Crónicas Curturales

La fantasía heroica ha sabido tener su época dorada allá por los años sesenta, de la mano de Heraldo Pedro Suspisiche los nativos del Pantano han sabido disfrutar de las aventuras de Arancio, el barbarian. Al reeditarse hoy sus aventuras vaya aquí un breve ensayo que me salió demasiado largo.

por Maytland Goyeneche

Arancio, el Barbarian

de Heraldo Pedro Suspisiche

Con la miniserie publicada en El Pantano bajo el título Arancio el Barbarian, Muerte en el salado, tres números que aparecieron en el mercado con fechas de cubierta de septiembre, octubre y noviembre de 1960 se da el nacimiento de un mito. Ediciones El Aljibe Seco ahora lo reedita en formato prestige con tapa dura y papel ilustración.

Recordemos, Santa Fe nunca fue tierra propicia de superhéroes (salvo alguna parodia de Yunis, el holandés en clave simpsoniana) pero tal vez producto de sus áridos latifundios y la profusión de islas la fantasía heroica ha podido hacerse un lugar. Lugar este que en el campo de los comics se ha sabido hacer de la mano de Heraldo Pedro Suspisiche. El héroe, el mito, Arancio, el barbarian nos ha acompañado desde entonces. A veces en tiradas pequeñísimas de tres o cuatro ejemplares, otras en libros de tapa dura, más adelante durante la década decadente en pequeños fanzines fotocopiados por su propio autor.

A la muerte de Heraldo muchos temieron que el barbarian no volviera a asomar el hocico. Por supuesto no fue así, si bien es cierto que en el mercado pantanense no se ha prodigado desde los últimos años y tan sólo ha aparecido una miniserie que ahora es publicada de la mano de Ediciones El Aljibe Seco, un grueso tomo recopilatorio de las aventuras de Arancio producto del inolvidable equipo creativo formado por Suspisiche y el Ena Lazzarini (en las tintas de fondos), el llamado Essential Arancio. O sea, a tenor de lo publicado, el género de Fantasía Heroica está mustio y los comics de Arancio algo olvidados por parte del público mayoritario. Pero el género no está "muerto", si lo estuviera no podríamos hablar, hoy, en pleno 2006 (fecha en la que redacto estas líneas) de las reediciones de La saga del Nahuelito, Arancio contra el bagre Picasso. The Dark Ages, La bruja licenciada, El dragón espástico, El chancho rengo, ese crossover inolvidable en Arancio, el barbarian contra Tincho Carpincho y la última obra fechada en 1997, Arancio contra el bagre Navarro Montoya. Y esto sin mencionar las nuevas aventuras que el joven Pancracio Hermenegildo está publicando por estos días, El hijo de Arancio.

Fantasía heroica hay, y funciona, aunque las editoriales más importantes no parezcan muy interesadas en ella. Así las cosas, Arancio puede antojárseles un icono ajado a la mayoría de los preadolescentes; ajado por rigidez, por no ajustarse a los mestizajes que exige el público actual. Pero es que Arancio no lo necesita. Él debe seguir su rumbo tradicional y el presente libro de comics demuestra la pervivencia del personaje y del género. Como escribía recientemente Michael Massa: "Suspisiche es probablemente el mejor dibujante vivo de comic-books (claro, lo escribía cuando aún no había muerto). Y nadie dibuja Arancio como él y nadie escribe Arancio como Heraldo." Cualquier historieta que surja de su labor es, necesariamente, de calidad.

En esta reedición de sus primeras aventuras tenemos a Silvana. La misma muchacha que conoció y enamoró a Arancio, el barbarian cuando éste visito Alto Verde en sus días de adolescente merodeador y rasposo (en la historieta "Alas diabólicas sobre Alto Verde", Arancio, el barbarian nº 6). La misma mozuela que el ladronzuelo y mostrenco bárbaro llevó a lomos de su caballo cuando atravesó una zona dominada por un extraño carpincho alado (en "El pantano del miedo", Arancio, el barbarian nº 9). La misma muchacha que acompañó a Arancio, el barbarian a una ciudad-estado del país conocido como Corrientes cuando éste se alió con el desdichado desertor JC Rodríguez (en "Cuidado con la Ira de Valderrama", Arancio, el barbarian nº 10). Y la misma polluela que vuelve, irremediablemente, a traicionar su amistad y su hombría muy poco tiempo después (como se vio en "Villanos en la casa de Guaraní el borracho", Arancio, el barbarian nº 11). No dudo que la mayoría de los simpatizantes de Arancio, el barbarian recordarán esas apariciones de Silvana, pero quizá no recuerden tanto el episodio de la vida de Arancio, el barbarian en el que encontró en un lugar recóndito del Pantano a la taimada mujer con su bello rostro completamente desfigurado (eso ocurrió en el episodio de título "El río de la noche eterna", Arancio, el barbarian, 1ª colección, nº 134). Y aquí es donde surge la duda: ¿Entre cuales de las tres anteriores aventuras hemos de encajar el presente encuentro de Arancio con Silvana? Terrible duda.

