Conflicto del Campo: Colaboración

Hoy no son piqueteros los que cortan la ruta, son "ruralistas", "productores agropecuarios"… ¿por qué algunos tienen nombre y profesión y otros no? Simplemente por la misma razón por la que "Clarín" tituló en su momento: "La crisis causó dos nuevas muertes" y no: "Asesinan a Darío Santillán y a Maximiliano Kosteki". Estas son algunas de las preguntas que Javier Bonatti se hace y que podés leer a solo un clic de distancia.

Polarización

por Javier Bonatti

Polaricemos para que todo resulte más sencillo.
La libertad de elección… somos libres de elegir, sí,
entre solo dos opciones.

Escucho al Sr. Lousteau y presto atención, tomo algunas perlitas de lo que dijo y me digo… ¿me estaré volviendo peronista? Habla de los peligros que corre la tierra a causa de los monocultivos y a la falta de rotación de la tierra; habla de la concentración de tierras en pocas manos…

Segundos, minutos o quizás horas después surge la pregunta que responde negativa y hasta violentamente contra aquella otra:

¿Recién hoy es que el gobierno sabe que la soja mata-tierra-verde-hombre-mundo? ¿Recién nos enteramos (luego de más de 100 años) de que la tierra está concentrada en pocas manos?

De todos modos asiento, aunque me duela, aunque me cueste, asiento y le doy la razón (qué difícil que es escribir esto) a nuestro Ministro de Economía. Me digo: si bien hace años que, desde la clandestinidad (claro), muchísimas personas hablan de la muerte de la tierra a causa del monocultivo y a la falta de rotación de los cultivos; digo que si bien sé que esto se sabe y desde hace mucho tiempo, también sé que es NECESARIO que ese conocimiento periférico, ese contra-discurso, esa contra-opinión (avalada por pruebas más que contundentes) comience de una vez por todas (aunque tarde) a penetrar el discurso oficial, a mezclarse con el discurso de esa esfera pública oficial que tan lejos de nuestras voces y discursos encontramos a veces.

Pero finalmente todo se reduce a esto: económicamente parada (o sentada, o acostada) como está Argentina, el triste sostén de esa economía (concebida como la concibe "el gobierno" y "el campo") no parece tener más de dos sílabas y cuatro letras: soja. Porque, preguntémonos: ¿existe una política, desde las altas esferas del gobierno, que impulse a la rotación de los cultivos; que apueste a la gestación de nuevos cultivos que deriven en nuevos productos para el consumo de los habitantes del país; que piense, en síntesis, en otra cosa que nada tenga que ver con la voluminosa y patética frase: "El Granero del Mundo", y que sí tenga que ver con una política de fomento al pequeño productor, a ese que tiene una huerta (a ellos, que son muchísimos) y que no le interesa vender al mundo, que le interesa sobrevivir e intercambiar sus cultivos con el vecino de al lado, o con algún cosechador de un pueblo… hasta de una provincia vecina, hasta de un país vecino?.

Pero si no entendemos que seguir hablando de "El Granero del Mundo" lo único que hace es afirmar un modelo dominado por gigantescos terratenientes y fabulosas empresas de exportación, todo lo que se siga diciendo caerá nuevamente afuera de la ruta del discurso y del hacer. De nada sirve hablar de rotación de cultivos ni de campos sojeros que ocupan la mitad de las tierras del país para alimentar al ganado europeo… ¿Esa es la idea de "El Granero del Mundo"? ¿Alimentar el ganado que luego, cuando se hayan acabado las vacas en la Argentina, llegará al país en forma de "bife importado" o "corte francés?

Corte francés

El señor Adrover, de la Federación Agraria, nos dice que hay que distinguir los cortes (de ruta, claro) violentos de los no violentos (en referencia a lo que eran los cortes piqueteros de la Argentina post 2001 y los actuales, los "cortes agrarios"). Un colega de la radio le replica con una pregunta: "¿no es violento desabastecer a la población de los alimentos básicos?".

… Eh…

… bueno…

… eh…

Claro, ¿qué respuestas a eso? ¿Qué pasa con quien vive al día y hoy se encuentra con el litro de aceite arriba de los $7 y con las góndolas vacías de lácteos y las carnicerías con carteles que dicen: NO HAY CARNE? Porque el que vive el día a día no pudo ni puede hacer acopio, comprar a principio de mes un bolsón de comida que le permita llegar al día 30 o 31 sin mayores preocupaciones. No, no puede. Tampoco puede ir a la ruta a chupar con la lengua la leche que tiran al asfalto, ni compartir un asado en una Toyota Hilux, ni comerse el tomate podrido que se achicharra bajo un borsego de cuero.

NO PUEDE. Aunque estemos en "El Granero del Mundo", no puede.

