19 de julio

por Javier González

El 7 de enero amaneció con la noticia de la invasión vietnamita a Camboya, los diarios hablaban de la barbarie y de la muerte provocada por los khmer rojo en el país asiático.

1979 comenzaba también en la Argentina, donde todavía subsistían los vahos del mundial de fútbol ganado a fuerza de goles y trigo propinados a Perú, y donde todavía continuaban vigentes la tortura y la muerte.

Ese año, mientras en las radios sonaban hasta el cansancio My sharona, The logical song o sultanes del swing con la mágica guitarra de Knopfler, se producían el triunfo de la revolución islámica en Irán, un grave accidente nuclear en Pennsylvania -devenido en posterior película con Jane Fonda- y la asunción de la poco carismática Margaret Thatcher como primera ministra en Reino Unido.

También se realizaban las primeras elecciones generales en España después de 40 años de dictadura franquista, la madre Teresa era premiada con el Nóbel de la paz y caía el laboratorio espacial Skylab.

Sony corporation lanzaba al mercado el primer walkman, Idi Amin Dada huía de Uganda ante el avance de las tropas de Tanzania sin llevarse -esta vez- las tripas de ninguno de sus adversarios y en Bolivia se producía un nuevo golpe de estado derrocando -esta vez- a la presidenta Lidia Gueiler.

Sobre fin de año la Rusia estalinista invadía Afganistán y los Estados Unidos se volcaban a ayudar militar y financieramente a la guerrilla heroica a la que posteriormente combatiría por terrorista.

En 1979 morían Victoria Ocampo, Jean Renoir, Mary Pickford, Herbert Marcuse y el último de los cowboys que no escondía ningún secreto en la montaña: John Wayne.

Pero no todas fueron malas noticias, ese mismo año la Organización Mundial de la Salud anunciaba que la viruela había sido erradicada del mundo y la empresa 3M creaba las etiquetas con goma suave de "quita y pon" que hoy invaden escritorios y heladeras con mensajes tan sugerentes como "Reunión a las 16:30 hs" o "acuérdense de darle de comer al perro".

Y en Nicaragua?

1979 también trajo vientos de revolución y esperanza en Latinoamérica, el 19 de julio Somoza huía hacia el exilio y su muerte en Paraguay mientras el Frente Sandinista y el pueblo nicaragüense se adueñaban de las calles.

Desde 1932 la familia Somoza gobernaba Nicaragua. Desde el mismo momento en que los Estados Unidos habían decidido transformar a América Latina en una caricatura, con gobiernos títeres dueños del poder y de la sangre.

Mientras los yanquis apoyaban a Somoza, el subdesarrollo y la desigual distribución de la riqueza parecían haber terminado con los sueños de Sandino. Por ese entonces se calculaba que un tercio de la riqueza del país estaba en manos de la familia de Tacho.

Pero durante esos años, al calor de la resistencia a la dictadura demencial de Somoza y del país de la libertad, poetas y luchadores se fogueaban codo a codo y soñaban con un futuro diferente.

El FSLN

En 1961 Tomás Borge y Carlos Fonseca Amador eran ya experimentados conocedores de la persecución somocista cuando, junto a otros militantes como Silvio Mayorga, fundan el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

En su programa de 1969 definían al frente como "surgido de las necesidades del pueblo nicaragüense de tener una Organización de vanguardia capaz de lograr mediante la lucha frontal contra sus enemigos, la toma del poder político y el establecimiento de un sistema social que liquide la explotación y la miseria que ha padecido nuestro pueblo en el pasado histórico".

El programa político del FSLN fue la base sobre la que se constituyó la Junta de gobierno revolucionaria de 1979, formada por Sergio Ramírez (del Grupo de los 12 de raíz liberal), Alfonso Robelo (del Frente Amplio, socialcristiano), Moisés Asan (del Movimiento Pueblo Unido), Daniel Ortega (considerado un moderado del FSLN) y Violeta Chamorro, representante de la burguesía nicaragüense y a la postre presidenta de la república.

Las primeras medidas de gobierno tuvieron que ver con la nacionalización de la banca y de las compañías de seguro, la expropiación de la familia Somoza, una importante reforma agraria y la disolución de la temible Guardia Nacional y su reemplazo por el Ejército Nacional Sandinista.

En sintonía con los programas políticos de otros movimientos políticos latinoamericanos, el FSLN se proponía "establecer un gobierno revolucionario que liquidará la estructura reaccionaria originada por farsas electorales y golpes militares, el poder popular forjará una Nicaragua sin explotación, sin opresión, sin atraso, una patria libre, progresista e independiente".

