El chico de los mandados por Miguel Espinaco Desde que su pelea con el partido gobernante lo hizo más famoso que nunca, mucho se habla del diario Clarín y de su grupo y de cómo deforma la opinión de quienes somos sometidos a su mensaje cotidiano aunque, en honor a la verdad, el tema de los intereses de las empresas de la prensa y de cómo esos intereses los predisponen a crear una “verdad” a la medida, no es por cierto nada nuevo. Fijate que el ejemplo de Clarín podría extrapolarse sin dificultad - respetando las debidas dimensiones - para hablar de cómo la CNN cuenta las invasiones imperialistas como si fueran jueguitos de video o bien, por el procedimiento inverso, podría usarse para hablar del diario El Litoral de Santa Fe, que es lo que pretendo hacer en esta nota. La conexión no es para nada exagerada. Cuando presentaron en Santa Fe la película “La crisis causó dos nuevas muertes”, un documental verdaderamente recomendable que cuenta cómo el diario de la Noble ocultó los asesinatos de Kostecky y Santillán en un titular sin culpas ni responsabilidades, recordé cómo en Santa Fe, cuando la policía al mando de Obeid baleaba a los bancarios frente a la legislatura para defender la privatización menem-reutemanista del Banco Provincial, el diario El Litoral hizo casi casi lo mismo: la tarde de los hechos habló de “enfrentamientos” y recién al otro día, dejó que sus cronistas contaran la verdad en la contratapa. Hace unos días vi un titular de tapa que lo primero que me hizo pensar es en que ni siquiera Clarín se hubiera animado a tanto, aunque posiblemente lo mío sea apenas una exageración con ánimo chauvinista. Pobres los ricos Alguna vez, la publicidad lo impuso como “el chico de los mandados”. El simpático cadete dibujado, invitaba por entonces a publicar en los avisos clasificados del diario El Litoral, pero una relectura malintencionada (pero no por eso menos justa) podría servir para definir al diario como el chico de los mandados de la burguesía santafesina. A su servicio está, y si no basta con mirar esta tapa del 25 de febrero pasado que, por si no alcanzás a leer, dice que “el gobierno cosechará los dólares del campo” y nos explica después que “la Casa Rosada se quedará al menos con 6.300 de los 18.000 millones de dólares que ingresarán al país por exportaciones en base a soja” y se lamenta de que “ los productores que hacen la inversión y asumen el riesgo se quedan en cambio con no más de 1.900 millones de esa moneda”. Obviamente el subrayado es mío, pero no me digas que el “no más” no merece ser subrayado. En un alarde de manejo del discurso, el cronista encargado de escribir la bajada del título principal del “diario de Santa Fe”, nos hace mirar con lástima a los pobres sojeros, que se quedarán, apenas, con 1.900 millones de dólares. Sin embargo el número suena a grande y no sólo eso: es bien grande. Mil novecientos millones de dólares son – pesos más pesos menos - unos siete mil quinientos millones de pesos, un número equivalente al que cobran todos los empleados públicos, docentes públicos y privados, enfermeros, empleados del poder judicial, jueces, policías, funcionarios, médicos del sistema público, empleados del poder legislativo y porteros de la provincia de Santa Fe: “la masa salarial prevista para este año sin el incremento del 7 % es de 7.755.340.700 pesos, según datos oficiales, en tanto el 49 % de ese monto corresponde a los ingresos que cobra la docencia, incluidos los aportes que van para la enseñanza privada. Estos subsidios también se orientan a sueldos.” (“Prudencia frente a la incertidumbre” – El Litoral 21-2-2010). Uno puede observar cómo aquí la autora de la nota, la secretaria de redacción del diario El Litoral y una de sus principales plumas, Teresa Pandolfo, lejos de escribir “no más” antes de la cifra, felicita desde el título de la nota la “prudencia” del gobierno que limita los ingresos de todos sus agentes públicos (que son un montón) a una cifra similar a los ingresos de los productores sojeros, que ni decirlo, son muchísimos menos. El número oculto Si te tomás un minuto para leer la nota de tapa de la que hablo - que en la edición digital se llamó “La soja le aportará al país más de U$S 18 mil millones este año”) - y ponés atención en los números que se arrojan, vas a ver que falta algo. En la bajada se escribe que el gobierno es el socio mayoritario y más abajo se explica que entre retenciones y otros impuestos, se quedará con “unos 8 mil millones de dólares”. Andá sumando. Después se detalla que los productores, “por cada hectárea invierten 441 dólares para ganar 100 dólares si se superan con éxito los riesgos climáticos o de plagas” o sea que “si todo va bien”, los productores se llevan “algo más de 1.900 millones de dólares”. Ya está, no hay más números: ocho mil millones de dólares más mil novecientos millones, ni arañan los dieciocho mil millones del título. Si, ya hiciste la diferencia, faltan precisamente ocho mil cien millones de dólares que hacen perder al gobierno su condición de socio mayoritario. Parece que hay algunos sectores de la burguesía de los que el diario El Litoral prefiere ni hablar. En una nota de mayo de 2008, titulada “La pulseada por la renta”, Claudio Katz detalla tres sectores que controlan la elevada rentabilidad de la soja, y menciona en primero lugar a los contratistas o pools de siembre “que se nutren de fondos de inversión y operan en gran escala sobre las tierras arrendadas” y menciona como ejemplo a Grobocopatel. Aceptemos que aunque la descripción no suene tan simpática como aquella de los pobres “productores que hacen la inversión” que hace El Litoral, están hablando ambos del mismo sector. Entonces, el número oculto debe tener que ver con los otros dos sectores. El segundo sector citado por Katz, refiere a los proveedores de agroquímicos que “acaparan lucros mediante la fuerte dependencia que tiene la producción de soja de las nuevas semillas y fertilizantes”. Una nota publicada en 2009 por el diario Clarín, da una idea de esos lucros: “la empresa de origen suizo – se refiere a Sygenta - reportó, para todo el año pasado, un beneficio neto de 1.400 millones de dólares, un 25% más alto que el que había registrado en 2007.” (“En medio de la crisis, los gigantes de agroquímicos aumentaron sus ganancias” – Clarín 06-02-2009) Ello, merced a una facturación que había alcanzado los once mil seiscientos millones de dólares. Y sobre Monsanto escribe después que “su primer trimestre fiscal de 2009 (de septiembre a noviembre) fue el mejor de su historia, con ventas por 2.649 millones de dólares y ganancias por 556 millones de dólares, más del doble que las del mismo período del año anterior”. Estas dos empresas nomás se quedan entonces con (1400 más 2224) unos 3600 millones. El tercer sector que cita Katz y que olvida delicadamente El Litoral de Santa Fe, “está constituido por cinco grandes compañías exportadoras, que manejan el 90% de las ventas, con beneficios corrientes que superan ampliamente los 1.000-1.500 millones de dólares” Estos señores, entre los que aparecen nombres como Cargill, Bunge, Dreyfus, Nidera y Aceitera General Deheza manejan el cultivo “desde la tranquera hasta el barco” y se quedan con gran parte de la torta, tampoco parecen merecer la crítica de estos señores que son – nada menos – que la opinión privada que deviene opinión pública en este lugar en el mundo. Opiná sobre este tema |
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