Apuntes sobre socialismo

La explotación disimulada

por Miguel Espinaco

Las palabras son un problema, a veces no se sabe qué es lo que llevan adentro. Por eso, para evitar malos entendidos voy a intentar, antes que nada, definir qué es eso que se llama capitalismo lo cual no es poca cosa, es cosa complicada porque se han escrito toneladas de libros para explicarlo y esto es una revista en internet, así que voy a tratar de ser esquemático.

Dos cuestiones, entonces. El capitalismo es un sistema de explotación, eso quiere decir que algunos se quedan con el trabajo de otros. Por ejemplo, Macri trabaja nada más que de presidente de Boca y de candidato a casi todo, pero gana plata con sus acciones, que si valen cada vez más es porque hay trabajadores que trabajan. Amelita de Fortabat trabaja nada más que de coleccionista de lindos aviones y de cuadros caros, pero se quedó con la parte de león del esforzado trabajo de unos cuantos. Rockefeller, decía Facundo Cabral antes de volcarse al misticismo más insoportable, hizo su fortuna con el sudor de la gente.

Sin embargo, no todos los sistemas de explotación son capitalismo. Los faraones egipcios se rascaban a dos manos mientras miles de tipos cosechaban en las márgenes del Nilo o construían las famosas pirámides, y los emperadores romanos comían uvas en sus festicholas mientras muchos esclavos ponían el hombro a lo largo, a lo ancho y a lo alto del imperio. Y los reyes y los papas de la edad media disfrutaban en palacio, mientras miles y miles de campesinos laburaban de sol a sol y pagaban impuestos y diezmos para bancar la fiesta de los grandes señores.

Lo nuevo del capitalismo es que logra disfrazar la explotación. Ya no hay reyes que reinan por gracia divina, ni emperadores omnipotentes, no hay amos y esclavos, sino una comunidad de hombres que aparecen como libres para contratar, libres para hacer lo que más les convenga. Democracia occidental, dice ahora Bush, libertad, igualdad y fraternidad, se decía antes, las banderas de la revolución francesa de 1789, ya hace un toco de tiempo. Libertad, en verdad apenas teórica, que en la práctica resultó libertad para los dueños del capital para hacer trabajar a otros y multiplicar así esos capitales y libertad para los trabajadores libres, ya no esclavos, ya no súbditos, trabajadores libres para regalar sus saberes a bajo precio, para trabajar de sol a sol o morirse de hambre, para vender esfuerzo a cambio de un salario que le permita sobrevivir para seguir trabajando.

Sin embargo sería injusto decir que el capitalismo es nada más que un sistema de explotación más disimulado. La verdad es que el capitalismo es el primer mecanismo que permite realizar una producción a escala verdaderamente social, gigantesca. Los egipcios juntaban a miles para hacer pirámides, pero para hacer pirámides solo se necesitaba mucha gente, tiempo y bloques de piedra. El capitalismo logra juntar las cabezas de millones de trabajos complejos que por sí solos no serían útiles, desde el que extrae el mineral hasta el que empaqueta el producto terminado, pasando por el que fabrica las máquinas para hacer el producto, por el que produce la electricidad para que las máquinas funcionen, por el que piensa y coordina el proceso, por el que maneja los transportes en los que viajan mercaderías y gente, y miles y miles de etcéteras, miles y miles de pequeños trabajos que se coordinan socialmente para que cualquier producto exista. Y cuando digo cualquier producto me refiero a cualquiera, a un auto, a un lavarropas, a un antibiótico, a la computadora en la que leés esta nota, a un paquete de chizitos.

Pero este disimulado sistema de explotación que parió en los últimos siglos este salto a la producción social se choca contra sus propios límites. Por eso, contradictoriamente, su propia lógica esconde la semilla del socialismo y al mismo tiempo la semilla de la barbarie.

Rebobinemos. Por un lado, dije que el capitalismo era un sistema de explotación del hombre por el hombre, un sistema de explotación más disimulado que, por ejemplo, el esclavismo, pero un sistema de explotación al fin, en el que algunos pocos se quedan con el fruto del laburo de muchos.

Por otro lado, dije, es el primer mecanismo histórico que logra realizar y coordinar una producción a escala gigantesca, planetaria, que logra sumar millones de trabajos individuales agrupándolos a escala social. Basta pensar en ese auto que está pasando por la calle, para que exista ese auto se han sumado trabajos de ingenieros de muchos países, de obreros que en distintos lugares del planeta construyeron y ensamblaron cada parte, de infinidad de trabajadores administrativos que coordinaron la producción, el transporte, la distribución para que el auto llegara a andar hoy por cualquier calle de Santa Fe o de cualquier ciudad del mundo.

Sistema de explotación por un lado, sistema que parió este salto a la producción social por el otro, sistema que se choca contra sus propios límites, sistema que ya hace mucho que ha demostrado su fracaso histórico porque su propia lógica de explotación - el capital existe para multiplicarse y no tiene otra razón de ser que la de multiplicarse - hace que esos trabajos individuales no se coordinen para que la gente viva mejor, sino para que el capital realice su propia e inevitable lógica de reproducción, o sea en buen romance, la producción es para ganar plata, para ganar más y más sin que quede lugar para pensar en el beneficio social, en las necesidades colectivas de la sociedad que es la que trabaja para ese capital.

Entonces, el resultado: la concentración de la riqueza en pocas manos, la multiplicación de la pobreza, la desocupación convertida en una enfermedad social crónica, temas que se siguen repitiendo en esta historia de la sociedad capitalista década tras década, que no son la resultante de este o de aquel modelo de capitalismo, son la resultante del capitalismo, del fracaso de este modelo histórico llamado capitalismo que ya tiene un par de siglos de vida adulta.

Pero ya nos hemos visto obligados a usar algunas palabras que exigen también ser definidas. Qué es realmente el capital?

Para intentar responder a esto, habrá que ver cómo es que apareció este sistema y a partir de ahí entonces, se podrá desarrollar eso de que la propia lógica del capitalismo esconde la semilla del socialismo y la semilla de la barbarie, una tensión que solo resolverá la vida, la historia de las ideas y de las luchas.

Hasta el número que viene.

Próxima entrega: Génesis


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