Hubo un discurso que enojó mucho al "campo". Fue el que pronunció Cristina Fernández el 27 de marzo, en el que habló de "piquete de la abundancia", entre otras muchas cosas (o la misma, pero durante 40 minutos). Eso enojó mucho a quienes llevan 20 días están tirando alimentos al pavimento. Pero fuera de eso, la Sra. Fernández, desestimó (desde "el peronismo") lo que ella llamó "lucha de clases". Supongo que, con eso, queriendo aunar a todos los habitantes del suelo argentino bajo un mismo manto de… ¿qué?

Ahora pregunto: si esto que sucede no es otra clara demostración de que vivimos la más cruel lucha de clases, con gente muriendo de desnutrición en el noroeste del país y con gente que tira comida en las zonas litoraleñas… ¿cómo llamarle a eso?

Otro ejemplo de lo mismo: ¿cómo es que el diario "La Nación" llama a quienes cortan la ruta "ruralistas" y no "piqueteros? Sistemáticamente y desde que llegaron firmemente a molestar a algunos intereses importantes (a partir de 2001, sobre todo), los piqueteros fueron tratados (destratados) por "La Nación" como "delincuentes", "vándalos", "criminales" y un sinnúmero de adjetivos (des)calificativos que clamaban por una rápida acción policial y/o militar hacia el grupo en cuestión.

Hoy no son piqueteros los que cortan la ruta, son "ruralistas", "productores agropecuarios"… ¿por qué algunos tienen nombre y profesión y otros no?

Simplemente por la misma razón por la que "Clarín" tituló en su momento: "La crisis causó dos nuevas muertes" y no: "Asesinan a Darío Santillán y a Maximiliano Kosteki". No hay nombre, no hay profesión, no hay identidad… hay NADA, y ante la nada lo peor: delincuentes con palos y la cara tapada, criminales, vándalos.

Pero ahora el caso es completamente diferente: quienes cortan la ruta son propietarios, tienen nombre, tienen tierras, tienen "clase".

Dicotomías

Diálogo sí, diálogo no.

Retenciones sí, retenciones no.

Volvemos al 10 de marzo, no volvemos de 10 marzo.

Animémonos a salir de la dicotomía. Rompámosla y tratemos de pensar un segundo en que no existen solo dos opciones y, lo más importante, tratemos de mantenernos informados por fuera de los grandes medios. Charlemos entre nosotros, pero hablemos de lo que realmente pensamos, no repitamos como loro lo que vemos y escuchamos o leemos.

Seamos claros:

  • ¿podemos estar de acuerdo con que se tiren toneladas de frutas, verduras, carnes, pollos en lugar de entregarlos en forma de gratuita a instituciones, ONGs, vecinales, vecinos?
  • ¿podemos estar de acuerdo con que nuestra presidenta, manteniendo su postura de no-represión (la cual avalo hasta las últimas consecuencias) envíe a su patético ejército civil con D´Elia a la cabeza para desalojar la Plaza de Mayo en Buenos Aires? Porque seamos claros: así como la manifestación a favor del campo del 27 de marzo puede no haber sido del todo espontánea, como reacción al discurso de Cristina Fernández, menos espontánea fue la "contra-marcha piquetera", que apareció en Plaza de Mayo unas horas después de la concentración de las cacerolas.
  • ¿podemos estar de acuerdo con el enriquecimiento desmedido de los grandes grupos de terratenientes y exportadores, que en un gran porcentaje obtuvieron sus tierras luego de la inefable "Conquista del Desierto" roquista, donde se exterminaron poblaciones nativas de toda la Patagonia argentina?
  • ¿podemos (y fundamentalmente, ¿queremos?) seguir hablando de "El granero del mundo", cuando por alimentar ganado extranjero, el país se queda de a poco sin tierras aptas para ningún cultivo ni cría de ganado?

Finalmente, el cambio es de fondo.

Ni con el campo, ni sin el campo.

Lo que sé es que, bajo estas condiciones, no estoy con el campo ni con este gobierno, que mantiene una estructura económica que pareciera inamovible porque, recordemos, las retenciones no son más que un impuesto.

No existe una política que incluya en su agenda la revisión de las fabulosas concentraciones de tierras (de las que el gobierno tiene pleno conocimiento, según los discursos de Cristina Fernández y compañía); ni que suponga un incentivo a la rotación de cultivos o a la gestación de nuevas siembras; ni que impulse una paulatina campaña de des-sojización del territorio nacional, conociendo (como conocen tanto el Ministro Lousteau como Cristina Fernández) los inminentes peligros que el monocultivo intensivo genera en la tierra.

Así como estos peligros comenzaron a penetrar el discurso oficial y a utilizarse como bandera a favor del mantenimiento de las retenciones a los grandes terratenientes sojeros, esperemos que comiencen, también, a calar los cimientos de un sistema económico, social y político, que continúa haciendo de la lucha de clases su alimento diario.


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