Conflicto del campo La falsa contradicción por Javier González Todavía, y aún cuando haya finalizado, se seguirá hablando del conflicto que en estos días ocupa la pantalla y primera plana de los principales medios de comunicación en nuestro país. Seguramente que es un tema complejo y que su análisis admite muchas aristas y que es imposible un abordaje que intente ser totalizador del problema. Lejos de esa pretensión, desde estas páginas virtuales del mango del hacha, solo intentaremos aportar un poco a los interesantes debates que han invadido todo, como la soja, hasta el cotidiano espacio de nuestros trabajos y familias. La realidad es compleja y no puede pretenderse reducirla a una simple contradicción entre dos bandos que se enfrentan, como si fuera un partido de fútbol. No obstante uno de los triunfos de los grandes medios de comunicación y de los terratenientes locales ha sido la instalación de una falsa contradicción en el centro de todas las discusiones: "el campo contra el Gobierno". Esta falsa polaridad presiona para que tomemos parte, haciéndonos eco y "militando" la posición de alguno de estos polos supuestamente enfrentados. Pero lo cierto es que ni el campo ni el Gobierno son una unidad homogénea y mucho menos resultan ser polos opuestos. Las organizaciones que llevan adelante este paro que ya lleva casi veinte días representan intereses que no siempre van de la mano. En el capitalismo existen luchas entre los mismos integrantes de las clases dominantes. Esto no es nuevo y cabe pensar en las grandes diferencias que históricamente han existido entre los pequeños y medianos productores y los representantes de la Sociedad Rural Argentina, que siempre han expresado el pensamiento más reaccionario y que no han tenido ningún empacho en apostar a soluciones violentas, participando con sus mejores cuadros de las sangrientas dictaduras militares para seguir sosteniendo sus privilegios. Por el otro lado, también el Gobierno tiende a verse como si fuera una unidad homogénea exenta de contradicciones. Como si en su interior no se reflejaran estos distintos intereses, como si entre sus funcionarios no hubiera representantes de estos sectores que no siempre van de la mano. Más allá de las distintas tendencias de los sucesivos gobiernos, el Estado es quien garantiza la perpetuación de las clases dominantes, es quien organiza sus negocios y en general está muy lejos de ser ese "mediador" que dirime los conflictos que la lucha de clases genera. Se ha dicho, con absoluta razón, que si los piquetes y cortes de ruta que se desarrollan en casi todo el país, hubieran sido organizados por las agrupaciones piqueteras de trabajadores, el gobierno nacional o los gobiernos provinciales habrían recurrido al desalojo -palos mediante- como viene ocurriendo en los últimos años. ¿O es que las noticias ocurren con tal celeridad que ya nos olvidamos de Kostecky y Santillán-los muertos de Duhalde- de Carlos Fuentealba -víctima de Sobisch- o de los asesinados en las jornadas de diciembre de 2001, víctimas de de la Rúa y Reutemann. Como para poder avanzar en la comprensión de esta realidad compleja es preciso salir de esa falsa contradicción que se plantea desde los grandes medios de comunicación, que de más está decir, es absolutamente interesada. Los grandes medios no expresan la opinión "pública" son grandes empresas, millonarias empresas en algunos casos como la del grupo Clarín, que están profundamente interesadas en seguir obteniendo ventajas y privilegios, formando opinión en función de ello. También es necesario evitar caer en la discusión de las "anécdotas" porque son también un medio para alejar la discusión sobre los puntos más interesantes del tema. Lo que resulta fundamental es tomar un posicionamiento, situarse para aclarar desde donde pensamos e interpretamos el conflicto. Como trabajadores sabemos que cada vez que hemos llevado adelante una lucha, es muy difícil que alguna de las organizaciones patronales aparezca para dar su apoyo. En algunos casos contados, la Federación Agraria Argentina se ha expresado con mayor o menor vehemencia. Cabe pensar por ejemplo en las luchas que en los 90 se llevaron adelante contra las privatizaciones del peronismo menemista que en ocasiones posibilitaron coordinar algunas acciones conjuntas. Pero jamás las organizaciones patronales se han movilizado o han dicho palabra alguna cuando miles de trabajadores quedaban en la calle víctimas de las políticas que el Estado organizaba para concentrar la riqueza y los privilegios en muy pocas manos. Creo que a esto hay que tenerlo en claro porque en ninguna de las grandes