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La gestación del abominable
El surgimiento del FMI en el laboratorio global

Por Daniela Pierotti

     Remontarse al surgimiento del FMI nos lleva 40 o 50 años atrás, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, digamos al surgimiento explícito del Neoliberalismo. En aquella época era difícil imaginarse que la mayoría mundial apoyaría las ideas del mercado como regulador y determinante de las políticas que regirían a las sociedades en todo el mundo. Se hablaba por entonces, en casi todos los países, al menos los occidentales, en términos de grupos representativos como los keynesianos, socialdemócratas, socialcristiano demócratas, o de algunas variantes del marxismo. Sin embargo, sobre todo entre los jóvenes de la época, tanto el FMI como el Banco Mundial eran vistos como instituciones progresistas. Se los llamaba "los gemelos de Keynes" ya que habían sido un engendro mental de éste y de Harry Dexter White, consejero de Franklin Roosevelt. El FMI y el BM fueron creados en julio de 1944, en Bretton Woods, New Hampshire, en Estados Unidos. En la reunión estuvieron presentes delegados de 44 naciones y, luego de varias negociaciones, dos años después, en mayo de 1946, con 38 miembros entonces, el FMI comenzó a funcionar, con sede en Washington. El FMI y el Banco Mundial fueron creados simultáneamente con el fin de ayudar a prevenir futuros conflictos, apoyando la construcción y el desarrollo y resolver problemas temporales en las balanzas de pago. La carta constitucional del FMI, de derechos y obligaciones, lo desentendía de ejercer algún tipo de control sobre las decisiones económicas de los gobiernos individuales, tampoco tenía licencia para intervenir en las políticas nacionales. Funcionaba como su nombre lo dice: como un fondo, un respaldo para sus miembros, no una estrategia de control de algunos países sobre otros.

     La caída del dólar en 1934, la caída del patrón oro, la incertidumbre sobre el valor del dinero, en el contexto de la Gran Depresión, a la par de la desvalorización competitiva del dinero y del aumento de las exportaciones, fueron los síntomas que se tomaron para justificar su fundación. En la post guerra había que reactivar y reponer el movimiento del comercio mundial. Estados Unidos logra dar un gran paso en este sentido a través del plan Marshall, restableciendo así relaciones comerciales con Europa. La época estuvo marcada por el desarrollo de un período de desconolización, obtenida en algunos casos con acuerdos (India) y en otros con lucha armada (Kenya y Vietnam). Los más optimistas sostenían que la idea central dentro de las naciones de post guerra consistía en que un sistema económico no dictaría las leyes de la sociedad, asegurando así la primacía de la sociedad sobre el sistema y no la inversa. Sin embargo el engendro del neoliberalismo poco tardó en lograr un convencimiento masivo de su teoría, exactamente opuesta a esa idea: su doctrina conduciría a la destrucción de la sociedad al servicio del sistema. ¿Cómo fue posible que el neoliberalismo emergiera desde un sector ultraminoritario y silencioso a regir las políticas y economías mundiales? Algunos acusan a la debilidad de la izquierda aún en un contexto propicio para instalarse definitivamente en la historia de la humanidad. Hay otra teoría, que parece más de ficción pero absolutamente real, que explica cómo se amamantó al monstruo hasta hacerlo salir a la superficie. Desde la Universidad de Chicago, el filósofo y economista Friedich von Hayek y sus estudiantes, entre ellos Milton Friedman, los neoliberales y sus patrocinadores crearon una enorme red de fundaciones, institutos, centros de investigación, publicaciones, académicos, escritores especializados en relaciones públicas, y se concentraron en desarrollar, empaquetar y promover sus ideas y doctrinas. Construyeron este cuadro ideológico y se basaron en el concepto de hegemonía popular (de Antonio Gramsci, Marxista), es decir, aquello de que si usted puede ocupar la cabeza de la gente, sus corazones y sus manos les seguirán. Los medios de comunicación tuvieron un rol preponderante en la aceptación de esta ideología y del anclaje y sostenimiento del modelo en la sociedad. No hay ninguna novedad en esto, nos hemos acostumbrado en los últimos 20 o 30 años a asumir este rol de la mayoría de los medios masivos de comunicación, pero el énfasis aquí está puesto en algo más (que tampoco los asombrará). El trabajo ideológico y promocional fue impresionante, se gastaron cientos de millones de dólares que "justifican cada centavo invertido, ya que lograron hacer creer que el neoliberalismo es la condición natural, normal de la humanidad", en palabras de Susan George en su Conferencia "Veinte años de economía de elite" de marzo de 1999 en Bangkok. Un lavado de cerebro a escala mundial, puede decirse, aunque, repito, suene ficticio. Es importante comprender esto, porque esta doctrina se originó como un experimento bajo el cual estamos forzados a vivir. Es una construcción totalmente artificial, no una fuerza natural, y del mismo modo fueron creadas sus instituciones.

