1917

por Javier González

El 24 y 25 de octubre, según el calendario ruso de entonces, 6 y 7 de noviembre para nosotros, los bolcheviques tomaban sectores estratégicos de Petrogrado. La historia oficial coloca en estos hechos el comienzo de la revolución rusa de 1917.

Mucho se ha escrito a favor y en contra de la experiencia rusa y no podía ser de otra manera pues se trató de la experiencia revolucionaria más importante llevada adelante por las masas explotadas.

Como bien señala Eric Hobsbawn en su obra "Historia del siglo 20" "la revolución de octubre originó el movimiento revolucionario de mayor alcance que ha conocido la historia moderna. Su expansión mundial no tiene parangón desde las conquistas del Islam en su primer siglo de existencia. Sólo treinta o cuarenta años después de que Lenin llegara a la estación de Finlandia en Petrogrado, un tercio de la humanidad vivía bajo regímenes que derivaban directamente de "los diez días que estremecieron al mundo" (Reed 1919) y del modelo organizativo de Lenin, el Partido Comunista".

Seguirá discutiéndose sin dudas, el significado de la revolución rusa. Se seguirá tomando partido a favor o en contra, se hablará de fracaso en algunos casos, de derrota en otros y se omitirán los asesinatos, las crueldades y la barbarie del estalinismo en aquellos que a pesar de que es historia conocida, se niegan a aceptar la realidad.

Tendrán mucho que decir también aquellos que citando a Gramsci afirmen que "la revolución de los bolcheviques está más hecha de ideología que de hechos. (Por eso en el fondo, importa poco saber más de lo que sabemos ahora). Es la revolución contra El Capital, de Carlos Marx. El Capital, de Marx, era en Rusia el libro de los burgueses más que el de los proletarios. Era la demostración crítica de la fatal necesidad de que en Rusia se formara una burguesía, empezara una Era capitalista, se instaurase una civilización de tipo occidental, antes de que el proletariado pudiera pensar siquiera en su ofensiva, en sus reivindicaciones de clase, en su revolución. Los hechos han superado las ideologías. Los hechos han provocado la explosión de los esquemas críticos en cuyo marco la Historia de Rusia habría tenido que desarrollarse según los cánones del materialismo histórico. Los bolcheviques reniegan de Carlos Marx, afirman con el testimonio de la acción cumplida, de las conquistas realizadas, que los cánones del materialismo histórico no son tan férreos como podría creerse y como se ha creído".

Arte y revolución

A modo de conmemoración de la revolución rusa, no vamos a ponernos a hacer un aburrido y pesado balance, sobre su carácter, sus héroes y sus traidores.

Sino que vamos a recordar, brevemente a dos de sus artistas que se animaron a soñar una sociedad diferente: Vladimir Maiakovsky y Konstantin Melnikov.

Es innegable que los primeros años de la revolución fueron los de mayor creatividad, los de mayor libertad y esperanza puesta en la construcción de una sociedad y un hombre nuevo.

Fueron muchos los artistas que se sumaron a la revolución. No sólo bolcheviques, sino también de distintas tendencias que tomaron partido por esa construcción de un nuevo mundo.

Una sociedad nueva debía tener un nuevo arte y una nueva arquitectura y en esa construcción pusieron su esfuerzo hombres como Maiakovsky, Lissitzky, Melnikov, Leonidov, Guinzburg, los hermanos Vesnin, etc.

En general todos pasaron del entusiasmo y el empuje por todo lo nuevo que había que crear, a la desazón, al destierro y la muerte en muchos casos, que generó la consolidación de la burocracia soviética dirigida por el asesino Josef Stalin.

Habría mucho para decir sobre Stalin, sus crímenes, sus asesinatos, mucho que hablar sobre el culto a la personalidad, sobre la brutalidad con que se ensañó contra sus propios camaradas.

Lo cierto es que esa consolidación burocrática, ese triunfo del estalinismo sobre la oposición de izquierda, significó también un corte abrupto en la labor creadora de poetas y arquitectos.

La utopía arquitectónica del constructivismo ruso, el abastraccionismo de suprematistas y demás artistas rusos tuvieron que dar forzoso paso al formalismo, al culto a la personalidad de Stalin, a la arquitectura historicista de carácter monumental, en definitiva al llamado "realismo socialista". Para los estalinistas ya no se trataba de pensar una nueva sociedad, un nuevo arte y una nueva arquitectura, sino que se trataba de plasmar en las telas y en los edificios la realidad de la sociedad soviética.

Alli terminaron las vanguardias artísticas soviéticas, como se acabó también el marxismo para dar paso a su vulgar tergiversación.Se borraron a los opositores de la historia soviética, se prohibió el nombre de Trotsky y Lenin fue convertido en esa momia al que todos pasaban a rendirle culto como "padre de la patria soviética".

