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¿Por qué no están presos?

Por Miguel Espinaco

     Es cierto que son muchas las causas que concurrieron para que el río Salado se metiera en la tercera parte de la ciudad de Santa Fe hace hoy exactamente 171 días. En nuestra nota "El poder en los días del agua" nos extendimos lo suficiente para demostrar que el desorden en la asignación del trabajo social y la consecuente imprevisión que acarrea el sistema capitalista, se habían visto agravados en las últimas décadas al anularse los "parches" estatales en medio de la aplicación de las políticas que se agrupan habitualmente bajo el nombre de neoliberalismo.

     Es evidente que esa responsabilidad, esa culpa, recae sobre un extendido universo de empresarios y banqueros que vivieron la gran vida gracias a esos planes y también sobre la gran cantidad de dirigentes políticos y funcionarios que los llevaron adelante. Un juicio tan masivo, sólo podrá esperarse si la marcha de la historia - y de las luchas, que es decir casi lo mismo - lleva un día a la formación de un poder que esté en manos del pueblo trabajador, que es el que ha sufrido no solo los muertos por inundaciones y por catástrofes, sino también los muertos por pobreza, por miseria insoportable, por falta de salud, por marginación.

     Sin embargo, hay elementos bien puntuales que caben sin ninguna duda en el derecho vigente que, se supone, castiga el homicidio. En la nota citada más arriba decíamos: "Es evidente que ya el martes 29 al mediodía se conocía con certeza técnica que el agua llegaría a las proximidades de la cota 17 y que ese dato confirmaba que la inundación llegaría hasta el sur, hasta los barrios San Lorenzo, Alfonso Chalet y Centenario. Es muy posible que a última hora del lunes, mientras el agua ya casi trepaba a la calle Iturraspe - acceso al puente Santa Fe Rosario - muchos dirigentes políticos de los de primera línea que se reunieron allí ya sospecharan que eso iba a pasar, pero el martes al mediodía ya no cabían las dudas, ya había sobre la mesa de trabajo del Comité de Crisis un mapa de la ciudad con la zona que se iba a inundar perfectamente demarcada. La decisión de evacuar el hospital de niños no deja dudas sobre esta afirmación". Entonces, "si el gobernador, si el Ministro de Obras Públicas, si el Director de Obras Hidráulicas, si el Director de Vialidad Provincial, si el Intendente, si el Secretario de Obras y Servicios Públicos municipal, si el Director de Defensa Civil, si todos ellos sabían, por qué no se tomó la decisión de evacuar?" En aquel momento, nos basábamos apenas en nuestra investigación periodística y en algunos aspectos que demostraban sencillamente que los dirigentes políticos provinciales y municipales sabían con la suficiente antelación que la ciudad se iba a inundar de la forma en que finalmente ocurrió. Hoy, son ellos mismos los que lo reconocen, y en las mismas actas que ellos escribieron y firmaron mientras los hechos sucedían - actas que suponemos integrarán los expedientes judiciales - ha quedado escrito.

     En esta situación es lícito preguntarse por qué no están presos. Aunque la pregunta pueda sonar un poco ridícula después de años de si-lolismo, de cortes adictas, de jueces alcahuetes, de periodistas complacientes y de espantosos acuerdos preelectorales para que no se tocara el tema en la campaña, bien vale hacérsela, porque muestra de qué modo esta supuesta democracia y sus instituciones, no sirven ni siquiera para encarcelar delincuentes, cuando esos delincuentes son justamente los dueños de la democracia y de las instituciones..

Las huellas del delito.

     "Si no hablé hace cuatro meses, hoy tampoco voy a hablar. Yo creo que el tiempo aclara las cosas. Estoy con la conciencia tranquila. Yo no soy el responsable de lo que pasó en la catástrofe. No tengo la varita mágica, en algún momento se van a aclarar las cosas", dijo en medio de un escrache improvisado el Intendente Álvarez. El Gobernador y futuro Senador Carlos Reutemann, en tanto, habla por sus decretos del mismo modo que los jueces hablan por sus fallos: "visto la inédita característica del fenómeno hídrico que afecta a vastas zonas de la provincia y en especial a la ciudad capital y zonas aledañas" insiste en cada uno de ellos a modo de rito, como para imponer por mera repetición y a su modo, que el tampoco él es "el responsable de lo que pasó en la catástrofe".

