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Vázquez, "el solitario"

Por Daniela Pierotti

Vázquez, "el solitario"

     El pasado 31 de octubre, el pueblo uruguayo le dio la victoria en las urnas a Tabaré Vázquez, el "primer líder de raíz marxista que alcanza la presidencia en un país latinoamericano, desde que Salvador Allende lo hiciera en Chile en 1970", como lo anunciaron algunos medios.

     Este triunfo, con algo más del 51% de los votos, consagra en realidad a una serie de alianzas que se abrieron paso desde 1971 y que actualmente conforman el Frente Amplio.

La trayectoria

    Tabaré Vázquez nació en 1940 en el barrio obrero de La Teja, en Montevideo. Su padre era dirigente sindical de la empresa pública refinadora de combustibles ANCAP. Se afilió en los años 60 al Partido Socialista, entonces marxista-leninista, pero se define como católico.

    Siendo estudiante de medicina, realizó una intensa actividad de asistencia social en La Teja, donde instaló un centro médico gratuito y fundó el club Arbolito.

    En los años 70, estudió oncología en el Instituto Gustav Rousy, de París. Es autor de más de 150 estudios de su especialidad. Hoy es socio de una de las principales clínicas de cáncer de Uruguay, y asegura que no abandonará la medicina aun siendo presidente, pues le permite "estar en contacto con la gente".

    Vázquez combina propuestas de grandes soluciones con otras de paliativos concretos, como la atención odontológica a los niños y la psicológica a los padres de los sectores más empobrecidos.

    Ya era conocido como oncólogo en las postrimerías de la última dictadura militar (1973-1985) cuando le tocó presidir el pequeño club Progreso, a cuyo equipo de fútbol condujo al campeonato de primera división en 1984.

    En 1988, el club Peñarol, el más poderoso del país, se negó a que presidiera la Asociación Uruguaya de Fútbol, porque el entonces presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti (también dirigente futbolístico) argumentó que eso sería como "darle la Intendencia (alcaldía) de Montevideo al Frente Amplio".

    Al año siguiente, con el triunfo de Vázquez en la capital, la izquierda uruguaya logró por primera vez una responsabilidad ejecutiva. Ningún partido amenaza hoy la hegemonía del Frente Amplio.

    Al frente de Montevideo, que alberga el 45 por ciento de la población del país, Vázquez se volvió una opción atractiva para votantes nacionalistas y colorados, pese a las fuertes críticas que le dispararon desde la cúpula de esos partidos.

    Como alcalde, Tabaré Vázquez entabló entre 1990 y 1994 un buen vínculo con el presidente Luis Alberto Lacalle, del ala conservadora del Partido Nacional, con el empresariado y con organismos multilaterales de crédito como el Banco Interamericano de Desarrollo.

    Al mismo tiempo, implementó proyectos populares, como la rebaja del pasaje del transporte urbano mediante un subsidio y una importante ampliación del sistema de saneamiento.

    Una vez designado candidato a presidente por el Frente Amplio en 1994, prometió una "revolución" que haría "temblar hasta las raíces de los árboles". Poco después, postuló una "revolución cautelosa". Y, aclaró entonces, su programa no tenía "ni siquiera añoranzas socialistas".

    Ese año, la izquierda obtuvo votos de sectores de bajo ingreso que solían apoyar a los partidos tradicionales, pero perdió las elecciones con el colorado Sanguinetti por apenas dos puntos porcentuales.

    Para cerrarle el paso al previsible triunfo del Frente Amplio en 1999, Sanguinetti impulsó una reforma constitucional que incluía el balotaje.

    Así, Vázquez se convirtió en 1999 en el candidato a presidente más votado de la historia uruguaya. Pero duró sólo un mes en ese puesto: sumando los votos de los blancos, el colorado Jorge Batlle ganó en la segunda vuelta con 54 por ciento de los sufragios.

    La candidatura de Vázquez dio un nuevo salto con la crisis económica de 2002. El peso uruguayo se fue a pique, se agravó la pobreza y el desempleo. Muchos uruguayos consideraron entonces que un cambio en el signo del gobierno era, más que posible, necesario.

    Vázquez resumió en su última campaña la biblioteca de consignas que el Frente Amplio entonó en los años 70, 80 y 90 a una sola palabra que reflejó el reclamo de los empobrecidos por la crisis: "Cambiemos".

Fuente: IPS - Marcelo Jelen

En este Frente se han ido sumando diversos sectores. Lo conforman ex guerrilleros, socialdemócratas, socialistas, comunistas, democristianos, nacionalistas, liberales e independientes, que se fueron sumando a medida que la izquierda fue moderando su discurso. Triunfaron sobre el Colorado y el Nacional, los dos partidos más antiguos de América Latina, nacidos en 1836.

     Por qué fue Tabaré el protagonista de esta victoria. En él se resumen posiciones limítrofes, es decir que transitan por el borde, que satisfacen a centristas e izquierdistas moderados. Posiciones que lo llevan a tener serias contradicciones con la ideología que lo promovió en sus comienzos, roces con los sectores más duros de la izquierda y que lo inducen, según algunos, a virar paulatinamente hacia la derecha (o al menos a sostener ese riesgo). La izquierda que ocupa hoy el poder político, no es la izquierda tradicional uruguaya propiamente dicha, aunque esta última se sume a la coalición del Frente Amplio y, en cierta forma, esté representada.

     Fue justamente Vázquez quien alentó en los años 90 este viraje de la coalición hacia la moderación de su discurso y su programa.

