El que parte y reparte

Por Miguel Espinaco

Resulta que las jubilaciones son un componente del salario, un pedazo de sueldo que se cobra más tarde, años después, cuando la ley decide que el trabajador ya merece dejar de estar activo.  No es poca cosa, no es una discusión menor para los que viven de su laburo, porque a más de ser un problema futuro, la jubilación y sus debacles es también un problema presente para cada familia, que tantas veces se ve obligada a usar parte de sus escasos ingresos para sostener a los viejos, desamparados por el pomposo sistema de seguridad social.

Sin embargo el ruido mediático por el proyecto de ley ingresado al Congreso por el Poder Ejecutivo, no tiene nada que ver con la importancia de discutir cómo la sociedad garantiza una vida digna a los que laburaron toda su vida:  se enojan y se gritan por cosas muy distintas.

Rapiña entre capitalistas

“Da miedo: lo de las AFJP se va pareciendo cada vez más al conflicto con el campo” escribe Carlos Reymundo Roberts en una nota publicada en La Nación (“Alguien debería hablar con los Kirchner”).  Lo de “da miedo” – aclarémoslo - no resulta más que un giro lingüístico:  el diario La Nación y sus escribas tienen en verdad esperanzas de que esto se parezca cada vez más a lo del campo, de que se pueda orientar a la opinión pública para que se movilice contra la medida y de que, con suerte, se pueda llegar a un voto no positivo que entierre el proyecto.

Lo cierto es que en relación al affaire 125, lo que predomina son las diferencias.  No parece que los bancos que concentran el negocio de las AFJP resulten tan simpáticos como De Angelis, ni parece tampoco que las bajas en la bolsa española preocupen demasiado a la clase media argentina, hoy más enfocada a pertrecharse contra la crisis mundial que, todos sospechan, nos obligará a pagar algún que otro plato roto.

Es verdad que el merecido desprestigio de la saga kirchnerista puede sumar algunas voluntades a los que se oponen al proyecto.  Sin embargo, el parecido más notorio es el de que aquí también se trata de una pelea por esa torta cada vez más exigua, de una pelea entre grupos empresarios que en medio de la esperable recesión mundial, debaten a los gritos quién se salva y quién no.

No es casual que la discusión central verse alrededor de la cuestión de la “caja”.  El eufemismo refiere al manejo de un montón de plata, con el cual se puede decidir a quien se presta barato y a quien no, a quien se paga, a quien se posterga y a quien se subsidia.

En una especie de carrera por ver quién gana la cuerda mediática con el adjetivo más escandaloso, todos han salido a calificar la medida alrededor de esta cuestión del manejo de la caja.  Para el hijo de empresario y dirigente del PRO Mauricio Macri “es casi criminal que quieran echar mano a los recursos para hacer política”,  para el radical no K Gerardo Morales es un “mamarracho, un atajo para quedarse con toda la plata",  para el empresario Cristiano Ratazzo es un “manotazo” y para Elisa Carrió - que insiste en el infantilismo de explicar la política como si se tratara de cosas de buenos y de malos como en Batman – “se la van a robar, porque son una banda de ladrones”

En el imaginario que venden estos opinadores hay, claro, un par de pequeñas omisiones.  Por un lado, no se dice que en realidad no hay un solo actor disputando la caja, sino dos.  Los bancos que controlan actualmente la mayor parte de los fondos de las AFJP no son, ciertamente, carmelitas descalzas preocupadas por la plata de los jubilados.

La otra cuestión es que si el Estado esta “haciendo caja”, apenas está realizando un movimiento simétrico al que previamente le había “deshecho” la caja: las AFJP, durante la mayor parte de sus casi quince años de existencia, tuvieron aportantes pero no beneficiarios, recibían pero no ponían.  Al revés del Estado, que durante esos años resignó ingresos por 5500 millones de pesos anuales que se llevaron otros.