Vacilamos al colocar en su debido lugar esta historieta dentro de la línea ordenada de peripecias del barbarian porque Heraldo, cuando adaptó la novela de Enrique Muiño, Arancio, el renegade, concretamente durante el año 1973, describió un rosario de retornos de Arancio a los lugares que visitara en su adolescencia y, en su caminata por Sauce Viejo, el barbarian declara no recordar haber vuelto a ver a Silvana desde su primer encuentro con ella en "Alas diabólicas sobre Alto Verde". Esto se afirma en "Los señores del loto" (Arancio, el barbarian, 1ª Colección, nº 211), aventura en la que Arancio cuenta con 28 años y medio de edad y en la que miente por alguna razón que ignoramos, pues ya ha coincidido con Silvana más cuatro veces en su vida. Cinco, si hemos de incluir la historieta "Me copé con el cucumelo" (Arancio, el barbarian, 3ª Colección, nº 541).

Lo anterior pudo deberse a que Heraldo Pedro en su vuelta a los comics luego de que la dupla Monasterolo/Batalla se hicieran cargo de la línea temporal en la edición de los comics books de Arancio durante el lustro que va de 1975 a 1978, hizo borrón y cuenta nueva y decidió que todas las correrías del barbarian transcurridas entre los números 115 y el 241 se apretaban en apenas dos meses y que, algunas, no habían transcurrido necesariamente como habían dictaminado los guionistas responsables. Y esto último es lo que reza para ese fortuito encuentro con una Solvana transformada en monstruo en algún lugar de los vastos herbazales de La Criadilla, son demasiados personajes los que han cruzado su camino con el del nómada pantanense como para tenerlos a todos siempre presentes en la cabeza. Además, si hemos de ser respetuosos (y con Heraldo siempre hemos de serlo), probablemente Arancio mintió en su regreso a Alto Verde debido a que su situación de renegado le invitaba a ser cauteloso, aparte de que le había echado el ojo a la hija del cacique.

Las pistas que Heraldo arroja en la presente aventura para su posible colocación son escasas. Nos dice que quien visita la wiskería es un "joven bárbaro". Nos ilustra sobre la capital de Alto Verde, señalando que es Valderrama (un desliz, sin duda: La "Estrella de Valderrama" es la joya que en el futuro permitiría a una noble de Alto Verde controlar a un ejército de sábalos muertos, pero la gema recibía ese nombre por haber sido tallada en una importante ciudad de Corrientes llamada así). Y nos hace ver que Arancio dirige sus pasos hacia Argos. Oops... Da la sensación de que Haroldo escribió este guión sin prestar excesiva atención al rígido entramado de ires y venires del personaje, o bien se había tomado demasiadas ginebras... Bien, realmente no importa, y los lectores tenemos dos opciones: ubicar esta aventura poco antes de unir sus garrotes confeccionados con cañitas de bambú Arancio y el albino Rodríguez Kreig (Arancio, el barbarian nº 14 y 15), lo cual da muy poco tiempo a Silvana para montar su floreciente negocio, o bien colocarla a la altura de la vida del barbarian en que él cuenta con 27 años recién cumplidos (¡ey, es un joven bárbaro aún!), hallándose de camino a Corrientes tras algunas correrías menores, y siempre antes de la etapa de "Arancio Renegado". Es entonces cuando halla a Silvana regentando un burdel, algo más entrada en carnes, no muy agradecida por el favor que Arancio le hizo en el valle de Alto Verde (por eso no lo rememora) y sí esbelta, bruta y fiera, como siempre.

¡Uf! Silvana... Un problema para los hombres, un problema para Arancio... y un problema para los cronistas. Aunque todo se salda a nuestro favor al comprobar que ella es la sazón perfecta para una historieta de fantasía heroica.

Buenas noches.


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Heraldo Pedro Suspisiche en su taller cuando estaba vivo.
Primera aparición de Arancio el barbarian en Sauce Viejo (del comic book “Villanos en la casa de Guaraní el borracho”, Arancio, el barbarian n.º 11).
Una de las ya clásicas ilustraciones que Heraldo realizara para Pagsa.
Portada de la reedición de Arancio el Barbarian, Muerte en el salado. Recopilación de las primeras aventuras del bruto musculoso.
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