     La Inglaterra de Margaret Tatcher, llegada al poder en 1979, muestra el funcionamiento y los objetivos de esta doctrina a la perfección. Ella, como social darwinista que era, como idea central de su doctrina estableció la noción de competencia, entre naciones, regiones, empresas, individuos, los aptos por supuesto, los no aptos quedaban afuera, aunque la competencia de los aptos beneficiaba a todos (aunque la historia demuestre que no es así). Esto se contradice con los entes avalados por el neoliberalismo, las corporaciones transnacionales, para las que el principio de competencia se aplica poco, ya que prefieren aplicar el capitalismo de alianza. Como dato, los dos tercios del dinero etiquetado como "inversión extranjera directa" está dedicado a fusiones y adquisiciones que resultan en pérdida de empleo. La competencia en el neoliberalismo se entiende porque implica que el sector público debe ser totalmente reducido, las privatizaciones son una de las mayores transformaciones económicas de los últimos 20 años. Esta tendencia comenzó precisamente en Gran Bretaña y se extendió a todo el mundo. Los países capitalistas que todavía tienen servicios públicos los tienen porque en realidad son "monopolios naturales", es decir que el tamaño mínimo para garantizar la eficiencia económica máxima iguala al tamaño real del mercado. Es decir, "una compañía debe tener cierto tamaño para realizar economías de escala y proveer los mejores servicios posibles a bajo costo". Las grandes inversiones del servicio público, en su comienzo, no alientan a la competencia. Por eso el neoliberalismo no lo defiende y lo cataloga de ineficiente. Entonces se recurre a la privatización de estos monopolios naturales, y sus nuevos propietarios imponen precios remunerándose a sí mismos, cayendo en la famosa "falla estructural del mercado", que consiste en que los precios son más caros de lo que deberían ser y el servicio no siempre es eficiente. La privatización también fue inventada en Inglaterra para quebrar el poder de los sindicatos, ya que eran más fuertes en el sector público. Los gerentes de las nuevas privatizadas cuatriplicaron sus ganancias a expensas de mayor desempleo público y estancamiento del privado existente, a través de la transferencia de riqueza desde el sector público a las manos privadas, eso lo sabemos, lo vemos. El socio intelectual para la creación de la ideología privatizadora fue el Instituto Adam Smith de Inglaterra, sus expertos, que fueron utilizados por el BM para propagar la doctrina. Hacia 1991 el BM había hecho 114 préstamos para acelerar el proceso y anualmente reporta listas de cientos de privatizaciones realizadas en los países deudores. Los grandes inversionistas, minoritarios, se quedan con el producto del trabajo de años de la mayoría.

     La desigualdad como requisito para que el modelo funcione se expresa a escala nacional también en la norteamérica de los 80. Se remunera al capitalismo en detrimento del trabajo, trasladando el dinero desde el fondo de la sociedad hasta la cumbre, o el enriquecimiento de los más ricos y el empobrecimiento de los más pobres. Por ejemplo, la política de Reagan cambió la distribución del ingreso en Estados Unidos entre 1977 y 1988. El 10% de las familias aumentó sus ingresos un 16%, de estos el 5% superior aumentó sus ingresos un 23% y el 1% de estos los aumentó en un 50%. En cuanto a los más pobres, el 80% perdió algo y cuanto más abajo más perdió hasta tener diferencias del tipo de que el 1% de los más ricos ganaba 65 veces más que el 10% más pobre, una década después esta diferencia se agrandó a 115 veces. Esta es otra faceta del modelo, la tendencia respecto del crecimiento de la desigualdad. Si el ingreso es redistribuido al 80% inferior de la sociedad, este será usado para el consumo y como consecuencia se favorece el empleo. Si sucede lo contrario, la riqueza se desplaza hacia las bolsas internacionales. A escala mundial, esto es en el ámbito internacional, los neoliberales han concentrado todos sus esfuerzos en: el libre comercio de bienes y servicio, la libre circulación de capital y la libertad de inversión. En los últimos 20 años el FMI se ha fortalecido enormemente. Gracias a la crisis de la deuda y al mecanismo de condicionalidad, ha pasado a ser de un apoyo a la balanza de pagos a dictador universal de las políticas económicas llamadas "sólidas", es decir, neoliberales. Actualmente 184 países adhieren a la carta constitucional del FMI. No participan Cuba, República Checa, República Eslovaca, Indonesia, Polonia y sus principales funciones son:

     1) Reguladora: guardián o vigilante del comportamiento monetario internacional

     2) Crediticia: asistencia financiera a sus países miembros

     3) Consultiva: asesoramiento y asistencia técnica, discusión de problemas monetarios

