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En el tren "C" de la victoria

Por Enzo Vicentín

     Ya estoy más que cansado de vivir hablando desde el lugar de los dominados. Siempre lo mismo, viejo. En los movimientos sociales, en el laburo, en la vida misma, incluso...en el fútbol. Hoy quiero cambiar, me pongo otra camiseta, me visto por un ratito, me pongo la de Colón. Porque hoy los santafesinos colonistas asistimos tal vez al momento de inflexión en la historia de nuestro club, a una posible transición desde el "equipo chico" al "candidato", y por eso esta vez escribo desde el enfoque de un posible futuro dominador en el fútbol argentino. ¡Guarda!, porque si el crecimiento de Colón se concreta, voy a llamar a abandonar el juego ofensivo y a traerlo a Bilardo o Trapattoni para que hagan el cattenacio defensivo, porque lógicamente cuando el poder se consigue uno se vuelve un conservador, en todos los frentes. Es más, tal vez deje el Mango del Hacha y me vaya a escribir al Litoral.

     Digno de este espacio mangohachista sería escribir sobre el sufrido Unión que la pelea con monedas, pero...esta vez estamos del lado del capital, del que tiene la plata y cada vez anda mejor: Colón. Y que se le va a hacer.
El fanatismo es inocultable, así que aviso (por si no se dieron cuenta de todas las que hice antes) que esta nota es deliberadamente intencionada, casi grotescamente tendenciosa y evidentemente nada objetiva. Igual que las anteriores, pero hiperbolizada. Hablando de eso, qué hipérbole tiene la pegada de Giovanny Hernández. Bueno, no era hipérbole sino parábola, ¡¡pero a mi me gusta exagerar!! La pierna derecha de ese colombiano dibuja, tiene magia. Contra Racing mostró dos o tres veces cómo se apilan rivales y se generan espacios en el ataque. Cuando se dice que es un jugador distinto, cosa que es cierta, es porque rompe el desarrollo normal del partido, cambia el ritmo, altera el orden del equipo rival. Y hoy estando el fútbol tan racionalizado (Weber - siempre lo copio) como deporte, en donde se corre tanto que los espacios son cada vez más reducidos para decidir, por eso decía que hoy tener un jugador como Giovanny es un lujo. Así también le costó al club (1.200.000 US$ más el préstamo del "fronterizo" Leo Diaz), pero era hora que José Vignatti, presidente del club hace 11 años, ¡¡rompa el chanchito!!

     Era hora realmente de que los dirigentes se dejen de marrar con las incorporaciones: Morales Santos, el "topo" Gigena, por Dios, ¡no más de esos! Se ve que este año repuntaron, por lo menos con lo de Giovanny Hernández. Pero sigamos viendo los nuevos jugadores del equipo, al estilo "bajo la lupa". Adrián González, defensor. Un pragmático de la defensa. Una mente que asocia idea y movimiento instantáneamente. Claro, solo tiene un par de ideas-conceptos sobre el rol del defensor, y por ende, solo realiza un par de movimientos para rechazar la pelota. Lo que se dice un autómata "de pocas pulgas" que no se pone colorado al reventarla para arriba. Yo, como seguidor y fan de Alcides Victorio Piccoli, a esta altura totémico central derecho de Colón, pienso que González no le hace sombra a "la muralla" sabalera que lleva en la espalda el 6, pero bueno, mientras no desentone como Horacio Guarany en la cuarta canción de su recital, está todo bien. Otro refuerzo: Iván Moreno y Fabianesi. Este sabe más con la pelota, tiene versatilidad, y es complicado encasillarlo en un lugar fijo de la cancha. Esto es un arma de doble filo: puede sorprender por su movilidad y transformar al mediocampo (junto con el Príncipe colombiano) en una máquina de generar juego; pero si sus compañeros no entienden lo que hace o si el mismo no entiende lo que hace (un caso grave de amnesia futbolística, que suele pasar) entonces el mediocampo de Colón va a hacer agua. Además, si Capurro (el otro 5 de Colón) sigue tirando caños para que la hinchada lo aplauda igual que a Giovanny, va a tener que ser Moreno por un lado y Fabianesi por el otro, multiplicarse para cubrir a Capurrito que es un buen pibe, pero le falta una horneada.