Vladimir Maiakovsky

Fue sin dudas, uno de los grandes poetas rusos. Nacido en Georgia, viajó tempranamente a Moscú y comenzó su militancia junto a los bolcheviques.

Su adhesión a la revolución de 1917 y sus posturas políticas antiburocráticas le valieron un cierto hostigamiento por parte del stalinismo. Acorralado por sus fantasmas y por la desazón que provocaba el rumbo que iban tomando las cosas en la revolución, Maiakovsky se termina suicidando en 1930.

Lo que sigue es un fragmento de su poema "A plena voz" escrito entre diciembre de 1929 y enero de 1930.

En 1936, irónicamente, Stalin lo nombró el "mejor poeta de toda la era soviética".

La mole enemiga de la clase obrera
es también mi empedernida y vieja enemiga.

Nos ordenaron marchar bajo la enseña roja
durante años de trabajo y días de hambre.

Abríamos de Marx cada volumen,
como en nuestras propias casas, los postigos,
pero sin necesidad de leerlos ya sabíamos de que lado ir
y junto a quien combatir.

No estudiamos la dialéctica en los libros de Hegel.
Ella entraba a nuestros versos
con el entrechocar de arma de los combates,
cuando bajo las balas huían de nosotros los burgueses,
como antes nosotros huíamos de ellos.
No importa que tras los genios, como una viuda inconsolable,
avance lenta la gloria en marcha fúnebre.
¡Muere verso mío,
muere como un soldado raso,
Como los nuestros morían, sin nombre, en los ataques!
Poco me importa el pesado bronce.
Poco me importa el mármol salivado.
Ya arreglaré mis cuentas con la gloria
-no somos ajenos uno al otro.

Mejor que nos construyan
un monumento común
en los combates del socialismo.

Descendientes,
comprueben los flotadores de sus diccionarios.
De estos lejanos años,
saldrán a flote restos de palabras como:
"prostitución", "tisis", "bloqueo".
Para ustedes que son sanos y àgiles,
el poeta lamió esputos de tisis,
con la lengua àspera de los cárteles,
la ristra de los años me hace parecerme
a un monstruo fósil-de-larga-cola.

Camarada vida, venga, marchemos más rápido,
terminemos lo que queda del quinquenio.
Yo con mis versos no acumulé ni un rublo,
los ebanistas no enviaron muebles finos a mi casa,
y fuera de una camisa recién lavada,
les diré francamente, nada necesito.

Al presentarme ante el Comité Central,
de los preclaros años venideros
por sobre una banda de aprovechados y truhanes poéticos,
levantaré,
como un carnet bolchevique,
todos los cien tomos de mis libros partidistas.

(diciembre 1929- enero 1930)

Konstantin Melnikov

En los comienzos de la revolución, los arquitectos soviéticos desarrollaron múltiples proyectos en los cuales se plasmaría la nueva sociedad. El socialismo debía tener su propia arquitectura, que a su vez debía ser superior a la decadente arquitectura burguesa. Claro que esto no era tan así, porque los arquitectos rusos no crearon "de la nada" sino que tuvieron muchas vinculaciones e intercambios con las restantes vanguardias artísticas europeas.

Muchos de los proyectos del constructivismo ruso quedaron en el papel, sencillamente porque se trataban de utopías, de proyectos y miradas irrealizables.

Otros proyectos, si bien eran construibles desde el punto de vista tecnológico, resultaban de imposible realización debido al ahogo económico que sufría la revolución en sus primeros años.

Konstantin Melnikov fue uno de los arquitectos más activos durante esos primeros años.

En 1925 sorprendió al mundo con su proyecto para el Pabellón Ruso en la Exposición de París, proyecto que tuvo que ser modificado para poder ser construido pero que representó un importante hito en la historia de la arquitectura moderna.

Posteriormente con el cambio de rumbo que impuso el estalinismo, sus proyectos se adecuaron a la nueva situación, realizando propuestas historicistas y monumentales, que de alguna manera simbolizaban ese nuevo rumbo de la revolución.

Sus posturas antiburocráticas le valieron el destierro de la arquitectura.


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Un proyecto de El Lissitzky para una tribuna. El peladito de arriba era Lenin.
Konstantin Melnikov. Pabellón soviético en la Exposición de París de 1925.
Konstantin Melnikov. Club obrero rusakov, 1927.
Stalin entra en acción. Arquitectura monumentalista. Palacio de los Soviets. O.Iofan, O.Gelfreikh, V.Schuko. Sculptor S.Merkulov. Proyecto aprobado en 1934.
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