Sueños rotos

No pasó demasiado tiempo para que la reacción se hiciera sentir. Aunados por el desprecio hacia las clases populares, empresarios, medios de comunicación y la Iglesia Católica encabezada por el Arzobispo de Managua Miguel Ovando, se constituyeron en una feroz oposición -apoyada por los dólares neoliberales de Ronald Reagan- a la política sandinista.

El fuerte bloqueo económico yanqui, la fuerte deuda externa nicaragüense, la acción de la guerrilla de los contras financiada por los estados unidos y los propios errores sandinistas, produjeron un rápido resquebrajamiento del movimiento revolucionario.

En 1990 la Latinoamérica revolucionaria de los 60 y 70 daba paso lentamente a la otra Latinoamérica cruenta y despiadada de los gobiernos neoliberales.

"Los comandantitos tendrán que entregarme el poder y marcharse a trabajar la tierra" había sentenciado Violeta Chamorro en su campaña política, con vistas a las elecciones de ese año, convocadas por la "dictadura marxista" a la que se proponía acabar.

Sandinismo reloaded

Con la derrota electoral de 1990 el FSLN parece haber entrado en una pronunciada decadencia.

El mundo ha cambiado bastante desde entonces y los movimientos populares latinoamericanos no han sido ajenos a estas transformaciones.

En su programa político de 2002 el FSLN se define como "el proyecto de nación que surge de las clases populares en Nicaragua para la transformación revolucionaria de la sociedad, rompiendo el esquema de las paralelas que respondía a los intereses de las clases dominantes que hegemonizaban la vida política de Nicaragua. El FSLN tiene como base de su contenido doctrinario: La Liberación nacional y el Antiimperialismo, La Democracia Política y Económica, y la Democracia Representativa y Participativa".

En esta nueva versión del FSLN se plantea como un partido revolucionario pero que "respalda la propiedad privada de los grandes y medianos productores y de miles de pequeños propietarios que, con su actividad empresarial, aportan su esfuerzo al desarrollo económico del país".

Alejado ya de las concepciones predominantes en los 70 el sandinismo define al socialismo de hoy como "la promoción de las distintas formas asociativas, autogestionarias y comunitarias de propiedad ejercidas directamente por los obreros, los pequeños y medianos productores, las comunidades indígenas y los trabajadores por cuenta propia, defendiendo la producción nacional, su distribución y comercialización, siendo tales espacios garantizados por el Estado, en convivencia y armonía con la propiedad privada tradicional".

Tomás hoy

Más allá de las expectativas electorales de ganar la presidencia este año, el FSLN parece haber enterrado definitivamente la mística revolucionaria del socialismo de los 70. La revolución sandinista está en estado catatónico, comentó recientemente en una entrevista el único fundador sobreviviente del FSLN, el poeta Tomás Borge.

Casi como una cruel ironía, luego de años de lucha, de tortura, de esperanzas y sueños rotos, el viejo revolucionario describe un día típico de su vida: "Hago ejercicio físico todos los días, voy a la oficina, asisto a la Asamblea Nacional, participo en las reuniones del FSLN, como huevo frito con cebolla, les miro las piernas a las mujeres y regreso a casa a eso de las ocho y media; hablo por teléfono, leo mucho y suelo acostarme temprano".

La revolución sandinista representó quizás el último sueño del socialismo de los setenta. En una Latinoamérica desgarrada por la tortura y muerte, por la miseria y la decadencia de dictaduras militares y gobiernos títeres, Nicaragua representó la posibilidad de construir una sociedad diferente, una esperanza que poco a poco fue dando lugar al desencanto y a la incertidumbre que hoy muestran los movimientos revolucionarios.


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1979
Granada

Las comandantes

A la espalda, un abismo. Por delante y a los costados, el pueblo armado acometiendo. El cuartel La Pólvora, en la ciudad de Granada, último reducto de la dictadura, está al caer.

Cuando el coronel se entera de la fuga de Somoza, manda callar las ametralladoras. Los sandinistas también dejan de disparar.

Al rato se abre el portón de hierro del cuartel y aparece el coronel agitando un trapo blanco.

- ¡No disparen!

El coronel atraviesa la calle.

- Quiero hablar con el comandante.

Cae el pañuelo que cubre la cara:

- La comandante soy yo -dice Mónica Baltodano, una de las mujeres sandinistas con mando de tropa.

- ¿Que qué?

Por boca del coronel, macho altivo, habla la institución militar, vencida pera digna, hombría del pantalón, honor del uniforme:

- ¡Yo no me rindo ante una mujer! -ruge el coronel.

Y se rinde.