     El objetivo es contribuir al mejoramiento económico mundial financiando con préstamos en caso de déficits y asegurando altos niveles de empleo. Si le parece un chiste, puede constatarlo en el artículo 1 de la carta de constitución, le recuerdo que fue escrita hace mucho, y ha sido constantemente readaptada, hoy puede sonar opuesta a la inicial. No hace falta aclarar que el común denominador de estas instituciones, a la que debe sumarse la OMC fundada en 1995, es su falta de transparencia y de control democrático. Vayamos pues a los hechos, la distante realidad deja claramente expuesto que la función del FMI es exactamente todo lo contrario a lo escrito, que su función es el monitoreo de las economías nacionales, que quien recurre a su apoyo se somete a su control, por eso ningún país desarrollado recurre a su apoyo. Que desde el punto de vista técnico el FMI es campeón en previsiones "equivocadas" y recomendaciones desastrosas, que sus metas son inflacionarias, sus intromisiones agregan a la economía de un país los desequilibrios financieros del sistema internacional, y que cuanto mayor ha sido el apoyo del FMI a un país en crisis, mayor ha sido el período de crisis de ese país. Como prueba basta tomar un caso, uno ejemplificador, ese que estamos pensando, el nuestro.

     Argentina pasa a tomar parte de este acuerdo en 1956, durante la dictadura de Aramburu y Rojas. El 19 de abril de ese año comienzan las gestiones con el FMI y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y, finalmente, se hace miembro por el Decreto Nº 7103 de noviembre de ese año. El pie en la trampa estaba puesto. Como resultado: el endeudamiento. Como condición para aliviar los problemas económicos y sociales que este acarrea: los consejos del FMI, a saber: despido de los empleados públicos, demoras y postergaciones de obras públicas, aumento de tarifas de transporte, despido del personal ferroviario y eliminación de ramales, aumento de tarifas eléctricas, nuevos impuestos, congelamiento de salarios, liberación del valor dólar, recesión, desnacionalización de empresas locales, monopolización, ajuste a expensas de los más pobres, recorte del gasto público, alzas en las tasas de interés y todos los etcéteras que devienen en vaciamiento y en un enorme costo social. Desde la dictadura de Videla, 1976, hasta la de Bignone, 1982, la deuda externa pasó de los 10000 millones de dólares a superar los 40000, cada argentino debía a un banquero extranjero 1500 dólares, debido principalmente a la compra de armamento destinado a montar el aparato represor que se montó y a la estatización de la deuda privada. Posteriormente los mejores elogios del FMI son para Menem y para De la Rúa, una vez que este último decide cumplir con el pago de la deuda que para noviembre del 2000 ascendía a 144.452 millones (Clarín). Desde el 56, las visitas de las comitivas de las autoridades del FMI se han repetido ininterrumpidamente, aunque ahora son más frecuentes. El leading case se les ha vuelto un poco en contra, si Argentina no paga lo poco que pueda pagar, la economía especulativa yanqui tambalea, imaginémonos entonces cuánto debemos, y los acuerdos a corto y largo plazo están siendo discutidos en suerte de tire y afloje aunque poco se pueda tirar desde nuestra condición de remate. Lo cierto es que Argentina cumplió estrictamente con todas las medidas aconsejadas por el FMI. Horst Kohler, su flamante titular, dijo que nuestro país "va por buen camino" justo antes de un nuevo ajuste. Hubo alertas de todos los costados, incluso desde el mismo Ruckauf, afirmando que su diagnóstico estaba equivocado. El mismo Milton Friedman que mencionamos al principio de este informe, declaró en un reportaje del 18 de diciembre de 1995 en la Nación que "Los consejos del Fondo Monetario son malos". En definitiva: los planes de rescate son nefastos, nadie creció con sus ajustes, hay más pobres que nunca y, la deuda social crece inconteniblemente. A la vez el mismo Kohler advirtió que habrá más "sufrimiento", y entre tanta cosa de ida y vuelta, seguimos pactando con el enemigo. Según el Fondo "Argentina es un caso de diván, no sabemos cómo manejar este tipo de psicología social". Pero cumplir le cumplimos, a pesar de que en el año 2000 el juezfederal Jorge Ballesteros cerró un juicio de 18 años, llevado adelante por el doctor Alejandro Olmos, por el cual declara ficticia e ilegítima la deuda externa contraída por pocos y pagada por todos, en desmedro de las empresas del Estado y mediante una economía política y económica vulgar que puso de rodillas al país para beneficiar a empresas privadas nacionales y extranjeras. "La Argentina va por buen camino", insistió el FMI un mes después del fallo (La Prensa, 1/11/2000).

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