A 40 años del mayo francés

Oh la lá!

por Javier González

Una de las razones por la cual el actual presidente francés ha concitado la atención del mundo, además de su casamiento con Carla Bruni, ha sido su llamado a "liquidar" el mayo francés.

¿Por qué la derecha francesa hace hoy este llamado a "liquidar" la memoria de lo acontecido en el mayo francés de 1968? Vaya uno a saber! Es tan enigmático como conocer las razones por la cuales Carla Bruni le dio el sí a Sarkozy!

Para los estudiantes de hoy, seguramente -como para todos en realidad- resulta muy difícil imaginar lo que ocurría por aquellos días. Basta asomarse a las fotos que por estos días recorren la web para darse cuenta de cuan lejano han quedado aquellos años: barricadas, enfrentamientos, banderas rojas, llamados revolucionarios. La idea de que nos encontrábamos en las vísperas de un cambio revolucionario parecía inundar el aire parisino.

El tema del mayo francés ha sido abordado desde múltiples enfoques, como rebelión sofocada por el gaullismo, como revolución fracasada, como levantamiento pequeñoburgués, revolución juvenil mundial, como pequeña revolución contra el modo de vida de entonces, como sacudimiento de la modorra generalizada. En fin, enfoques para todos los gustos.

Obviamente no vamos a agregar nada nuevo a todo esto, sino simplemente vamos a hacer un poco de memoria sobre algo que ocurrió hace ya cuarenta años y que como dicen los chicos: "es algo que sólo se encuentra en los libros de historia".

15 años después de la caída del muro de Berlín en 1989, la mayoría de los jóvenes alemanes no sabía que tal cosa había ocurrido. Qué pensar, entonces, sobre algo que ocurrió hace 40 años.

A diferencia del octubre rojo que en realidad ocurrió en noviembre por esas cosas de los calendarios distintos que había en Rusia y en el resto del mundo, el mayo francés ocurrió en mayo y sobre eso no hay ninguna duda.

Para 1968 ya había terminado la guerra de los seis días entre Israel y los Estados árabes, el Che Guevara había sido asesinado en Bolivia, García Márquez había publicado "Cien años de soledad", Martin Luther King había sido asesinado el 4 de abril y Robert Kennedy era la próxima víctima en la agenda del gobierno yanqui. Obra de yanquis fue también la matanza de My Lai en Vietnam y mientras tanto, los rusos planificaban la invasión a Checoslovaquia con el fin de "poner orden" en un país que intentaba construir su primavera por fuera de los dictados stalinistas.

Estudiantina

Las aulas parisinas de la Universidad de Nanterre vieron por los albores de mayo de 1968, asomar la crisis del capitalismo de posguerra. Bajo la bandera de la lucha por la democratización de la enseñanza universitaria, los estudiantes iniciaron esto que con el correr del tiempo se dio en llamar el mayo francés.

Esa protesta estudiantil del 3 de mayo de 1968 fue reprimida por la policía y la solidaridad con los estudiantes comenzó a crecer exponencialmente a medida que transcurrieron los días. La protesta se trasladó a la Universidad de la Sorbona y al Barrio Latino, proliferaron las barricadas y los enfrentamientos.

"Alto a la represión, libertad, democracia, viva la unión de obreros y estudiantes" fue el lema con el cual las centrales sindicales llamaron a la huelga general para el 13 de mayo en apoyo a la lucha que habían iniciado los estudiantes. Esta solidaridad obrero-estudiantil, fue la unidad que puso en jaque al gobierno de Charles De Gaulle en los días subsiguientes. Un momento histórico irrepetible que demostró la fuerza que una unidad hasta entonces sólo declamada podía tener en la construcción de una política revolucionaria.

Los días posteriores al 13 de mayo dejaron en evidencia el vacío de poder que reinaba en la industrializada Francia. El desconcierto de de Gaulle, desbordado por los acontecimientos, sin capacidad de reacción planteó a la burguesía la necesidad de recomponer filas rápidamente ante la posibilidad de que la protesta que encabezaban obreros y estudiantes proliferara en una alternativa revolucionaria.

El desconcierto, hay que aclararlo, no era propiedad exclusiva de la burguesía y sus partidos, sino que también afectaba al por entonces poderoso Partido Comunista Francés.

