La literatura de los Silva se resiste a los encasillamientos pero ni ellos pueden negar que las estaciones influyen a las musas, estamos en otoño y se nota, acá en la Santa Fe de la vera cruz nuestros artistas escriben con animo de hoja caída bajo una persistente llovizna. No son lágrimas, es la lluvia, en la cara.

Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado.

Para Evaristo Pandolfi el amanecer era una continuidad de la noche y la mañana era ese lugar que usaba para dormir porque Evaristo era sereno.

Al principio le costó acostumbrarse pero en poco tiempo empezó a disfrutar de aquellas horas de soledad y silencio. Las primeras noches escuchó radio pero la programación de la madrugada lo deprimía notablemente y le daba un sueño bárbaro así que decidió prescindir del receptor.

La primera noche en silencio tuvo un poco de miedo y en varias oportunidades estuvo a punto de encender el aparato pero se la aguantó como un hombre. Cuando empezó a descubrir la cantidad de pequeños ruidos que había en lo que supuso vacío se sorprendió sobremanera y cuando escuchó voces se pegó un cagazo padre. Las voces provenían de un lugar determinado, cuando Evaristo se acercaba se trasladaban, cambiaban de lugar y empezaban a escucharse en otro lado. En cuanto al contenido de las voces que Pandolfi escuchaba, al principio no pudo percibirlo claramente, pero cuando se acostumbró al hecho sobrenatural simplemente se sentó a escuchar lo que tenían para decirle.

No eran fantasmas como pensó al principio, eran las voces de gente viva que a esas horas dormían y que decían todo lo que no podían o no querían decir durante el día, al contrario de lo que pensaba Evaristo las peores cosas la gente no se las calla, las dice siempre que puede, la gente no dice las mejores cosas, por eso de noche mientras ven pasar la película del cine onírico hablan para adentro y eso que dicen lo escuchan quienes permanecen despiertos y tienen el coraje de no llenar de ruidos su cabeza, Pandolfi escucha y escribe, toma nota y crece, ya no trabaja más de sereno pero sigue con la costumbre de permanecer despierto y en silencio a la noche, de día no dice casi nada y cada vez que dice algo alguien llora emocionado. Por las dudas Evaristo nunca levantó la perdiz no vaya a ser cosa que lo tilden de loco.



Opiná sobre este tema

Uno

Es canto
no arista
las penas
de nosotros y las vacas
a la parrilla
con vino tinto de risa
entre seca y seca
la bocha
el canto de la garganta fúnebre

Dos

Yo que para cuando
vos que ya va
que estás en camino
yo que tanta vuelta
a la rosca
que la tuerca
ya no ajusta
y el tornillo
se suelta
las roscas
se gastan
y es ahí cuando
es ahí que
pero el tiempo
es una mosca quieta.

Tres

Amarillo perla
el diente
al borde
de tu cuello blanco.

Delfina Contreras

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