La bisagra boliviana

por Enzo Vicentín

Durante las últimas 2 semanas hubo un par de temas relativos al gas natural que preocuparon a la prensa nacional. Por un lado el ascendente precio del Gas Natural Comprimido (GNC) para los vehículos que lo utilizan como combustible, y por el otro la vuelta de los fantasmas sobre la "crisis" del gas y el temido desabastecimiento para industrias y estaciones de GNC, algo que motivó la reacción del gobierno nacional a través del lanzamiento de un plan de inversiones para aumentar la oferta de gas. Hasta la semana pasada esta misma nota hubiera podido retomar muchos elementos de la supuesta "crisis" del gas del invierno pasado y concluir en que la historia más o menos se repite ahora en el 2005. Pero en los últimos días ha aparecido un nuevo factor que indudablemente cambia el panorama que hasta ahora se tenía. Ese factor no es local. El factor es Bolivia. Porque lo que está pasando hoy en Bolivia a partir de la sanción de una nueva ley de hidrocarburos afectará -la cuestión a dilucidar es cuánto- las estrategias que hasta ahora tenían las empresas productoras de petróleo y gas en Argentina, afectará las perspectivas de otras empresas para hacer negocios en base al gas natural y por último hará cambiar la estrategia en materia energética que tiene el gobierno de Kirchner. Si bien no sabemos cuánto de estas cosas cambiarán y cuánto no, todo parece indicar que cambiarán, y eso ya es un dato importante.

GNC: dolarizar su precio

Hace no mucho (alrededor de dos o tres semanas) los usuarios de vehículos con GNC tuvieron que hacer frente a un nuevo aumento. El precio del combustible aumentó un 8 % -7 centavos por metro cúbico- para ubicarse en 72 centavos en las estaciones (de promedio). El precio final no es único en todo el país, ya que igual de lo que pasa con las naftas, en algunas regiones como la Capital Federal el precio es más bajo que en Santa Fe, por ejemplo.

El GNC no es el principal negocio que tienen las petroleras: la demanda de las estaciones de GNC llega solo al 10 % del total del gas que se produce en Argentina. No obstante no es un negocio que las petroleras descuiden. Desde la misma devaluación del peso las distintas empresas vienen presionando a los gobiernos de Duhalde y Kirchner para que liberen el precio de gas a boca de pozo (es decir, cuando el gas sin procesar se extrae de los yacimientos) para así poder aumentar los precios del gas en general y del GNC en particular. Cuando el año pasado analizamos el papel de Repsol-YPF en la "crisis" invernal del gas, hablábamos del diálogo entre Kirchner y Alfonso Cortina (ex - presidente de Repsol-YPF) con respecto a este tema: "Kirchner [en su viaje a España - febrero de 2004], que se reunió con muchos empresarios, estuvo una hora y media hablando con Alfonso Cortina, presidente de Repsol-YPF. Cortina le prometió inversiones pero le reclamó un aumento para el gas natural en boca de pozo (en Febrero estaba en 0.6 centavos de dólar y Cortina le reclamó llevarlo a 1.5 dólares). Kirchner volvió y decretó el aumento, y de a poco Cortina consigue el aumento (de los 0.5 dólares por millón de BTU que se pagaban el año pasado, hoy el promedio ya está por arriba de los 0.9 dólares, gracias a los contratos firmados entre las productoras y las industrias, que Repsol reconoce como principal causa del aumento en su informe de actividades del primer cuatrimestre; dolarizar el precio interno es la meta, y eso es llevar el precio a 1.5 dólares por millón de BTU para el 2005)" (El Mango del Hacha - Revista 31: Repsol-YPF y la 'crisis del gas').

