a los cumpas de allá. Sin dejar esto de lado, porque a nosotros recibir el apoyo de las Madres nos resultó algo polenta. Está bueno recibir el apoyo de organizaciones que están lejos de uno, pero lo más importante es tratar de tejer redes o cables y nos vayamos apoyando unos a otros. Tenemos el mismo enemigo y vamos más o menos por el mismo camino. Eso es lo importante.

Valeria: Es un aspecto más, yo lo vivo así, sabíamos que iba a venir… lo inicia la provincia, el gobierno. .. Te lleva energía y tiempo que te gustaría ponerla en otra cosa. Pero bueno está y eso.

Roby: Nosotros estamos seguros de que nos vamos a quedar. Todo lo que hacemos es en función de que no nos vamos a ir. Yo no levantaría una casa como ésta, ni criaría los animales ni tendría todo lo que tenemos, ni plantaría lo que plantamos pensando que nos van a sacar. A mí no me sorprende… Sí me preocupa que a veces no te rinde el día, te levantás pensando que vas a hacer 40 cosas y hacés 4. Y bueno, es así.

Paula: Fue fuerte llegar acá y entender cómo se sentía esa espada de Damocles atrás y que se le podía dar un sentido completamente distinto. Eso para mí fue muy buena la forma de tomar eso. No pasa todo por lo legal. Pasa más por cómo uno sostiene acá lo que va a pasar después allá. Que eso es consecuencia de esto. uno no puede descuidar lo legal, tenemos un abogado que es re copado, que es muy bueno que se maneja bien en los temas de tierra, pero el sostén está acá, en lo que se hace acá, en la fortaleza del grupo, pasa por acá. Y pasa en realidad por no pensar en un sentido que eso se va a definir así nomás, que la decisión va a depender del afuera, del que dejemos estar acá. Va ser arraigándonos más lo que va a definir eso, no nos van a desalojar, van a ver todo lo que hay y la verdad que todo lo que hay no lo puede empezar. Todo lo que existe acá lo generamos entre todos. Y está buenísimo. .. La experiencia del grupo, del trabajar juntos. De ver lo que se puede hacer. De pronto en una jornada bien pila ves todo lo que se puede hacer y eso te queda internamente para defenderlo más. Y eso es arraigarse. Si pensáramos que nos fueran a desalojar de toque como que uno ya agacha la cabeza. Pensando en un juicio de desalojo uno puede agachar la cabeza y pensar una casa con cuatro palos y nosotros pusimos todo todo, nos jugamos.

Porqué aquí

Paula

Contáme dónde estamos...

Estamos en El Bolsón, en el paraje Mallín ahogado que es una zona rural, y estamos en Tierra y Dignidad. En un lugar que tiene muchos cipreses, radales, maitenes, palo piche, mosqueta es poca… por suerte tenemos una plaga sola, que es el pino.

Cómo es que te viniste a vivir acá…

Yo estoy viviendo con mi compañero que ya vivía acá, hace una año y pico, dos años, y vine con Miguel de dos años a convivir con él. Y bueno acá primero fue convivir con Martín y después entrar a Tierra y Dignidad, que era algo como que me resultaba muy fuerte. Había vivido experiencias de relacionarme con grupos, pero de vivir en un mismo lugar y ponerse de acuerdo para hacer un montón de cosas, desde muy necesarias y vitales hasta cosas que vayan más allá de eso, es muy fuerte, conocer a todos.

Contáme cómo funciona esto…

Nosotros lo que queremos es otra forma, no tiene nada que ver con el tipo de relación con la tierra que plantea la propiedad privada. No queríamos que esto tuviera el mínimo toque de especulación. Y que la tierra fuera justamente para las personas y las familias que la necesitaran. Y tuvieran la posibilidad, ya teniendo la tierra, de hacer un montón de actividades que tienen que ver con la tierra, de pronto te plantaban de otra forma ante la vida. Podemos resolver un montón de cosas porque tenemos la tierra. Y es impresionante cómo cambia la historia… de estar siempre dependiendo de un alquiler, de que alguien te de un lugar para cuidar, las posibilidades que uno tiene sin tener muchos recursos. La idea es esa, si algún día nosotros no queremos estar más acá que lo pueda habitar otra persona. Según la necesidad que se tenga en el momento, si uno no tiene esa necesidad deja el lugar para que otro pueda habitarlo. Y también la idea de que no está delimitado Tierra y Dignidad, no es que de acá hasta acá es mío, de acá hasta acá es de tal otro, sino que todo es de todos. En un sentido si yo voy a visitar a un vecino o un vecino viene a visitarme a mí y ve que estoy haciendo cualquiera con el lugar, me puede decir cómo estás haciendo eso, cómo estás tirando ese ciprés… son cosas que no pasan porque hay bastante conciencia pero es un todo. No es yo alambré todo y ahora hago lo que quiero. Es responsabilidad de todos cuidar el lugar. Había una costumbre de tener una punta que se usaba como basural, los vecinos antes de llevar la basura al pueblo o quemarla, la utilizan como un basural. Si bien no vivía gente cerca, después empezó a vivir gente cerca de ahí, había una conciencia de todos de que eso no podía pasar estando nosotros. Y tuvimos que hacer limpieza varias veces, poner carteles, hablar, y a veces Juan se llegó a enfrentar a algún vecino… como es tan grandote, le dijo "juntá todo lo que tiraste"… yo me reía porque si lo digo yo no me a hacer caso, pero a él como es grandote enseguida lo juntó y lo levantó. Es tener una sensibilidad con todo el espacio. Y eso está bueno… porque después vas más allá y vas sintiendo eso, que vas recuperando una responsabilidad con respecto al lugar y con respecto a todo, a El Bolsón, a todo.

Claro, dimensionás desde este lugar todo el daño que se está haciendo en todos los lugares…Vos me contabas que no sos de acá...

Soy de Buenos Aires.

Y qué viste en esto de diferente que te tira para quedarte.

