Entre bomberos

por Miguel Espinaco

Es complicado entre tanto ruido tomar posiciones, ponerse de un lado o del otro, opinar por sí o por no.

Lo que pasa es que todo pasa demasiado rápido.  Por ejemplo ahora, que estoy tratando de opinar sobre qué significa el adelantamiento de las elecciones, el gobierno ya planteó la coparticipación de las retenciones y se armó otro revuelo con cortes y chicanas para todos los gustos, y por si eso fuera poco ya apareció la ley de radiodifusión que anticipa una lucha de superficie entre oficialistas y opositores para ver quién queda  como el más democrático y una lucha mucho más importante pero mucho más oculta, sobre quién se queda con los bocados grandes, con la torta del negocio del monopolio de la palabra que facilita muchos otros negocios, pelea de la que no se va a hablar tanto pero que concitará los esfuerzos de pesos pesados como el grupo Clarín y como Telefónica y como Telmex y como Telecom.

Pero bueno, va a haber que animarse a parar la pelota y a tratar de desbrozar qué hay detrás del adelantamiento de las elecciones que propuso el kirchnerismo y que convocó a las iras opositoras.   Digo ver qué hay detrás,  porque todo lo que se ha escuchado tiene que ver con las necesidades electorales del oficialismo y a mí como lectura me parece demasiado escasa, todas han sido especulaciones sobre si en junio va a haber perdido menos votos que en octubre, sobre cómo el kirchnerismo temía que las elecciones previas le restaran más posibilidades y entonces por eso el apuro.

No digo que esas lecturas sean falsas, creo que ocultan lo central, lo más importante, los que puede importarle en todo caso a los argentinos que laburan.

No es que las elecciones vayan a cambiar mucho las cosas.  Oficialistas y opositores jugarán su juego, bailarán cada cual su bailecito para convencerte de que son los mejores, pero a la hora de los bifes las necesidades del gran capital serán políticas de estado y entonces, para lo que realmente importa, la decisión sobre qué se produce para atender a qué necesidades en medio de la crisis, el reparto de esa torta que se produce, y la discusión sobre quién manda, sobre quién decide realmente, estarán afuera del debate. Kirchner o Carrió o Macri, no ofrecen demasiadas variantes en estos debates centrales, con cualquiera de ellos  se produce lo que al capital le conviene para ganar plata y no lo que los argentinos necesitan para sobrevivir, se reparte con las desigualdades de costumbre y los que deciden son los que tienen la plata para decidir: ¿entonces por qué tanta discusión sobre la fecha de las elecciones?

Ya lo dije, no es que no tengan importancia las necesidades electorales de cada quien, por cierto kirchneristas y no kirchneristas pelean pedazos de poder en el aparato del estado y los pelean en serio, con uñas y dientes.  Pero sospecho que el adelantamiento responde más a una necesidad del gran capital que a una mera necesidad electoral del oficialismo, que el oficialismo hace lo que debe como representación de ese gran capital, pagando el costo de proponer el adelantamiento electoral,  que los opositores hacen lo que deben hacer como opositores aspirantes a gerenciar en el futuro los intereses de esos mismos  empresarios desde la rosada: facturarle lo más caro posible al oficialismo su tarea, para edificar así la famosa alternancia que tanto gusta a los defensores de las instituciones de la democracia de mercado.

Bien visto, sacarse de encima rápidamente las elecciones es una necesidad de los empresarios que saben que mantener sus ganancias en medio de la crisis les exigirá ciertos malos modos con los trabajadores, cosas como despidos en cantidad, baja de salarios y más aumentos de los servicios públicos y los impuestos como los que ya estamos viviendo ahora, sin ir más lejos.  Y esos malos modos, claro, no quedan bien antes del voto, no son fáciles de sostener cuando todos te están tratando de convencer de que son buena gente.

Tenía esa sospecha la semana pasada y escucharlo al diputado Rossi cerrando la rueda de oradores antes de la votación en diputados, terminó de convencerme: “si alguien cree que un escenario de elecciones continuas hasta octubre era el mejor para la aplicación de medidas para paliar los efectos de la crisis internacional, nosotros no compartimos esa apreciación” les dijo a sus pares con cierto tono de complicidad, un tono que a mi me sonó como si les hubiera guiñado un ojo, como si les hubiera dicho aquella frase de Balá, esa de que entre bomberos no nos vamos a pisar la manguera.


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