Y la demanda de las petroleras está a punto de verse cristalizada, con la venia del mismo Kirchner que había llamado a no comprarle "ni una lata de aceite" a Shell, pero que de Repsol no dijo nada. A partir de un acuerdo en Mayo del año pasado entre las petroleras y el gobierno nacional, este último se comprometió a aumentar progresivamente el precio de gas en boca de pozo hasta liberarlo definitivamente en Agosto próximo. Así, el 8 % aumentado recientemente es uno de los sucesivos "ajustes" en el precio del GNC. Como hay pactado desde Mayo pasado un "sendero de aumentos", hasta Julio el GNC seguirá aumentando progresivamente: "este valor [72 centavos por metro cúbico] sólo se mantendrá por dos meses. En julio también está previsto otro escalón del sendero de aumento de precios, que regirá por un mes antes de que, hacia fines de ese mes, se libere el precio del gas en boca de pozo. "En ese momento, el valor del GNC estará alrededor de 85 centavos", dijo a La Nación el presidente de la Cámara de Gas Natural Comprimido, Fausto Maranca" (La Nación, 30-4-2005). La nota citada del diario La Nación se titula "El GNC podría subir un 60 % en 3 meses" y la hipótesis que maneja el autor (Diego Cabot) es que con la desregulación del precio del gas a boca de pozo este llegará a 1 dólar por millón de BTU, y eso podría correr el precio del GNC 15 centavos más arriba, llegando entonces al valor de un peso por metro cúbico de GNC. La pregunta que se impone es que pasará después de Agosto, porque al desregular el precio del gas a boca de pozo las petroleras harán que el precio del mercado interno tienda a alcanzar el precio del mercado internacional (más alto), lo que traducido significa que el precio del GNC podría dispararse aún más: "La percepción es que el destino natural del precio del gas es que se acerque a niveles competitivos con los combustibles que sustituye", razonó ayer un ejecutivo de una petrolera. Según estiman en el sector, el valor del millón de BTU pasaría de un dólar a algo más de 2,4 dólares, que es el precio del gas en la región" (La Nación, 30-4).

Como se sabe, el GNC es un combustible muy usado en el sector del transporte. Alrededor de 1.400.000 automóviles se mueven por GNC en todo el país. El gobierno nacional, en un año electoral, reaccionó rápidamente ante este panorama. Los empresarios lo tenían en cuenta: el diario La Nación dice que Daniel Ridelener -gerente comercial de Transportadora de Gas del Norte (TGN)- dijo en un encuentro: "el GNC tiene 1.300.000 usuarios: multiplíquelos y son 4 millones de votos. El Gobierno será muy cauteloso con las decisiones que tome" (La Nación, 6-5-2005). El proyecto oficial se conoció 4 días después del aumento que motivó quejas en los usuarios de GNC, y según La Nación, "lo que buscan en la Casa Rosada es un virtual congelamiento o, por lo menos, alzas leves y paulatinas que se extiendan por un año. El Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) trabaja en un mecanismo destinado a lograr que el gas en boca de pozo no exceda para las estaciones de servicio el valor de 1 dólar el millón de BTU, costo que tendrá después del 1° julio, cuando se produzca el último incremento autorizado por la Secretaría de Energía. De ese modo, el GNC mantendría, por un año, el precio que tendrá en agosto, alrededor de $ 0,72 el metro cúbico en promedio" (La Nación, 6-5). Los periodistas de La Nación se contradicen claramente, ya que si Diego Cabot decía que con un precio para el gas de 1 peso por millón de BTU, el precio del GNC llegará en Agosto a 1 peso por metro cúbico, Francisco Olivera (el redactor de la nota del 6 de Mayo) dice que con el mismo precio de gas a boca de pozo el GNC costará 72 centavos. Alguien se equivoca. Con las fuentes que ambas notas tienen, cabría preguntarse si creerle al Enargas o al presidente de la Cámara de GNC, Fausto Maranca. A partir de lo que actualmente está pasando en Bolivia, me parece que se está más cerca de la predicción del empresario que la del organismo oficial.

Más obras... subsidiadas

Si Repsol-YPF no pudo llegar todavía a que el precio del millón de BTU llegue a 1,5 dólares (recordar los pedidos de Cortina), por lo menos logró las condiciones para llegar a él: liberar el precio del gas a boca de pozo. Pero Repsol-YPF estaba pensando durante el 2004 en un escenario futuro que incluía a Bolivia en el esquema argentino. El plan con respecto a Bolivia tiene 2 patas: la importación de gas boliviano a precio internacional (1,2 dólares por millón de BTU) para sostener al gobierno de Mesa y cubrir la demanda interna argentina, a la vez que de paso puede subirse el precio en el mercado interno; y la segunda pata del plan era que Techint construya un gasoducto desde la frontera con Bolivia hasta el Litoral para abastecer de gas a todo el Noreste argentino y de paso ahuyentar los fantasmas de desabastecimiento de gas que corrían por las mentes de los industriales. Con este proyecto ganaban Repsol y Petrobrás, que controlan la mayor parte de la producción de los pozos bolivianos, y ganaba Techint que hacía la obra. ¿Qué va a pasar a partir de ahora que en Bolivia las petroleras deben pagar un 32% de impuestos sobre su producción cuando antes pagaban un 16%? ¿El proyecto seguirá en pie?