Yo siento es pelearla a ésta. Diariamente. Que existan lugares así, que puedan posibilitarse otros espacios así. Siento que me planta en otro lugar. Tengo toda la experiencia con mis viejos que tuvieron un juicio de su casa durante un montón de tiempo y pagaran lo que pagaran eso siempre estuvo pesando en las cabezas de ellos. Y me resulto fuerte todo este acto de injusticia que había y bueno, crecí, fui adolescente, entré a la facultad con ciertos ideales y ciertas ganas de cambiar mi vida, la vida de todos, o sea transformar la realidad social que vivimos, y me di cuenta después de bastante tiempo que no era el lugar. Que yo ahí no podía cambiar nada porque teníamos buenas ideas pero teníamos una imposibilidad de acción, de estar en un espacio generando algo, una historia, jugándose… en un sentido me sirvieron algunas cosas de ahí, pero sentía que al mismo tiempo nuestra vida era muy difícil de transformar, todos trabajábamos inclusive en cosas que iban en contra del sentido de las cosas que pensábamos. Yo trabajaba haciendo encuestas y eran encuestas de coca cola y dependía de eso, de hacer encuestas. Y bueno con la crisis del 2001 fue agudizándose eso en mí. Fue un primer quiebre ir a una aldea, ya no tenía trabajo, no me pagaban mejor dicho, fui a una aldea donde hacía el trabajo que podía dar yo. Y con mucha necesidad de pronto me salió algo que me plantó en otro lugar, bueno la aldea fue así. Era ir con una idea que podía aportar uno ahí y trabajar y vivir de lo que el lugar generaba. Y eso estuvo buenísimo. Y de casualidad, yo en ese momento no tenía otra opción, era volver a la casa de mis padres con la cabeza gacha, nunca me llevé bien, y no existía otra cosa más digna y eso estuvo bueno. Justo llegué a la aldea en un momento fuerte y se resolvió todo porque se armó una aldea itinerante. Y la aldea que supuestamente no era propiedad de nadie porque se había logrado con el aporte de mucha gente, argentinos e italianos, de pronto apareció un dueño de la tierra que era la Comuna Baires, en Italia, en Milán. Y decidieron recuperar esa tierra y venderla. Y ahora están en un proceso, fue muy duro. La familia decidió construir ahí y algo que se proyectaba como para siempre o para lo que diera de pronto al año de haber construido ahí nos querían sacar. Y ahí quedó esa familia peleándola con abogados y todo. Eso terminó por un lado triste y por otro lado pienso que la experiencia sirve. Miro para atrás y veo lo que me sirvió y lo que no me sirvió. Y pienso yo que estuvo buenísimo igual. Y que cada vez, ahora que estoy en Tierra y Dignidad, es más comprometido. Allá era como que acompañaba algo que ya estaba hecho y con una línea histórica, esto lo estamos haciendo entre todos y es algo que va creciendo y va tomando otra forma. Siento que ahora que estoy hace un año acá soy más fuerte...

Como que acá estamos o acá voy a estar el resto de mi vida...

Claro, el tema de la precariedad es fuerte en las ocupaciones. Porque uno siente que se la está jugando… tenemos que tratar de vivir lo más dignamente que podemos vivir. Están con un techito nomás a ver si la justicia se acuerda o no…. Y eso no lo vi y estuvo bueno. Más allá de en qué instancia esté el juicio, de si un juez nos mira con malos o buenos ojos es estar laburando, es estar centrados acá. Y eso es lo que te da el reconocimiento de toda la gente. De alrededor. Porque es fuerte para alguna gente que uno tome y es importante la relación con los vecinos, estamos en una zona rural, es importante la mirada que tengan. De pronto cuando ven que uno está acá y se rompe el lomo y es un vecino como ellos, que tiene otras características pero que no es que bajó de saturno ni nada de eso y ve cosas que son muy locas, como nos ponemos de acuerdo para todas las cosas, cómo la red de agua que parece algo imposible está, como un montón de cosas de los pozos, de organización que aparecen a la vista y es fuerte que funcionen y estén bien, son el aval. El sábado por ejemplo estaba vendiendo facturas para arreglar la motobomba y a mí me encantaba que haya gente que te compraba por eso… Y te emociona...

Fernando y Miriam

Cómo fue que decidieron venirse acá...

Bueno, yo soy Miriam, estamos en Tierra y Dignidad con Fer y con Camilo desde una semana después de la ocupación. Nos convocaron después de que se había armado la ocupación que se organizó para las inundaciones del 2002 un centro de evacuados, y si bien nosotros no nos habíamos inundado estábamos viviendo en un barrio donde sí la mayoría de las casas estaban inundadas, a la orilla del Quenquentrew. Y lo que sucedió fue que a partir de que el agua dejó a mucha gente sin lugar donde vivir se empezó la discusión sobre que había otros factores también que te dejaban sin un lugar donde vivir. Que era la situación económica, era no tener laburo, era no poder contar con un ingreso que te permitiera compara una tierra o alquilar. Entonces como que el primer grupo que estuvo movido por el tema de haber visto cómo el agua se llevaba todas sus cosas abrió la discusión y se empezó a generar el porqué no tener un lugar. Y nuestra historia tiene mucho que ver con eso porque nosotros llegamos a Bolsón en el 99, con un proyecto de trabajo, con un proyecto de vivienda que por distintas situaciones se disolvió y quedamos sin laburo y sin casa. Intentamos alquilar un par de veces pero no pudimos sostener el alquiler. Y empezamos a cuidar casas. Acá se usa mucho eso de cuidar casas… casas en el pueblo. Cuidamos una casa, supuestamente iba a ser por 4 años, al año nos pidieron la casa, la tuvimos que dejar y salir a buscar un lugar donde estar. Nos pasaron a otra casa en el barrio, pasamos bastante frío en ese lugar, no eran las mejores condiciones. Realmente estábamos en una situación muy difícil. Por un lado nos prestaban la casa sin saber hasta cuando porque estaba dentro de lo que es el Plan Arraigo, que estaban buscando titularizar esa propiedad y no la podían ni vender ni alquilar, bueno, estábamos nosotros ahí pero no sabíamos hasta cuando porque cuando le salieran los papeles nos teníamos que ir. Y tampoco teníamos la posibilidad de ponerle un mango a esa casa para poder mejorarla y poder estar bien. Así que bueno, nos invitan a participar de una reunión donde se estaba ampliando el grupo que había tomado acá hacía una semana y bueno, ni lo pensamos: fuimos y decidimos venirnos para acá porque era la posibilidad de construir algo. Por más que sabíamos que era una situación no del todo legal, que corríamos riesgo de desalojo y demás, no iba a ser muy diferente a la que estábamos viviendo. Y creíamos que nosotros teníamos el derecho como cualquier otra persona de vivir. Y bueno más cuando nos enteramos que eran tierras fiscales que iban a ser utilizadas para otras cosas. Acá iban a hacer una cancha de rugby, iban a hacer un complejo deportivo para la elite, habiendo gente que no tenía lugar donde vivir, como nosotros y el resto del grupo. Entonces bueno, a la semana de la ocupación nos sumamos con otros compañeros, el segundo grupo digamos. Y la idea era venir y ocupar. Nos instalamos un tiempo en carpa...

