Apuntes sobre Fidel, Chávez, Kirchner, y el discurso político

por Juan Altamirano

A la hora de las palabras, en el plenario de mandatarios del MERCOSUR, Fidel no hizo otra cosa más que explicar como funciona el capitalismo en América Latina. Escuchar la verdad no fue muy grato para la mayoría de los presidentes. El rostro de Kirchner era la imagen-retrato de esa incomodidad. Fidel había demostrado con números y porcentajes, que los problemas del hambre y la educación, pueden ser resueltos simplemente con voluntad política.

La agenda mediática nacional escamotea los temas de fondo, el "discurso político correcto" evita llamar a las cosas por su nombre, y cuando un referente como Fidel intenta producir el efecto contrario, cada medio de comunicación se encarga de efectuar una "censura invisible", o simplemente generar la ridiculización de estos "emisores subversivos", tal cual lo hizo el señor Verbitsky en su columna del domingo, calificando a la exposición de Fidel como la "extensa divagación de un anciano". Por derecha los medios no hacían otra cosa que mencionar permanentemente el caso de la Doctora Hilda Molina.

El régimen cubano no es precisamente el paraíso, el show que Chávez monta en cada uno de sus discursos no me cae del todo simpático y me parece absolutamente retrograda la imagen paternalista que ambos encarnan. Pero es evidente que sin ellos, entre otras muchas cosas, el plan imperialista del ALCA hoy estaría vigente.

Si la sociedad argentina tuviera la mitad del grado de politización que existe tanto en Cuba como en Venezuela, la cumbre del MERCOSUR y el acto de la Cumbre de los pueblos, no hubiesen pasado desapercibidos para la mayoría de la gente entremezclados entre las noticias de la nueva era "Blumberg", el paro ganadero, la farándula o el nuevo DT de la selección, solo por mencionar algunos de los temas que figuran en la mencionada agenda mediática. En Córdoba, nos guste o no, se estaba discutiendo el futuro de nuestro país y de la región. Y eso es trascendente independientemente de la postura que tengamos al respecto.

La izquierda sectaria que miró de reojo lo que acontecía en Córdoba se tendría que poner a pensar que papel le cabe en este nuevo proceso latinoamericano, donde la hegemonía norteamericana lentamente se está poniendo en crisis. Entender este nuevo contexto, implica también para la izquierda realizar, mínimamente algún tipo de autocrítica. El peronismo, sabe perfectamente como manejar a las masas discursivamente, el mismo Chávez, mal que me pese algo de eso tiene. La izquierda argentina todavía sigue siendo incapaz de lograr representación, porque no tiene discurso programático que pueda ir mas allá de un planteo de clase (entiéndase clase por clases sociales), y eso se vio claramente después del derrumbe de Fernando De La Rua, donde no existió la menor habilidad para capitalizar políticamente la crisis social, en el momento en que el discurso de los 90 colapsó definitivamente.

El ejemplo más evidente de la operación discursiva del Peronismo es Kirchner, quien apartó de su estética cualquier vestigio vervorrágico propio del menemismo. Y así pudo jugar a dos puntas, "reivindicar" a las madres de plaza de mayo, declarar nulo los indultos a los militares, hacer de la Esma un museo de la memoria, y por otro lado, seguir pagando la deuda externa y reprimir obreros en el sur lejos de cualquier cámara de televisión. Pero el discurso produce efectos, y hace hacer a los sujetos, aunque estos estén viviendo en las peores condiciones. El peronismo es la magia del discurso. Es sacar de la galera a Fidel y a Chávez para acomodarse a los tiempos que corren, proveerlos de actos y homenajes, pero a su vez ingeniárselas para que los temas de fondo que estos vienen a platear pasen desapercibidos.

Y entonces otra vez, todo vuelve a la normalidad. El peronismo vuelve a ser la justa anestesia, para que las demandas sociales no hagan tambalear al status quo.

Pero mientras tanto América Latina esta mutando, ya no hay guerra de guerrillas ni revolución socialista que sea fácilmente visible en el horizonte. Pero del mismo modo la historia no puede retrotraerse al patético escenario de los 90.

A Fidel y a Chávez -como muchas personas de izquierda independiente- los miré por televisión, con la firme convicción de que "cada país tiene derecho a escoger su propio camino hacia el socialismo"( tal como lo expresaba Salvador Allende). Pero a mi modo de entender un proceso revolucionario debe incluir las contradicciones, permitir las disidencias, un pueblo por mas revolucionario que sea no puede vivir sustentado solamente con un "deber ser" que machaque permanentemente con el discurso del esfuerzo y la lealtad a un líder.

La dialéctica no es precisamente eso, el salto histórico que se da en un proceso revolucionario, no debe pasar a convertirse en prácticas burocráticas de estado, donde la esencia crítica misma del método dialéctico son absorbidas por una sustitución por generalización que transforma todo en "sentido afirmativo".

No obstante de ninguna manera me permito menospreciar la importancia de estos dos líderes latinoamericanos. Pero el socialismo que deseo, influenciado por múltiples corrientes, debe tomarse muy en serio el asunto de la inclusión de la negatividad, de la duda, de la diferencia, ya sea en la estrategia de construcción del poder, como en el sostenimiento del mismo en el caso de ser gobierno.

La hegemonía norteamericana está entrando en crisis, sí, en esto podemos estar de acuerdo, pero América Latina es un mar de complejidades culturales, que debemos empezar a tomar en cuenta si queremos construir nuevas alternativas. Y eso requiere ir mucho mas allá de un planteo en términos económicos, implica saber cómo se interpela desde la izquierda a las masas siendo conscientes los partidos y movimientos de que los nuevos agentes sociales son el producto de una diversidad de discursos. Diversidad de discursos que genera distintos posicionamientos y prácticas culturales dentro de una misma clase. Y el peronismo que tiene asegurado en Argentina gran parte del electorado que la izquierda añora, vuelvo a decir, bastante clarito tiene esto de articular el discurso.


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