“Mientras la crisis económica es a escala planetaria, acá solamente se discute sobre la seguridad”

por Miguel Espinaco, Daniel Acosta y Sebastián Alarcón

Era una mañana de noviembre bastante característica en Santa Fe, la formula típica de lluvia y humedad nos acompañó durante toda la mañana de sábado. A solo 8 minutos de cumplirse las doce del mediodía y a una hora de despedirnos hasta el próximo año, la voz del ensayista Alejandro Horowicz, autor del libro “Los cuatros Peronismos”, columnista de las revista Competencia y Primera Plana, de los diarios La Opinión, Convicción, Clarín, Sur y Perfil; deslizaba su análisis político de lo que había sido el año presidencial de la presidenta Cristina de Kirchner.

Alejandro Horowicz: La mitad del año estuvo signada por el conflicto campero, este conflicto campero obligó pensar a la sociedad argentina en su enorme dificultad, presentándose así un escenario en movimiento. Tanto el gobierno, como el conjunto que cortaron la ruta tenían una expectativa imposible de materializar, ya que ambos creían que el precio de la soja no sólo se iba a sostener en seiscientos dólares, sino que incluso iba a superar esta cifra. Actuaron en consecuencia mostrando, el lado campero una codicia sencilla, mezquina y directa sobre una renta extraordinaria que no tiene ninguna relación con las condiciones específicas de su producción, sino con un fenómeno financiero estrechamente ligado a la crisis general del capitalismo. Existió una dificultad enorme para entender la naturaleza de la crisis y de la propia situación, fue lo que llevó al conflicto a un punto sin retorno.

El conflicto se resolvió en un enfrentamiento directo donde se violó la constitución nacional, ya que el gobierno es el garante de la libre circulación de personas y mercancía, según el artículo 14. Esto fue interrumpido, se puso en peligro el abastecimiento de las ciudades, se llegó a una situación de polarización cuyo único objetivo era entender a la política como continuación del negocio personal por otros medios. Esta situación es extraordinariamente anómala, para cualquiera que no sea argentino y se le explique el conflicto entre el sector campero y el gobierno nacional se queda mirando. Imagínese si se lo explica a un ciudadano canadiense, cómo a un sector al que se vulnera un interés particular puede actuar como tal, donde su único provecho legitimo es el propio.

Esto demuestra hasta qué punto a sido pulverizada la noción nación Argentina, hasta que punto se ha desolidarizado un segmento de la sociedad respecto al conjunto, y el desinterés por el conjunto.

Esta es la primer parte de la situación en la que el Gobierno sufrió una formidable derrota política, quedando aislado y en minoría. La lucha se resolvió primero en las calles, luego en los medios y por último en el congreso. Y como la lucha se ganó en los cortes, luego en los medios, por supuesto que por ultimo terminó ganando en el Congreso, demostró que el armado político es demasiado endeble. Y por otro lado un vicepresidente argentino que no es elegido por una consulta popular, sino designado por un arreglo político de cúpulas, y ese pacto mostró a la hora de la verdad cuanto vale: nada.

Después de esto se cuestiona el paquete de medidas destinadas a inversión pública, a paliar la crisis. Aquí quiero ser absolutamente claro, el paquete de medida no es que este mal, es absolutamente insuficiente. La sociedad argentina tiene un grado de endeblés tan grande en el mercado mundial, es un productor de un monocultivo sojero y depende de una proporción altísima de su comercio exterior, fundamentalmente de la capacidad China para seguir adquiriendo el producto, ya que Asia es el principal comprador. En consecuencia, una situación como esta requiere un acuerdo directo con China. Al mismo tiempo este acuerdo no se puede hacer a escala Argentina, sino a escala Argentina, Brasil. Es decir, para que nuestro país pueda hacer una política eficaz en condiciones de crisis, requiere una política concertada con Brasil.

Por otra parte, la quiebra del mercado mundial va a dejar sin moneda y va obligar al mercado a reducirse al famoso trueque. Se sabe que el intento norteamericano por salir de la crisis, no es totalmente serio, o sea esto implica entender que la crisis se va ir agravando.

