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La máquina de matar

Por Miguel Espinaco

     A principios de la semana pasada, leíamos en los diarios que el jeque Ahmed Yassin, un parapléjico de 67 años, líder espiritual y fundador del movimiento palestino Hamas, había sido alcanzado por un misil aire-tierra disparado por un helicóptero israelí. El asesinato no había sido para nada un error, el blanco había sido seleccionado por el Gobierno de Sharon y había sido ubicado cuando salía de una mezquita en la franja de Gaza en su silla de ruedas. Los "daños colaterales" de semejante ejecución, incluyeron a otros 8 muertos y a 18 heridos.

     El hecho no resultaba para nada novedoso. Las incursiones habituales del ejército israelí en los territorios formalmente autónomos son una costumbre que, de tan repetida, se ha convertido en algo visto como natural.

     En la misma nota en la que se informa el asesinato de Yasssin, se comenta como al pasar que "no fue este el único hecho sangriento de las últimas horas en la región. Por lo menos seis palestinos habían sido asesinados y otros 17 resultaron heridos en una incursión del ejército israelí en Gaza. Entre las víctimas se cuenta otro dirigente de Hamas llamado Bassem Qudeh".

     La política de incursiones terroristas ha sido explicada sin pudores por Sharon: "Hay que golpear a los palestinos y tiene que dolerles. Debemos causarles pérdidas, víctimas, para que conozcan el alto precio de sus acciones". Un informe de Amnistía Internacional se encarga de traducir la amplitud de estas palabras explicando que el ejército de Israel "ha actuado como si el objetivo principal fuera castigar a todos los palestinos. Ha hecho cosas que no está claro que fueran necesarias desde el punto de vista militar o que es evidente que no lo eran, incluidos actos que son violaciones de las normas internacionales humanitarias y de derechos humanos, como homicidios ilegítimos, destrucción de bienes y detenciones arbitrarias, y torturas y malos tratos. Asimismo, no sólo ha impuesto un estricto toque de queda y matado y herido a palestinos armados, sino que también ha matado y atacado a personal médico y a periodistas y disparado al azar contra viviendas y contra simples transeúntes. Se han practicado detenciones arbitrarias masivas en las que se ha sometido a las víctimas a un trato degradante."

     Según un análisis de Paul Reynolds en BBC mundo.com, las actuales incursiones y los asesinatos selectivos de líderes de Hamas, tendrían que ver con la necesidad del gobierno israelí de preparar su retirada de Gaza ocupándose antes de "debilitar a Hamas y grupos similares para evitar que declaren una victoria luego de que sus tropas se hayan retirado". Sea esta explicación o no la verdadera, lo cierto es que los asesinatos israelíes son un cuento de nunca acabar. Y esos asesinatos no sólo alcanzan a Hamas, son montados como operaciones de terror estatal destinadas a intimidar a todo el pueblo palestino.

     Un cable reciente de la agencia EFE nos permite asomarnos al temor colectivo que provocan las repetidas incursiones israelíes: "Las emisoras de radio locales han emitido durante todo el día información sobre concentraciones de tropas en el norte de la franja de Gaza y la población está en estado de pánico por temor a los resultados del plan aprobado por el gabinete de seguridad israelí esta tarde. Asimismo, en la ciudad de Gaza, decenas de personas hacían cola hoy en las panaderías, cuyas existencias se habían agotado en muchos casos, mientras en las tiendas de ultramarinos los ciudadanos se abalanzaban a comprar todas las latas de conservas que encontraban."

La insoportable levedad del repudio

     Basta imaginar los titulares de los diarios si la cosa hubiera sido al revés para entrever lo más horrible de la manipulación informativa. Un anciano paralítico asesinado por un misil, habría dado tapas a muchos diarios amarillistas y horas de discurso lacrimógeno a más de un cronista de esos que nos visitan en nuestro living, desde el aparato de televisión.

     Lejos de los adjetivos calificativos que habrían sobrado en otros casos, los diarios optaron por titular con un sospechoso tono neutral de parte de guerra: "Matan al líder espiritual de Hamas" anotó La Nación de Buenos Aires, y "Israeli strike kills founder of hamas " - algo así como ataque Israelí mata al fundador de Hamas - escribió el Boston Globe.
Otros optaron por evadir el frío tono informativo, pero sólo para observar los efectos tácticos del asesinato: "Su asesinato no traerá calma" tituló la BBC londinense, "Israel mata con un misil al líder de Hamás y pone en pie de guerra a los palestinos" dijo El País de Madrid, mientras que Ultima Hora de Asunción se inclinó por el más llamativo "Medio Oriente: Israel mata a líder de Hamas y "abre las puertas del infierno".

     El limitado rechazo de los líderes mundiales occidentales tuvo también este matiz táctico. La condena se limitó a los aspectos legales y a los efectos sobre la situación política de Medio Oriente. A nadie se le cayó un adjetivo calificativo de esos que se usan a montones cuando los victimarios no son socios como en este caso. Nadie recordó que se trataba de un señor bastante mayor, y encima lisiado.

     "Todos nosotros entendemos la necesidad de Israel de defenderse del terrorismo que le afecta, dentro del derecho internacional", dijo comprensivo Jack Straw, ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña. Después, tildó de "ilegal" al homicidio y pidió moderación "a las partes". Los ministros de Exteriores de la Unión Europea pusieron el énfasis en que el asesinato "ha inflamado la situación". El ministro francés, Dominique de Villepin, destacó la importancia de "movilizarse para relanzar el proceso de paz" y criticó que estos actos "sólo pueden alimentar la espiral de la violencia". La Comisión Europea también se preocupó por el grado de acierto de la operación terrorista, y opinó que esta acción puede generar "una degradación de la situación, con más derramamiento de sangre y más violencia". El Vaticano dijo que el asesinato de Yassin es "un acto de violencia injustificable en cualquier estado de derecho" y que la paz "auténtica y duradera" en Oriente Medio no puede ser fruto de un acto de fuerza, "sino de una acción moral y jurídica". John Negroponte - embajador yanqui ante la ONU - dijo que "1a acción de Israel ha incrementado las tensiones en Gaza y en la región, y podría ser un revés para continuar con el progreso hacia la paz".