Cuántos eran cuando ustedes llegaron?

Al principio 17 familias… Y hasta que pudimos resolver el tema de dejar la casa donde estábamos, teníamos cierto compromiso, la estábamos cuidando y la dueña de la casa necesitaba encontrar otras personas, y hasta que pudimos resolver el tema del laburo estuvimos viviendo 4 días acá y 3 días en el pueblo. Era una tortura todo eso porque no podías estar ni en un lugar ni en el otro, y también la idea era venirse ya para acá de una vez. Y una vez que pudimos resolver eso nos vinimos del todo. Con lo que teníamos por ahí dando vueltas nos vinimos para acá. Estuvimos un tiempo viviendo en carpa alrededor de la cocina comunitaria… Es un lugar que se construyó para tener donde cocinar y donde meternos cuando llovía. Comíamos todos juntos.

Y cómo fue organizarse en ese comienzo, cómo fueron las primeras discusiones, las primeras decisiones en ese momento, mientras manejaban a la vez la resistencia...

En principio - cuenta Fernando - , en principio lo que nos trajo a todos acá fue resolver la cuestión habitacional, o sea: un lugar donde vivir. No había un proyecto, no existía en ese momento Tierra y Dignidad, no había nada, todo eso lo fuimos haciendo sobre la marcha. Pero surgió enseguida. Surgió a los pocos días de estar acá. Había pasado una semana y surgió del sentido común. El lugar que estamos ocupando son 52 hectáreas de bosque, que es un lugar bastante difícil cuando llega y no hay nada, y estaba absolutamente todo por hacer, no sólo las casas sino también caminos, red de agua, red eléctrica, o sea, había que hacerse cargo de un bagaje impresionante. Y bueno, la lógica nos dijo que la mejor manera de hacerlo era juntos. Que cada uno solo no iba a poder hacer ni la décima parte de lo que podíamos hacer en conjunto. Entonces ahí empieza a nacer este espíritu comunitario. Nos dimos cuenta que lo más fácil y lo que menos conflicto nos iba a generar era que el predio sea comunitario, para no terminar en esta cuestión de la especulación inmobiliaria, para no terminar generando conflictos internos con qué lugar elijo, entonces, para ahorrarnos todo este tipo de cuestiones, todos somos dueños de 52 hectáreas, no tenemos divisiones adentro. Y bueno, así fue naciendo el proyecto en base a la lógica del momento. Y después poco a poco se fue volviendo una cuestión más política. No fue fácil construir el proyecto, no es fácil, todavía se está construyendo. Porque es algo a lo que no estamos acostumbrados como sociedad. O sea uno, normalmente está acostumbrado a delegar el 90 por ciento de las necesidades que tiene en instituciones o cosas por el estilo y te enseñan que te tenés que dedicar a una cosa y ser bueno en eso si querés "triunfar en la vida" y el resto lo tenés que dejar a qué se yo quién. Por eso fue difícil dar este paso de hacerse cargo de todo. Hasta incluso de generar una especie de contrato social interno que nos permita vivir con cierta armonía, tener más o menos una serie de pautas para manejarnos y respetarlas y qué hacer con los que no las respetan. Uno normalmente se propone pautas de convivencia y después respetarlas no es fácil y menos fácil es cómo resolver cuando no se respetan esas pautas. Y después tratar de que esas pautas sean lo más equitativas posible. Que sean parejas para todos. Es un paso que se ve redifícil en el momento… bueno, redifícil pero no tanto viéndolo a la distancia, en un primer momento te asusta, se te caen todos los miedos encima y cuando lo diste te das cuenta de que no era tanto viste… Es como cuando te tirás de un trampolín alto y decís bueno, tenés un flor de cagazo ahí arriba pero una vez que estás en el agua decís ya está. No era tanto. Bueno, eso pasó con esto de armar el proyecto y con todo. De dar el paso de dejar el lugar donde estaba, mal pero estaba, y venirse acá y todo. En el momento te llenás de miedo y de contradicciones y de cosas que tenemos adentro y cuando diste el paso te das cuenta de que no era para tanto.

Vinieron al medio de la nada, empezaron de cero y, además no se conocían...

La mayoría no, había un grupo que se conocía pero la mayoría no nos conocíamos. Nos unía este estado de necesidad y las charlas en el fogón al principio mientras se iba haciendo la comida. Esas charlas de fogón se fueron convirtiendo en asambleas. Y esa fue la herramienta fundamental que hizo que hoy a casi 4 años estemos bien, sigamos siendo un grupo unido, con internas como tiene cualquier grupo pero unidos y empujando todos para el mismo lado.

Cuál es el proyecto

Y el proyecto a grandes rasgos ¿en qué consiste?¿hay una perspectiva a la larga o se va construyendo en una forma a medida que van pasando las cosas?