     Vázquez, que pertenece al Partido Socialista, ha elogiado en público al "Che" y a Raúl Sendic, líder de los tupamaros en los 60 (hasta comienzo de los 70). Sin embargo, con los años ha mencionado cada vez menos a estas referencias y, hoy por hoy, propone la prolijidad fiscal y el equilibrio macroeconómico, aunque con énfasis en la redistribución de la riqueza.

     Su figura está llena de matices y contradicciones. Realmente sintetiza el conflicto interno del personaje literario indígena del que sus padres tomaron su nombre de pila, Tabaré ("solitario", en lengua tupí), título del extenso poema publicado en 1886 y de lectura obligada en las escuelas uruguayas.

     Aunque en determinadas circunstancias buscó apoyo de la izquierda más radical, recibió de ésta amenazas (nunca consumadas) de renuncia a la candidatura presidencial cuando sectores del Frente Amplio cuestionaban sus posiciones.

     Según el senador Danilo Astori, quien fue designado Ministro de Economía, "Tabaré apuesta al trabajo colectivo. En los temas muy especializados escucha a los expertos". Sin embargo, "tiene capacidad de decisión personal. Decide con claridad: no vacila ni duda". Astori había desafiado en varias ocasiones el liderazgo del presidente electo.

Panorámica

     Desde marzo, por primera vez desde la independencia de Uruguay (1825) y con mayoría parlamentaria (desde 1966), la izquierda conducirá el país.

     Es esta una versión de la izquierda diferente a la que proponía hace 33 años la planificación de la economía, la nacionalización de la banca y de los grandes monopolios del comercio exterior, la reforma agraria y la eliminación del latifundio y el cambio radical del régimen tributario.

     El programa del Frente Amplio, diseñado por el democristiano Héctor Lescano, propone cinco ejes: políticas sociales, productivas y de ciencia y tecnología, profundización de la democracia y de la transparencia del estado e integración regional.

     La propuesta de los sectores radicales del Frente Amplio no prosperaron: el rechazo frontal al ALCA, la revisión de la Ley de Caducidad, que clausuró la investigación de los crímenes de la dictadura, y el no pago de la deuda. De hecho, Vázquez y Astori viajaron a Washington para asegurar a las autoridades del Fondo Monetario que iban a pagar la deuda externa y a mantener el equilibrio macroeconómico. Por esto los mercados reaccionaron favorablemente y no hubo en los últimos meses ni corridas bancarias, ni fuga de capitales.

     De modo que todo esto es una versión más a la izquierda de un paradigma socialdemócrata. La izquierda fue buscando competir por el centro, integrando algunos elementos de la revolución neoliberal. La polaridad izquierda-derecha de los 90, hoy no es tal. Y esta postura es la que comenzó a quebrar la hegemonía de los blancos y colorados hacia 1994.

     Tabaré parte de un país con un millón de pobres sobre una población de 3,3 millones de personas. Con una deuda del 105% de su producto interno bruto. Más de la mitad de la población infantil vive en la pobreza.

     El desempleo bajó en estos últimos años de un 20% a un 13%, pero los salarios siguen bajos y creció la brecha entre ricos y pobres y la ola emigratoria desde 2002.

     El Partido colorado, quien supo ser el propulsor del Estado de bienestar en la primera mitad del siglo XX, agotado en su ejercicio de poder es el partido tradicional menos popular de la historia, con su representante Jorge Batlle a la cabeza.

     La oportunidad única de un frente izquierdista que resistió a la dictadura y sobrevivió 33 años hasta llegar al poder, lo obliga a materializar las esperanzas populares de justicia social.

     Sin embargo, los votantes no son ingenuos. Aunque dure por un tiempo el idilio del triunfo y una multitud de 500.000 uruguayos festejando esta victoria histórica, el destino del país hacia la concreción del cambio no se conduce solo por los legítimos cauces.

     Sin embargo Uruguay no es Argentina. La experiencia del pueblo uruguayo en construir espacios de participación ciudadana y de tejer redes sociales ha logrado una continuidad y crecimiento históricos. Si bien hubo fuertes episodios de violencia y represión en el periodo democrático, no han tenido la crudeza, severidad y constancia que la represión sangrienta en Argentina contra los sectores populares organizados.

     Algunos ex militantes del cuerpo de tupamaros no dudan en afirmar que el Uruguay corre con cierta ventaja sobre nuestro pueblo. "Ustedes tuvieron 30 000 desaparecidos, nosotros no. Y los exilados volvieron y siguen volviendo. Yo estoy vivo - dice Juan Pablo Mirza, ex preso político - y sigo haciendo cosas y generando cosas, y muchos otros como yo". Existe en Uruguay un tejido social que se reconoce aún como tejido, que no es ingenuo, pero que está dispuesto a pelear, a participar, a medir, a tomar cartas en el asunto. Hay toda una franja generacional de "cincuentones" que ha generado espacios esperanzadores entre la juventud montevideana. Esa población de militantes ha comenzado a migrar hacia el interior del país, donde existen los sectores más conservadores y están instalando proyectos comunitarios de educación, salud y trabajo. Es precisamente en el interior donde la idea de derrotar a un poder conservador como el Blanco o el Colorado sólo era pensable a partir de un Frente no tan radical, que vaya resumiendo sus componentes hacia una versión más centrista.

     Sin embargo faltan los últimos coletazos hasta marzo, que ya enumera el intento fallido de privatizar la energía eléctrica y de conservar las intendencias municipales. Siguen las elecciones de las intendencias municipales, 19 en todo el país. El frente necesita al menos 8 intendencias para gobernar más tranquilo.



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