     Es cierto, Negroponte dijo también que Estados Unidos estaba muy "atribulado" por el asesinato de Yassin, pero parece que su pena no era tanta como la que se infiere del término elegido, así que enseguida nomás, se dedicó a usar el derecho de veto norteamericano en el Consejo de Seguridad para trabar una resolución de condena al asesinato.

El lejano oeste

     "El estado de Israel permanecerá abierto a la inmigración judía y el crisol de las diásporas; promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura; salvaguardará los Lugares Santos de todas las religiones; y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas."

     "Por consiguiente nosotros, miembros del consejo del pueblo, representantes de la comunidad judía de Eretz Israel y del movimiento sionista, estamos reunidos aquí en el día de la terminación del mandato británico sobre Eretz Israel y, en virtud de nuestro derecho natural e histórico y basados en la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento de un Estado judío en Eretz Israel, que será conocido como el Estado de Israel."

     A pesar de la contradicción evidente entre los dos párrafos transcriptos, ambos pertenecen al mismo documento histórico. Se trata de la Declaración de la Independencia de Israel fechada el 14 de mayo de 1948 según la versión en español publicada en Internet por el Israel Ministry of foreing affairs. La cuestión, por más esfuerzos que se hagan, no puede ser resuelta, porque en el lugar geográfico en el que se creaba el nuevo estado, vivían millones de palestinos, de modo que, o se les respetaba la "completa igualdad de derechos políticos o sociales", con lo que no habría estado judío, o se creaba ese estado confesional - y por ende racista - echando a patadas a la población que vivía allí por esos tiempo, a la sazón lo que se hizo.

     No es raro, entonces, que el problema de los refugiados - los palestinos desplazados del territorio en el que se erigió el nuevo estado - sea la piedra en el zapato de cualquier programa de pacificación. Si tal cantidad de gente (3.172.641 personas en 1995) fuera aceptada de vuelta en la tierra que fuera su hogar, la población judía quedaría en minoría en el declarado "estado judío" de Israel.

     Emanuel Nachshon, portavoz de la Cancillería Israelí, ante el planteo de que Israel "proponga una solución justa al problema de los refugiados palestinos, para llegar a un acuerdo conforme con la resolución 194 de la Asamblea General de la ONU"
decía esto mismo en los siguientes términos: "el plan es inaceptable en su formulación actual, ya que conduciría a la destrucción del estado de Israel. No podemos aceptar el derecho al retorno, eso supondría dos estados palestinos".

     Es evidente que el problema es mucho más que Sharon, a quien muchos pretenden ver como el malo de una película que sin él podría tener un final feliz, porque el estado israelí con su base ideológica racial fue montado allí como sustento político de una maquinaria organizada para matar, dirigida a disciplinar al pueblo árabe. Por lo tanto, lo que hace como mandato de especie, es precisamente matar.

     La verdad, es que si de comparaciones cinematográficas se trata, habría que pensar en el lejano oeste, en las películas en la que el séptimo de caballería se dedicaba a exterminar indios para expandir la base territorial del recién nacido monstruo capitalista. De la misma manera - como tarea compulsiva, imprescindible para su propia existencia - el estado israelí se dedica a desplazar a "reservas" a los palestinos y más tarde a matarlos a mansalva, usando de excusa la violenta respuesta de los que pretenden no dejarse aplastar.

     Está casi descartado que alguna vez pasará lo mismo que lo que pasó con los indios. Es sabido que cien años después, los norteamericanos se dedicaron a hacer películas y miniseries autocríticas en la que los apaches y los pieles rojas aparecían como buena gente, como víctimas de una violencia lamentable que habría que haber evitado. Pero cien años es demasiado tarde.

     Es ahora, es en estos tiempos de los Sharon, los Bush, las incursiones y los asesinatos "selectivos", cuando el pueblo judío - esa mayoría del pueblo judío que trabaja y quiere paz - debiera criticar y enfrentar la existencia de un estado racial - y por ello asesino - en pleno siglo XXI. Sólo a partir de esa revolución en la ideología dominante y en el poder real en el actual estado israelí, podrían empezar a pensarse las soluciones, sólo a partir de allí tendrían cabida real los debates sobre si un estado o dos, sobre cómo resolver los problemas de hechos consumados permitiendo compatibilizar los derechos de los palestinos - originarios habitantes de la zona - con los del pueblo judío que emigró a Israel durante el último medio siglo construyendo allí sus historias y también sus derechos, sólo a partir de allí podría empezar a pensarse cómo construir la paz.

     Es cierto. Los problemas son muy complejos y uno se tienta de compartir el pesimismo del ya citado Paul Reynolds ("la lección más importante del asesinato de Yassin es que no hay perspectivas de paz. La hoja de ruta se ha guardado y durante los próximos 20 años el escenario más probable es la guerra.") más que nada porque los asesinos tienen la batuta. Que el pueblo trabajador judío comprenda la necesidad de terminar con el estado judío confesional - y por eso racista, y por eso nazi - ni siquiera sería la solución del problema, sería apenas el principio.

     Pero sería un principio.



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