Segunda Entrega La crisis del gobierno de Lula por Enzo Vicentín La primera entrega de este trabajo finalizó analizando la remota posibilidad de que Lula se despoje de sus aliados en la derecha para, sosteniéndose en las bases del PT y en la gran mayoría de pobres que habitan Brasil, liderar un proyecto de izquierda. El puente con esta segunda entrega fue pasar al análisis de que el propio Partido de los Trabajadores pueda "purificarse" o "purgarse" en su interior para cambiar su rumbo y apuntar a un horizonte de izquierda. Eso es lo que se desarrollará ahora. Pero esta entrega no se ocupará solamente de ese punto, sino que a partir de allí se desprenderán las discusiones que analizan si la solución a la crisis actual pasa por (está en manos de) el PT o por otros actores sociales. En ese debate se verán las discusiones acerca de qué estrategia deberían impulsar las corrientes de izquierda dentro del PT, y si estas pueden provocar un cambio significativo. Y también sobre las alternativas de izquierda fuera del PT, como son el PSOL o el PSTU. Además de las variantes de la izquierda brasileña, claro está que también se encuentran las variantes de la derecha para superar esta crisis institucional que atraviesa el gobierno de Lula, por lo tanto también hablaremos de ellas. Por último, y en relación a lo anterior, se abordará la existencia (o no) de una "crisis terminal" del gobierno y del PT como partido, y las implicancias que una disolución del PT podría generar en la sociedad del Brasil. En los materiales vistos, la idea de que Lula puede romper con los sectores de la derecha y redireccionar el rumbo su gobierno es menos frecuente que la de que el PT puede hacerlo hacia su interior y luego dentro del gobierno. En la perspectiva de la necesidad de un cambio interno del PT, las corrientes de izquierda que no se han ido del partido están señaladas a cumplir una función importantísima. Porque serían ellas los actores que den el primer paso para ganarle la batalla interna al "establishment" del PT. Esa caracterización discute con otras posturas que proponen a las corrientes de izquierda salirse del PT y generar una alternativa de poder por fuera de su estructura. Jefferson Miola, de la Fundación Perseo Abramo, expresa el punto de vista de la necesidad de una pelea interna contra los sectores poderosos del PT, diciendo que "no es el momento de salir del partido o de abandonar el PT. Por el contrario, es el momento para tener más PT, una overdose [sobredosis] del verdadero PT, de disputa para hacer con que del Proceso de Elecciones Directas (PED) en septiembre nazcan nuevas mayorías partidarias que recuperen la vocación del PT, que hizo con que el mundo pusiera una mirada atenta sobre él. Es el momento de diferenciación interna, de formación del Bloque Parlamentario de Izquierda y de iniciativas que emitan señales de esperanza de que todavía es posible rescatar al PT. En ese momento, deben salir del partido espontáneamente, o ser expulsados, todos los que estuvieron involucrados en las irregularidades recién descubiertas y que pusieron el partido en esa situación infernal" (1). Miola, como todo analista de la política brasileña, sabe que en oportunidades anteriores las corrientes de izquierda del PT decidieron abandonar el partido o fueron expulsados (como el PSOL por ejemplo) a causa de las diferencias que venían teniendo con la dirección, en vez de pelear el "frente interno". Por eso su propuesta busca interpelar a los sectores de izquierda del PT proponiéndoles una estrategia diferente a la tomada por otros grupos en el pasado. Las elecciones internas del PT, que serán el 18 de septiembre, adquieren en la idea de Miola una importancia central en el proceso de "rescate" del Partido. Esta postura tiene eco al interior del PT, donde algunas corrientes coinciden en que es necesario producir un recambio a través de las elecciones internas. Valter Pomar, uno de los 7 candidatos a la presidencia del partido, y referente de la izquierda petista, ha exigido una purga de la dirección burocrática y el fin de las alianzas con partidos de la derecha (como el PL o el PP). Las críticas de Pomar