No - ahora habla nuevamente Miriam-, más o menos lo que decidimos desde un principio fueron algunas pautas de acción que vale para todo, desde la actividad cotidiana hasta el trabajo comunitario, lo que sea. Decidimos tomar las decisiones en la asamblea, con horizontalidad, respetar el consenso, hacer trabajo comunitario porque facilita mucho las cosas aunque no es fácil la convocatoria. Y otra de las pautas que tenemos es el cuidado por el entorno. Estamos adentro de un bosque nativo y sabemos que estamos generando impacto por el solo hecho de estar, pero desde la selección del lugar para las casas, que se hace solamente en los claros que brinda el bosque, no se tira bosque nativo para construir una casa, hasta el diseño de las picadas y los caminos. Vos fijáte que hay un solo camino que recorre esto y eso fue decisión. No queríamos hacer muchos caminos en todas partes porque eso también significaba destruir el bosque nativo. Está en todos la idea de un proyecto productivo. Todo lo que venimos haciendo, con las asambleas, con el trabajo comunitario y a la vez cuidando el bosque, intentamos que sea para producir, para poder producir desde acá adentro. Y a partir de eso se empezaron a generar distintas actividades. La autoconstrucción de viviendas era una necesidad prioritaria que teníamos todos y después intentar empezar con la producción. Para eso fue fundamental el tema del agua. Las experiencias de huerta que tuvimos fueron ensayos en base al agua que teníamos básicamente. Por eso decidimos en parte poner más empeño en la cría de animales, porque precisa menos agua. Pero la idea es poder producir la tierra. A ese nivel tenemos distintos proyectos, está la huertita familiar como ves acá afuera y hay tipos de producciones donde se juntan tres o cuatro familias que quieren criar chanchos o quieren sembrar frutillas o hacer determinada cosa y nos juntamos por afinidad. Y después está la producción comunitaria. Es esto que te contaba de La Pampita donde nos fuimos todos a sembrar papas y hay un sector destinado para la siembra comunitaria, nadie se va a ir a vivir ahí, nadie va a hacer su casa ahí porque es el lugar destinado a producción comunitaria. Después tenemos proyectos de hacer una sala de elaboración para todos de dulces, conservas, chacinados. Y otro proyecto a largo plazo que tenemos es en la esquina del cruce hacer un salón de ventas para toda la producción interna y no solamente lo que se produce acá sino también las artesanías, porque la mayoría de los chicos son artesanos. Esa es otra consigna. La gente que se fue a vivir para ese lado sabe que la esquina es un lugar comunitario, está destinado a eso.

Cuentenmé un poco sobre el conflicto que se le plantea a ustedes, se nota que no es una ocupación precaria, con esa idea de que de acá los van a sacar fácilmente...

Fernando: Esa fuerza se construyó, esa fuerza ninguno la tenía o la venía trayendo de antes. Al principio teníamos los cagazos, por la inexperiencia, por meternos en una movida que no habíamos estado...

Miriam: Por darnos cuenta en un momento que estábamos enfrentando al estado y que estábamos en contra de la ley...

Fernando: Y porque nos llovían amenazas de funcionarios altos. El propio director de Tierra en una entrevista que tuvo con los mismos compañeros de Tierra y Dignidad les dijo que él sabía cómo terminaban estas cosas, que era muy triste, que siempre terminaban las casas quemadas, la gente golpeada, los chicos llorando… el propio director de Tierra de la provincia de esa época, ahora es otro. Y después amenazas en los medios, no puntuales hacia nosotros, pero de hecho estuvimos los tres primeros meses con guardias nocturnas para que el resto de los cumpas pudiera dormir en paz, porque si no no podías estar durmiendo tranquilos en un lugar como este que es boscoso, las noches son cerradas, todo el lugar son 52 hectáreas, los primeros días nos perdíamos. Entonces teníamos guardias nocturnas que, en realidad para lo único que sirvieron por suerte fue para que los otros pudieran dormir tranquilos. Nunca pasó nada. Pero fue una seguridad que se fue construyendo. Costó, como todo paso que uno da, cuesta, y después te das cuenta de que perdido por perdido te clavás en un número y ponés todas las fichas ahí. Y después se va construyendo otra cosa simultánea que también te retroalimenta que es la relación con el afuera. Vos podés tener muchísima fortaleza interna pero si nadie te conoce ni saben lo que estás haciendo, pueden venir a hacerte lo que quieran y nunca nadie se enteró. Estás solo y sos muy vulnerable. Por eso de entrada tuvimos salida a los medios, contando lo que hacíamos, tratando de despejar los fantasmas que empezaron a generar en torno. Y la gente se empezó a acercar y empezó a estar de acuerdo. Los propios vecinos de la zona rural, salvo las excepciones de siempre, están 100 por ciento de acuerdo, apoyan esta iniciativa y eso te llena de fuerzas. Esa es la verdadera fuerza que tenemos, la que nos da la gente, el resto de las organizaciones, el resto de la sociedad, porque si no fuera por eso no podés salvar nada. Sabemos que no podemos confiar en el estado, el estado es un instrumento del poder económico y nosotros justamente lo que estamos haciendo es ir en contra del poder económico y bueno, la fortaleza sale de ahí.

Miriam: Y también del grupo… El grupo es un puntal impresionante, nosotros nos dimos cuenta de que nuestro principal enemigo son las fracturas internas. Porque cuando no teníamos donde vivir nos juntamos y conseguimos un lugar donde vivir. Cuando no teníamos casas nos juntamos y nos hicimos las casas; no teníamos agua, nos juntamos y conseguimos agua; no teníamos luz, nos juntamos y tuvimos luz… Entonces contra todo lo externo con el grupo es mucho más fácil.

La tierra y su rol social

Estas tierras están muy valuadas, no?…la parte de allá de la entrada...

Fernando: La parte que da a la ruta más o menos está a 20 mil dólares la hectárea.

Miriam: Lo que pasa es que acá está el negocio inmobiliario y el negocio de la madera, no? El tema es el bosque nativo. Todos los pinares que están plantados acá antes era bosque nativo. Entonces, le dieron la concesión a algunos personajes de acá de Bolsón para que tiren todo el bosque nativo, se lleven la madera del ciprés que es fortuna, le dieron subsidios para que planten pinares y después como no ralearon, no podaron, no mantuvieron los pinares y cometieron algunos incendios, les retiraron esa concesión. Pero los tipos ya se habían llevado la guita del ciprés. Por un lado imagináte para hacer una cancha de rugby todo el nativo que tienen que tirar, y eso es fortuna. A parte del valor de la tierra en este momento que es muchísimo, pero nosotros lo valuamos en función social. Para nosotros la tierra tiene una función social y es para que la gente viva y produzca y pueda vivir dignamente. A partir de esa concepción nosotros nos plasmamos acá.

Se aprecia en ustedes que forman parte de un ciclo...

Fernando: Es que no podés ir a contramano. Si vas a contramano de la naturaleza te convertís en un depredador y no dejás nada o la naturaleza te parte al medio. En la ciudad no estás en contacto con la naturaleza, pero te acostumbrás a los ciclos de donde estás viviendo o te parte, el lugar mismo te echa. Si no te adaptás a esos ciclos te echa.