     No voy a profundizar mucho más en los refuerzos porque ya se habló de cómo juegan...además no tengo ganas. Someras notas sobre ellos entonces. Héctor González, venezolano, juega de 8. Cuando lo vi precalentando para entrar contra Racing estaba un poco triste. La falta motivación. Yo, que estaba a 50 metros de él, se lo vi en los ojos. La dirigencia debe poner a Catherine Fulop alentándolo en la platea baja (preferentemente de espalda a la cancha) así se motiva. El último: Jair Benítez, colombiano, juega de lateral-volante por la izquierda. Su juego es indescriptible.....nunca lo vi. Y no más palabras porque no hay más incorporaciones.

     No, porque lo del "Bichi" Esteban Fuertes no es un refuerzo, es la substanciación de su espíritu que nunca abandonó el Barrio Centenario. Sí, porque los dualistas tenían razón (y si no la tenían por lo menos me ayudan a que esta nota sea más larga), porque está el cuerpo y está el alma, y el alma del Bichi no se fue de Colón mientras su cuerpo divagaba por la vida haciendo goles sin disfrutarlos. Y estoy dispuesto a recibir críticas de los monistas, que seguro deben ser de River o del Lens francés, que me dirán que el alma del Bichi estuvo en sus clubes junto con su cuerpo, porque ambos son uno. Miren lectores, esta discusión no es "filosofía barata y zapatos de goma" (Rodrigo - Q.E.P.D), pero dará para otra nota que obviamente no es esta, porque esta nota es esta y la otra, la otra, y no son una sola, por lo menos así lo veo yo (Guillermo Nimo - pseudoperiodista). Cierro sintéticamente con una cita de un libro muy famoso, un best-seller comparable a los de Ágata Chirstie, que decía: "el verbo se hizo carne"; el verbo "hacer goles" (un verbo raro) se encarna en la camiseta 20 del último gran ídolo de la hinchada de Colón.

     Utilizando categorías analíticas de Pierre Bourdieu, podría decirse que Colón tiene hoy un indudable capital económico (finanzas ordenadas, jugadores cotizados) al que debería agregar mayor capital simbólico del que ya consiguió (es decir, de ser una sorpresa debe pasar a ser un candidato; figurar en los medios de Buenos Aires, etc.) y eso repercutiría en un aumento del capital de fuerza física (no hablo de tirar piedras y bombas sino convertirse en un equipo respetable, al que los equipos rivales y los árbitros la tengan respeto y algo de temor; eso obviamente si se conquista el suficiente capital simbólico de "fama" que se necesita). Este aumento de sus capitales podría llevar al club de Barrio Centenario a mejorar su posición en la distribución del poder en el fútbol y, por qué no, pasar de dominado a dominador en el "campo" (categoría analítica) del fútbol argentino, que no es solo superioridad en el campo de juego.

     Ese es un desarrollo posible en el futuro de Colón, una dinámica que sonaba (o todavía suena) algo irreal pero que hoy entra en la contingencia de la acción sabalera, en el horizonte de expectativas de su realidad actual. Obviamente dependerá de Colón el transformar una suma de acciones positivas en un resultado igualmente positivo, ya que bien podrían esas mismas acciones formar un fracaso, como la "jaula de hierro" del capitalismo (Weber - otra vez), resultado irracional de un montón de acciones racionales. Sin dejar de tener en cuenta que el "actor Colón" no actúa solo en el campo del fútbol, sino que hay muchos más actores que pueden "bloquear" el desarrollo sabalero, y no me refiero precisamente a los clubes que le ganen adentro de la cancha, sino a las cadenas de televisión, a los empresarios-representantes de jugadores, a la Asociación del Fútbol Argentino, que son los que, asociados entre ellos, mueven a los árbitros, a la prensa, y por lo tanto a mucha "opinión pública" en el fútbol. Resumiendo, Colón puede hoy moverse hacia un espacio de poder en el fútbol argentino, pero no puede solo, para eso necesita el pulgar levantado de otros actores, y eso es difícil.

     El presente de Colón es hoy auspicioso. Hoy me subo al carro de la victoria, acá si que está todo bien, y vamos para adelante que sobra entusiasmo. En la próxima revista volveré a escribir como dominado que soy...tal vez escriba sobre Unión (fue una broma). Un toco y me voy a la escalera del poder es un gusto que me quería dar. Y como hincha de Colón este era el momento.

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