coinciden con la de otros candidatos para las elecciones internas: el sector encabezado por el ex-jefe de gabinete José Dirceu es el apuntado cuando se habla de "purga". Este sector llamado "Campo mayoritario", que lleva como candidato al actual ministro de Trabajo Ricardo Berzoini (hombre de Dirceu), es el sector hegemónico dentro del PT, apoyado por el propio Lula, la ex-gobernadora de San Pablo Marta Suplicy, y algunos senadores. Al parecer será este sector el triunfador en las internas, según indican los sondeos previos. La salida a la crisis a la que apostaron Jefferson Miola o Valter Pomar quedaría anulada en caso de que gane "Campo mayoritario". Por si surgen dudas sobre lo que piensa Berzoini acerca de su partido, vale esta cita: en una reunión entre 6 de los 7 candidatos a la presidencia del PT, "Berzoini criticó el izquierdismo ingenuo de los que impugnan acuerdos con partidos de centro sin los cuales, dijo, sería imposible garantizar la gobernabilidad de Lula" (Página/12, edición del 4/9). La izquierda petista, a menos de 2 semanas de las internas (que no eligen candidatos a elecciones sino las autoridades del partido), no estaría en condiciones de ganar el "frente interno". Y ello a pesar de que al menos 4 de las listas que compiten son expresiones de la izquierda del PT. Esto es lo que le preocupó al sociólogo Emir Sader, profesor de la Universidad de San Pablo, cuando en mayo ya se perfilaba la fragmentación de las tendencias de izquierda dentro del PT. La opinión de Sader es sumamente crítica: "las tendencias internas del PT, sin comprender la oportunidad que el momento presenta para una gran unificación de las fuerzas en contra del eje del neoliberalismo -la política económica del gobierno- se dividen y presentan por lo menos cuatro candidaturas, cada una de ellas ligada a una tendencia o a un conjunto de fuerzas internas, que afirman coincidir en esa oposición, pero que prefieren medir fuerzas entre sí, como si restringiesen su universo a la lucha por la hegemonía en la oposición a la dirección y no en la construcción de una alternativa hegemónica a esa dirección" (2). La conclusión que extrae Sader es igualmente crítica: "por su incapacidad de formular una plataforma alternativa, de unirse y de promover una gran movilización popular, los sectores de la izquierda críticos al gobierno Lula -de adentro y afuera del PT- se han demostrado parte de la crisis y no factores de su superación". Pero Sader no propone concentrarse en los errores de dichas tendencias internas del PT, sino que busca ubicar a la división y dispersión de éstas como parte de un movimiento en la relación de fuerzas entre las clases sociales a nivel mundial a partir de la aparición del neoliberalismo. Sader dice que: "el profundo cambio regresivo en la relación de fuerzas a escala mundial no dejó de alcanzar a América Latina y a Brasil, incluidas sus izquierdas, afectadas de formas y grados diferentes, pero modificando de forma significativa la relación de fuerzas en los planos económico, social, político e ideológico". Según Sader, el neoliberalismo ha puesto en dificultades a las izquierdas a nivel mundial, y el primer paso que éstas deben dar es reconocer la nueva relación de fuerzas con la burguesía -regresiva, es decir negativa- para así reconsiderar la unión de sus fuerzas contra del neoliberalismo en vez de apostar a la división y el sectarismo. Sader, que admite influencias del inglés Perry Anderson, tiene una visión polémica sobre la actualidad mundial de la lucha de clases, plausible de ser caracterizada como derrotista, aunque el propio autor se defienda de críticas como esa. Y obviamente discutible, ya que si la relación de fuerzas hoy no favorece a las izquierdas, ¿eso significaría que éstas tendrían que orientarse hacia objetivos menos ambiciosos que en el pasado? Una conclusión así sería peligrosa, ya que suponiendo la reducción de las posibilidades de cambio en el sistema actual, nuestro accionar podría adaptarse acercándose a la visión de que es mejor pelear por reformas que por revoluciones. Como conclusión, podría decirse que la "purga" que el Partido de los Trabajadores