Pero antes de entrar en las posibles consecuencias que puede acarrear la nueva ley de hidrocarburos boliviana sobre Argentina, voy a tratar de dar cuenta de los nuevos anuncios del gobierno nacional con respecto a la ampliación de gasoductos y de nuevas exploraciones de pozos. Como dije anteriormente, el gobierno salió rápido a cruzar la situación del GNC, pero no solo eso, sino que también reaccionó ante la amenaza de la falta de gas para el próximo invierno. Para eso anunció hoy miércoles 18 de Mayo un Plan de Promoción de Inversiones para aquellas empresas que inviertan en ampliar la capacidad de los gasoductos y exploren nuevos pozos de gas. Los números son alarmantes: la relación reservas/producción de gas natural en Argentina pasó de 30 años en 1990 a 12 años hoy en el 2005. ¿Cuál es la primera conclusión a partir de ese dato? Las empresas no invirtieron casi nada en la exploración y puesta en funcionamiento de nuevos pozos gasíferos y en cambio se sirvieron de la estructura que había heredado del Estado para explotarla intensivamente. Las petroleras no pueden seguir con la misma lógica, ya que el gas natural representa casi el 50% de la matriz energética nacional, y por lo tanto los intereses de otros sectores de la economía se están viendo amenazados si el sector petrolero sigue jugando a ganar sin explotar nuevos pozos. Los reclamos empresarios ya se ven en los diarios: "los empresarios liderados por Luis Pagani, de Arcor, consideran que los temores por la falta de energía están frenando proyectos de inversión productivos. En las últimas semanas, por ejemplo, la empresa Aluar decidió postergar inversiones y también frenó una serie de decisiones el grupo Techint" dice Marcelo Bonelli en Clarín (3-5-2005).

Según el manual del capitalismo, la propiedad privada invierte en un determinado negocio arriesgando su capital en pos de obtener una ganancia que realimente su capital, mientras que el Estado debe garantizar las condiciones de seguridad jurídica y física para que el capitalista invierta tranquilo. Eso según el manual. La realidad (y la historia) marcan otra cosa diferente: el Estado subsidia la inversión y busca mecanismos para que la empresa invierta lo menos posible y recupere lo invertido en el menor tiempo posible, sin riesgo de inversión alguno. Y el reciente Plan de Promoción de Inversiones es un ejemplo claro.

Este Plan tiene 3 aristas:

  1. Ampliación de la capacidad de los gasoductos. El viernes 6 de Mayo Kirchner anunció "una nueva inversión para ampliar la capacidad del gasoducto San Martín. Así, el ducto conocido como TGS ampliará su capacidad de transporte en 4 millones de metros cúbicos" (Clarín). El manual capitalista diría que Transportadora del Gas del Sur sería la responsable de invertir los 250 millones de dólares que requiere el proyecto, pero he aquí que no. Una parte de la inversión viene de los usuarios del GNC, ya que el gobierno autorizó a que en el último aumento de precios de Mayo se incluyan 2 centavos (dentro de los 7 totales de aumento) destinados a un fondo fiduciario para las obras de ampliación de gasoductos. Es decir, la plata de los usuarios de GNC sirve para subsidiar la inversión de la empresa TGS (y de otras como TGN en caso de que también amplíen sus gasoductos).


