Colaboración

Nos llegó por mail y enseguida pedimos permiso para publicarlo. Resulta que "una amiga de allá" le preguntó a Eduardo sobre Rita, por la obra musical que se estrenará en Buenos Aires en mayo. La respuesta es apenas una excusa para contar anécdotas.

Rita, la salvaje

por Eduardo Mancilla

Poco puedo aportar, lamentablemente, sobre los días de pos-apogeo de ésta "mega-estrella" vernácula, salvo lo que cuenta la historia "oficial" de los que vivieron la época, para algunos gloriosa para otros nefasta, en Rosario. Para que valga la figura sería algo así como "la resaca de la gran historia", según mi óptica casi 30 años después de Rita.

El "Telarañas Concert" quedaba en la esquina de Av. Ovidio Lagos (en su nacimiento) y la Av. Del Valle, bien frente a la Vieja estación de trenes Rosario Norte, barrio Pichincha.

Una especie de zona aledaña a Retiro ó Constitución pero más pequeña, bizarra y decadente.

El Porteño, El Rosarino, El Santafesino, El Tucumano, eran los nombres que rebozaban imaginación, de los trenes que arribaban y salían de la estación, casi siempre dos horas después de la hora señalada.

Barrio de lumpenaje, oscuro y temerario, lleno de bodegones de mala muerte, pensiones y hoteles de ¼ de estrella, habitados por "malandras" de todo pelaje, el lunfardo mucho no me ayuda, pero en estos párrafos habría que ubicar palabrejas como, cotorro, turros, apoliyo, tauras, etc. Vamos a ver que sale.

De "chabón", 15 ó 16 "pirulos", en tiempos muy negros donde una banda de milicos había asaltado el poder, 76/77, hicimos nuestra primera, y a la postre última excursión por esos arrabales.

Siempre había algún gil que venía con el verso que había incursionado en el barrio "Pichincha" o Rosario Norte, a los cabarutes de la zona, especialmente al telarañas, donde estaba esa "fulana" famosa llamada, Rita, La Salvaje, de la que tanto se hablaba en ciertos círculos en vos baja casi confabuladora.

El sketch más comentado de la señora era cuando, luego del consabido streap tease, se introducía un caramelo en su vagina y, mientras se contorneaba entre las mesas, invitaba a un espectador a que lo retirara con su boca.

Espectacular….!!

Nos calentaba la cabeza ya con sólo imaginarlo, y para no ser menos, siempre había alguien dispuesto a organizar la aventura, quien podía perderse semejante acto de destreza, de vanguardia sexual.

Íbamos en bondi como correspondía, línea 2, que iba por Junín al fondo y llegaba hasta "Rosario Norte", lugar de parada y luego seguía al centro y la zona sur de la ciudad, otro mundo.

Esa noche de miércoles o jueves, pasadas las 23 hs., pudimos entrar al Telarañas con toda facilidad gracias a la "parla" de uno de los más avispados del grupo, incrédulos nos acodamos en el "estaño" muy cerca del supuesto escenario, donde había un punto "acariciando" un fueye, como que lo quería revivir, le faltaba hacerle respiración boca a boca, en seguida nomás entro el cantor de tangos, con una penetrante vos de verdulero afónico de tanto vocear "-naranja y mandarina, 2 $ la docena.-".

De más está decir que la cortina de humo de faso, nos hacia imposible divisar de que color eran las paredes.

Entre risas cómplices, junamos que el ambiente era claramente hostil, los parroquianos con caripelas de cualquier cosa menos de gente normal, de tipo común y amigable.

Habrían pasado cinco o seis minutos cuando vino un matungo ancho como un ropero de cedro y nos rajó a la yeca.

-"Fuera, pendejos de mierda.-" fue su muy convincente argumento, y ni siquiera habíamos pedido una Coca, cosa que además, nos salvó la vida, porque ahí se tomaba de tequila para arriba.

Evidentemente, ciertos mitos estaban vedados para nosotros y muchos otros de nuestra edad, ya que a la corta o a la larga te enterabas que el que dijo haber estado ahí y el que perjuro haber visto a Rita en acción, era poseedor de una frondosa y secular imaginación.

Confieso que conocí su rostro no hace mucho tiempo atrás en un reportaje para la tele local.

Y la primer sensación que me causo su voz y su persona era la de una abuelita simpática y desprejuiciada, con el correr del reportaje, me doy cuenta de lo que ha cambiado el mundo fuera de esos tugurios, de lo importante que fue el espectáculo de "variette" en una ciudad como Rosario en otras épocas, lejos, muy lejos de la abrumadora y famosa calle Corrientes, la que nunca duerme.

Ahora que ponen en escena el espectáculo musical sobre Rita, la salvaje, en Buenos Aires, me pregunto si habrá algún director de cine con ganas de hacerse millonario.



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