Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado

La noche y el vino se conjugaban y no supimos quién era bebido por quién. Nosotros bebíamos la noche en cada trago. O la noche, que espera en el fondo de cada vaso de vino, nos bebía a nosotros. No sé, ni me importa.

En esa jornada, pinceladas de silencio veteaban nuestra conversación, a veces sucede que se dicen cosas de tal envergadura que hace falta una pausa para digerir tanta palabra enrevesada.

- La diferencia entre felicidad y contentura está en el ancho y no en la altura, dijo Horacles y a mi se me salió el vino por la nariz por reírme antes de tragar.

- La suerte está echada. Concluyó.

- La suerte no existió nunca, usted está desvariando Horacles.

- Desvariando las pelotas, si usted se encuentra guita en la calle es porque posee un culo del tamaño de su suerte.

- Está bien, pero se olvida del azar mi querido amigo.

- Usted está ebrio Seguro, azar y suerte son lo mismo. La probabilística es una ciencia que se ocupa de las posibilidades, póngale que usted llega a la parada del bondi y se encuentra el mencionado vehículo como esperándolo y dice, Que suerte, no tuve que esperar nada, sin preguntarse cuantas cosas tuvieron que acontecer para que el colectivo estuviera en la parada en el momento en que usted llega.

-Yo no ando en bondi, tengo moto.

-Ya sé que tiene moto necio, solo mencioné lo del colectivo a modo de ejemplo porque fue lo primero que se me ocurrió, no me interrumpa con pelotudeces de esa calaña.

- Disculpe Horacles.

- No lo disculpo un carajo, ahora de castigo se me va a buscar hielo.

Cuando volví Horacles siguió con su exposición.

- Quedamos en que un sujeto x al que le daremos nombre propio, pongamoslé que se llama Ismael Pedraza, treinta y cinco años, pelo y estatura escasos. Ismael se duerme y está a punto de llegar tarde a su empleo, cuando se apropincua a la parada del colectivo el bondi está como esperándolo y dice, Vaya suerte que tengo, y se sube con una amplia sonrisa dibujada en el rostro. Unas cuadras más adelante el colectivo choca, Ismael dice, Vaya suerte de mierda que tengo, pero en el accidente nuestro sujeto le salva la vida a la mujer que será el amor de su vida, ¿que le parece?

- Pregunto, ¿como es que las matemáticas pueden estar vinculadas a semejantes acontecimientos que implican variables infinitas?

- Infinitas nada, las posibilidades son finitas porque las variables son tantas como el número de gente implicada y las cosas que hacen y dejan de hacer cada uno.

- Está bien, pero ¿quien está capacitado para calcular tantas variables?

- Nadie, o usted piensa que los que inventaron esa patraña que llaman destino eran unos improvisados.

Silencio.

Me fui de la casa de Horacles hacia mi guarida y en el camino se me pinchó la rueda delantera de la moto, me acordé de lo que dijo mi amigo y pensé que caminar con la vespa a la rastra desataría consecuencias inesperadas. Me acosté a cualquier hora, al otro día se me hizo tarde para todo. Al término de semejante caminata llamé por teléfono a Horacles para putearlo y terminó convenciéndome que era un boludo.

Si Horacles lo dice.


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario: (no más de 500 palabras please)
Firma:
E-Mail:

Las ganas de fumar no se van fumando las ganas de beber no se van bebiendo las ganas de cojer no se van cojiendo las ganas de comer no se van comiendo las ganas de morirse no se van muriendo las ganas de matar no se van matando las ganas de mirar no se van mirando las ganas de perder no se van perdiendo las ganas de entender no se van. Se fue. No se fue, usted la echó.

Del libro inédito "Excesos del cine y otras verduras".
Delfina Contreras

Arena un granito de arena que la concha rodea constantemente de moco y melaza hasta la perla que cuelga del cuello de ella que se queja de la falta de amor en la tele está gorda y no le importa y está bien que no le importe porque ella también supo y quiso robustecer sus huesos y tapar toda esa grasa con un vestido de seda que se moja tan rápido que da pena. En otro canal están matando a alguien y a este control se le acabaron las pilas.

Del libro inédito "Veo y escribo la tele".
Delfina Contreras

¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®