(Eduardo Galeano. Memoria del fuego)

Algunas opiniones de la comandante Mónica Baltodano extraídas de su página web www.monicabaltodano.com

¿Cómo celebrar una fecha que marca el nacimiento de un sistema que resultó ser un fracaso al generar un atraso socio-económico sin precedentes, legado latente en la vida nicaragüense? (Moisés Pereira. Economista. San José, Costa Rica)

El 19 de Julio no marca el nacimiento de ningún sistema. Fue el día en que el ejército de la dictadura somocista fue desarticulado totalmente y en que las fuerzas victoriosas del pueblo entraron a Managua desde todos los frentes, para inaugurar un nuevo período en la historia de Nicaragua. Fue el fin del somocismo que se instaló en Nicaragua después que asesinaron al General Sandino, en 1934. ¡45 años de dictadura! Sólo quienes compartieron las mieles de ese período podían entristecerse del 19 de Julio.

El gobierno del Frente Sandinista, que siguió a continuación, hizo muchas transformaciones importantes. Algunas de ellas no contaron con el respaldo de todo el pueblo. Por eso es entendible que haya gente que estuvo de acuerdo con ese gobierno, y otros no. Igual ocurre con todos los gobiernos en el mundo. Ocurrió con Doña Violeta, con Alemán y ahora con Bolaños, quien, a menos de dos años de gobierno, ha perdido la confianza de la mayoría del pueblo, en particular por sus políticas económicas.

El 19 de Julio no celebramos los 10 años del gobierno sandinista, sino la victoria contra la dictadura.

No obstante eso, Ud. afirma que el gobierno sandinista generó el atraso económico. Pero, yo tengo suficiente información que demuestra que la pobreza, el atraso y la miseria que actualmente padecemos no están originados en la gestión de esos años. Antes bien, el gobierno sandinista mejoró en mucho la situación social, redujo el analfabetismo de manera dramática, igual la mortalidad infantil. Mejoró las condiciones de vida de la gente más pobre, dio tierras a miles de campesinos.

Es precisamente, el sistema, que la misma revolución no pudo transformar, quien ha generado, no sólo en Nicaragua sino en muchas partes mundo (ahí está el ejemplo de Argentina), pobreza, exclusión y atraso. Véanse los informes de la ONU sobre la situación social en el planeta, después de 200 años de capitalismo salvaje.

A 24 años de liberación, y con un panorama político desalentador, ¿adónde está la verdadera izquierda de Nicaragua? ¿Existe aún? ¿Qué propone? (Fidel de Rooy. Estudiante. Barcelona, España)

Ser de izquierda es nunca renunciar a la utopía; no conformarse con una realidad en donde la mayoría del pueblo permanece en la miseria y excluido de sus más elementales derechos como seres humanos. Ser de izquierda es no conformarse con las explicaciones que los ideólogos del sistema inventan para justificar esta situación de injusticia. Ser de izquierda es luchar por transformar esa realidad.

Cada momento histórico tiene sus desafíos, para los que nos consideramos de izquierda. En un período no muy lejano, nos tocó luchar con muchos otros contra las dictaduras militares. Fueron los movimientos de izquierda los que se pusieron al frente de esta lucha, que entonces debió ser con las armas en la mano, porque no nos quedaba otro camino. Y en esta lucha coincidimos con muchos otros sectores, incluso con sectores de derecha, también interesados en avances democráticos.

Ahora, en nuevas realidades, con nuevos adversarios y retos, creo que la izquierda en Nicaragua se encuentra diseminada y desarticulada. La encontramos en las bases de las organizaciones sociales, particularmente en las que siguen luchando. La encontramos en las bases de algunos partidos políticos, por supuesto particularmente en la base sandinista. La encontramos en las Organizaciones No Gubernamentales, en particular en las que siguen trabajando la conciencia y se alinean con los movimientos sociales, en las cooperativas que aún existen, en muchos sindicatos, en algunos profesores universitarios, en comunidades eclesiales de base, empeñados en luchas contra las privatizaciones, o denunciando a UNION FENOSA, como lo hace la Red de Defensa de los Consumidores, o denunciando los efectos del ALCA, como el movimiento social que participa en un encuentro centroamericano contra el ALCA, en Honduras. También está en los grupos de jóvenes, como el de Jóvenes por el Respeto a Nicaragua, que fueron muy beligerantes en la lucha contra la corrupción.

Es cierto que no están muchos de ellos en las organizaciones partidarias, pero sí hacen acción política.

Pero hay que reconocerlo, la izquierda, en la Nicaragua de hoy, no es la cúpula del FSLN, aunque se sigan autoproclamado como tales. Y, hay que reconocerlo también, la izquierda hoy se encuentra desarticulada organizativa y políticamente.

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