Y los trabajadores qué? por Miguel Espinaco y Javier González Podés hacer la más fácil, total los medios te fabrican las emociones y te dicen que este es un triunfo de las instituciones, que qué bueno el Senado que terminó con cinco años de soberbia, que qué coraje Cobos. Podés olvidarte de que hasta ayer nomás, el senado era el de las coimas, el de la banelco, podés olvidarte que hasta ayer nomás era, ya no el lugar más sospechado, sino el de las certezas de los negociados a troche y moche. Podés sumarte a la fiestita de las famosas instituciones de la democracia y olvidarte de que el senado es la institución más antidemocrática de esta ya antidemocrática democracia, que para llegar al senado a Carlos Menem, por ejemplo, le alcanzaron sesenta mil votos y que Chiche Duhalde necesitó más de un millón, pero que ayer sus votos valieron lo mismo: uno cada uno. Podés hacerte el distraído, comprar emociones envasadas y listo, pero estaría bueno preguntarse cómo nos viene a los trabajadores la votación de anoche, si vale ponerse contento porque al gobierno le pegaron un cachetazo o si más vale preocuparse porque salimos de guatemala para meternos en guatepeor. Estaría bueno preguntarse si se trata realmente de un triunfazo del pueblo como nos cuentan los que hablan de los bocinazos y de los festejos de la "gente", o si se impuso la antipática derecha, o si no importa porque no tenemos nada que ver y entonces cambiamos de canal y vemos otra cosa. A ver, miremos un poco más de cerca la cuestión: Si hubo un triunfo, ¿para quién fue? ¿Estuvo Vilma Ripoll entre los abrazos que se propinaron Buzzi, Miguens y De Angeli? ¿Saltó y bailó Lilita Carrió entre las banderas rojas del PCR y los cinturones de cuero crudo de los que dicen tener las manos curtidas por el trabajo de sol a sol? ¿Y Chiche Duhalde, la portadora de apellido? ¿Cuál es el proyecto que sale fortalecido? ¿El de Miguens con su séquito que añora la dictadura de Videla? ¿El de tono chacarero de De Angeli, arrendatario de tierras para el beneficio sojero? ¿El del socialismo capitalista de Binner? ¿El del frente obrero-patronal con Barrionuevo prometiendo no robar por dos años? ¿O es que hay, acaso, un modelo de país que pueden proponer juntos el Seprin, Giustiniani, Reutemann y Duhalde? ¿Y si hubo un fracaso, qué? ¿Es la derrota de un gobierno popular? ¿Es la derrota del peronismo de una supuesta nueva marchita que hablaría del primer redistribuidor? ¿Es la derrota del proyecto de mejora del salario y de la construcción de escuelas y hospitales para todos, que habría sido capitaneado por De Vido y por sus empresas contratistas nacionales y populares? ¿Es la derrota del frente obrero-patronal con los gordos de Moyano y sus autos de lujo? Puede ser que alcance con concluir que todo esto no resulta más que en el fortalecimiento de un sector burgués sobre otro, pero no. Es también - y más allá de los negocios que se beneficien y de los que se perjudiquen - una marca en el plano de lo simbólico que puede afectar en el futuro al conjunto de la clase obrera. No es que se trate, claro, de creer los juramentos de buena voluntad del gobierno - la redistribución, la dessojización, la defensa de la mesa de los argentinos - pero sus consignas otorgaban por lo menos la posibilidad de la organización independiente para exigir su cumplimiento o bien, su utilización como puntos de apoyo para ir más allá, hacia programas realmente beneficiosos para los trabajadores, hacia el avance sobre otras rentas extraordinarias como las mineras, o hacia la búsqueda del control democrático de esos fondos para que sí resultaran, en serio, en beneficio de los que ponen el hombro en el país. Las consignas de la oposición, en cambio, son un directo retroceso a aquel viejo cuento del derrame neoliberal, a aquella teoría que explicaba que mientras más se enriqueciera la burguesía, más llegarían los beneficios al resto de la sociedad y por eso el famoso "campo" - en realidad el empresariado agrícola - nos dice a todos dejen, dejen que ganemos mucha platita con el sideral precio de los granos en el mundo que nosotros reinvirtiremos y entonces todos seremos después más felices y comeremos más perdices. Pero es cuento: la teoría del derrame fue un gran cuento que dejó un tendal de trabajadores empobrecidos, ninguneados, excluidos…. Y sigue siendo cuento. Opiná sobre este tema |
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