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Los Consejos de Seguro

Por Adrián Alvarado

     Seguro Silva a veces suele ser muy inseguro. Sus momentos de inseguridad son provocados siempre por comentarios que lo hacen tambalear. Estos comentarios equivalen en su importancia al cariño que profese Seguro por el emisor del mensaje. Si Seguro Silva quiere a alguien y ese alguien dice algo que le provoca un conflicto interno, es de esperar entonces, que caiga en una severa crisis de sueño.

     La página en blanco del número anterior no fue solo una humorada. Nuestro artista sucumbe hoy con método al abrazo de Morfeo.

     La vida es sueño y si la vida es sueño Seguro sueña. Sueña literalmente una vida mejor sumido en el tanque australiano de su inconciente. Estoy hablando del inconciente individual de Seguro. Cuando Seguro entra en un período de crisis de sueños entra sólo, pierde su ser social y se sumerge en las profundidades de su ser individual. Hurga, especula, decide, se arrepiente y empieza de nuevo. En estos períodos a Seguro le importa un carajo el otro y juzga duramente los procesos sociales, descree de la sabiduría del prójimo y afirma que el hombre como especie está perdido.

     Estos trances se repiten en Seguro una vez por año desde que tenía tres años de edad. El comentario al que me refería al comienzo esta vez fue emitido por un compañero muy respetado y querido por Seguro, un interno de la cárcel más joven con el que suele jugar ajedrez y charlar. Cierto día platicaban en el patio del penal nuestro escritor y Paulo Silvar, su amigo. Discutían sobre ciertos proyectos artísticos y Pablo demostró tener algún reparo en excederse en lo lúdico y la imaginería al cuete, Seguro se sintió herido y le dijo que era demasiado joven para ser tan estructurado y Pablo le contestó: - y vos, sos demasiado viejo para ser tan pelotudo. Artero y certero golpe.

     Debo admitir que Seguro se merecía semejante contestación, pero si Pablo hubiera sabido las consecuencias que le traería a su compañero habría callado.

     Delfina Contreras me dijo que estos estados son pasajeros y duran poco tiempo, según ella no teníamos que preocuparnos porque Seguro Silva es un ser muy especial que adora llamar la atención. Me atrevo a cometer esta infidencia porque de esta forma se humaniza aún más la figura de un Hombre.

     La historia que publicamos hoy en este pasquín virtual pertenece al inagotable archivo de nuestro autor.

No todo lo que suena es música

     Erame cantante transhumante en plan de formar banda de rock and roll. Convoqué a músicos conocidos pero despreciaron el convite. Luis Alberto Spinetta me rechazó de plano y Charly García se me rió en la cara. Preguntándome a quién le habían comido el boguero estos dos mediocres me decidí a publicar el aviso en un diario de importante tirada y dio sus frutos: 400.315 personas vinieron al casting entre cantantes y músicos. Ardua tarea me esperaba, para ahorrar tiempo elegí a dedo a dos coreutas femeninas, un baterista manco, un tecladista ciego y un bajista. Un servidor se encargaba de la guitarra eléctrica y la voz.

     Empezamos a ensayar inmediatamente y en una brainstorm surgieron los ocho temas que llenaron los surcos de un ele pe formidable. "Las chauchas negras" comenzaban a brillar cual estrella en el firmamento musical vernáculo.

     "Las chauchas negras" era un grupo heterogeneo hasta el caracú, todos querían dar lo mejor de sí y en el afán por hacerlo improvisaban demasiado. El más complicado de manejar era Julián Borges, el tecladista ciego que no veía la hora de tocar, tampoco veía el teclado y a nosotros no nos podía ni ver por ciego y por egoísta egocéntrico, no vidente de mierda, ése fue el causante de la disolución del grupo cuando estaba en la cúspide y bajamos por la ladera del éxito hasta el nivel del mar del plata donde perdimos todo en el casino.

     Ocho temas ocho en un ele pe inolvidable. El tema de difusión que sonó en casi todas las broadcasting era una canción romántica titulada "la inconstitucional" que bajo el manto de una falsa cursilería bajaba línea al onganiato.

     "Zapatos negros de carey" era otra canción del disco que pedían mucho en los recitales y que me robara tiempo después el ya mentado Charly García.

     "Deja que fluya Margarita" era una canción romántica. Balada con base de blues y aires de foxtrot que trabajaba el tema de la regla femenina con mucha poesía y altura literaria. Su letra críptica si las hay comenzaba así: "deja que fluya Margarita / catarata no ay de ser / los que venden las toallitas / no detentan el poder"

     Rotundo éxito, pero las chauchas negras desaparecieron culpa de Yoko Ono que se volteó al bajista quien grabó un disco solista y después se suicidó metiéndose abajo de un camión estacionado, le sacó las ruedas y se le cayó encima.

Libertad a Seguro
Hagan patria, maten a Maguid, en las urnas.

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