Miriam: En realidad a nosotros no nos interesa un papel de la tierra. Nosotros queremos vivir y producir acá, necesitamos algún tipo de papel para los servicios solamente. Pero nosotros lo que queremos es un título comunitario. No queremos individual. Porque eso demuestra que queremos estar acá para vivir y producir y para nada más. Cuando alguien se quiera ir se va pero esto no se vende, ni se alquila ni se tranza. Si vos querés para vivir y producir, sino te vas y le dejás el lugar para alguien que lo quiera hacer. O si tu hijo se quiere quedar va a tener su lugar acá pero no va a poder hacer ninguna transacción comercial con la tierra. Nosotros siempre decimos que a este lugar no llegamos por plata y tampoco nos vamos a llevar plata cuando nos vayamos de acá. Estar acá, vivir y producir, y nada más. Por eso queremos el título comunitario de la tierra. Por eso no tenemos alambrados internos. Para demostrar que nuestra intención no es el lucro con esta tierra. Esto es una forma de vida.

Se va incorporando gente...

Cómo hacen si alguien plantea que se quiere venir a vivir acá…

Fernando: La última entrada de gente fue hace un año. Normalmente se dan dos cosas, en principio por ahí viene gente que tiene la necesidad de un lugar, que viene de los barrios más marginados de Bolsón con una necesidad muy concreta y real, un lugar donde vivir y poder producir y, sin embargo cuando uno le cuenta cómo es este proyecto y le cuenta de la tenencia comunitaria de la tierra, se alejan, les cuesta muchísimo dar ese paso.

Miriam: Porque esto no es nada más que un lugar para vivir, es un proyecto es una forma de vida. Tenemos determinadas pautas que se explican a cada persona y bueno, en primer lugar les contamos cómo es la historia. Después los escuchamos. Qué quieren hacer y a qué estarían dispuestos. Si realmente están de acuerdo y si se sumarían al funcionamiento del grupo. Después lo charlamos en la asamblea, cada caso se va evaluando. Hay gente que necesitaba un lugar para vivir pero no estaba de acuerdo con no tener alambrado. Entonces se les dijo que no.

Fernando: También hubo gente que estuvo de acuerdo entró y aportó muchísimo. Fue valiosísimo que entrara gente que hace un año que entró y creó una revolución acá adentro, su aporte fue buenísimo y el rumbo se va torciendo a medida que se va incorporando gente. Y también la incorporación de gente se va supeditando a los lugares que brinda el bosque. Si alguien está escuchando de una ciudad puede decir 52 hectáreas y viven 20 familias… es un poco mucho. Pero el tema es que de las 52 hectáreas serán habitables 20 como mucho. Teniendo en cuenta la producción que es una de las patas de este proyecto, porque el resto está ocupado por bosque. Y bueno esto, el respeto por el bosque determina la cantidad de gente que puede vivir en este lugar.

Miriam: Y además la mayoría venimos de barrios donde estábamos todos apretujados uno con otro y no queremos repetir algo así, creemos que no lo merecemos. Además el entorno no está preparado para eso. Siempre estamos teniendo en cuenta eso, no saturar y no perjudicar el entorno.

Fernando: En el caso de la provincia de Río Negro tiene 4 millones de hectáreas fiscales. Claro que de esa cifra, muchas están ocupadas como estas 52 hectáreas. Pero la gran mayoría no están ocupadas, no hay nadie. Y bueno, eso convierte a la provincia de Río Negro en el mayor terrateniente. Entonces es ridículo aglomerarse en un lugar cuando hay lugar para todos. Es mentira eso de que no hay tierras para todos. Hay mucha tierra para unos pocos y lo que hay que revertir es eso. Con eso cada cual hará lo que tenga a su alcance, este es nuestro granito de arena. Si más gente se animara a llevar adelante acciones como esta, podríamos ir torciendo de a poco esa realidad. De alguna manera a eso apostamos, tal vez le sirva a alguien para algo.

Vale y Roby

Valeria y Roby son compañeros. Malén es hija de Valeria, tiene 5 años. Su historia en la comunidad es similar a la que relata Fernanda y Miriam, con matices particulares como en cada familia.

Y cómo fue?

Valeria: Viste que hubo un grupo inicial de familias y a la semana se incorporaron familias nuevas? Yo entré en ese segundo grupo, con Malén. Y después nos conocimos con él.

Roby: Nosotros hace ya un año que estamos en esta casa, somos artesanos… La decisión fue de venirnos e instalarnos en el taller y armar esto. Ahora vos ves y está cómodo, a lo que era antes… está bueno. Faltan un par de semanas para que cumplamos un año acá. Hace unos dos o tres meses que empezamos a cerrar… empezamos a levantar desde abajo.

Valeria: Si bien van tres años de ocupación nosotros estuvimos en carpa como 7 u 8 meses...

Roby: Esto no fue que un día lo decidimos y dijimos bueno, vamos allá y compramos los materiales, tantos ladrillos y tantas maderas, nada. Nosotros lo fuimos comprando de a puchitos. El año pasado todo lo invertimos en ladrillo, cemento, todo lo que ves acá...

Valeria: Y todo se hace a pulmón...

Roby: Claro, todo acarreando desde allá.

Valeria: Nunca tuvimos luz. Anduvimos unos tres meses con la luz eléctrica pero si no es todo motosierra, acarrear los materiales, poner el cuerpo. Además las casas no se hicieron enseguida, lo primero que se hizo fue la cocina comunitaria. Había una abuela que estaba viviendo con nosotros y se priorizó la casa de ella. Se hizo una casita porque había muchos chicos, Malén tenía un año y medio, imagináte. Acá se viene la lluvia y el frío y… es distinto, cuando vas a comprar un terreno vos vas y decís "me gusta este" y me quedo acá. La idea nuestra no fue esa, encontramos un lugar y empezamos la parte comunitaria y después nos tomamos tiempo para ver los claros que había. Todos los claros ya estaban hechos, entonces era recorrer todo el predio y elegir lo lugares, marcamos los lugares y después los lugares fueron consensuados. Eso llevo mucho tiempo en la elección de los lugares.

Aparte, ustedes no se conocían...

Valeria: No, no… y en ese momento no era lo más importante ya empezar a construir. Había muchas cosas en el medio: estábamos cuidándonos de la policía, de los vecinos, saliendo a la prensa para que se entendiese qué era nuestra ocupación, qué lo que nosotros queríamos… hicimos huertas, frutales por todos lados pusimos, no había nada de nada… Puro pino y no había caminos, no había luz, no había agua, no había nada… Todo eso llevó mucho tiempo. Por ahí si llevamos tres años de ocupación, tres años y algo, pero cada uno en su casa recién ahora nos estamos acomodando.