debería hacer hacia su interior, caracterizada como necesaria para torcer el rumbo de la crisis, del gobierno de Lula y del partido mismo, es una alternativa que, según la realidad actual de Brasil, está lejos de alcanzarse. Una derrota de las corrientes de izquierda en las internas del PT a manos del actual sector hegemónico (Campo mayoritario) sería un duro golpe para los que apostaron a favor de la "purificación". Es necesario aclarar también que otros analistas de la crisis no compartieron esta idea. Para Jorge Altamira, por ejemplo, "es remota la posibilidad de que [el PT] reaccione en esta crisis con un vigoroso planteo de lucha contra la burguesía que está organizando el fin del gobierno de Lula y contra el aparato proimperialista del PT. Sólo si la crisis deriva en una intervención de las masas podría darse la posibilidad improbable que un sector del PT se ponga a la cabeza de una salida anticapitalista a la presente crisis" (3). En vez de interpelar a las bases del PT (como trataba de hacerlo Jefferson Miola), Altamira busca interpelar al pueblo brasileño como actor social capaz de encontrarle una salida a la crisis a través de su acción. Esta idea marca una diferencia profunda con la visión expuesta anteriormente, y sirve para entrar a analizar las posturas de las clases sociales ante la crisis. El mismo Altamira dice que en esta crisis la burguesía brasileña "mide sus pasos". En un trabajo de Osvaldo Coggiola, de quien Altamira toma varios elementos e ideas, se expone algo similar: según este profesor de historia de la Univ. de San Pablo, "en Brasil se está creando una crisis de poder, frente a la cual sólo se está movilizando la burguesía" (4). En esa opinión, la burguesía se mueve sola en el conflicto porque las distintas expresiones de la izquierda y de la clase obrera del Brasil no han logrado una línea de acción concreta frente a la crisis. Altamira hablaba (ver la primera entrega) del contenido político de la crisis, y según su postura, las expresiones políticas de la izquierda brasileña son "miopes", ya que ignoran dicho contenido. Sin entrar a discutir ese punto, lo que quería reflejar es una posición, a mi modo de ver extendida dentro de los trabajos vistos, que ubica a la acción de la burguesía como central en el desarrollo de la crisis. Marcelo Cantelmi, de Clarín, sigue a Emir Sader en una hipótesis interesante: "para Emir Sader hay un banquete en la derecha de Brasil, una euforia porque, quizá sin medir mayores costos, se cumplió el designio de destartalar hasta su atomización al PT, una histórica organización de izquierdas que prometía convertirse desde el poder en un mediador potente en la puja distributiva. No habrá seguramente impeachment [juicio político] contra Lula. Es claro que ya no hace falta" (Clarín, 21/8). La idea del "banquete de la derecha" me parece útil porque hasta ahora los partidos de la burguesía que se oponen a Lula, midiendo sus pasos, han llevado por donde querían el desarrollo de la crisis. Han generado esa "hemorragia" constante e imparable para el PT, que mencionábamos en la primera entrega. Han socavado de tal manera al gobierno de Lula que éste se está convirtiendo en un gobierno que no gobierna sino que espera que lleguen las elecciones para tener una despedida "decorosa" dentro de un sistema democrático. Al no avanzar hacia el juicio político, la derecha ha evitado encender la "mecha" de los movimientos sociales que antes de un gobierno como el de Cardozo, prefieren a Lula. Si el propio Lula no se ha apoyado en estos movimientos para salir de la crisis, sino que haciendo todo lo contrario defendió con uñas y dientes a Antonio Palocci, en mi opinión no veo cuál puede ser la "mecha" hoy por hoy que logre encender la acción independiente de las masas que quieren tanto Coggiola como Altamira. Hasta ahora (hay que remarcar el carácter provisional, porque dentro de un tiempo la situación puede cambiar), la derecha de Brasil está controlando el desarrollo de la crisis. Voy a volver atrás en el desarrollo de la nota para referirme a una cuestión importante. Hasta ahora se ha analizado a las corrientes de izquierda ubicadas dentro