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Sandras

Por Alejandra Kosak Slobodianiuk

     Mataron a Sandra...y cuando me pidieron que escriba esta nota pensé en la cantidad de Sandras que hay en este mundo. Cuántas mujeres luchan contra este sistema de opresión, cuantas Sandras Cabrera militan por una vida más digna.

     El homicidio de esta mujer es un símbolo trágico, negro.

     Su muerte me hizo recordar el asesinato -aún no resuelto- en Miramar de Natalia Melman de 15 años, dónde existen fundadas sospechas de la complicidad policial y a las desapariciones de mujeres en la Costa Atlántica desde 1996,
dónde el hecho de que una alta proporción de ellas ejercieran la prostitución contribuyó a la impunidad de sus asesinos.

     A partir de la muerte de Sandra, "moralistas" y "progresistas" entran a debatir sobre la prostitución, pero el tema de la explotación y opresión que genera el sistema capitalista que hunde a millones de sujetos a la miseria, la violencia, el sometimiento, la enfermedad y el hambre, especialmente a mujeres y niños, sigue siendo legitimado dentro de esta democracia liberal, como el único régimen posible al que podemos aspirar.

Buenos negocios

     El negocio de la prostitución en Estados Unidos deja U$S 52 millones anuales. Aunque ilegal, con excepción del estado de Nevada, esta "industria" se basa en el supuesto derecho de los varones a obtener satisfacción sexual sin consideración de los costos físicos y emocionales de las mujeres, niñas y niños que la ejercen.

     Según un informe de François Loncle para Le Monde Diplomatique, alrededor de 200.000 mujeres de Europa del Este entran en el circuito de la prostitución, donde un proxeneta consigue un promedio de U$S 100.000 anuales por cada mujer que explota. Rusia y Ucrania son los dos países proveedores, la ex Yugoslavia y Albania son países de paso y Alemania, Francia e Italia, son los países de destino. Las chicas del Este son "subastadas" como ganado y sometidas por sus proxenetas a reiteradas violaciones.

     Para rumanos y moldavos, el periplo es peor. Los traficantes realizan un verdadero mercado de esclavas: las mujeres son vendidas en unos 1000 marcos alemanes.

     Pierre Bordieu dice:

De la jaula a la vidriera

     Así como en su fase de explotación salvaje, el capitalismo sacó a la mujer del hogar para confinarla en la fábrica y luego volvió a recluirla en su jaula de oro; a partir de la "sociedad de consumo" vuelve a sacarla de su encierro, aunque esta vez de manera simbólica, para exhibirla a la luz del sol, (a ella o a su cuerpo) reproduciendo al infinito su imagen por todos los medios de difusión masiva.

     Es que ahora, al "objeto" mujer, le ha sido asignado un nuevo rol: consumir y ser consumida.

     "A ninguna de nosotras se le ocurría pensar que pudiéramos ser algo más que un adorno" (Viola Klein).

     "La educación que recibíamos nos llevaba a concebir la vida como una curva, cuyo punto culminante era el matrimonio y la maternidad, con todo aquello que tienen de mítico: atracción física, deliciosos bebés, radiante juventud; pasado lo cual todo volvería a la oscuridad" (Evelyne Sullerot).

     Sin embargo, en la sociedad actual la mujer es algo más que un adorno.

     Pasados los años "floridos", (y aún antes) la mujer es un adorno capaz de lavar, coser, limpiar, cocinar, hacer las compras, cuidar a los hijos y satisfacer todas y cada una de las necesidades del marido cuando éste regresa al hogar.

     Si al volver del trabajo los asalariados varones tuvieran que realizar las tareas que a lo largo de todo el día realizan sus mujeres, quedarían exhaustos y el entero ciclo de reproducción del capital se vería comprometido.

(Extractado del libro "Pequeña historia del trabajo (ilustrada)", de Augusto Bianco, editorial Contrapunto, Buenos Aires 1988, Págs. 581/583)

"al hacer intervenir el dinero, cierto erotismo masculino asocia la búsqueda del goce al ejercicio brutal del poder sobre los cuerpos reducidos al estado de objetos y al sacrilegio consistente en transgredir la ley según la cual el cuerpo (como la sangre) sólo puede ser dado, en un acto de ofrenda completamente gratuito, que supone la suspensión de la violencia".

     A este mercado lo caracteriza su demanda. San Agustín decía que las prostitutas eran un mal necesario y Santo Tomás afirmaba: "eliminad a las mujeres públicas de la sociedad, y el libertinaje la turbará con toda clase de desórdenes. Las prostitutas son en una ciudad lo que la cloaca en un palacio; suprimid la cloaca , y el palacio se convertirá en un lugar sucio e infecto".

     La Iglesia las combate, pero cuando un sistema crea una institución no lo hace arbitrariamente, sino que ésta responde a necesidades, no "necesidades reales" sino necesidades generadas por dicho sistema.

     Pensemos en el matrimonio monogámico, la mujer reproductora en el hogar, la prostitución como variante de la expansión sexual. Con ella el varón no piensa en la paternidad ni en el deseo del otro. Weininger, el gran detractor de la mujer, decía: "los hombres eminentes, únicamente han amado a las prostitutas..... no son tan valerosas como las madres, pero poseen la condición indispensable del descaro y la desvergüenza". No debemos dejar de analizar que la "madre" también es un objeto sexual del marido, aunque sea un objeto "delicado".

Las libertades

     El alquiler de cuerpos no sólo tiene ventajas en el despliegue de fantasías, sino también libera al varón de la exigencia de satisfacer al otro.

     La mujer sigue siendo un objeto en la historia, pero hay mujeres que luchan para cambiarla.

     ¿De qué libertad se habla cuando no podemos elegir? ¿De qué libertad se habla cuando miles de mujeres en pleno siglo XXI son vendidas como esclavas?

     Vendrán discusiones sobre el derecho, a quién castigar o no, pero debemos recordar que la persistencia y la naturalización del imaginario social, que justifica y tolera prácticas que objetivan el mercado de cuerpos, continúan.


     La articulación de las diversas determinaciones de género, sexualidad, etnia, etc., está fundada en la estrecha vinculación que existe entre explotación y opresión bajo la dominación del capital.

     Sólo una lectura errónea podría llevarnos a pensar que la sociedad existente es el resultado de sujetos con múltiples pertenencias identitarias, no es la noción de diferencia la que cuestiono, sino la naturalización o su absolutización.

     En una sociedad sin opresión podemos imaginar a las mujeres en una posición igualmente jerarquizada que los varones, igualmente para negros, homosexuales, blancos o heterosexuales.

     La prostitución es una forma de "esclavitud asalariada" y liberar a mujeres y niños de esto, significa combatir al sistema en sus raíces, intentar el reconocimiento de la clase explotada, que no significa otra cosa que eliminar la clase explotadora.

     Sólo cuando la sociedad ponga en cuestionamiento esta relación es posible construir las condiciones de posibilidad para la eliminación de todas las jerarquías que tiñen las diferencias.

     Mientras tanto nuestra lucha seguirá siendo caracterizada como la pelea de "las histéricas, las locas, las brujas, lesbianas y putas", pero hay muchas Sandras y somos más.

     La bala que mató a Sandra Cabrera fue disparada por un guardián del sistema.

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