La necesidad de la burguesía de recomponer la situación, el desconcierto de los partidos de izquierda y la imposibilidad de que obreros y estudiantes construyeran rápidamente una herramienta política que se planteara la toma del poder, forzó la concreción de un pacto político que se selló el 25 de mayo. Como consecuencia de esto, con los llamados acuerdos de Grenelle entre sindicatos, organizaciones empresariales y gobierno, se aprobó un salario mínimo garantizado, un aumento de un 7% en los salarios y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, y se dio el paso hacia la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria a nuevas elecciones.

El 12 de junio se pudo ver la verdadera cara del acuerdo, cuando se prohibieron todas las manifestaciones y protestas y se disolvieron todas las organizaciones de izquierda, algo que por la propia lógica implícita llevaría a la derrota de la izquierda en las elecciones celebradas el 23 de junio.

Como alguna vez se señalara, es evidente que la Reforma Universitaria de 1918 que tuviera su epicentro en la ciudad de Córdoba, tuvo la virtud de adelantarse a su tiempo ya que muchas de sus consignas a favor de una educación democrática anticiparon en cincuenta años al reclamo de los estudiantes franceses.

Este reclamo de los estudiantes parisinos planteaba algunos principios fundamentales para la reforma de la enseñanza universitaria: independencia de cualquier poder político, la construcción de una Universidad inserta en la sociedad, debatiendo sus problemas permanentemente, la libre expresión de las minorías, la gratuidad de la enseñanza, autogestión y el cogobierno.

Revolucionar lo cotidiano

"la consigna de mayo del 68 "cuando pienso en la revolución, me entran ganas de hacer el amor" habría desconcertado no sólo a Lenin, sino también a Ruth Fischer, la jóven militante comunista vienesa cuya defensa de la promiscuidad sexual atacó Lenin pero, en cambio, hasta para los típicos radicales neomarxistas-leninistas de los años sesenta y setenta, el agente de la Comintern de Brecht que, como un viajante de comercio, "hacía el amor teniendo otras cosas en la mente" habría resultado incomprensible. Para ellos lo importante no era lo que los revolucionarios esperasen conseguir con sus actos, sino lo que hacían y cómo se sentían al hacerlo. Hacer el amor y hacer la revolución no podían separarse con claridad". Eric Hobsbawm, Historia del Siglo XX.

El mayo francés no fue una revolución que fracasó sino algo muy complejo que aún sigue suscitando el debate. Sin dudas que a 40 años de esos acontecimientos, lo que ha dejado su huella fue una nueva actitud ante lo cotidiano, una nueva forma de plantear las libertades individuales, la sexualidad, la creatividad puesta al servicio de las luchas.

Daniel Cohn- Bendit, fue sin dudas uno de los íconos del mayo francés. Estudiante de la Nanterre y por aquellos años anarquista, fue -como el mismo se definiera- el megáfono del mayo francés.

Cohn-Bendit es quizás el más escéptico con respecto a la reivindicación del espíritu del 68. Su trayectoria política lo llevó por distintos derroteros, desde una visión más revolucionaria hasta ser cabeza de los verdes en el Parlamento Europeo.

Recientemente, reflexionando sobre los alcances de la revuelta de 1968, "Dany el rojo" expresó:
"Después de 40 años, el contexto ha cambiado radicalmente. El mundo de la Guerra Fría ya no existe, como tampoco las escuelas y las fábricas organizadas como cuarteles, los sindicatos autoritarios, la agresión a los homosexuales y la obligación de las mujeres de tener autorización de su marido para poder trabajar o abrir una cuenta en el banco.
Ese mundo ha sido reemplazado por otro multilateral, donde hay sida, desempleo, crisis energética y climática, etcétera. Por lo tanto, permitamos a las nuevas generaciones definir sus propias batallas y deseos"
.

El mayo francés fue producto de la crisis que vivía el capitalismo avanzado. Sus consecuencias repercutieron indudablemente a nivel global, pero lo cierto es que en toda Latinoamérica teníamos, por aquellos años, con qué entretenernos. La dictadura militar que había derrocado a Illia sería puesta en jaque al año siguiente con el cordobazo. El peronismo proscrito, el arribo de los jóvenes a la actividad política, el surgimiento de las organizaciones revolucionarias que apostaron más a la fuerza del fúsil que de la política marcaron un contexto convulsionado que trágicamente se derrumbaría en 1976.

Hoy, a cuarenta años de aquellos acontecimientos, el mundo ha cambiado bastante, pero no tanto como para aceptar mansamente que esta es la única realidad posible, no tanto como para dejar de soñar con lograr lo imposible y tampoco para dejar de luchar por conseguir "el paraíso en la tierra".


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