Colaboración

Javier está decidido a seguir su serie de trabajos a los que titula, secuencialmente, el miedo. Un relato colmado de sentimientos, de opiniones, de preguntas y de emociones, sobre el encuentro por la unidad latinoamericana que vivió en Córdoba.

El miedo 2

(Sobre el rol del político, hoy)

por Javier Bonatti

Por qué la diferencia?

Por qué el discurso suena tan diferente?

Por qué parece que podemos confiar en lo que dicen?

Por qué parece que no mienten?

Tan raro resulta pensar que quién nos habla no nos está engañando?

Sí. Claro que resulta raro. Rarísimo.

Cómo creer?

De dónde sacar confianza?

¿Por qué tenerla?, ¿quién se la ha ganado, acaso?

Allá por las 5 de la tarde de ese viernes 21, Rubén Patagonia pegaba el grito mapuche en el cielo: "Hoy están festejando la conquista de ayer, con mi propia bandera me robaron la fe". El escalofrío no tardó en llegar, invadiendo cada centímetro del ser de carne que todos llevamos a cuestas.

Antes y después, artistas de muchas partes de nuestra Latinoamérica se subieron a uno de los escenarios montados en el Campo Universitario de la ciudad de Córdoba, para aportar su sentir en este cierre de una nueva reunión de la Cumbre de los Pueblos.

Las columnas comenzaron a llegar antes del mediodía, con el sol en posición vertical y el polvo que comenzaba a levantarse ante los cientos de miles de pies que lo caminarían hasta casi las 11 de la noche de una jornada que sería, al menos, distinta.

A partir de las 6 de la tarde comenzó a olerse la cercanía.

Unos minutos después, Hugo Chávez y su ya reconocido feedback con el público se hicieron presentes sobre el escenario. Hay una cuestión de primordial relevancia en lo que hace a la relación Chávez - Venezuela - Latinoamérica. Hay una razón fundamental por la que encuentro una conjunción inquebrantable entre lo que es el discurso de Chávez y sus concreciones.

En realidad son dos: 1. Chávez convirtió a uno de los países con mayor analfabetismo del mundo en uno terminantemente LIBRE de analfabetos. 2. Aquellos nuevos "alfabetos", más todos los que ya formaban parte de este grupo, mediante un exhaustivo trabajo de educación popular, aprendieron de Pe a Pa la nueva Constitución que rige sus vidas como ciudadanos. No existe conocimiento más importante que el de la ley. Solo el hombre que conoce la ley puede saber hasta donde soportar la opresión (del Estado, de la Empresa, de la Familia).

En el Campo Universitario no volaba una mosca. Los cantos o los gritos estallaban cuando desde el escenario se proponía una conversación; caso contrario, silencio de muerte, que no solo demostraba respeto sino, simplemente, ganas de escuchar y de aprender un poco (lo que rememoraba los extremadamente sinceros y "políticamente correctos" actos partidarios del cole, la cajita y el choripán).

Referencias a las invasiones estadounidenses; a las indiscriminadas matanzas propinadas hacia la población civil de Palestina y el Líbano por el Estado más asesino de los últimos tiempos; a los planes perversos de Bush para la Cuba post-castrista; al Cordobazo; a los casi 80 de Castro (para quien, "mirándolo de reojo", auguró un mínimo de 40 años más sobre la Tierra).

Más de una hora después, con la noche sobre más de 100 mil cabezas con pelos empolvados, apareció quién se atrevió a compararse con Matusalén (por su extensa vida de 80 siglos), lo que generó en el mismo comienzo de la nueva charla, un clima más que ameno, que se extendería por más de 3 horas.

"Yo no coincido con él… pero hay que reconocerle la historia, la trayectoria…".

¿La qué?

Triste y equivocado que se piense que en Fidel Castro hay solo historia y trayectoria.

En Fidel Castro hay un político, un economista, un estudioso de la historia, la filosofía y la geografía, un señor pronto a cumplir 80 años, un revolucionario.

Qué simplista el hecho de decir: "respeto su trayectoria…". No. Eso justamente es lo que más se puede poner en juego. Hitler tenía una gran trayectoria como político, al igual que Franco, Mussollini, Napoleón, Fernando de la Rúa...

Simplista digo, porque esa fobia "marxista-leninista-extremista" (en palabras del cubano) no hace más que tapar ojos y oídos a las clases de política y economía del Sr. Castro. Clases en las que explica cómo reducir el analfabetismo (a cero), cómo reducir el consumo energético de un país al 50%, mediante la implementación de paneles solares… y no tiene ningún problema en dar las recetas de cómo hacerlo (y justamente por eso no es un político más).

¿Qué necesidad tiene Castro de venir a la Argentina para esto? ¿Qué interés está en juego? ¿Cuál es el as que Castro tiene bajo la manga? ¿Acaso la revolución comunista en toda Latinoamérica… o mejor aún… en todo el mundo?

No sé si hay intereses.

No sé si hay ases bajo la manga.

Lo que creo que hay es necesidad. Necesidad, voluntad política y compromiso.

Castro no tiene porqué traernos las recetas de cómo hacer para sanear el analfabetismo, y sin embargo lo hace.

He aquí la pregunta en cuestión: ¿tan mal le puede hacer al país escucharlas? ¿Tan "comunistamente perverso" es el plan de Castro que no nos damos cuenta de que, detrás de eso, puede estar encubierto el "germen de la revolución"?

Volvemos al miedo, al pánico.

El terror a que el pueblo conozca.

El terror a que el germen este adentro de cada uno y que explote ante el sabernos oprimidos.

Finalmente, cerca de las 11 de la noche, el escalofrío que había comenzado con aquel grito mapuche comenzaba a perder la lucha contra el cansancio de aquel cuerpo que ya llevaba más de 8, o 9, o 10 horas parado. La invencible fue la sonrisa, que ni el desgaste ni el sueño pudieron borrar durante un largo tiempo. Todavía sonrío. Sonreímos.


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