Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado

Cuando le preguntaron a Pablo el porqué de sus actos, solo pensó en contar su historia por el principio. Le parecía que era la forma mas adecuada de comenzar una explicación sensata, pero estaba detenido en una comisaría de barrio, donde no tenían, ni el tiempo, ni la paciencia para escucharlo, y la historia de Pablo era larga, le dijeron que no, pero igual empezó por el principio, tuvo suerte, le tocó un agente que tenia tendencia a escuchar.

Pablo es grandote pero actúa como si fuera pequeño, es torpe, intenta, sin conseguirlo nunca, pasar por lugares por donde no entra, o no cabe.

Es tranquilo, pero tiene en la mirada unos ojos decididos, de gente que sabe lo que quiere, o que al menos lo aparenta.

A primera vista parece un bonachón, de esos que se pueden manipular con facilidad. Si ustedes pudieran ver a Pablo pensarían lo mismo.

La mayoría de nosotros no advierte de inmediato la importancia que conlleva lo que los otros ven de uno, mas allá de la esencia de nuestro ser, las apariencias siempre engañan, la verdad no importa cuando las apariencias afirman lo que no es.

En términos de importancia, Pablo es escritor, se dedica a recopilar hechos que después escribe en forma de crónicas para algunos periódicos de dudosa ideología, escudado bajo un cobarde seudónimo. Para sí mismo reescribe esos hechos en forma de cuentos con su propio nombre y apellido, esperando que alguna vez, terminen de gustarle.

La última historia que Pablo estaba investigando era la de un hombre calvo de más de cuarenta años que fue capturado por la policía mientras intentaba robar un maxikiosco.

Después, el tipo dijo que lo había hecho para pagarle a la sicóloga porque le debía plata y quería continuar con el tratamiento. Al principio no le creyeron, pero después averiguaron que era cierto. El pobre pelado estaba haciendo terapia con una profesional a la que ya le adeudaba tres sesiones, ella le dijo a las autoridades que el malogrado asaltante estaba mostrando, antes del intento de robo, claras señales de mejoría y que definitivamente había tomado una decisión apresurada.

El hombre quería seguir el tratamiento pero no tenía trabajo para costearlo y estaba visiblemente arrepentido de sus actos, entonces le propusieron cambiar por un psicólogo público, pero el tipo no quiso cambiar de profesional. La psicóloga que lo estaba tratando antes se negaba a seguir trabajando gratis. Salidas inmediatas al problema no había.

Pablo siguió el caso hasta que llegó a tribunales, el juez que se hizo cargo de la causa advirtió en seguida que el tipo tenia verdadera voluntad de cambio y dispuso una probation que consistía en que el tipo siga el tratamiento con la misma terapeuta hasta que considerara darlo de alta, el mismo juez se encargó de pagar las sesiones atrasadas y las futuras, después terminó casándose con la psicóloga, pero esa es otra historia.

El calvo se recuperó más o menos y formó otra familia disfuncional que fue noticia cuando nacieron en su seno ocho hijos siameses, pero esa también es otra historia.

Libertad a Seguro


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Es en este pedazo de tierra húmeda donde voy al almacén a comprar el sustento con mi sustento y es ahí donde los ojos negros detrás de los lentes me dicen, quieren decirme, necesitan imperiosamente decirme que ya no hay, que no habrá, que lo que queda es inalcanzable, que ya no va a ser suficiente, ni la moneda ni el papel, ni a mi ni a nadie, porque está yéndose todo a la mierda y eso es lo que vamos a terminar comiendo.

Hay un brillo de satisfacción en esos ojos que asusta. En la puerta del sucio local hay un cartel que enumera los productos que escasean, abajo y en mayúsculas, a modo de rubrica: GRACIAS A CRISTINA.

Una canción, digo, es una canción, y vuelvo a mi casa cantando con la boca cerrada. Cocino en silencio, el hijo que me tocó tener me pregunta que comemos, mierda, le digo, y me arrepiento.

Delfina Contreras

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