Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado

Pensaba, apoltronado en un cómodo sillón que no es mío un incontrolable sinfín de tonterías y se me ocurrió que si una persona decide no relacionarse más personalmente con sus pares y se aísla con todas las posibilidades tecnológicas que ofrece el mercado de las telecomunicaciones y sí y solo sí sociabiliza a través de Internet y el teléfono, esta persona, digo, pregunto, ¿está realmente relacionada con los demás? ¿chatear es lo mismo que conversar? ¿hablar con alguien por teléfono es lo mismo que mandarle un mensaje de texto? ¿verse a través del monitor es lo mismo que verse en persona?, yo mismo me digo y me respondo, Son cosas diferentes boludo, y aparte comunicarse virtualmente hoy en día es un complemento, inclusive aumenta las posibilidades de más encuentros y más desencuentros que es a la final la forma que tenemos de aguantarnos y reproducirnos. Así fue que se me ocurrió que en una de esas nadie usó todavía la idea de promover matrimonios por Internet.

Resulta que un tipo y una tipa se conocen a través de la red y deciden, después de un tiempo prudencial, unir sus vidas en el ciber espacio que ambos dos ocupan, o sea, no conocerse literalmente ni consumar el matrimonio y mucho menos vivir juntos. Estos dos consultaron con una agencia que se ocupa de estos menesteres en www.loscasamos.com, estos avivados les organizaron una fiesta virtual que costó sus buenos mangos y a la que asistieron miles de personas a través del ordenador que pudieron regalarle a la pareja muchos regalos virtuales para su casa virtual en la que tendrían que vivir virtualmente hasta que la muerte o algún virus los separe. En esta casa la pareja tenía que ocuparse de las limpieza sacar la basura a horario, alimentar y cuidar las mascotas y hacer efectivos los demás quehaceres domésticos.

Esto creció de tal forma que al tiempo empezaron a sucederse los divorcios virtuales llevados adelante por abogados virtuales y juicios por la tenencia de hijos que no se podían besar.

Libertad a Seguro


Como perejil en maceta se arracimaban para recibir las vituallas que los soldados de uniforme azul les arrojaban cuando explotó la bomba.

Lucila se tapó los oídos y cerró los ojos, estaba trabajando con el procesador de texto y lo ultimo que escribió fue la palabra Camino, después no siguió escribiendo y tampoco más tarde, salió a la calle y se quedó parada en la vereda sin saber a ciencia cierta porqué había bajado, aun no salía del aturdimiento cuando sintió un golpe en las piernas abajo, una cría de corta edad y estatura que venía corriendo con una mano en la mano se chocó en su loca carrera con Lucila y quedó sentada en el piso mirándola con los ojitos desmesuradamente abiertos, parte del pelo chamuscado la niña y media cara tiznada del lado donde llevaba aferrada la mano de alguien cuyo cuerpo había quedado en otro lado. Lucila la alzó casi por instinto. La nena acomodó su cabeza en el hombro de la mujer mientras casi al mismo tiempo soltaba la mano que cayó al piso haciendo un ruido que nadie escuchó.

Volvió a entrar al edificio con la criatura abrazada a su cuello, y se quedó con ella esperando que nadie la reclamara y nadie la reclamó.

Se llamaba Esther y vivía con su madre viuda, dos de sus hermanos mayores habían muerto en la guerra y a los otros dos los mató una mina cuando trataban de cazar algo para comer.

Esther creció y Lucila también, juntas acomodaron entre sí sus atribulados espíritus y cuando temblaban a la noche con los bombardeos se abrazaban fuerte y despertaban así.

Esa guerra terminó pero empezó otra.

Libertad a Seguro


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Poemas urbanos.

5

Pierna
sobre pierna
la punta
del zapato
como un vidrio
ella
toma café
en la vereda
de un bar
mientras
chatea
desde
su netbook
con una amiga
que vive en Francia.

La señora
esquiva
con dificultad
las sillas
mientras
arrastra
su pierna
con la safena
así de hinchada
que termina
sus días
cercenada
con la precisión
de un escalpelo
por la punta
de un zapato
de mujer
hipermoderno.

 

6

La vida que viví
y las que inventé
se me pasan
proyectadas
sobre la tela blanca
que suele aparecer
ante nuestros ojos
en estos trances
para que uno vea
que todo eso
está a punto
de terminar
para siempre
si el semáforo
de la avenida
prende la luz verde
antes que llegue
del otro lado.

Delfina Contreras

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