Los consejos de Seguro presentados por Adrián Alvarado Pablo dice, Era jueves, había sol, la jornada era estupenda y definitivamente no era ese un día para pensar en la muerte. Quedamos en encontrarnos en la plaza Escalante a las diez de la mañana. Había pibes jugando, me acuerdo que en ese momento me dieron ganas de tener uno, y pensé otra vez en algo que pensaba mas de lo que hubiera querido, ¿será tarde para planificar una familia? ¿tendré posibilidades de esquivarle de una vez por todas el bulto a la soledad? en eso estaba cuando vino el canoso de la Terminal que nunca supe como se llamaba, ¿usted sabe el nombre?, le preguntó a Magorno, mientras se disponía a prender otro cigarrillo, Rubén se llama, dijo el inspector, Rubén Aguilar creo, no me acuerdo bien el apellido. Rubén era puntual, se acercó, me dio la mano, dijo Buen día y Vamos, traía un maletín de los chicos, y fuimos. Yo ya conocía la dirección, a mi me había tocado hacer la entrevista, el viejo entró en el sitio como entré yo y me mandaron a mi, nos encontramos en su casa, el viejo era amable y triste, muy triste, su historia era de lo mas simple, dos años atrás se había muerto su compañera y la extrañaba, trató de salir adelante pero no pudo, tenia 73 años y estaba cansado, no había mucho que evaluar, le dije que ya tendría noticias nuestras y me fui, después mande la evaluación por mail y ellos me contestaron de toque con fecha y hora fijadas, ese jueves a las diez de la mañana. Rubén no hablaba y yo no tenia nada que decir, el viejo nos estaba esperando, nos preguntó si queríamos tomar algo, yo le pedí ginebra y Rubén me dijo que no, que me necesitaba sobrio después le pidió al viejo que se acueste, ya en la habitación sacó del maletín un reproductor de mp3, una caja negra y una especie de gorro de natación, le preguntó al viejo si estaba preparado, el viejo dijo que si y le puso el gorro, me dijo, Vos lo único que tenés que hacer es controlar que esta luz se mantenga prendida, y me señaló un botón medio verde que estaba ubicado sobre la sien derecha, del otro lado había una luz roja, De esta me ocupo yo, dijo Rubén, después le puso los auriculares del mp3 y abrió la caja negra. Pablo apagó el cigarrillo ante la atenta mirada de Magorno y siguió con el relato, En la caja había un equipo completo de jeringa y aguja hipodérmica de metal, con características especiales, oro parecía, el diseño de la jeringa era rarísimo, simulaba ser una serpiente alada, evidentemente azteca o maya, que estaba decorada con piedras preciosas, Rubén me dijo, La luz, no pierdas de vista la luz, ¿sigue prendida?, Si, le dije, ¿que es eso? le pregunté, Una jeringa, me respondió sin mirarme, Cuando la luz empiece a parpadear avisáme, subió el volumen del mp3 y puso play, Haydn, en ese momento la luz verde pasó a intermitente, le avisé, dijo okay, agarró un collar que no había visto y se lo puso, después dijo unas palabras en un idioma que yo no conocía y se dispuso a inyectar al viejo que sonreía con increíble placidez, cuando la aguja encontró la vena no movió un músculo, yo estaba fascinado con el rostro del viejo, parecía estar rejuveneciendo, era muy raro, cuando volví a mirar la luz estaba apagada, se lo dije, puteó y dijo, Lo perdemos, ¿No era la idea? le pregunté, No boludo, a el no, lo que estamos perdiendo es su alma, ¿se prendió?, No, Entonces ya fue, este aparato de mierda no la guardó, se debe haber quedado sin espacio, le dije a Zapata que lo revisara, ¿No guardó el alma?, ¿esta cosa guarda el alma de los que se van?, no te creo, le dije, Me importa un carajo lo que vos creas, me dijo, La cagamos, y ahora nos van a levantar en peso, vamos, no podemos hacer más nada, antes de irnos sacó un gotero de la caja negra y puso con cuidado una gota de un liquido amarillento en el agujerito del pinchazo y nos fuimos, en la vereda me dijo chau, cruzó la calle y desapreció, yo me quedé ahí, después cerré con llave y me fui. Plano del viejo muerto como durmiendo. En este espacio que me tocó ocupar, muevo el aire mientras ando, abro los ojos y veo, los cierro y no veo nada y pienso que para lo que hay que ver más valdría ser ciego, entonces me llevo puesta una señora que termina sentada de culo en la vereda, me pregunta con odio si soy pelotudo, le digo que si, se nota, me dice, gracias, digo y sigo, me las tomo sin ayudarla, pensando que no debería haber salido, que debería no salir más y que la vida es injusta con un hombre sensible que solo pretende afianzar el oficio de escribir, escribiendo, para lo cual necesito tiempo y dinero y como dinero no tengo con el tuyo me entretengo. Hablando de plata, digo que cada vez se pone más difícil ganarse el mango y gastarlo con tino, el gobierno debería tener un plan de mecenazgo para artistas que tienen dificultades económicas, previo examen de sus productos culturales. Una forma de selección podría ser un concurso literario cuyo premio fuera un subsidio para que un escritor escriba sin necesidad de estar pensando en lo que va a morfar, voy a escribir un proyecto y después me voy a hacer amigo de un diputado para ver que onda, o mejor me hago político yo, que seria una buena forma de ganar plata sin trabajar, pero ¿y el descrédito? ¿y la inquina? ¿el odio de mis conciudadanos?, sería contraproducente, siendo político nadie compraría mis libros, ¿que hacer?, Oh musa patrona de mi sino, dueña de mi albor de pagina en blanco, hacedora del material con que construyo mis sueños que son el combustible de las ansias que me impulsan a seguir viviendo con esta empecinada fuerza que amengua pero no afloja, ¿que camino seguir habiendo tantos?, eso, ¿que camino seguir? ¿adonde estoy?, ¿que calle es esta? ¿donde está el sur? ¿como vuelvo?, le pregunto a un tipo que me mira con desconfianza pero me ubica y ya ubicado me vuelvo a mi casa presa de una profunda depresión que solo podría diluir con un sanguche de milanesa y un vino que no tengo, tendré que conformarme con bizcochos de ayer mate amargo y una siesta. Abelardo me dice, Escapa el avestruz escondiendo la cabeza en la almohada, un hombre que ya está perdiendo el pelo debería mostrar un poco mas de dignidad, le digo que tiene razón pero que después lo hablamos, Después, siempre después, usted siga postergando, así le va, lo mando a la mierda y me voy a dormir sin comer. Opiná sobre este tema |
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