Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado.

Recife 20 de septiembre de 2006.

Me levanto, me asomo a la ventana del hotel y me tiro. Caigo sobre una sombrilla cerrada cuyo caño central atraviesa mi abdomen y voy al bar a desayunar. La sombrilla entorpece y alenteja mis movimientos, entonces me la quito, pero el agujero que me queda está dando mal aspecto al establecimiento, según dice el conserje que se me acerca para echarme. Me voy a una plaza a descansar y al sentarme en un banco pierdo el conocimiento, para cuando lo encuentro me sorprendo al ver a cuatro aves rapaces alimentándose de mis entrañas, a la sazón me duele y grito, las aves huyen espantadas y me afeitan las patillas con las alas. Acudo al hospital donde consigo a buen precio un abdomen nuevo. Vuelvo de inmediato a mi país y me quedo quieto.

El Cairo 20 de setiembre de 2006.

Me levanto, me subo al camello no sin dificultad y me caigo. Al tercer intento el camello me toma del pulóver con los dientes, me acomoda en la joroba y arranca. Cientos de niños nos siguen en patas al grito de "tire dié céntimos". El dromedario pone cuarta, yo me agarro de una alfombra mágica a cuadros que estaba parada en el semáforo y termino en un bar de mala muerte bebiendo ajenjo hasta las tres de la mañana rodeado de odaliscas y de Tito que me cuenta una de piratas, yo me engancho y me voy directamente al carajo, desde allí avisto tierra y lo grito, soy Triana, soy Triana, y allá lejos hay tierra. En la puerta los nativos me saludan con un termo de jugo de mango y brindamos por un futuro mejor. Estoy buscando hotel.

Recife 20 de setiembre de 2006.

Me levanto, me asomo a la ventana del hotel y respiro aire, me lloran los ojos.


A partir de ahora será lo que deba ser o será llanto, y como el destino es una ilusión lloro, me derramo, me lluevo llorando a moco tendido sentado y andando en moto las lágrimas te quedan así para arriba y atrás y te dejan unas huellas como de babosa que estiran los ojos y parecés un actor de una película de Kurosawa.


Ella sube al ring casi vestida de novia con un manto de encaje blanco que oficia de bata. Tiene un peinado que llevó mucho tiempo, es una estrella, es blanca pero tiene rasgos aborígenes.

La otra tiene perfil bajo y estrecho, es morena y está dispuesta.

En menos de diez segundos del primer round pierde, la de blanco la caga a trompadas, literalmente.

El box es brutal y es simple, consiste en batir al enemigo, darle para que tenga y para que guarde lo más rápido posible y a la mina ni siquiera se le corrió el maquillaje, suda porque todo boxeador que se precie de tal debe dar notas sudando aún siendo mujer y es feliz porque ganó, creo que tiene hijos.


No hay con qué, no hay cómo, no hay vuelta. Cuando pensaron en cagarte te primeriaron, te dieron de entrada y quedaste en el piso corajeando la derrota con la dignidad del pollo. Al horno. Estás al horno.


Cómo es todo Mercedes, hoy estás y mañana no, resulta que te acomodás y te cortan la luz en verano, el ventilador se queda quieto y vos también, la gota gorda, quieta, como una estatua, te quedás quieta y sudás. De las lágrimas en esas circunstancias no se da cuenta nadie. Alguien se ríe en la pieza de al lado.


En un cofre de cuero negro vive Edelmiro. Sale a conseguir vituallas una vez al mes y vuelve raudo a su hogar. Edelmiro no lee los diarios ni escucha radio, no tiene teléfono fijo ni celular, no tiene cuenta de correo electrónico y nunca navegó en internet. Edelmiro no es feliz, es, se hizo a fuerza de voluntad y amor propio y está conforme, tiene una sólida rutina que repite obsesivamente, no molesta a nadie y no se molesta por nadie a menos que se lo merezca. Edelmiro define a las personas a partir del respeto que le provocan y pocas personas se merecen el respeto de Edelmiro. Edelmiro es popular y no lo sabe.


Virginia se cree que estudia, y cree a pie juntillas en lo que lee y se olvida de inmediato porque no puede dejar de pensar en el sexo. Se avergüenza de eso pero le gusta tanto que da gusto. Nunca va a terminar la carrera y lo bien que hace.


Ángel es negro, su padre era indio y su madre más o menos, pero Ángel es negro y hace lechucitas horribles que nadie le compra porque son muy tristes y el Ángel tiene cara de pobre diablo.


El Tete tiene una campera milenaria que no se la saca nunca ni en invierno ni en verano, anda siempre encamperado, acobijado de su propio calor de siempre como Pepe Luis y su radiograbador. Es feliz.


Irma tiene un montón de años, un montón de hijos que tienen un montón de hijos que son sus nietos. Irma está cansada pero sonríe siempre porque tiene la certeza que después no hay nada. Irma no es feliz pero no se come ninguna.


Abel es malo, se copó con la onda de la derecha y siempre tiene ganas de pegarle al otro, por distinto, por judío, por falopero, por pobre, por zurdo, por puto, por lo que sea, siempre tiene ganas de pegarle a alguien y lo hace. Toma vino como agua, toma merca como coca y su ídolo máximo se apellida Maradona. Juega a la pelota y si le das margen te acomoda sin piedad y no le da culpa ni ahí.


Óscar se llama así por un capricho de sus padres, es rubio, de clase media y argentino. Hace cine y escribe poesía como en un diario íntimo, no es Rimbaud, es Óscar y es popular. Tiene un reproductor de mp3.

Libertad a Seguro


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario:
Firma:
E-Mail:

Par de cosas:
no dejar
para mañana
lo que puedes
hacer hoy
punto
el tiempo existe
es el
cansancio
punto
no hay pan
para esta razón
con hambre.


Me quemo las manos
y se curan
me las corto
y aparecen
otras nuevas
como una estrella
de mar
me hago de vuelta
cama de por medio
acompañada.


A partir de ahora
me sacudo
toda la mala onda
como una perra
y arranco
livianita
a preparar
el andamio
del sustento.


Destilo alcohol
mientras escalo
y me desbarranco
dos por tres
y me duele
tengo las rodillas
así.


Si no fuera
por esa necesidad
ruin
por ese afán
desleal
de querer
dejar huella
nada
de todo esto
tendría sentido
ni la democracia
ni la literatura
ni los hijos.


Julio Sosa

He perdido un bien preciado
que ya no me pertenece
no es mío
y no volverá a serlo
indefectiblemente
ha desaparecido
no está
lo busco
y ya no está
que largas son las horas
ahora que no estás.

Delfina Contreras

¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®