     Mientras tanto, mientras todos prometen que en algún futuro indefinido se van a "aclarar las cosas", las huellas del delito van apareciendo, y va quedando claro que unas cuantas horas antes de que se produjeran las muertes que la fría estadística computa bajo el rubro de "asfixia por inmersión", la crema política santafesina sabía hasta dónde iba a llegar el agua y no hizo absolutamente nada para evacuar y evitarlas.

     La primera huella del delito aparece con la confirmación de boca del Ministro de Obras Públicas Edgardo Berli a un cronista de Rosario 12, de que el famoso mapa de la ciudad que demarcaba la zona que se iba a inundar realmente existió, y que estuvo en manos del Comité de Emergencia horas antes de que se inundara la parte más poblada de todas las afectadas y medio día antes de que se inundará el Barrio Centenario.

     - El 29 de abril hubo una reunión en la Casa de Gobierno. El agua ya avanzaba sobre la ciudad. Y se sabe que alguien mostró allí un plano con una línea roja que marcaba la zona que después se inundó. ¿Usted puede aclarar este punto? - pregunta Tizziani de Rosario 12.

     - Son parte de las cosas que algún día se van a conocer, cuando nos llamen a poner claridad sobre el tema. Hubo una reunión, y por supuesto, evaluaciones técnicas que indicaron o hicieron un pronóstico respecto al comportamiento del río Salado. Sí, existe esa información, fue puesta en su momento en conocimiento. Era información preliminar en virtud de la rapidez con que se iban dando los sucesos. Y eso fue generado por los organismos técnicos del Ministerio de Obras Públicas. Así que estuvo en conocimiento, aún con la precariedad que la urgencia y la celeridad de los tiempos nos obligaban en aquel momento. - responde Berli.

     - ¿Era un plano con una línea roja que definía hasta donde llegaba el agua?

     - Sí, fue un esbozo. Una línea del probable nivel de inundación en un plano de la ciudad. Una indicación de hasta donde se pensaba a esa hora de los hechos que podía llegar (el agua), con las reservas que, por supuesto, este pronóstico tenía.

     - ¿Y qué le dijeron?.

     - No hubo comentarios. Esa fue una información puesta.

     - ¿A qué hora fue?

     - A la mañana. No recuerdo bien la hora pero fue a la mañana.

     - ¿Estaba el gobernador?

     - Había mucha gente.

      - ¿Y el intendente?

     - Había mucha gente -insistió Berli.

     El acta
número 030 del Comité de Emergencia Hídrica está fechada el 29 de abril a las 8 horas, de modo que esa debe ser la hora que no recuerda Berli. Allí nada se escribió sobre el mapa con la línea roja, pero la huella del delito quedó anotada en su segundo punto: "se hace necesario resolver en forma inmediata y urgente gestiones de provisión y compras que permitan asistir a los afectados, damnificados, evacuados y autoevacuados, que se estima podrían ascender a más de 100.000 personas" una previsión que resultó demasiado ajustada a la realidad. Bien vale anotar una vez más que esto ocurría doce horas antes de que se inundara Barrio Centenario, y al mismo tiempo que el Intendente Álvarez tranquilizaba a la ciudad desde los estudios de LT10, una de las radios de mayor audiencia.

"Había mucha gente"

     El acta 030 no especifica quienes estaban presentes pero es fácilmente deducible que una información como la que se manejó en ese momento debe haber llegado rápidamente a todos los niveles de los ejecutivos municipal y provincial, máxime si uno de los presentes era un hombre del gabinete de Reutemann. De cualquier modo, ni siquiera se trataba de información nueva.

     Horas antes, a las 13 horas del lunes 28, se había realizado otra reunión del Comité de Emergencia Hídrica. En el acta 029 se detalla el nombre y cargo de los presentes, entre los que se encontraba el mismo Berli, el Director de Defensa Civil, Carlos Filomena, el Director de Obras Hidráulicas Ricardo Fratti, la Secretaria de Promoción Comunitaria Adriana Cavutto, Lapilli y Duarte por el Ejército y Alejandro Rossi y Jorge Bounus, secretarios de Gobierno y de Obras Públicas, respectivamente, por la Municipalidad de Santa Fe.

     Queda claro que ya en ese momento la brecha por la cual entró el río a la ciudad era materia de discusión, ya que en uno de los puntos - y a efectos de autorizar una compra y contratación directa - se mencionan los "urgentes e imprescindibles trabajos" que se realizan en la zona del Barrio Hipódromo. En otro punto se advierte que "el agua está entrando en el Barrio Barranquitas y se está trabajando intensamente para permitir contenerla".

