Los medios y los fines por Miguel Espinaco Es cierto. Uno no puede dejar de sentir un poco de alegría de que alguien lo diga así tan clarito por la televisión, que se los diga en la cara, que obligue a Bonelli y a Silvestre a desenmascarar su dependencia servil con sus patrones, a ponerlos a defender desembozadamente a los empresarios que les pagan el sueldo. Pero enseguida la memoria viene a recordarte que mejor no hacerse ilusiones, que el kirchnerismo ya ha ensayado este mecanismo otras veces y que ya otras veces todo resultó en ruido sin nueces y en silenciosos negocios detrás de bambalinas. Uno podría hablar - para ejemplificar - de la deuda externa y del Fondo Monetario cobrando al final de tanto ruido al contado y sin descuentos, pero no es necesario irse de este debate, con el mismo grupo Clarín hubo ya algunos escarceos el año pasado por la publicación de la noticia sobre irregularidades en la Secretaría de Medio Ambiente, pero eso no impidió que la película terminara bien para Clarín. Esta vez fueron los carteles prolijamente desplegados por la agrupación del hijo de los presidentes en un acto, las duras palabras de D´elía en el programa A dos Voces - "ustedes son una pistola en la cabeza de la democracia" - el enojo de la presidente contra el cuasi mafiosismo de cierta caricatura de Sabat y las respuestas destempladas por el Observatorio de Medios creado por el Gobierno. Pero, ¿cuáles son los fines de esta discusión sobre los Medios? Los medios y los fines de los medios Digamos que podría ensayarse una discusión más general. En ese plano, los medios son ciertamente un limitante de los derechos democráticos. Resulta que algunos empresarios, porque tienen plata para invertir, tienen el derecho de hablar más fuerte, de decir cosas desde un lugar de poder - lo dijo el diario, lo dijo la tele - de formar y deformar la opinión de la extenuada opinión pública. Algunos señores, por obra y gracia del dinero, pueden imponer una agenda - de esto se habla de esto no se habla - pueden fabricar candidatos con posibilidades en las elecciones y pueden vender necesidades para que el mercado funcione como dios manda. Desde ese lugar, pueden manipular para sus propios intereses empresarios pero, más allá de eso y como bien señala Angeles Diez en su artículo "Un año más de resistencia venezolana contra la guerra mediática" pueden imponer la "razón mediática", ya que ellos "hablan en nombre de su empresa o de las empresas a ellos vinculados, o mejor, nos habla el capital. Más allá de los barnices que empleen jamás defenderán posiciones contrarias al mercado que es su padre y su madre a la vez". Desde una visión más particular, en el capitalismo cada cual atiende su juego y Clarín no es la excepción. En un artículo publicado en Atajo fechado en julio de 2007, Carlos Machado señala que "en lo que hace a las alianzas que ha comenzado a tejer la ciclotímica candidata, se considera que para que no falte nada en este lanzamiento tan espectacular, se necesitaba un medio con todo el poder mediático para apoyarla, a cambio obviamente de diversas prebendas. Y ese medio, siempre listo cual buen boy scout, no es otro que el Grupo Clarín. Un Grupo que ya tiene todos sus cañones listos para proteger y llevar hacia el triunfo a Cristina Kirchner.". El cronista anticipa algunas de esas prebendas que Clarín pretendía como contrapartida de sus servicios: "la aprobación para fusionar Multicanal y Cablevisión, una urgente aspiración del monopolio Clarín que estaba en el freezer; la aplicación de la norma de Estados Unidos para la TV digital, que Clarín ya compró; la prohibición de que Telefónica y Telecom ingresen a la TV por teléfono, con lo cual moriría la TV por cable" entre otros negocitos. La página de "Ipoline - comunicaciones hacia el futuro" se queja en un artículo llamado "2008 será el año de IPTV en Latinoamérica" de que "Argentina, en cambio, tiene la situación más complicada y menos atractiva para IPTV. Las incumbentes telefónicas Telefónica y Telecom tienen prohibido brindar TV paga, igual que CLECs como Iplan o Telmex. La ley prohíbe que las empresas de telecomunicaciones brinden servicios de broadcasting, y el grupo de medios Clarín, cuyo MSO Cablevisión tiene el 50% del mercado de TV paga, utiliza todo su poder para impedir que se modifique la legislación". Los debates públicos que hacen ruido, ya ves, parecen resultarle bien al grupo Clarín. En diciembre de 2007, "en la última semana de su presidencia, Néstor Kirchner no tuvo mejor idea que autorizar la fusión de las dos principales cadenas de televisión por cable, a las que además preserva de la competencia que reclaman las compañías telefónicas, inhibidas de transmitir televisión por Internet" (Horacio Verbitsky - "Sin Gases ni palos"), mejor idea que terminó siendo la frutilla del postre, porque esa fusión sirvió para que el grupo que conforman Clarín y Fintech Advisory, un fondo inversor de Estados Unidos , "pasará a controlar el 47% del mercado de televisión paga, sumando 2,8 millones de abonados" (Producción Profesional). Los medios y los fines del gobierno Más difícil es intentar entender qué es lo que juega el gobierno en esta pelea pública con Clarín. Eduardo Aliverti no tiene más alternativa para apelar a