Igual hay un montón hecho...

Valeria: Y uno no se da cuenta, porque como lo fuiste haciendo no lo dimensionás tanto. Yo me doy cuenta cuando viene gente que estuvo en la toma desde un principio, por ejemplo mis padres cuando vienen se dan cuenta ellos de los avances y ahí es como que tomás conciencia.

Cómo manejan esto de estar todo el tiempo haciendo, generando todo, cómo hacen para sostener ese trabajo de hormiga y a la vez no quedar encerrados en esa, para que los conozcan...

Valeria: Y, es difícil, nos cuesta porque todos somos concientes que no es que tenés tu casita y chau.

Roby: En nuestro caso es levantarse a las 7 todos los días, todos los días, tenemos los bichos, los chanchos, las gallinas, el taller, tenemos que producir para la feria. Porque la plata que entra acá es la que producimos en la feria. Martes, jueves y sábado. Y eso es de lo que vivimos y bueno...

Valeria: Y además tenés que hacerte tiempo para las asambleas, para las jornadas. Por eso no te encerrás. Porque tenemos una asamblea por semana. Nos vamos turnando para ir.

Roby: Hay veces que vamos muchos, hay veces que vamos pocos, pero siempre estamos haciendo algo. Ahora estamos con el tema de la casa de Ariel. Hay que terminar su casa porque se va a venir a vivir y se la queremos dejar cómoda. Él había empezado su casa, pero quedó en silla de ruedas. Y tuvo el accidente… se la queremos terminar porque queremos que vuelva acá. Para que pueda desarrollar una actividad con sus manos. Le estamos preparando un taller, terminando la casa.

Valeria: Igual en todos los casos nos ayudamos. Si bien cada uno encara su casa, nos ayudamos entre todos. No es porque sea Ariel y esté en esa situación. Hay chicas que están solas, que tienen hijos y están solas y todo el mundo planteamos jornada y vamos y se labura en la casa de ellas. El piso acá por ejemplo costó un montón, había que acarrear el material, las máquinas, el agua y toda la historia. Hicimos jornada y vinieron los chicos, todo el grupo.

Hay muchas mujeres?

Valeria: Sí, todas están con chicos. Hay como 30 chicos...

Y la situación de ustedes antes de venir acá, cómo era?

Valeria: Yo estaba del otro lado del río pero no me alcanzó a llegar el agua. No sé cuántos años había pasado cuidando casas y era la de siempre, te metías en un lugar, estabas por unos meses, cuidabas huerta, un montón de cosas y después te ibas. Siempre lo mismo. Yo cuidaba galpones o casas de gente que se va por el invierno. Hay planes de vivienda pero los listados son interminables. Hay chacras… es común. Escuchas en la radio los comunicados: se necesita casero...

Hacia la casa de La Negra

Camilo tiene 5 años. Comprende y practica perfectamente el espíritu comunitario. Me conduce hasta la casa de otra de las compañeras de Tierra y Dignidad. Camilo se conoce todos los laberintos del bosque y dice que no se pierde ni de noche, que no teme a la noche. Él llegó a este lugar cuando tenía un año y medio. Aprendió a dejar los pañales aquí, junto con los niños de su edad. Aprendió a hablar aquí, a jugar, a juntar hongos. Ahora además va a una escuela rural. Le fascinan los cuentos y la vida en comunidad. Es lo que mamó, es lo que le da libertad. Se lo ve libre, se lo ve andando rápido por las picadas, seguido por cachorros mansos e inquietos.

Vamos a una casa más si querés y volvemos?

Camilo: Sí...

Vos que hacés? En el gallinero, ayudás a juntar los huevos?

Camilo: Sí, a veces me hago la rata y no voy...

Qué más hacés? En qué ayudás a tus papis?

Camilo: Y, en trabajar haciendo la casa. Hago casitas de adobe… pero chiquititas, con adobe y también con barro… es refácil. Con todo lo hago, menos con aire.

Y cómo se hace el adobe?

Camilo: Primero es arena, agua, arcilla, pinocha y así es, como una masa se hace, como un experimento, algo así.

Y con eso las casas son refuertes. Calentitas en invierno y fresquitas en verano.

Camilo: Sí, están recopadas así. Y nuestra casa no es solamente de adobe, sino también de árboles. Porque mi papá tiene una motosierra. Sabés lo que es una motosierra? Una motosierra es como una espada y un huevo cuadrado con una manija. No es la espada de pelear, es esa espada de la motosierra que corta. Y también tiene la cadena que si la tocás te corta el dedo. No es que si la tocás te corta el dedo, si la tocás se te enchastra el dedo con aceite pero si tiene aceite la motosierra se rebalsa y también si la cadena con la espada está puesta y justo mi papá prende la motosierra y ponés el dedo te corta el dedo. Te lo corta...

Qué impresión!, por eso vos mirás de lejos...

Camilo: Ahá...

Y ayudás cuando ponen las maderas?

Camilo: Sí también lo ayudo alcanzándole herramientas. Porque mi papá tiene un hilo que yo ato las herramientas en ese hilo, mi papá sube el hilo así y sube las herramientas y mi papá puede trabajar arriba del techo. Y a mí no me dejan subir porque eso es muy peligroso.

A vos te encanta eso...

Camilo: Sííííííí… y lo puedo ir ayudando de abajo.

Y tus amigos también ayudan, no?

Camilo: Sí, cuando estoy en un árbol o en una hamaca, si mi papá me pide ayuda y yo estoy ocupado, les digo a mis amigos que le hagan el favor. Por ejemplo un día que vino Sarita y yo me subí a un árbol y papi me dijo: me hacés un favor? Y yo le dije que no podía, porque estaba ahí arriba. Entonces llamó a Sarita papi y Sarita que estaba en la hamaca podía. Entonces mi papá pudo seguir trabajando. Si uno no puede tiene que llamar a otro que nos ayude. Porque entre dos o tres o cuatro, o cinco, se pueden resolver las cosas. No hay que rezongar al peperucho en vez de ir a buscar gente. No hay que hacer eso, no hay que rezongar, hay que decir por lo menos pucha! Y después salir a buscar gente, así es el tema.