luchas que los trabajadores hemos tenido que llevar adelante para defender lo poco que tenemos, hemos contado con la magnitud y la decisión de las protestas que las organizaciones patronales llevan hoy adelante. Esto no implica colocarse desde una visión sectaria, no significa que aceptemos mansamente esa idea del "campo" unido y homogéneo, sino que sepamos que más allá de que puedan compartirse muchas luchas, hay una diferencia de clases que a la larga separa esa unidad. Y esto no es una enunciación caprichosa sino la experiencia que las luchas obreras han dejado. Desde una perspectiva progresista siempre se han apoyado medidas que beneficien a los pequeños y medianos productores, que garanticen su rentabilidad para que puedan crecer, para que puedan sostenerse en la diversidad de la producción para que no sucumban a la concentración de tierras en pocas manos o ante el imperio de la soja que degrada profundamente los suelos, pero no siempre se ha hecho el mismo hincapié en la defensa de los derechos de los trabajadores rurales, que como se ha demostrado en estos días de debate en su mayoría trabajan en negro y son remunerados con los salarios más bajos. El gobierno popular Otro equívoco gira alrededor de las retenciones. Estas son un instrumento pero no significan de por sí una redistribución de la riqueza. Que el gobierno de Cristina aumente las retenciones a los grandes terratenientes no lo convierte en un gobierno revolucionario, ni siquiera en progresista si esas retenciones no están dirigidas a redistribuir la riqueza, a la inversión en infraestructura, ferrocarril, escuelas u hospitales. Lejos de ocurrir eso, como señala Daniel Muchnik "Las retenciones son un componente clave del superávit fiscal que se destina al pago de la deuda y a la adquisición de divisas para seguir sosteniendo "la cotización del dólar". (http://weblogs.clarin.com/detrasdeltelon/) Por más que los D'Elia salgan a cacarear (aunque es preferible que cacareen y no que den palos por doquier) este gobierno dista mucho de ser un gobierno revolucionario, por más que haya muchos interesados en mostrarlo como otra cosa, este sigue siendo el gobierno del "tren bala" y no el que piensa en la recuperación de los ferrocarriles como una herramienta fundamental para el desarrollo económico del país. El conflicto en la Santa Fe socialista Hace poco nos visitaba Horacio Tarcus y nos decía que marxismos hay muchos y no uno solo. Lo mismo puede decirse del socialismo, no es uno solo sino que hay muchos. Cuando a Hermes Binner, el gobernador de Santa Fe, le piden definiciones sobre el socialismo, generalmente balbucea algunas palabras bastante ambiguas. Lamentablemente hay muchos trabajadores que se han generado demasiadas expectativas, pero en el mejor de los casos, Binner ha hablado del socialismo de Lagos en Chile o el de Zapatero en España, como modelos para su gestión. Hasta ahora el gobierno socialista no ha mostrado demasiado en 4 meses de gestión, algunas cuestiones importantes en cuanto a la autolimitación para el nombramiento de jueces y ministros de la Corte Suprema de Justicia (algo que el peronismo no hacía precisamente), algunas definiciones acerca de la reforma del Estado Provincial, algunos lineamientos en materia cultural, importantes avances en la relación con los gremios provinciales y también algunos escándalos como el "ajuste" en la remuneración de los funcionarios de gobierno y el desmesurado nombramiento de Directores, subdirectores, asesores y la mar en coche. Hace un tiempo atrás el diario La Nación (http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=983633) publicó un reportaje al gobernador Binner en el cual se explayó sobre algunas cuestiones relacionadas con la producción agropecuaria: - ¿La soja es una bendición o una maldición? - Si nos dejamos llevar por el precio de la soja, en una provincia como Santa Fe, en poco tiempo no va a quedar nada de las demás actividades productivas. El proceso de sojización ha significado vaciar el campo, que la gente migre a las ciudades, con oficios que no corresponden a las demandas que hoy tiene una ciudad, a vivir en los peores lugares, lo que genera planes sociales que nunca tendrán el valor del trabajo como elemento formador del individuo y la sociedad. - ¿A qué se debe la buena sintonía del socialismo santafecino con el agro? - La Federación Agraria nació como un movimiento profundamente socialista. La colonización agrícola de la Esperanza se basó en la idea de compartir el uso del suelo, buscando una unidad productiva vinculada con la familia agraria. Ese modelo sucumbió ante el latifundio, pero si