     Por si todo eso fuera poco consta que "el
Ing. Fratti informa que el Río Salado, a la altura de la Ruta Nro 70 el agua tiene una altura de 7,70 metros (máximo nivel de la historia) que la Ruta Nro 61 se encuentra cubierta con 60 centímetros de agua y el pico está llegando a la localidad de Emilia y se prevé que éste estará en esta zona en el término de 48 horas"

     Las cartas estaban echadas. Faltaban 24 horas para que el agua llegara a Santa Rosa de Lima, algo más para que llegara a San Lorenzo y más todavía para que se estacionara en Barrio Chalet antes de entrar en catarata a Barrio Centenario. Eso ocurrió finalmente como a las 20 horas del día 29, pero en el acta que se escribía a las 13 horas del día 28 no hay ni una línea que hable de evacuaciones preventivas ni de montaje alguno de sistemas de información para alertar a la población, trágica candidata a la "asfixia por inmersión".

Dolo eventual.

     Han sido muchos los que han señalado la responsabilidad penal de los dirigentes políticos. Por lo menos un par de causas han sido presentadas, pero no hemos sabido todavía de nadie que fuera ni siquiera molestado para declarar. Las figuras penales utilizadas fueron las de "estrago culposo calificado", "abandono de persona", "incumplimiento de deberes de funcionario público". Algunos - fundamentalmente los damnificados que se reúnen en la carpa negra - han preferido usar el término genocidio para subrayar las responsabilidades de los responsables. Sin embargo, esa exageración puede convertirse - por su misma grandilocuencia e improbabilidad - en un taparrabo que aprovechen los mismos culpables para eximirse de sus culpas: ¿como nosotros vamos a haber querido que esto tan terrible pasara? pueden decir, y terminar entonces el debate con ese sencillo alegato.

     Sin embargo, entre el homicidio con dolo - el que mata con la intención de matar - y el homicidio con culpa - el que mata sin querer, por ejemplo en un accidente automovilístico - existen valoraciones intermedias que pueden ser perfectamente aplicables. Si los responsables políticos de no haber organizado los medios para una evacuación ordenada fueran acusados de esa forma, estarían seguramente procesados y cumpliendo prisión preventiva, porque se trata de delitos no excarcelables. El tema, es que nadie parece quererlo.

     "El dolo eventual no deriva del hecho de que la probabilidad del delito exista solo objetivamente, sino que es necesario que a esa probabilidad se la haya representado el agente" leemos en un tratado de Derecho Penal. Dicha figura penal ha sido aplicada en muchos casos en que automovilistas han matado gente por andar a altas velocidades y se ha meneado en la causa que mantiene presos a Perdía y a Vaca Narvaja y prófugo a Firmenich. Lo que se juzga es que el causante debía haberse figurado que su acción - o que su inacción como en este caso - iba a provocar las muertes en cuestión, hecho que aquí parece demostrado inclusive por confesión de parte (el agua iba a inundar gran parte de la ciudad / mucha gente se ahoga en el agua si no se le avisa antes que se vaya)

     Es por lo menos extraño que desde esa confesión del Ministro Berli y desde la documentación existente, este tema no haya provocado demasiado revuelo. Parte de la explicación puede darla la conocida complicidad de los formadores de opinión pública. Pero decir eso sería conformarse con poco.

     La verdad es que el Gobierno Provincial - y en esto ha colaborado sin duda alguna el Gobierno Nacional y la supuesta oposición - ha logrado hasta ahora con éxito avanzar en el "operativo entierro" del tema inundación. Han pasado menos de seis meses desde los hechos que conmovieron a Santa Fe y al país, las casas todavía se abren cada día para que se les ventile la humedad y el olor del río, los familiares todavía lloran a sus muertos. Los dirigentes políticos, mientras tanto, hablan con la impunidad con la que se habla de un pasado lejano que sólo encuentra su lugar en los libros de historia, en las discusiones teóricas. Hablan como si no tuvieran nada que ver con el olor y con la muerte.

     Alguna vez habrá que resucitar el debate, sacar la tierra de debajo de la alfombra, enfrentarse con los hechos y con las responsabilidades entre las cuales, sin duda alguna, tienen que tener su lugar las responsabilidades penales. Porque no se trata de un tema de ayer sino que es hoy mismo que seguimos en manos de esta gente que prevé la muerte y no la evita, es hoy mismo que seguimos viviendo en medio de un peligro inminente.

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