Hay muchas mujeres en esta comunidad, mujeres solas con hijos, mujeres que habían llegado con sus compañeros y que luego siguieron solas porque apostaron al proyecto colectivo. Son las mujeres de Tierra y Dignidad, trabajadoras, sufridas de intentos previos, optimistas, organizadoras, mujeres amorosas, mujeres y sus manos, sus brazos que aprendieron a resolver algunas cosas junto a los hombres.

Cuando uno habla de las mujeres de Tierra y Dignidad piensa en Laura: La Negra, luchadora y con un sentido del humor magnífico e inteligente que surge desde un rostro que mira con ojos de haber pasado muchas. De las mujeres que siempre luchan y siempre quieren y que no bajan los brazos.

Vos estuviste desde el primer día acá…

Laura: No estuve desde el primer día porque Aimé tenía 6 meses. Y en las reuniones cuando decidimos cómo íbamos a hacer la movida decidimos que las madres con niños muy chiquitos no íbamos a venir. Porque era muy peligroso y medio que estaba lloviendo. Era muy peligroso. La toma iba a ser el 16 y teníamos miedo así que se hizo el 17 de octubre. Vinimos con Sol, que es otra compañera, que también tenía una nena de dos semanas o diez días…. Vinimos el día de la madre… imagináte cuando nos vieron llegar con los dos bebés fue re emocionante...

Y sí vine cuando vinimos a conocer el lugar. Viste por ahí por donde está el arroyo, bueno por ahí entramos y bajamos y dije este lugar a mí me gusta. Y después otros se metieron un poco más, yo me quedé ahí. Ese día conocí el lugar y después ya me vine para el día de la madre.

Cómo eligieron este lugar?

Laura: Fue un dato que nos pasaron. Ni idea teníamos de dónde podíamos ir. Yo había ido a otras tomas también, lugar que había medio vacío paraba y miraba, estaba buscando lugar. Yo estaba cuidando la casa de mis viejos, no es que tenía urgencia, pero mis viejos se querían venir. Fuimos a Golondrinas, a otra toma por el Radal, a un par de lugares más fui sola… y acá había como 50 hectáreas, veníamos a meternos todos como fuera.

Ahora hay camino y todo, pero al principio era todo bosque cerrado. Tuvimos que salir a investigar viste. Donde está ahora mi casa lo conocí después, pero no te podías meter por ningún lado. Era bosque cerrado, había que machetear, mucho pino copado mal…donde hay mucho pino el ciprés que queda adentro se muere...

Hay una idea de reforestar, vos tirás 20 pinos por 20 pinos en un pinar y ahí hacés la recuperación. De bosque nativo ahí, sembrás semillas. Mantenés cerrado para que no haya animales que se lo coman. O los chanchos que se escapen y pisoteen.

Vos viniste con tu compañero?

Laura: No, nosotros nos separamos en las primeras reuniones de la toma. Así fue. Él fue a otras reuniones porque estaba yo con su hija. En realidad la idea era buscar un lugar entre los dos y que cada uno se haga su casa. Pero después no funcionó.

Contame cómo fue avanzando todo esto?

Vivimos como 6 meses en carpa y después hicimos la casa, hicimos la parte de arriba y ahí dormíamos en carpa también. Fue groso porque estábamos en un solo lugar. Y ahora mi casa es relejos pero al principio donde pusimos las carpas había que hacer huertas, alambrados, cuando vos ocupás un lugar tenés que hacer mejoras, todo lo que puedas, baños, bueno, poner plantas, frutales, pozo de agua… después hicimos como una cocinita que nos parecía relejos, también porque el miedo que teníamos no te dejaba caminar. No sabíamos dónde estábamos, ni idea teníamos… no queríamos hacer ruido. A la casita de las mamás la hicimos sin clavar, sin hacer ruido, está toda atada con alambres. Después el lugar que elegí para la casa fue medio a las apurada. Empezamos 8 y después fuimos como 10. Necesitábamos intimidad. Estábamos todos juntos con los críos, convivíamos, hacíamos guardias a la noche. Todos hacíamos guardias. Y había ley seca, no podíamos tomar, teníamos que estar bien lúcidos, no daba para que nos encontraran con alcohol. Ocho éramos -recuerda Laura con sus tornados hacia ese recuerdo-; después había otra gente que hicieron el aguante de estar en carpa, que ya tenían sus casas, sus historias y no venían a ocupar. Amigos.

Y cómo fue que empezaron las asambleas…

Los primeros días eran cada media hora más o menos. Era todo decidirlo entre todos, porque para eso copamos todos. Todo lo decidíamos en asamblea y bueno, dijimos parece que esto es una asamblea. Era traer gente, un montón de bártulos y un miedo también… tenía un auto que estaba bueno igual. Teníamos apoyo de un par de amigos que tenían auto y nos traían cosas también. Era reloco la sincronización, porque sin avisarnos cosas caíamos en el momento justo, uno se asomaba por el alambrado y justo caía otro y era todo así, sin quererlo se daba todo sincronizadamente, si lo hubiéramos preparado no hubiera salido tan bien.

Te ponés a marchar y marcha...

Laura: Ahá...

Cómo surge el nombre de la toma...

Laura: No tengo idea, no estuve en esa asamblea. Todos tenemos que tener un lugar donde estar y que ese lugar se corresponda con tus sueños y no con lo que te quieren imponer. No con meterte en un 10 x 10 y te dan chapas y arregláte. Yo quiero mi hectárea, quiero hacer un invernáculo de frutillas y en un 10 x 10 no lo puedo hacer, yo necesito sobrevivir. Sobrevivo como puedo pero dignamente, no me van a imponer vivir al lado del pueblo porque tenés que estar haciendo changa todo el tiempo. Yo aspiro a otra cosa, yo aspiro a producir. A hacerme un lugar. Para toda la vida. La otra vez alguien sacó la cuenta de cuánto hay que laburar para poder comprar una tierra al precio que la están pidiendo hoy y eran como 800 horas por día! Y el día tiene 24 y tenés que descansar un par...

Y cómo hacés para construir la casa?

Lo que no podés sola todos están dispuestos a ayudarte. Acá yo aprendí a pedir ayuda. Me cuesta un montón pedir ayuda pero aprendí a pedir ayuda. Y que también los otros me necesitan.

Vos sos artesana?