hubiese prosperado, la Argentina hoy sería como Canadá o Australia. También antes de asumir en su cargo, el actual Ministro de economía provincial, Ángel Sciara, daba un reportaje a la revista Fortuna (http://www.revista-fortuna.com.ar/ed_0227/eco02.html) F: ¿Le preocupa la tendencia a la sojización de la provincia? S: Santa Fé ya está sojizada. No hay más frontera agrícola. Lo que nos preocupa es que destruimos otras fuentes de producción agropecuaria, como la industria lechera. El objetivo debería ser retener la cadena láctea. Pero hay que impulsar una nueva tecnología de producción: la sojización va a usar todos los campos expulsando a la pastura de vacunos lecheros y con esto puede desaparecer el tambo. Ojo que cambiar la tecnología de producción requiere de mayores costos. En el fondo la pregunta es cómo hacer para que ese proceso beneficie a la economía subnacional. Definiciones importantes e interesantes tanto de Sciara como de Binner, pero con la agudización del conflicto con las patronales del campo, el Gobierno provincial no pareció tener las cosas tan en claro o por lo menos han dejado dudas acerca de estas definiciones que parecían tan firmes en un principio. Al comienzo del conflicto, el Ministro de economía Ángel Sciara, participó junto al Ministro de la producción de Santa Fe, Juan José Bertero, de una reunión con el Ministro de economía nacional Martín Lousteau. Al término de la misma Bertero y Sciara apoyaron las medidas tomadas por el gobierno argumentando 'hemos planteado cómo el mecanismo de las retenciones puede reforzar la cadena productiva en nuestra provincia'. El nuevo régimen de retenciones 'supone un esquema de equidad y este espacio de diálogo supone calibrar algunas cosas', acotó el ministro designado por el socialista Hermes Binner al frente de la cartera de Producción santafesina. Bertero dijo que las provincias necesitan obras de infraestructura para su desarrollo, y en el caso de Santa Fe 'no solo la terrestre, sino también la Hidrovía, y construir puertos de transferencia en el Paraná'. (http://www.info341.com.ar/actualidad/ - nota.php?seccion=actualidad&id=12056) Por si no queda claro, nuestro gobierno provincial apoyaba claramente el mecanismo de retenciones anunciado por Lousteau. Pero cuando el conflicto recrudeció, el gobernador Binner se apresuró a predicar con el ejemplo creando una mesa de diálogo presidida por el ministro de Producción, Juan José Bertero, e integrada por los dirigentes de Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (Carsfe), Federación Agraria Argentina (FAA), Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) y por los productores agropecuarios autoconvocados de distintas localidades de la provincia. Desde esta mesa de diálogo se pidió dar marcha atrás con las retenciones. Desde el salón de la casa gris, Hermes Binner dijo que "Nosotros estamos convencidos de que es necesario encontrar una salida y de que la mayor responsabilidad en esto la tiene el gobierno nacional, que tiene que convocar a los sectores involucrados en la búsqueda de una solución. Ponemos como ejemplo lo que pasa en una familia, donde los máximos responsables son los padres, y creo que aquí también tenemos que ver que es necesario que el gobierno nacional asuma esta situación partiendo del diálogo y no fomentando el enfrentamiento". Y por si quedaban dudas sobre este realineamiento del gobierno provincial, que contó con la inestimable adhesión de Carlos Reutemann, Antonio Bonfatti, Ministro de Gobierno y de la Reforma del Estado aclaró que "si le va bien al campo le va ir bien a la provincia de Santa Fe", algo que a muchos les hizo recordar aquella frase de que "lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados Unidos". Verdades y mentiras Mientras el conflicto sigue, la situación empeora, las organizaciones patronales intensifican las medidas con una dureza jamás mostrada en estos años de democracia burguesa, con palabras altisonantes y mesianismo en algunos de sus dirigentes. También el Gobierno apela a lo que más le conviene, a la movilización del viejo aparato peronista, la apelación al gobierno popular y el recuerdo constante de la estrecha vinculación que históricamente han tenido la Sociedad Rural y las peores expresiones políticas que han existido en nuestro país. Verdades y mentiras mezcladas en un cóctel que sólo pretende confundir. Y en esa confusión de la falsa contradicción "campo-gobierno" parecemos entrar todos. Un juego perverso en el que pareciera que los trabajadores somos siempre los que perdemos. Opiná sobre este tema |
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