  2. Un paquete de medidas fiscales tendientes "incentivar" las inversiones en exploración de nuevos pozos que hagan las petroleras. Un cable de Télam dice: "El presidente Néstor Kirchner llamó hoy a los empresarios del sector energético a acompañar el "esfuerzo al límite" que realiza el Gobierno para facilitar con incentivos fiscales las inversiones necesarias en el sector. "Estamos haciendo un esfuerzo fiscal muy grande", resaltó el Presidente en un acto en Casa de Gobierno en el que anunció incentivos a las empresas energéticas, en las que dijo confiar y a las que aseguró que "el esfuerzo de inversión va a dejar grandes resultados en la Argentina"" (Télam, 18-5). Kirchner dice que el Estado hará un "esfuerzo al límite" y es verdad. Un esfuerzo al límite para favorecer a las empresas. Porque el gobierno nacional planea "devolver el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a todas las compañías que hagan inversiones petroleras y gasíferas en el futuro" (Clarín, 3-5). Es decir que el 21% de lo que las empresas inviertan en exploración (bienes materiales que el trabajo implique) lo recuperarán automáticamente por una decisión del gobierno nacional. Que bárbaro, ¿no? Para comprar una leche pagamos el 21% de IVA y Repsol o Petrobrás no lo harán si compran materiales para explorar nuevos pozos. Y mientras una familia argentina tiene como ingreso -por ejemplo- 6000 pesos al año (500 por mes), Repsol ganó 4.500.000.000 de dólares en el año 2004.


  3. "También se les permitirá a esas compañías acelerar la amortización de esas inversiones, para mejorar los resultados contables de las empresas cuando hagan inversiones" dice Clarín (6-5), pero ni ese medio ni el gobierno dijeron a través de cuáles mecanismos lo harán. Lo que se desprende de la frase no es poco: las empresas recuperarán sus inversiones lo más rápido posible gracias al Estado. Uno imagina que subsidios directos, más concesiones de explotación o darle vía libre a los aumentos en algún producto pueden ser mecanismos para amortizar las inversiones. Estamos acostumbrados a ver ese tipo de mecanismos en este país.

El Plan de Promoción de Inversiones es una suma de subsidios estatales a empresas petroleras y gasíferas para alejar los miedos de Arcor, Aluar y compañía con respecto a la viabilidad de las inversiones a mediano plazo. Pero hasta hace unos días tanto Kirchner como las empresas petroleras contaban con que el gas boliviano vendría a complementar al gas nacional en caso de que este no cubriera toda la demanda interna. El proyecto del gasoducto a construir por Techint completaba las piezas de la estructura energética argentina a futuro. ¿Pero que pasa ahora, con esta nueva situación boliviana?

Los dos ojos en Bolivia

El Congreso boliviano sancionó esta semana una nueva ley de hidrocarburos que modifica la anterior de 1996, sancionada bajo el gobierno de Sánchez de Losada. La nueva ley agrega a las regalías del 18% que impuso Sánchez de Lozada otro impuesto directo de 32% también en boca de pozo y obliga a revisar los contratos. Ese nuevo impuesto no podrá ser deducible ni acreditable por las compañías extranjeras en sus casas matrices, algo a lo que el actual presidente Carlos Mesa se oponía decididamente. Mesa buscaba lo contrario (que sea deducible en las casas matrices) para reducir el impacto del impuesto sobre los balances de las empresas petroleras. Pero el Congreso votó la nueva ley y Mesa decidió no modificarla, dando luz verde a la aprobación de una ley a la que él se opuso. Pero eso no es todo, porque sectores de la oposición a Mesa están marchando esta semana hacia La Paz para exigir que las regalías aumenten del 18% al 50% de la producción, lo que implicaría un recorte mayor en la renta empresaria. La situación de convulsión social tiene final abierto, y el gobierno de Mesa puede estar atravesando sus últimos estertores.

Ricardo Kirschbaum, editor general de Clarín, escribe con tono de alarma una columna de opinión sobre este tema y dice en una parte: "La Argentina apostó, como Brasil y EE.UU., a sostener al precario presidente Carlos Mesa, un hombre que fue la salida para la crisis que tumbó a Gonzalo Sánchez de Lozada, el anterior ocupante del Palacio Quemado, pero no resolvió el problema principal del país vecino. Esto es, la estabilidad institucional y las fórmulas posibles de vertebración nacional. Asediado como está, Mesa fracasó en su intento de negociar con los sectores radicales de la izquierda que, inspirados en el venezolano Chávez, parecen listos a marchar hacia el poder" (Clarín, 18-5). El problema principal de Mesa fue justamente no resolver la "gobernabilidad" (como les gusta decir a los politólogos) que permite a los capitalistas invertir y ganar sin amenazas. Mesa no les pudo garantizar el negocio a Repsol-YPF y Petrobrás, que son las 2 empresas que controlan la mayor parte de los pozos de gas y petróleo en Bolivia. A partir de esta nueva ley de hidrocarburos "el gobierno de Kirchner se encontrará realmente con un problema serio", ya que Mesa no puede asegurarle los negocios que habían pactado anteriormente.