Laura: Sí hago telar, telar mapuche… son épocas, la feria es una lotería, hay negocios que te compran también. Yo pasé de estar en una casa con gas, con luz, cerrada a vivir en carpa, a hacer mi casa, todavía no tengo baño… Perdés las comodidades. Cuando estaba en el pueblo tenía que pagarle la luz, el teléfono, bocha de cosas… con esa plata me podía haber hecho la casa… Aprendés muchas cosas. Antes me daba mucha vergüenza hablar… me ponía colorada… también vas recogiendo información, todos los diarios mienten, pero hay que leerlos también. Vamos a hablar a con este diputado o con tal persona y a ver a qué partido pertenece, quién es, tenés que enterarte de un montón de cosas que antes no me importaban, estaba totalmente fuera de la política, no me interesaba. Y ahora tenés que saber dónde estás parado. Ahora me traje un diario y trato de leer y saber qué hace tal, qué hace este otro, mínimamente tenés que saber quién te ataca, quién está en contra tuyo.

Lo de las tierras tiene nombre y apellido...

Sí y acomodan todo, existen leyes y las cambian para donde quieren. Les sirven para eso para que ellos reacomoden sus cosas como les conviene. Ahora quieren municipalizar las tierras fiscales para quedarse ellos con la fortuna. Ellos, su familia y sus amigos.

Crecen los niños...

Valeria: Son terribles. Ahora estamos cada uno en su casa pero esos 7 u 8 meses que estuvimos en carpa comíamos todos juntos, por ahí íbamos rotando y quedaban todos los chicos juntos… todas esas cosas para mí son positivas porque hasta las pautas de conducta no tiene solo las mías, tiene las de la mamá de camilo, de otras… Para ellos es rico. Se salva la fisura de la estructura de la familia. Uno hace una macana y lo retás como si fuera tu hijo. Te hacés cargo.

Cómo fue eso de estar al principio vos sola con tu hija...

Valeria: Yo entré con mi pareja anterior, estuve con él unos meses y después no se la bancó y se fue. No enganchó esa onda comunitaria, no era su proyecto de vida. Sí era mi proyecto de vida y me iba a quedar. Yo estaba rebién y me pareció justo que el chabón se abriera porque estaba sufriendo. No se llevaba con la historia, no se llevaba con el grupo, estaba mal. Decidió irse y yo le dije que no, que yo estaba bien acá. Fue medio loco, porque cuando yo había entrado venía con otro proyecto. Tenía un trabajo en una organización y después se frustró. Yo vine y dije apoyo la movida porque está buena pero no pensé que me iba a venir. Pero ahí nomás vine y al otro día me vine en carpa. Si vas a apoyar la única forma de apoyar es que estés. Si no, no tenía sentido. Fue una decisión así. Me vine con Malén y empecé a construir primero mi casa. Por eso también tardamos en construir el taller, porque yo empecé a construir mi casa y llegué a vivir en esa casita pero la desarmamos, acá están las partes. Mi casa está acá arriba. Y bueno con Roly hicimos un proyecto de vida.

Es notable eso, que se pueden proyectar. Se ve una estabilidad que se sostiene con el proyecto...

Valeria: Acá es o querés esto o te vas a la mierda porque no te la bancás. Se ha ido mucha gente. Y tu pareja tiene que sentir lo mismo que vos sino no te lo bancás. Imagináte que carpa, que reuniones… o lo querés o te vas, porque no te da para caretearla. Hubo gente que vino por el proyecto, con entusiasmo, pero no era, no te lo bancás. Y tiene que ser la pareja sino no te lo bancás.

Por un lado son grupos estables familiares pero por el otro no están con el mambo de la estructura familiar, sino que hay todo un giro comunitario que sostiene y salva el grupo familiar.

Valeria: Yo cuando estaba con Malén sola ya estaba criando animales, gallinas y Roly venía conmigo a todos lados. No me sacaba de mi lugar. Y el tema de producción es importante, es una de las bases. Si querés una casa nomás con un pedacito de tierra alcanza y sobra. Pero desde el principio fue otra idea, tenemos la tierra, hacemos una casita o qué. La tierra es para producir. La plata entra de la feria, pero en los meses que está floja la feria nosotros comemos chanchos, comemos chorizo, lo que producimos. Nos vamos juntando con gente que tiene más experiencia y lo vamos haciendo. Lo importante es hacerlo porque eso es lo que te da seguridad. Igual que con los animales y eso, lo vamos haciendo. La cerveza la hicimos unos cuantos, chanchos tenemos unos cuantos… todos producimos.

La sensación

Tierra y Dignidad se va haciendo con esfuerzo, con el espíritu amoroso de estas compañeras y compañeros que trabajan con tenacidad y sin descanso, por ellos, por sus hijos, por todos. Es difícil, es cierto eso. Pero hay un encuentro coherente en cada uno consigo mismo que les da fortaleza y firmeza para seguir la construcción cotidiana. Tengo que seguir mi camino rumbo a las comunidades Mapuches de Chubut en esta mañana lluviosa. Fernando pone en marcha su auto y me lleva hasta el pueblo y desde el pueblo hasta la pasarela que hay sobre un tramo del Río Dulce, en la comarca de Lago Puelo. Otra historia de robo y mercantilización de las tierras maquillada con el nombre de "reservas nacionales". Otra mentira del gobierno negociador con empresas extranjeras. Distan unos 100 metros hasta llegar a la comunidad mapuche de los Cárdenas. Me despido con un abrazo ya nostálgico. Y en él recuerdo agradecida a todos y todas quienes conversaron y compartieron conmigo su lugar, su tiempo, su actividad. Caminando por este puentecito de metal pienso que esta distancia que atravieso no tiene sentido, no es real. La comunidad que me espera ahora también es el lugar de la lucha por la propiedad comunitaria, por la autodeterminación, por vivir y dejar vivir y decididamente por seguir adelante desde la solidaridad, el respeto por la tierra, la unidad y la verdadera dignidad. Llego al fin y, otra vez, me reciben los niños de la comunidad, con su carita iluminada por la timidez y la sorpresa: Santiago y Anita, que me conducen hasta la casa de Liliana, hija de Fernando Cárdenas. Vuelvo a respirar y exhalo otro agradecimiento a Tierra y Dignidad, que no será el último.


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario: (no más de 500 palabras please)
Firma:
E-Mail:
¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®