El control de qué

Otro argumento que ha dado vuelta en los diarios, ha sido el del futuro del mercado de capitales: “el pequeño mercado de capitales argentino ha sido destruido” se queja el  lobbysta Morales Solá desde las páginas de La Nación.  El ya citado Cristiano Ratazzo protesta también, porque la decisión creará "una enorme incertidumbre en el mercado de capitales"

Digamos antes de seguir, que la protesta no tiene demasiado sustento.  Como explica el sociólogo Mariano Niño, la reforma “fracasó en su objetivo de aumentar la tasa de ahorro doméstico y de crear y profundizar un mercado de capitales ya que, como ha quedado claro, los fondos administrados por las AFJP no han sido utilizados para incrementar la inversión y así la actividad económica, sino para financiar el déficit fiscal del Estado, generado por la misma reforma.”. (“Algunos puntos clave para entender la situación actual del Sistema de Jubilaciones y Pensiones argentino”)Basta recordar la inmensa cantidad de bonos públicos en las carteras de las AFJP y basta recordar que fue el mismo Cavallo el que impuso antes que nadie esta extraña forma de pagar costos innecesarios:  llevensé la plata, y después me la prestan:  eso fue lo que hizo.

El diario Critica explica que el kirchnerismo propondrá la incorporación de una cláusula de intangibilidad “que no impedirá que ese dinero sea usado para otros fines, ya que la ANSES podrá comprar bonos con los que el Estado financiará los proyectos que prefiera” (“Los K prueban con seducción para sacar la ley de AFJP”).  Morales Solá también explica, en la misma línea de análisis, que los empresarios tendrán que pasar por Olivos para pedir la bendición de Kirchner cada vez que necesiten un crédito de los fondos de pensión: “la decisión final será siempre de Kirchner”, se enoja, y muestra así que el problema no tiene que ver con el bienestar de los actuales y futuros jubilados, es una pelea por quién maneja la plata.  Ya se sabe aquello de quien parte y reparte.

Porque bien visto, hoy por hoy, son los bancos los que financian los proyectos “que prefieren” y son ellos los que tienen la “decisión final”

Lo que no se dice

Muchos opinadores han señalado el hecho de que el gobierno quiere hacer caja para pagar los vencimientos del 2009.  Si acto seguido dijeran que no hay que pagarles un peso a los usureros de la deuda externa, sus críticas serían encomiables, pero no, para nada, en una hoja del diario se enojan por esto y en otra reconocen las deudas con el club de parís, con los holdouts y con dios y maría santísima.

Porque es cierto:  esta suerte de estatismo senil del kirchnerismo, es ante todo una operación de salvataje de los acreedores internacionales que esperan cobrar a tiempo sus vencimientos del 2009.  Sin embargo, lo que se oculta es que este proyecto es también  un rescate de las propias AFJP.

No es, claro, el rescate que los bancos hubiesen propuesto, ellos habría ideado un plan para que el Estado tapara los agujeros así ellos seguían cobrando las comisiones.   Pero la verdad es que si sus inversiones no aparecen ya en la lona en los resúmenes personales de los afiliados, es porque muchas están tienen valuadas a precios históricos, no a su precio de mercado, entonces, cuando tienen que pagar las jubilaciones, no pueden vender esos títulos a riesgo de descapitalizarse.  Entonces: hay que apelar a los aportes de los aportantes en actividad.  O sea, el sistema de ahorro y capitalización, se está volviendo de facto, un sistema de reparto.

Esta bola creciente, en algún momento iba a terminar estallando inevitablemente, porque la crisis promete seguir bastante tiempo.  Jorge Altamira explica que “este vaciamiento no había tenido la oportunidad de manifestarse en las crisis de 1995 y de 2001, debido a que por esas fechas no se producían todavía retiros” (“Los últimos cartuchos del matrimonio Kirchner”), pero ahora sí se esta manifestando. Y amenaza con tener fecha de vencimiento.