del PT. Pero ha quedado pendiente el análisis de las alternativas de izquierda por fuera del PT, o sea, qué ha pasado con la izquierda no expresada a través del PT durante estos meses. Ya adelantamos que algunas de estas alternativas, como el PSOL (Partido Socialismo y Libertad), se originaron a partir del desmembramiento del PT. Ya hablamos también de algunas críticas, como la de Altamira acerca de la miopía o la de Emir Sader, hacia toda la izquierda brasileña (que incluye a los sectores dentro y fuera del PT). Pero ahora veremos qué proponen los 2 partidos más importantes de la izquierda como son el PSOL y el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado) y qué perspectivas tienen de erigirse como salidas a esta crisis. El PSOL, partiendo de una crítica hacia los movimientos que firmaron aquella "Carta al pueblo brasilero" como la CUT, el MST o la UNE (Unión Nacional de los Estudiantes) por considerar que apoyan a Lula, y de advertir que ni a favor ni en contra de Lula se ha generado un proceso de movilización de masas, el PSOL propone un referendo revocatorio para Lula y los diputados por considerar que todos están bajo sospecha a partir de las denuncias de Roberto Jefferson. Además, propone el debate de una asamblea constituyente libre, soberana y democrática (reportaje a Babá). El PSOL fue creado a partir de la expulsión de las filas del PT de algunos diputados de izquierda. Desde su creación hasta ahora, una crítica que se le hace a este nuevo partido es su incapacidad para "catalizar el descontento de la mayoría de los petistas" (Valenzuela). Es cierto que la figura de Heloisa Helena (senadora del PSOL) cuenta con buena imagen de cara a las elecciones del año que viene (alrededor de un 10% de intención de voto según recientes encuestas) y eso le permitiría acarrear algunos diputados al Congreso, pero no parece por ahora que el PSOL pueda duplicar o triplicar sus votos por su propia cuenta. Emir Sader, en la línea de criticar la división y dispersión de las fuerzas de izquierda como vimos, habla del PSOL en términos críticos: "por el momento, la presencia política del partido en el plano nacional es casi inexistente, tampoco se observa la construcción de una visión política general y un proceso de construcción colectiva de la plataforma de la candidatura, que pudiese movilizar a amplios sectores sociales. Incentivando la desafiliación de la CUT, y promoviendo a sectores que pretenden ser alternativos al MST en el campo, el PSOL tampoco ha demostrado capacidad de movilización social, ni de presencia ideológica y política mediante publicaciones, seminarios u otros tipos de eventos". Tal vez la candidatura de Helena conspira contra el trabajo en otros planos que no sea el electoral; así lo advierte Sader al decir que "el PSOL parece envejecer precozmente, esperando la campaña electoral del año que viene, sin avanzar en la construcción de alternativas que superen el plano electoral". Mientras que el PSTU busca que se investigue el escándalo de los sobornos en la perspectiva de un juicio político a Lula, que no considera conveniente ahora pero no lo descarta. Jorge Altamira, que critica a ambos partidos, argumenta que con esa postura el PSTU se coloca "a remolque de la ofensiva del polo capitalista de copamiento del gobierno y de su eventual vaciamiento y destitución". Sería la tan repetida crítica de que la izquierda le hace el juego a la derecha. La propia caracterización del PSTU acerca de los partidos que intervienen en la crisis también podría entrar en esa acusación. El presidente nacional del PSTU, Zé María, en una marcha del 17 de agosto, declaró que "no aceptamos que los trabajadores y la juventud del país sean confundidos con esta oposición de mentira, formada por la derecha, el PSDB y el PFL (...). No es de este Congreso corrupto o de las elecciones de esta democracia de los ricos, que saldrá una verdadera alternativa para el país. Es necesario sacarlos todos afuera, porque PT, PSDB, PFL, el Congreso y el gobierno son todos iguales". Altamira, en su trabajo, emplea el argumento de que no puede hacerse una caracterización así porque sería ser neutral en