MdH: En el interior del país la discusión con el gobierno de Cristina de Kirchner la han llevado adelante sectores opositores, que se han ido perfilando a partir de la derrota de la resolución 125. Por un lado el vicepresidente Cobos que aspira ser eje de la oposición y también tenemos la acusaciones constante de Lilita Carrió y por otro lado Duhalde que vuelve a la palestra diciendo que al dólar hay que subirlo o tratando de intervenir a través de esta situación de la crisis institucional.¿Cómo ves vos esta construcción de la oposición? ¿Va ser una oposición dentro del sistema democrático burgués típico o se va a volver a canalizar en el interior del peronismo?

Alejandro Horowicz: Mira…, la pregunta es muy buena, pero conviene entender tres cosas que hemos venido enunciando hasta acá. Los que salen a cortar la ruta no es la oposición, son chacareros que aspiran a ganar un dinero que creen que pueden ganar y creen que les corresponde en la lógica de valores de la sociedad argentina. Al mismo tiempo la oposición intenta capitalizar esto políticamente, no lo logra, salvo en el recuento de votos. Esto se ve básicamente al interior del propio peronismo, donde estos votos muestran que el peronismo ya no es un partido nacional, sino como un conjunto de un sistema en crisis, son federaciones articuladas alrededor de una candidatura política nacional, en este caso del poder ejecutivo. Que la oposición se ventile o se intente consolidar alrededor de Cobos, que es un hecho políticamente anormal.

Y no estoy diciendo que la 125 sea una resolución maravillosa, es mas, era totalmente modificable si esta era la idea. Pero al mismo tiempo lo que se dinamitó fue precisamente la idea de que la renta extraordinaria le corresponde a la sociedad y no a un segmento determinado de ella.

Entonces la oposición sigue teniendo exactamente las mismas debilidades que en el 2001. Estamos hablando de un sistema de partidos políticos que ejercen el monopolio de las candidaturas electivas, pero que tienen una ruptura horizontal con la sociedad enorme y se ve en esa ruptura el discurso frenético de la doctora Carrió, que carece de toda proporción. Que una persona sensatamente diga que un gobierno, al que se le puede hacer millares de críticas, es la antesala a Auschwitz, es realmente una falta al sentido de las proposiciones históricas. Los argentinos estuvimos a treinta segundo de Auschwitz, del 76’ al 83’, y a la doctora Carrió no la escuchamos decir ni pis, ni caca, ni montoneros, ni a ella ni a la mayor parte de los que hablan así. Al contrario, nos explicaban por qué la victoria del proceso inicial del 76’ era una necesidad del conjunto de la sociedad argentina.

Este modo de hacer oposición irresponsable, que simplemente lo que hace es terrorismo verbal, trata de utilizar el miedo de la gente de la peor manera. Eso no funciona, salvo en un segmento muy circunscripto y determinado de la sociedad, que no tiene capacidad electoral para modificar este curso.

Entonces, acá está la cuestión, si se cae o no al interior del peronismo, pero más que al interior del peronismo es al interior de una federación partidaria que se nuclea en un poder de intendentes que cuenta con capacidades territoriales y poder público.

Estamos hablando de una sociedad que está en un grado de despolitización muy importante, su primer debate ha sido el de la 125. Mientras la crisis económica es a escala planetaria, acá solamente se discute sobre la seguridad, como si el tema del country siguiera siendo fundamental en la Argentina. Es decir, la desproporción no es solo de algunos dirigentes, sino de mucho integrantes de la sociedad que solo ven en su propio ombligo el problema a resolver.

MdH: Ante todas estas cuestiones que vos planteas hacia dónde va el movimiento obrero. Más que nada por el problema de dirección que tiene.

Alejandro Horowicz: El movimiento obrero no va ninguna parte, ha dejado de ser un factor de peso político como instrumento para pasar a ser un agente donde algunos dirigentes sindicales organizan sus propios negocios en función de una relativísima delegación sindical, que en todos los casos demuestras enormes dificultades. El grado de debilidad del movimiento obrero argentino, está en proporción directa a no poder plantearse nada políticamente, mas que no sea seguir o no a un gobierno determinado.

Para ser más claro, el movimiento obrero ha dejado de hacer política desde 1975. La última vez que resolvieron los trabajadores, como trabajadores, fue frente a Celestino Rodrigo. El resto fue una política de decadencia continua.


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario: (no más de 500 palabras please)
Firma:
E-Mail:
¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®