Volviendo al principio

El ruido mediático por el proyecto de ley ingresado al Congreso por el Poder Ejecutivo, no tiene nada que ver con la importancia de discutir cómo la sociedad garantiza una vida digna a los que laburaron toda su vida:  se enojan y se gritan por cosas muy distintas y nosotros tendremos que hacer un esfuerzo para abstraernos y enfocar qué de todo esto nos interesa a los trabajadores.

Primero que nada el problema de los diez mil trabajadores de las gerenciadoras privadas.  El gobierno jura que tomará a todos en puestos públicos, pero eso tiene que quedar establecido sin lugar a dudas, al igual que el mantenimiento de todos sus derechos.

El otro tema es que las jubilaciones son salario diferido – ya lo dijimos – y por lo tanto dependen del salario y si no hay salarios que alcancen para vivir, no habrá jubilaciones que alcancen.  Una forma de subir los salarios directamente vinculada a las jubilaciones, es con una suba de los aportes patronales que el gobierno podría disponer ya mismo, si está tan preocupado por mostrarse defendiendo a los jubilados.  Treinta y cinco mil millones engrosaron las utilidades de empresas beneficiadas con las rebajas de aportes patronales dispuestas por Cavallo y todavía se mantienen.

Según un proyecto de ley presentado por Claudio Lozano y otros diputados, que se limita a proponer que los aportes patronales se retrotraigan a los porcentuales del año 1993,“el incremento de las contribuciones planteado permitiría obtener una recaudación aproximada de $ 7.726,9 millones anuales” (“Proyecto de Ley”).  Esta sola medida permitiría aumentar $ 150 por jubilación.  Pero hay más. Sin tocar los fondos acumulados, utilizando solamente los 13 mil millones adicionales que entrarán al sistema por año, podría liquidarse un aumento de $ 250 más por jubilado.

La otra cuestión es la famosa “caja”, porque así como los bancos dueños de las AFJP la usan para sostener los precios de las acciones, así como el gobierno la quiere para pagar deuda y para mantener los subsidios para sus empresas amigas, los trabajadores deberíamos tener planes propios para que esa plata sirva, por ejemplo, para terminar con la miseria que se mantiene en la Argentina, a pesar de estos años de “crecimiento“ capitalista.


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Números 1

Los trabajadores aportaron a las AFJP en 14 años, unos 37.000 millones de dólares.

Quedan unos 30.000 millones, o sea unos 94.000 millones de pesos.

Las AFJP se quedaron con unos 12.000 millones de dólares de comisiones, casi un 33% de lo recaudado.

El costo del sistema de capitalización argentino resulta un 47% superior al chileno, un 60% superior al uruguayo y al colombiano y un 479% superior al boliviano.

El Sistema de Seguridad Social estadounidense cuesta un 0,5% de las contribuciones captadas, y el régimen de reparto argentino un 1,85% de recaudado

Números 2

El aporte actual al sistema de capitalización es de unos 13.000 millones de pesos anuales.

Unas 10 mil personas trabajaban en forma directa, para el sistema privado de jubilaciones.

El patrimonio neto de las Administradoras suma 1.435 millones de pesos.

Cinco bancos extranjeros cobran más de un tercio de los aportes y administran una cantidad de recursos superiores al 9% del PBI anual del país.

Números 3

Actualmente, las AFJP tienen 3.500.000 aportantes y pagan jubilaciones a 445.000 personas.

El 77% de los 445.000 beneficiarios del sistema privado de capitalización recibe parte de sus haberes del Estado.

El sistema de reparto tiene unos 13.000.000 de aportantes y paga jubilaciones a unos 4.000.000.

Números 4

Unos 23.000 millones de pesos tienen la AFJP en inversiones en empresas privadas Alto Palermo Shopping, Pepsi y The Coca-Cola Corporation, McDonald’s, Metrovías, Clarín y Time Warner y en pooles sojeros.

De votarse la ley, el Estado pasaría a ser socio en 221 empresas.

La reacción de España, tiene que ver con que empresas como Repsol YPF y el BBVA, tienen un componente accionario en manos de las administradoras privadas que ahora pasaría a manos del Estado.

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