un "enfrentamiento entre nuestro enemigo y el enemigo de nuestro enemigo". Independientemente de lo acertado o no de las estrategias que tanto el PSOL como el PSTU llevan adelante, la posibilidad de estas estructuras partidarias se eleven a la categoría de posibles salidas a la crisis no parece factible a corto plazo y en estas condiciones. Sin embargo, no deben descartarse como movimientos que puedan crecer en el futuro, sobre todo a partir de una posible desmembración más profunda del PT que traslade fuerzas de izquierda hacia dichos partidos. Será un desafío tanto para el PSOL como para el PSTU aumentar su peso específico en el futuro. En la vereda opuesta dentro de la política, la derecha del PL (Liberal) o del PSDB (la Socialdemocracia, del ex-presidente Cardozo), tiene una salida fácil de resumir. Siguiendo la idea del "banquete", el juicio político a Lula parece cada vez más lejano. La alternativa de la derecha es esperar que pase el tiempo hasta llegar a las elecciones y ganarlas aprovechando el descrédito de la imagen de Lula. Pero muerto políticamente Lula, se abre un interrogante peligroso para la propia derecha, que si bien quiere correr al PT del poder, no quiere que desaparezca del escenario político. Esto lo veremos al final de la nota en algunas declaraciones de Fernando Henrique Cardozo. El espectro de la desaparición del PT no solo es motivo de análisis de la derecha, sino de la misma izquierda. Un debate interesante que se extrae a partir de los trabajos vistos, es analizar si el gobierno de Lula y el Partido de los Trabajadores están atravesando su "crisis terminal" o no. Es más fácil afirmar lo primero que lo segundo. Porque si el final del actual gobierno puede verse como una posibilidad fuerte, el hecho de que esa caída arrastre a un partido que se construyó en largos 20 años es más discutible. Raúl Zibechi es contundente: para él tanto el gobierno como el PT están en su crisis terminal. Altamira y Coggiola opinan lo mismo, ubicando a la política del PT de hacer un frente de colaboración de clases como una estrategia que ya no tiene vuelta atrás y que tiene por final el cooptamiento de todo el gobierno por parte de la burguesía. En cambio, aquellos analistas que no consideran la existencia de una crisis terminal del PT son generalmente los que consideran posible una salida dentro del mismo partido. Guillermo Almeyra polemiza con Zibechi, señalando que "la lucha de clases no se disputa solamente entre los trabajadores y los capitalistas nacionales y extranjeros, sino también en el terreno del gobierno y de los partidos populares mismos, y la lucha ideológica que no se libra deja intactas las visiones conservadoras del mundo y de la política". Según este periodista, el PT es un instrumento que no debe descartarse: "nadie en su sano juicio tira por la borda un instrumento de lucha que costó sangre y más de 25 años construir... a no ser que tenga -lo que no es el caso- un instrumento mejor, o haya llegado, cosa que no es así, a conclusiones políticas superiores" (5). En la situación actual, una nueva victoria del sector hegemónico del PT en las internas dejaría más cercana la posibilidad de una profunda desmembración del partido que un fortalecimiento del PT. Parece estar más cerca una crisis terminal del PT que la salida opuesta. Y la existencia de dicha posibilidad preocupa tanto a la derecha como a la izquierda. El ex-presidente Cardozo, en una entrevista del diario Clarín (Clarín, 31/8), afirmó que espera que Lula no renuncie porque "eso sería pésimo para todos". Aparece aquí nuevamente el argumento de sostener la gobernabilidad. Cardozo lo quiere afuera a Lula, pero no quiere al PT desaparecido: "esta era una crisis que empezó en el PT y ahora llega al gobierno. Pero lo más grave no es el presidente, porque éste se cambia con elecciones. Lo grave es qué va a pasar con el PT, que forma parte del sistema político de Brasil. Aún es temprano para evaluar si este partido continuará en el futuro como un articulador de sectores importantes de la sociedad o si ya perdió esa capacidad. Esto me preocupa más que el año y medio que le resta al gobierno. Un año pasa