preguntas: "¿Es cierto o no que hay choque con el oficialismo porque Clarín presiona para entrar en el negocio del triple play? ¿Hay o no una puja de intereses por la que los grandes emporios mediáticos impiden, desde hace los 25 años de democracia, sancionar una nueva Ley de Radiodifusión? ¿En qué país del mundo se permite que un permisionario se alce con una cantidad virtualmente ilimitada de licencias de radio y televisión? ¿La SIP no tiene nada que decir acerca de eso? ¿La norma digital que vaya a adoptarse para la tevé no tiene nada que ver en la batalla de estos días?" (Aliverti "Quién o Qué"). Digamos sí, que las preguntas están acá algo mezcladas. Una cosa es suponer que el debate tiene de parte del gobierno un tinte ideológico: la sugerida traba para el dictado nueva ley de radiodifusión y el eventual impedimento para que un permisionario tenga ilimitadas licencias, sugieren eso. Puede que haya algo de cierto en esto, pero el otro supuesto resulta más creíble, dados los antecedentes, tiene que ver con cómo juega el poder del estado en la puja entre los grupos económicos, dicho más claro, cómo el estado participa en la carnicería entre sectores burgueses representando a unos o a otros para obtener tajadas del negocio. La pregunta sobre la norma digital sugiere eso: "las operadoras de telefonía Telecom y Telefónica, junto a otras empresas de origen europeo impulsan el uso del estándar DVB. En tanto, los operadores de televisión por cable de la región, prefieren la norma estadounidense (ATSC) y de hecho están implementando la digitalización en base a esta tecnología" cuenta el diario La Nación. Vale recordar que los operadores de televisión por cable, son los muchachos de Clarín. La pregunta sobre el triple play también sugiere que el gobierno juega en la puja empresaria. El triple play, también conocido como convergencia digital es "una tecnología que combina los servicios de voz (teléfono), datos (Internet) y video (televisión) en una sola red, transmitidos a través de un mismo "caño" y prestados por el mismo operador" ("El Triple play, un negocio complejo que vale millones" - Asteriscos. Esa posibilidad que se abre de juntar mercados cautivos en un paquete de negocios único y multimillonario, pone al Grupo Clarín, propietario de Cablevisión-Multicanal, a jugarse en tecnologías que le permitirán dar comunicación, mientras las telefónicas pujan por transmitir imágenes. Pero para juntar los negocios, hace falta el visto bueno del gobierno. Y como se escribe en la misma nota que cita al diario Perfil, los jugadores de este juego mueven millones: "en él se mueven empresas de la talla de Telefónica, propietaria de la red más grande de telefonía fija, de una de las tres compañías de celulares y de un canal de TV (Telefe); el Grupo Clarín, el conglomerado líder de medios de la Argentina con la mayor porción del mercado de la TV por cable; Telecom, la segunda compañía "incumbente" de telecomunicaciones, participada por Telecom Italia y el Grupo Werthein; actores menores como Telecentro, de Alberto Pierri, que impuso un producto de comunicaciones y entretenimiento combinado; y otros que han arrancado desde atrás, como el poderoso Grupo América Móvil, propietario de la operadora móvil Claro, de Telmex, y con ambiciones de crecimiento en el país". Como se ve, detrás de los carteles de Maximito y de los enojos de D´elía, se asoman los millones. Los medios y los fines del debate Lógicamente, la mayor parte del debate público transcurrirá en chicanas, el gobierno mostrándose atacado por los medios concentrados que ellos mismos dejaron concentrar y los medios declarándose agredidos en sus convicciones democráticas por las ansias totalitarias del gobierno que ellos ayudaron a llegar al poder. Como casi siempre, en los márgenes sucederá el debate real, cuánto para cada uno en los negocios que permitirán las nuevas tecnologías, que porción de la opinión pública para ganarla en la disimulada militancia que hacen cada día las empresas de medios, qué cantidad de poder para cada quien. Hay claro, otro debate posible sobre los medios. Es cierto que mientras haya capitalismo, habrá quienes pueden hablar más fuerte y ser más escuchados porque tienen más potencia de antena o más clientes cautivos, pero también es cierto que puede aspirarse a lograr que haya diversidad, que las organizaciones sociales puedan tener sus señales de radio y televisión, que los sindicatos, las asambleas barriales, los centros de estudiantes, los partidos políticos, puedan hacerse oír. La televisión digital permitirá incorporar señales en forma casi ilimitada, así que las restricciones técnicas ya no pueden ser excusa, y las limitaciones económicas deben ser salvadas por el estado mediante subsidios, para que se logre lo más cercano a la democracia en los medios. Eso, hoy por hoy, sería lo más cercano a la democracia del decir, del opinar, a la democracia que no quieren ni el grupo Clarín, ni Telefónica, ni Telecom ni Telmex, a la democracia que no quiere el capital y que tampoco es recomendable esperar que nazca de la buena voluntad del Estado y del gobierno, que defienden a ese capital que aspira al monopolio de la palabra. Opiná sobre este tema |
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