Para las petroleras como Repsol-YPF o Petrobrás, para las empresas como Arcor o Aluar y para el gobierno argentino se abre una nueva etapa que por ahora plantea incertidumbres. La renta de las empresas petroleras en Bolivia se va a recortar bruscamente si la esta nueva ley sigue adelante (la transferencia de las empresas al Estado a partir de la nueva ley se estima en 400 millones de dólares). El gas boliviano figura actualmente en el esquema energético argentino de los próximos años. ¿Qué pasa si el gas boliviano no viene? O si viene pero a un precio mucho mayor porque Repsol y Petrobrás deciden que la renta perdida por la nueva ley se recuperará en los precios de exportación del gas boliviano. Argentina importa hoy gas de Bolivia, y ya hablamos sobre el proyecto de construir un gasoducto de la mano de Repsol y Techint. ¿Ese proyecto seguirá siendo viable a partir de esta nueva situación? Si no es viable, Techint se pierde un negocio millonario y no creo que se resigne a perderlo tan fácilmente. ¿Qué concesión le dará a Techint el gobierno nacional para "compensar" el negocio perdido? Si el gas boliviano viene más caro, quién lo va a pagar. ¿Arcor y Aluar? ¿Las estaciones de GNC? ¿O nosotros que consumimos al final de la cadena de precios? ¿A qué precio llegará el gas liberado en boca de pozo en Argentina a partir de Agosto? ¿A qué precio comprarán el gas las industrias que firman contratos de abastecimiento con las productoras de gas? Si lo compran más caro, ¿los precios de sus productos seguirán igual? No creo. Si aquí el gas natural no tiene una imposición tributaria como en Bolivia, tendría que costar menos. ¿O no? ¿Quién va a querer gas boliviano si será más caro que el producido acá? ¿Repsol y Petrobrás "inflarán" el precio del gas en boca de pozo aquí en Argentina para compensar lo que perderán de ahora en más en Bolivia? ¿Qué va a hacer el gobierno argentino si eso pasa? ¿Alcanzará el Plan de Promoción de Inversiones para que las petroleras exploren más? ¿O presionarán por más ventajas? ¿Podrá congelar por un año el precio del GNC como dice el Enargas si el millón de BTU se va por las nubes? ¿Cómo detendrá el interminable "sendero de aumentos"? ¿Con más subsidios a las empresas para que no aumenten tanto? ¿Qué pasará si en Bolivia si los sectores que piden un 50% de regalías logran su objetivo? ¿Qué harán Repsol y Petrobrás en caso de que eso ocurra?

Me disculpo por el bombardeo de preguntas pero quería dar cuenta con ellas la etapa de incertidumbre que se abre a partir de ahora. Las empresas petroleras, las empresas productivas y el Estado argentino tendrán que modificar los esquemas seguidos hasta ahora para acomodarse a la nueva situación. Y la sociedad civil, los trabajadores, los pobres, la clase media, todos tendrán que estar sumamente atentos y en alerta, porque siempre que a los empresarios les reducen la renta, terminamos siendo nosotros los que cubrimos su "bache", y pagando los aumentos hacemos que ellos recuperen la renta perdida. Nos pasa con las exportaciones, nos puede llegar a pasar con el gas natural.

Podrá herir el orgullo de algunos argentinos, pero todo parece indicar que mucho del futuro del gas natural en Argentina (y por lo tanto de la energía, y por ende de la producción y del consumo) pasa por un país recurrentemente denostado por su subdesarrollo como Bolivia. Paradojas del capitalismo y de las luchas populares, que en Bolivia consiguen cosas en el plano petrolero que acá no se consiguen, pero que todavía podemos conseguir.



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