Colaboración

Te quitan la voluntad cuando tenés que mendigar un turno en el hospital, te quitan la voluntad cuando llegás golpeada a la comisaría y te hacen volver, te quitan la voluntad cuando tu patrona te paga 3,50 la hora y tenés que rogarle para el colectivo, te quitan la voluntad cuando no querés tener más hijos y te niegan esa posibilidad La desigualdad no solo acarrea la falta de posibilidades de una vida digna, sino también lleva a la muerte.

Brindo por ellas

por Alejandra Kosak Slobodianiuk

2005, barrio periférico de Santa Fe, siestita de invierno, mates calientes, pizarrón y afiches, mujeres viejas y jóvenes, algunos perros merodeando.

El debate es acalorado:

- Qué me decís, si nos quitan la voluntad!

¿A esas palabras que más agregar?.

Nos quitan la voluntad dijo furiosa, y me paralicé, nunca nadie había expresado tan bien la idea de lo que a muchas les pasaba.

Te quitan la voluntad cuando tenés que mendigar un turno en el hospital, te quitan la voluntad cuando llegás golpeada a la comisaría y te hacen volver, te quitan la voluntad cuando tu patrona te paga 3,50 la hora y tenés que rogarle para el colectivo, te quitan la voluntad cuando no querés tener más hijos y te niegan esa posibilidad.

Tal sentimiento se transforma en motor de lucha.

La desigualdad no solo acarrea la falta de posibilidades de una vida digna, sino también lleva a la muerte.

A las 129 trabajadoras textiles muertas de Cotton se les suman las que en el mundo mueren por abortos clandestinos, por desnutrición, por violencia de género.

Las mujeres esclavas, las que son usadas como botín de guerra, las que no tienen acceso a la salud, a las que ya le quitaron la voluntad…

Y están las miles que entregaron y entregan su vida cotidiana a la lucha, las que buscan transformar, las que aún no nos resignamos a éste sistema perverso, las que aún queremos un mundo más justo para todos y todas.

Brindo hoy por ellas, por nosotras, por mis amigas compañeras de ruta, por aquellas que no conozco y que todos los días ponen el cuerpo y muchas veces su vida.

Por las obreras, por las profesionales comprometidas, por la Juana y la María que se levantan a las cinco para preparar el fuego para la leche de sus hijitos, por las muchas Sandras Cabrera.

Brindo por las compañeras que caminan juntas por las calles en los encuentros de mujeres, por las que estudian y sistematizan esta lucha, brindo por las que ya no están.



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