rápido". La periodista de Clarín e pregunta "¿por qué le preocupa que el PT pueda desaparecer?", y Cardozo muestra todo el temor de la derecha: "porque nuestro sistema de organización del poder está basado en dos posibilidades: PT y PSDB. Alrededor de esos dos partidos se nuclean las otras fuerzas y es eso lo que permite la alternancia. Si el PT pierde esa capacidad como polo de la alternancia, no hay partidos que puedan llenar su espacio. Puede abrirse entonces un camino populista en función de eso y de la pobreza, o porque no hay condiciones para satisfacer a todo el mundo". Es evidente: el PT hace rato que ha pasado a ser un partido del sistema, y para la derecha es mejor tenerlo vivo que muerto, porque el PT es un funcional "polo de alternancia" para la derecha. Cardozo se adelanta a los que muchos "politólogos" esperan que ocurra en nuestro país: que -"a la europea"- se formen un partido orgánico de la derecha y uno de la centro-izquierda, que funcionen como contrapesos dentro de este sistema. La posible desaparición del PT no le gusta a la derecha porque estaría perdiendo a un importante interlocutor político que se mueve siempre dentro de los límites del sistema. Pero para algunos sectores de la izquierda la desaparición del PT también conllevaría un riesgo enorme. Para Frei Betto, fray dominico exponente de la teología de la liberación y confesor de Lula hace décadas, "la hipótesis de la ruptura del PT, lanzada por sectores retrógrados de la política brasileña, es una amenaza para la estabilidad democrática. Sin el PT los movimientos populares perderán su representación política. Es verdad que podrían delegarla en otros partidos progresistas, pero ninguno de ellos tiene suficiente ramificación en el país, ni suscita el entusiasmo confiado de que el PT goza fuera. Sin el PT en el escenario político brasileño el movimiento popular quedaría huérfano, sin canal de expresión, lo que podría inducirlo al desencanto con la política institucional y desembocar en graves desvíos" (6). Betto enciende la alarma ante un posible surgimiento de grupos más radicalizados de izquierda, que a partir del fracaso político del PT busquen otras estrategias (según Betto, graves desvíos) como la lucha armada. Este ex - funcionario lo expresa claramente: "centrales sindicales y movimientos de trabajadores sin tierra podrían ceder a la tentación de transformarse en alternativas partidarias, vaciando sus banderas específicas. Los movimientos sociales quizás se sientan incapaces de contener la revuelta de sus militantes en búsqueda de vías alternativas, no institucionales, para los cambios sociales. Pero no hay quien pueda garantizar que tales alternativas acaben respetando los límites del estado de derecho". Mientras Cardozo ve en el horizonte post-PT opciones populistas, Betto observa "desvíos" hacia la lucha armada. Ambos -uno ideólogo de la derecha, el otro una figura importante de la izquierda- tienen una visión apocalíptica en caso de que el PT salga herido de muerte de esta crisis. Las dos entregas de este trabajo han buscado cruzar aportes de muchos textos que pueden leerse acerca de la crisis del gobierno de Lula. Tomando posición a veces, y en otras oficiando de compilador, he tratado de resumir los temas que se discuten principalmente acerca de Lula, el PT y la izquierda en general, dentro de un enfoque político. También puede leerse este trabajo como plataforma para ver las opiniones analizadas y buscar nuevas y más profundas conexiones. Leído de la forma que sea, con mucha paciencia porque es muy largo, espero que sea útil. ![]() Opiná sobre este tema |
![]() (1) "Más PT de verdad", trabajo de Jeferson Miola publicado en Rebelión el 12 de Agosto. ![]() (2) Emir Sader: "La izquierda y el gobierno de Lula", publicado en Rebelión, el 21 de Mayo. (3) En la entrega anterior está la referencia al trabajo de Altamira. (4) "Corrupción, crisis y alternativa obrera", de Osvaldo Coggiola, publicado en Rebelión el 6 de Agosto. ![]() (5) "¿Realmente hay un "escenario post Lula?", de Guillermo Almeyra. (6) Frei Betto: "Salvemos al PT". ![]() |
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