Curarse en salud

por Miguel Espinaco

Sorpresa. Ahora así, de golpe, la culpa de todo la tienen los piquetes.

Bueno, no exactamente. La culpa es, otra vez, de la naturaleza. Las voces gubernamentales han dicho ya hasta cansarse que lluvias así "son absolutamente imprevisibles", que "no hay ciudad en el mundo que pueda soportar algo semejante" y que el asunto viene por el lado del "cambio climático".

Pero después de la naturaleza, vienen los piquetes.

Es extraño cómo van mutando los discursos a medida que es necesario formar y transformar a la maleable opinión pública. Hasta no hace mucho, los cortes de calle eran comprensibles manifestaciones de la bronca de la gente, porque cualquiera se da cuenta de que los funcionarios salen por televisión para decir que todo anda fenómeno mediante el simple arbitrio de llamar a una conferencia de prensa y los vecinos no, los inundados aparecen como pueden, se hacen ver para decir que todo no anda tan bien como nos dicen.

Tan así era la cosa, que hasta el oficialista diario El Litoral se hacía eco de los reclamos el 31 de marzo en una nota a la que tituló "Disconformidad y bronca en varios barrios". Allí, el cronista transcribía los dichos de una vecina manifestante: "hace tres noches que no dormimos; hay alacranes, cucarachas; no podemos usar los baños, no podemos abrir las canillas; somos seres humanos y estamos peor que las ratas, porque una rata anda en el agua y las personas, no" decía la señora de Barrio San Martín. Y otro, ante la pregunta de si había aparecido la municipalidad, espetaba "no, no apareció ninguno de esos caraduras".

Por esos días, el gobernador Obeid había asegurado que mientras él sea gobernador " no habrá ningún acto de represión contra las personas que realizan protestas sociales en rutas y calles provinciales". La afirmación podía sonar falsa, es verdad, en alguien que ya reprimió protestas sociales durante su anterior gobierno, como fue el caso de los bancarios del ex Banco Provincial echados de la calle a pura bala, pero bueno, una promesa es una promesa, y eso fue lo que escuchamos el 30 de marzo.

Sin embargo, con el correr de los días sus funcionarios se han dedicado a crear un peligroso microclima y él no ha vuelto a decir sobre el tema esta boca es mía, cuestión que aparece harto peligrosa. Cualquiera sabe que el manual del buen demócrata represor estipula que antes de las armas suenan las palabras, que hay que convencer previamente, y por lo menos, a ese sector de la población tan inclinado a opinar rápidamente "esos negros de mierda", a exigir rápidamente que pongan orden los mismos que desordenaron todo.

Y las palabras empezaron. El secretario de Promoción Comunitaria, Juan Carlos Forconi relató a LT10 el robo de camiones con provisiones para los inundados y rápidamente ha trazado la frontera: "una cosa es la protesta social y otra el robo". Cuando la periodista le preguntó si los camiones habían sido saqueados por afectados, Forconi se dedicó a dar un rodeo del que se infirió que podía ser, pero no entró en detalles porque él debe saber bien que una cosa son los ladrones y otra cosa son los habitantes de la ciudad desesperados porque la contingencia los agarró sin plan.

El jefe de policía Gabriel Leegstra habló sobre los piquetes en una nota que publica El Litoral, y dijo que "en forma permanente, se busca solucionar los conflictos en forma pacífica, priorizando la seguridad general y, por sobre todas las cosas, la preservación de la vida humana", pero enseguida definió una zona gris en la que cabe cualquier interpretación: hay que "diferenciar lo que es la situación de protesta social de lo que es delito común". Sería bueno que preguntara también si las bombas funcionaban cuando empezó a llover y si los reservorios estaban vaciados para que el agua de la ciudad fuera allí en vez de a los barrios, porque hay que diferenciar también lo que hace la naturaleza y lo que no hacen los gobiernos.

En declaraciones a la prensa publicadas por Sin Mordaza, el ministro de asuntos hídricos Alberto Joaquín explicaba que si bien en este momento el sistema de bombeo está "a full", lamentó que haya estado parado durante mucho tiempo a raíz de los piquetes que se multiplicaron en los accesos a la ciudad y que interrumpieron la normal llegada de bombas extractoras procedentes de Chaco y Corrientes. Vale preguntarse por qué las bombas no estaban en la ciudad antes de los piquetes que provocó el agua. Y obviamente, antes del agua.

El ministro de gobierno, Roberto Rosúa - según explica la página de noticias DERF - se retiró a la madrugada con un informe escrito donde se le advierten que más allá de los intereses legítimos de muchas protestas, en otras hay segundas motivaciones. Dan como ejemplo los cortes simultáneos producidos en 8 sectores de avenida Peñaloza por 30 militantes en cada caso. Es extraño que el cable no se detenga a explicar si los 240 militantes que resultan de multiplicar 8 X 30, eran o no también damnificados por el agua.

Digamos al pasar que la frase podría haberse escrito al revés y decir por ejemplo que más allá de las segundas motivaciones que se advierten en algunas protestas, en otras se reflejan intereses legítimos; ya la cosa se leería distinto. De cualquier manera, este intento de desligar los cortes del reclamo social, aparece negado claramente en los dichos del propio secretario de gobierno Walter Gálvez que explicó que "evitar el corte no es fácil" y aseguró que iban a recorrer los barrios con promotores sociales para tratar de normalizar la situación social y evitar que se produzcan nuevos piquetes.

Mientras tanto, más vale curarse en salud y repudiar todas estas manifestaciones del gobierno que apuntan a crear el clima social favorable a la represión del reclamo de los que tienen derecho a hacerlo por los medios que crean necesarios.


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Piedad

Según cuenta Rosario 12 en su edición de ayer, al intendente Balbarrey lo descubrieron los periodistas en el segundo piso del partido justicialista, anotándose como aspirante a la reelección.

La nota, titulada "Bajó el agua, pero la bronca sigue en ascenso", reproduce opiniones de vecinos afectados: "anoche ellos estaban cerrando las listas de candidatos y nosotros bajo agua y sin luz. ¿A usted le parece justo? Ya nos pasó una vez, dos veces no podía pasar. Esto es inoperancia del gobierno, de nadie más que del gobierno y del intendente. ¿Dónde estaba el gobernador Obeid? Porque andaba por Venezuela y llegó cuando todos ya teníamos el agua adentro de la casa. Es increíble".

"Ninguna ciudad se puede inundar como nos inundamos nosotros con agua de lluvia - decía otro entrevistado - si las cosas hubieran funcionado como debían. Pero ellos están en otra cosa, en la campaña, en hacer política, y como los inundados somos pobres, que nos ahoguemos".

Según cuenta la nota, a Balbarrey intentó entrevistarlo un periodista mientras presentaba su lista ante la junta electoral partidaria, pero no pudo: "tengan piedad de mí", suplicó el intendente.

Sin palabras.

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