Breves de sábado (12/05/07)

Las hogueras del disimulo

por Miguel Espinaco

Esta semana pasó de todo en Santa Cruz. Bueno, en realidad ya venía pasando de todo en la provincia del presidente, pero esta semana el tema alcanzó la portada de los diarios y entonces es ahí donde parece que las cosas realmente pasan, vos viste cómo es.

Demoró bastante, y la demora habla horrores de la famosa libertad de prensa, que es en realidad la libertad de los empresarios de hacer noticia lo que se les cante y de ocultar cuidadosamente el resto. La cuestión es que Clarín y La Nación tuvieron que reflejar en tapa el jueves la represión que dejó tantos heridos. A los que diseñan el ahora archioficialista Página 12, les pareció que todavía se podía esperar hasta el viernes. Ahí recién, convirtieron en tapa el recambio de emisario de la rosada en el feudo kirchnerista.

Desde Buenos Aires se había lanzado, sin disimulos, la ofensiva verbal: culpa de los maestros que son unos patoteros, culpa del intendente radical que le pone fichas al conflicto, culpa del obispo que tiene que hacerse una pericia siquiátrica. En el medio se usó lo que sirviera, al punto que un guardia de seguridad devenido en camionero loco, fue elevado a la categoría de Bin Laden berreta, endilgándole un presunto atentado contra el presidente que no estaba ni cerca del lugar de los hechos. Después vino la represión.

El ahora renunciado Sancho había sucedido a otro hombre del presidente, Sergio Acevedo, también renunciado. Por aquellos días, más allá de la situación de conflictividad social que vivía la provincia, las sospechas apuntaron a problemas con manejos de la caja. Dicen, que Acevedo quería hacer su juego con las regalías petroleras y con los famosos 500 millones de dólares que zafaron del corralito, dicen que el control remoto presidencial lo evaporó entonces, con un poder que envidiarían las armas de Star Trek.

La caída de Sancho puede encubrir algunos elementos similares, puede ser que el tipo creyera que en vez de Sancho era Quijote, pero lo central aquí parece ser la necesidad de una cortina de humo para encubrir la retirada del gobierno, un poco de cacareo para que no se note la rendición ante la justicia y ante la fortaleza del reclamo docente.

Es cierto que en el medio estuvo la represión, aunque vale decir que en Santa Cruz sospechan que fue el mismo presidente el que dispuso la "represión controlada" de la protesta para tener una excusa válida para la remoción del gobernador, un taparrabos para no aparecer retrocediendo. Y mejor dejemos de lado que el término asusta un poco: represión controlada querría decir que hay que pegar y disparar hasta hacerle perder algunos dedos a algún manifestante y mandar a algunos otros al hospital, pero no más que eso.

Las primeras palabras de Peralta son conciliadoras, se declaró amigo del Obispo que se había quejado de que en Santa Cruz cualquiera que critique es considerado un enemigo, dijo que viene a pacificar la provincia y lo que es más importante, está dispuesto a mostrar la chequera: dicen que en estos días prometerá la apertura de paritarias para los estatales, propondrá elevar de 161 pesos - que es el pobre valor del salario básico docente en la provincia del petróleo - a 500 pesos y mantener el inicial en 1800 pesos, dicen que pagará los días de huelga y que se comprometerá a reestructurar en junio la composición integral del sueldo y la relación entre cargos.

¿Expectativas? Obviamente el cambio reabrirá esperanzas entre los trabajadores santacruceños y entre sus dirigentes más que en nadie. Pero conviene tomar las cosas con pinzas.

Daniel Peralta es también un hombre del presidente, un ex sindicalista que también cuenta en su historial con el hecho de haber sido funcionario y mano derecha del ex gobernador Ricardo Del Val, destituido en juicio político por mal desempeño de sus funciones en 1991, un gobernador que entre otras perlitas, cerró la Legislatura.

Hasta ayer nomás, este señor Peralta amigo de De Vido, era el capo de Yacimientos Carboníferos Fiscales, empresa a la que versiones periodísticas vinculan con el caso Skanka, aunque el gobierno - es cierto - lo desmiente enfáticamente.

Así que habrá que ver, habrá que confirmar si la oferta salarial a los docentes santacruceños termina siendo lo que parece. Y de ser así, habrá que concluir que el cambio de gobernador es apenas otra joyita del marketing kirchnerista para que no se vean los defectos del producto. De ser así, habrá que contabilizar a Sancho entre los sacrificados en las hogueras del disimulo.


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